Abajo ya la izquierda

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Abajo y a la izquierda
Priscila Pacheco
En el capítulo 9 “El Mal y el Malo” de
la novela Muertos Incómodos, cuyos
capítulos nones fueron escritos por el
Subcomandante Insurgente Marcos,
Elías Contreras —comisión de investigación del EZLN— tiene una plática
con una religiosa, una monja muy
otra, la “Chapis” Lucrecia y ésta le
explica que el mal y el malo son un
problema geográfico, ya que se ubican siempre “arriba y a la derecha”. Y
aunque no sabe dónde se encuentra el
Bien, aconseja que hay que buscarlo
“Abajo y a la izquierda”.
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La Sexta Declaración de la Selva Lacandona representa
la decisión de los pueblos zapatistas de Chiapas por llevar a
cabo esa búsqueda. En una situación marcada por tres hechos
principales:
En primer lugar, porque abajo y a la izquierda están los
explotados, los despojados, los reprimidos, los despreciados,
es decir la inmensa mayoría de la humanidad.
En segundo, porque en medio de la avasalladora ofensiva del capital, los pocos que habitan arriba y a la derecha no
sólo gozan con los logros de su dominación, sino que se
miran en un espejo deformado y lo único que logran observar
es una imagen radiante de su obra.
Y tercero, porque muchos de los proyectos de izquierda
se reconvirtieron bajo el ritmo de los tambores de guerra de la
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nueva organización del capital y acabaron formando parte de
la clase política, adoptando sus códigos, ajustándose a sus
tiempos y aceptando como único espacio de confrontación
las urnas. Para dejar de ser izquierda y convertirse —como ha
dicho el Subcomandante Marcos—, a lo más, en la mano
izquierda de la derecha.
Abajo y a la izquierda. Dos referencias cardinales.
Abajo, donde habitan los más lentos, los más bajos y los más
débiles; los que viven de vender su fuerza de trabajo o los que
sobreviven en condiciones infrahumanas porque nadie les
quiere comprar su fuerza de trabajo, y entonces emprenden el
camino hacia el norte, donde la explotación va aparejada con
el desprecio.
A la izquierda, porque la única salida viable para el
mundo y para nuestro país se ubica en y a la izquierda. El pensamiento de izquierda en su origen estuvo vinculado a la
negación y la crítica de una serie de “valores” que los ideólogos del poder del dinero nos quisieron presentar como inmutables y perpetuos: la necesidad del mercado, la importancia
de la mercancía, el carácter indirecto y representativo de la
democracia, