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LITERATURA LATINA
ORÍGENES: LA INFLUENCIA GRIEGA
Como afirmó Horacio, Roma conquista militarmente a Grecia y ésta, a su vez, conquista
culturalmente a Roma. La literatura latina nace en el 240 a. C., cuando en los Juegos Romanos de ese año
Livio Andronico traduce o adapta una tragedia y una comedia griegas para ofrecerlas al pueblo como un
espectáculo más de dichos juegos. Nace, pues, la literatura romana con obras del género dramático y que
no son otra cosa que traducciones o adaptaciones de obras griegas, realizadas por un griego.
Livio Andronico, el primer autor de la literatura latina, era un griego, originario de Tarento,
colonia griega del sur de Italia, donde fue hecho prisionero y reducido a la esclavitud, concediéndosele
luego la libertad. Se dedicó en Roma a la enseñanza y, como texto para sus clases tradujo la “Odisea” de
Homero al latín, en verso saturnio, la primera traducción literaria de Occidente. Fue también, como
hemos dicho, el primer dramaturgo romano, traduciendo al latín una serie de tragedias griegas, de las que
conservamos algunos títulos: “El Caballo de Troya”, “Ayax”, “Aquiles”, “Hermíona”…Fue, ante todo, un
educador. Sin ser un escritor brillante, cumplió con su función de ser el pionero.
Otros nombres asociados a los orígenes son:
Nevio (201 a. C.): Era un ciudadano libre de la República romana. Su producción literaria
muestra la arrogancia, mordacidad, libertad e independencia de su carácter. La comedia era el género que
más se ajustaba a sus fines, y de él nos han llegado treinta títulos: “El adulador”, “El adivino”…Es el
introductor en la literatura latina del género épico con su poema Bellum punicum, sobre la primera guerra
púnica, en la que participó. Lo escribió en saturnios.
Ennio (169 a. C.): Tiene más importancia en la literatura latina que los dos anteriores. Muy culto
y de buen carácter, fue muy admirado y respetado. Su obra incluye teatro, sobre todo tragedia, con
traducciones y adaptaciones de tragedias griegas (“Aquiles”, “Ayax”, “Hécuba”…) y de tema romano
(“El rapto de las sabinas”) y epopeya, con sus Anales, una especie de historia de roma en verso, que se
convirtió en la epopeya nacional romana de la época de la República, sólo superada por la “Eneida” de
Virgilio. Introduce una novedad: el empleo, en lugar del viejo saturnio, del hexámetro, adaptando al latín
el verso griego de los poemas homéricos, en delante de uso obligado en la épica latina.
Etapas de la literatura latina
1. Arcaica: (s. III a. C. – s. I a. C.): hasta el 81 a. C., año en que Cicerón pronuncia su primer
discurso.
2. Clásica o áurea (s. I a. C.): hasta la muerte de Augusto en el 14 d. C.
3. Postclásica o argéntea (s. I- s. II ): desde la muerte de Augusto hasta Marco Aurelio (180 d. C.)
4. Decadente o tardía (s. II- s. V): desde Marco Aurelio hasta la caída de Roma.
EL NACIMIENTO DE LA PROSA Y LOS ORÍGENES DE LA HISTORIOGRAFÍA
Los primeros documentos escritos en prosa se consideran precedentes del género historiográfico,
pues tienen claro valor histórico. Se trata de documentos muy antiguos y, acordes con el carácter romano,
tienen un fin eminentemente práctico, el de establecer y regular las relaciones con los dioses y con los
hombres. Para la relación con los dioses surgen las plegarias, en las que se pide protección. Las relaciones
con los hombres se regulan y establecen mediante documentos, tratados y leyes que se pueden agrupar,
según su carácter público o privado.
Documentos públicos
1. Foedera regnum o tratados con los reyes de pueblos vecinos. Son documentos mitad jurídicos,
mitad religiosos, ya que se firmaban con el ofrecimiento de un sacrificio a los dioses y con una
1
serie de ritos especiales y fórmulas consagradas. Tito Livio (I, 24,3 ss.) nos ha transmitido uno
de estos tratados entre los romanos y los albanos, del que se dice que es el más antiguo del que
se tiene memoria.
2. Actas de los magistrados: solían registra los acontecimientos más importantes relacionados con
el desempeño de las funciones de los magistrados. Llevaban el título de acta, comentarii o libri y
se guardaban en los archivos oficiales constituyendo una fuente histórica de primer orden. Los
más importantes de estos documentos eran los elaborados por los pontífices, los Libri
Pontificium o Annales Maximi. En ellos se incluían año por año los sucesos más dignos de
recordarse, sobre todo los relacionados con la religión y el culto públicos, cuya organización les
competía; asimismo, destaca la publicación del calendario anual, también a su cargo, que
señalaba las fechas de comienzo y final de año, los días laborables, las fiestas…
Documentos privados
Las familias más importantes guardaban en sus archivos familiares documentos escritos en honor
de sus antepasados ilustres, que eran una especie de la historia de la familia. Eran fundamentalmente de
dos tipos:
1.
2.
Laudationes fúnebres o discursos de alabanza del difunto, que solían ser pronunciados en los
funerales por un miembro allegado de la familia.
Tituli imaginum o inscripciones grabadas debajo de los retratos o mascarillas del difunto,
celosamente conservadas y que contenían su nombre, hazañas, magistraturas.
Leyes
El genio jurídico de los romanos está fuera de discusión. La primera fuente del Derecho en Roma
fue la costumbre, plasmada en fórmulas jurídicas de transmisión oral. A mediados del siglo V a. C. se
redactó, bajo la presión de los plebeyos, el primer código, que fue grabado en 12 tablas y expuesto en el
foro. Es la Ley de las 12 Tablas, que constituye a la vez el primer monumento del Derecho romano y de la
prosa latina.
HISTORIOGRAFÍA
La historiografía es el género literario en prosa que tiene como objeto los sucesos acaecidos a un
determinado pueblo; es decir, el estudio y la narración de los hechos del pasado. Es el género en prosa
más importante de la literatura romana por el número, la calidad y la variedad de autores y obras.
Las primeras noticias sobre Roma y sus guerras expansivas se propagan a través de los
historiadores griegos no favorables a la causa romana. Esto fue tal vez lo que decidió a los romanos a
escribir su propia historia, llevados de una reacción nacionalista y con una finalidad de “propaganda
política y afirmación patriótica”. Así pues, la historiografía romana es mucho menos rigurosa que la
griega y de intención más moralizante. El romano no transmitía objetivamente los hechos antiguos, sino
que los juzgaba y los describía desde su propio punto de vista, bien directamente en primera persona, bien
mediante discursos puestos en boca de los protagonistas. Utilizó la historia como instrumento político
para justificar su supremacía sobre los demás pueblos (como Tito Livio), para destacar el protagonismo
de las familias dominantes (como los primeros historiadores, analistas), para criticar a la nobleza romana
(como Salustio), para defender la propia actuación política (como César),o para criticar un régimen
político (como Tácito).
La historiografía se puede articular en diferentes modos literarios:
1. Anales: exposición de los hechos de forma sucesiva.
2. Historia: narración de hechos de forma global.
3. Comentarios y monografías: narración de hechos históricos importantes o relevantes.
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4. Biografías: descripción de la vida y el carácter de personajes ilustres e importantes.
Los analistas
Siguiendo la tradición de los pontífices y otros magistrados, que llamaban annales a las actas y
documentos redactados en el ejercicio de sus funciones, los primeros historiadores dieron a sus escritos el
mismo nombre de Annales, pues solían, como aquellos, narrar los sucesos año por año; y ellos mismos
son conocidos como “analistas”.
El primer analista romano es Fabio Píctor que escribe a finales del s. III a. C. Sus anales abarcan
desde la venida de Eneas al Lacio hasta la segunda Guerra Púnica. Tanto él como sus inmediatos
sucesores escriben sus historias de Roma en griego, tal vez para que llegaran a los mismos lectores de
aquellas obras que ofrecían una visión antirromana de los mismos sucesos; o tal vez porque el latín no
estaba lo suficientemente formado para adaptarse a sus necesidades. Esta costumbre dura hasta Catón,
quien, enemigo de todo lo griego, será el que escriba la primera historia de Roma, con categoría de tal, no
unos anales puramente cronológicos, y lo hará en latín, marcando el camino de sus sucesores, que no
volverán a escribir en griego.
Catón
Marco Porcio Catón (234-149 a. C.) fue un romano recio, austero y honesto, que alcanzó las
más altas magistraturas y luchó siempre contra la corrupción en las costumbres y en la política.
Nacionalista a ultranza, escribe en latín sus Orígenes, una obra histórica en siete libros que abarca la
historia de toda Italia; no es una mera crónica de sucesos, sino una aproximación crítica a las causas que
los han motivado. Habla de diferentes aspectos: economía, geografía, geología… No menciona nombres
de caudillos ni de héroes; el héroe de su historia es “el pueblo romano”. También en esto difiere de los
analistas anteriores, cuyas obras son una historia de las grandes familias y de los grandes generales.
Los sucesores de Catón escriben ya todos en latín. Cabe destacar entre ellos, y a finales del s. II
a.C. a Celio Antípater, que escribe la primera monografía histórica latina, sobre la segunda guerra
púnica. Y a Sempronio Asclión, que expresa tajantemente la diferencia entre un analista y un historiador.
Al final del s. II a. C. surge la tendencia autobiográfica por parte de personajes importantes. Ya en el s. I
a.C., en época de Sila, sobresale Cornelio Sisenna, que escribió una historia de su tiempo, sobre todo la
guerra entre Mario y Sila. Fue muy elogiado por Salustio, aunque le reprocha su parcialidad a favor de
Sila. Sisenna, aunque es superior a sus predecesores, no había alcanzado aún la altura de los historiadores
griegos. Pero ya entre los contemporáneos de Cicerón encontramos autores cuyas obras son comparables
en calidad a la historiografía griega. Destacamos entre ellos a César, Nepote y Salustio; son los tres
historiadores más notables de la República y los primeros de los que se conserva su obre o una parte
apreciable de ella. De todos los anteriores sólo nos quedan pequeños fragmentos.
César (Gayo Julio César, 100-44 a. C.)
Nacido en Roma, de familia aristocrática, desde joven se identificó con los principios y las
propuestas políticas del partido popular. Su carrera política y militar fue deslumbrante. Recorrió todas las
magistraturas y otros cargos públicos, como el de Pontifex Maximus, formó con Pompeyo y Craso el
primer triunvirato, conquistó las Galias y derrotó finalmente a Pompeyo en la guerra civil, asumiendo
todos los poderes hasta que fue asesinado el día de los idus (el 15) de marzo del año 44. También destacó
en el ámbito de las letras, como orador, poeta, gramático… Escribió obras de tema diverso. Las únicas
que nos han llegado son sus producciones históricas:
1. De Bello Gallico (Sobre las Guerras de las Galias). Consta de 8 libros que contienen los sucesos
ocurridos en los ocho años (58-51 a. C.) que duró la conquista de la Galia, un libro por cada año.
Pero el libro VIII no lo escribió César, sino su lugarteniente Aulo Hircio. Tras una breve
descripción geográfica de la Galia se nos cuenta en detalle las campañas militares, entre las que
destaca las dirigidad contra los belgas, los germanos, las dos expediciones a Britania…, y en el
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libro VII, el levantamiento general de la Galia bajo el mando de Vercingetorix y el triunfo final
de César con la toma de Alesia.
2. De Bello Civili (Sobre la Guerra Civil). Consta de tres libros. Comienza con la exposición de las
causas de la guerra civil y sigue con los sucesos principales de dicha guerra: el paso del Rubicón
por César, la huída de Pompeyo a Oriente, toma de Marsella, derrota en Hispania de los
lugartenientes de Pompeyo, marcha de César en persecución de Pompeyo, enfrentamiento y
derrota definitiva de Pompeyo en Farsalia, tras la cual huye a Egipto y allí es asesinado.
Valoración histórica y literaria: Durante seiglos se ha considerado a César como modelo de
objetividad, una de cuyas pruebas sería la narración de los hechos en 3ª persona y no en 1ª. Hoy, sobre
todo, después de la publicación de varios estudios, parece evidente que César consiguió escribir una obra
maestra de propaganda política, donde las verdades no están abiertamente falseadas, pero sí disimuladas
y, a veces, desvirtuadas, siempre a favor del autor y con procedimientos habilidísimos. No obstante, estas
obras constituyen una fuente de información única para los sucesos finales de la República. Parece que
César las compuso al hilo de los acontecimientos, utilizando los documentos que él enviaba al Senado, los
informes que recibía de sus oficiales y los apuntes personales durante las campañas.
Lo que es indiscutible es su valor literario. La pureza de su lengua, en el léxico y en la construcción,
hacen que César forme, con Cicerón, la pareja que ha quedado como modelo de la prosa latina clásica.
Nepote (95?-25? a. C.)
No conocemos con certeza las fechas de su nacimiento y muerte. Procedía del norte de Italia. Fue
contemporáneo y amigo de Catulo y de Cicerón. No tuvo ambiciones políticas; vivió entregado a su
vocación de escritor.
Escribió una obra titulada Chronica, en tres libros, que era una especie de historia universal
resumida, que gozó de fama en la antigüedad, pero se ha perdido. Nos ha llegado incompleta De viris
illustribus, que inaugura en la literatura latina el género histórico de la biografía. Constaba de 16 libros,
en los que se iban comparando las vidas de personajes romanos con las de personajes extranjeros (un
precedente de las Vidas Paralelas de Plauto). Sólo nos han llegado 20 biografías de generales griegos y
dos de cartagineses. De la sección titulada “De latinis historicis” se conservan las biografías de Catón y
Ático.
Valor histórico y literario: Frente la historia-propaganda de César, destaca el carácter ejemplarista de
la historia de Nepote, que pretende presentar unos modelos a los que imitar o rechazar. Pero su valos
histórico es deficiente. El autor carece de imaginación y de concepciones globales, ciñéndose casi
exclusivamente a la anécdota. El uso de su lengua es correcto, peo sin brillo. No obstante, su estilo de
realza por medio de recursos expresivos en la caracterización de los personajes.
Salustio (87-35 a. c.)
Nació en Amiterno, en la Sabina, marchó a Roma muy joven y se lanzó con pasión a la política, lleno
de ambición y de gloria. Gracias a su amistad con César, ocupó algunos cargos públicos y, sobre todo, fue
nombrado gobernador de la provincia romana de África, cargo con el que acumuló una inmensa fortuna.
Después de la muerte del dictador, se retiró de la vida pública y se dedicó a escribir sus obras históricas.
Obras: Salustio escribió tres obras de contenido histórico, una perdida, las Historias, y dos
conservadas: la Conjuración de Catilina y la Guerra de Iugurta.
De las Historias, que abarcaban 5 libros, sólo nos han llegado unos pequeños fragmentos. En ella se
narraban los sucesos de los doce años comprendidos entre la muerte de Sila (78 a. C.) y el 67.
La Conjuración de Catilina (Catilina o Bellum Catilinae). Narra la tentativa de Catilina de hacerse
con el poder por la fuerza durante el consulado de Cicerón (63 a. C.): causas, ambiciones de Catilina,
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encarcelamiento y ejecución de los principales conjurados, la derrota y la muerte de Catilina en la batalla
de Pistoya.
La Guerra de Iugurta (Bellum Iugurthinum). Iugurta, hijo adoptivo de Micipsa, rey de Numidia, se
había formado militarmente en el ejército romano. Tras la muerte de Micipsa se apodera del reino por la
fuerza, asesinando a los dos hijos legítimos del rey; por ello, los romanos le declaran la guerra. Después
de muchas alternativas con victorias y derrotas por ambas partes, Mario, nombrado cónsul y general en
jefe, logra poner fin a la guerra, haciendo prisionero a Iugurta.
Valor histórico y literario: Salustio es el primer gran historiador latino, es el creador de la historia
como género literario en Roma. Es un historiador comparable a Tucídides, cuyas huellas sigue. Tiene una
concepción dramática de la historia. Elige personajes enérgicos, de recia personalidad y los coloca en
situaciones límite. Describe con acierto las causas de los sucesos (degradación moral, corrupción
administrativa, etc.) Pero sobre todo destaca en la caracterización de los personajes; para lo que utiliza
discursos presentados de forma contrapuesta. Salustio es un moralista. Reflexiona sobre la brevedad de la
vida, la superioridad del espíritu sobre el cuerpo, la corrupción de costumbres y el desprecio de los bienes
materiales. También son características de Salustio sus digresiones como la descripción de la geografía
de África o la del sacrificio de los hermanos Filenos. Es mayor la objetividad con que narra los hechos en
Iugurta que en Catilina, pues en ésta se muestra su afinidad incondicional hacia César.
Su lengua y estilo tienen dos características resaltables: el gusto por el arcaísmo, la concisión y
su tendencia a la asimetría en la construcción del periodo. Todo esto es consciente, pretende distinguirse
de Cicerón. Salustio es un innovador en forma y contenido. Con él se cierra la historiografía de la época
republicana.
LA HISTORIOGRAFÍA EN LA ÉPOCA IMPERIAL
La época imperial se inaugura con Augusto, cuyo reinado se caracterizó por la paz interior y el poder
universal. Augusto traza un programa político, religioso y moral, que tiene como meta la restauración de
las virtudes primitivas, las del romano campesino, austero y religioso. Los hombres de letras que rodean a
su ministro Mecenas (Virgilio, Horacio, Propercio…) sintonizan con estos ideales y le ayudan a
propagarlos e implantarlos. Como también lo hará el más grande de los prosistas de este periodo, el
historiador Tito Livio, que escribirá una historia de Roma con la conciencia de contribuir con ella a
divulgar la grandeza de sus antepasados y a insuflar en sus conciudadanos el amor a la ciudad dominadora
del mundo y el orgullo de ser y sentirse romano.
Tito Livio (59 a. C.- 17 d.C.)
Para dedicarse a escribir su inmensa obra, renunció a ocupar cargos públicos. A ello dedicó
cincuenta años de su vida.
Su Historia de Roma (Ab urbe condita libri), constaba de 142 libros y abarcaba desde los
orígenes hasta la muerte de Druso (9 a. C.). De ellos nos han llegado 35 que contienen la historia de
Roma hasta la tercera guerra contra los samnitas y los sucesos posteriores al 167 a. C. De los libros no
conservados tenemos noticia escueta en las Periochae, resúmenes esquemáticos de cada uno de los 142
libros que parecen remontarse al s. IV.
Tito Livio coincide con Nepote y con Salustio en el sentido “ejemplarista” y “moralista” de la
historia. Y tiene, además, una característica propia: la exaltación de Roma por encima de todo. Pretende
que su obra infunda en sus conciudadanos el amor a la patria, el respeto al mos maiorum (la tradición), la
concordia civil y la religiosidad profunda, virtudes que coinciden con el programa restaurador de
Augusto.
Su método histórico no puede calificarse de científico, pues, como todos los historiadores
antiguos, concibe la historia como género literario, por ello pone en boca de sus personajes discursos
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inventados, literariamente excelentes, aun conociendo los que verdaderamente pronunciaron. Por otra
parte, utiliza como fuentes a los analistas y también a Polibio, pero no somete a crítica los datos
consultados. Concede crédito a cualquier información que redunde en prestigio y gloria de sus
antepasados, aunque a veces expone opiniones distintas sobre algún suceso, para que el lector saque sus
propias conclusiones; y en ocasiones, afirma que ciertos datos o cifras parecen exagerados.
Lo que está fuera de duda es su alta categoría como escritor. Tito Livio encarna a la perfección la
concepción ciceroniana de la historia como opus oratorium maxime, es decir, como género literario sujeto
a los preceptos y recursos de la retórica en la composición y en el desarrollo temático. Este rasgo es
especialmente visible en la gran cantidad de discursos que salpican su obra.
El estilo de Livio se define por periodos largos, amplios y cadenciosos, afines a la prosa
ciceroniana. Se le ha llamado “el poeta de la historia”, por el color poético que tiñe su prosa,
especialmente cuando narra los sucesos de tiempos primitivos o se hace eco de las leyendas heroicas.
Aquí es clara la influencia de los poetas augústeos. Incluso invoca a los dioses al comienzo de su obra,
como los poetas épicos.
LA HISTORIA EN EL SIGLO I
Con el acceso de los emperadores al poder se hace difícil escribir historia de Roma,
especialmente al analizar el periodo de la República, destacando los aspectos positivos de esta etapa
histórica. Aquellos historiadores que admiraban el régimen republicano fueron perseguidos, pues eran
acusados de atacar al emperador e incitar a la vuelta a la república. Sólo se han conservado las obras de
los historiadores cortesanos que no perseguían el enfrentamiento político. Entre Tito Livio y Tácito, otra
de las más grandes figuras de la literatura latina, destacan tres nombres: Veleyo Paterculo, Valerio
Maximo y Quinto Curcio. Sus obras se hallan influidas por los usos de la retórica; en los de las dos
primeros se ensalza la figura de Tiberio; el tercero escribió una Historia de Alejandro Magno, a caballo
entre la historia y la novela, en 10 libros.
Tácito
Es uno de los más grandes escritores latinos. Procedía de una familia distinguida. Estudió
retórica y filosofía y, además de escritor, fue un excelente orador, hábil abogado, y desempeñó
importantes cargos públicos, incluido el consulado.
Su producción histórica consisten dos obras menores y dos mayores incompletos:
Agricola: Es una biografía apologética de su suegro Julio Agrícola, ilustre general conquistador
de Britania. Es una obra llena de reflexiones filosóficas e históricas e incluyen digresiones, como la que
describe la geografía de Britania. Contiene también un ataque violento a la tiranía de Domiciano y un
elogio a la libertad recuperada con Nerva y Trajano, en cuyo reinado escribe Tácito. Especialmente
notable es la figura de Calgaco, jefe de los britanos, en cuya boca pone un discurso con la denuncia más
dura escrita por un autor latino contra el imperialismo romano.
Germania: Es una monografía etnográfica. Consta de dos partes: en la primera hace una
descripción de Germania y de su población en general (vida y costumbres); en la segunda, una
descripción particular de cada uno de los pueblos. Los germanos constituían una amenaza para Roma y
contra ellos combatieron César, Tiberio, Germánico y el propio Trajano. Tácito contrasta la rudeza
primitiva, el valor y las costumbres sanas de este pueblo y la decadencia y corrupción de los romanos.
Historias: Es una de las dos grandes obras de Tácito. Constaba de 14 libros y abarcaba desde la
muerte de Nerón hasta la de Domiciano. Solo conservamos los 4 primeros y fragmentos del quinto,
referidos a los emperadores Galba, Otón, Vitelio y Vespasiano.
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Anales: Escrita después de las Historias, se refiere al periodo anterior al que contienen éstas, es
decir, a los reinados de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. No la conservamos completa.
Las fuentes de Tácito son la obra de diversos historiadores, el diario oficial de Roma, los
“archivos del senado”, las Memorias de diversos personajes y también testimonios orales. Intenta manejar
esta información con sinceridad y objetividad, aunque no contribuye a ello su tendencia al pesimismo y su
pretensión moralizante.
Como Salustio, destaca por su concisión, es decir, la densidad de pensamiento alojado en cada
frase, prescindiendo de todo aquello que puede suplir el lector. Pero también es un escritor lleno de
pasión, por lo que su prosa, a la vez que sobria y austera, es vivaz y nerviosa.
Si la prosa de Tito Livio presenta un tono épico, la de Tácito revela un tono trágico, derivado de
la profundización en el alma y en las pasiones de los individuos y los pueblos. Son magistrales sus
“retratos psicológicos” y la descripción de “escenas dramáticas”.
Coincide con Salustio en el gusto por la asimetría en la construcción de frases y periodos. En
resumen, Tácito es un escritor de primera categoría, que maneja con maestría todos los recursos del
lenguaje, para describir la grandeza y la miseria del alma humana; pesimista y pasional, cincela y
condensa como nadie la expresión del pensamiento.
HISTORIA EN EL SIGLO II.
Aquí hay que mencionar historiadores menores:
Suetonio: más que un historiador fue un erudito, un filólogo y un enciclopedista. Su obra más
importante es De viris illustribus perdida casi en su totalidad, constituye una historia completa de la
literatura latina. Nos ha llegado íntegra una obra histórica, De vita Caesarum (La Vida de los doce
Césares); se trata de doce biografía de los doce primeros Césares. En ella lo anecdótico prima sobre
cualquier otra consideración de tipo histórico o moral.
Floro: Compuso una historia de Roma en dos libros, centrada en las guerras de conquista.
Acierta en la selección de los datos más importantes y su estilo es florido y manierista.
Justino: Su obra consiste en la traducción y resumen de una obra larga, escrita en griego, de
Trogo Pompeyo, sobre el imperio macedónico de Filipo. Es una obra antinacionalista, fuente importante
para conocer la historia de los pueblos de Oriente.
LA HISTORIA EN LOS SIGLOS III Y IV
En el Bajo Imperio la historia, como toda la cultura pagana, está en decadencia. Las obras y
autores más destacables son:
Historia Augustea: Escrita por seis autores, contiene biografías de emperadores, desde Adriano
a Numeriano. Siguen el modelo de Suetonio. No destaca por la calidad literaria y la información es poco
fiable.
Los autores epítomes: Se dedican a resumir obras extensas. Destaca Aurelio Víctor, que
resume biografías de Césares; Eutropio, que con un estilo conciso y rápido hace un resumen de una
historia de Roma; tuvo gran aceptación en la Edad Media.
Amiano Marcelino: Es el último gran historiador de Roma y uno de los cinco grandes (con
César, Salustio, Tito Livio y Tácito), aunque no poseía una elevada cultura. Escribió una historia de
Roma desde el año 96 (donde terminaban las Historias de Tácito) hasta el 378 (muerte de Valente). Sólo
se conserva de ella dieciocho de los treinta y un libros.
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El modelo de Amiano es Tácito. Gran afán de objetividad, selección acertada de lo más
importante, prescindiendo de lo anecdótico, pesimismo respecto al futuro, crítica feroz a la degradación
de costumbres, son sus rasgos más destacados.
Su origen oriental y no tener el latín como lengua madre, explican que su uso no sea del todo
correcto y que su estilo, a veces, resulte un tanto oscuro.
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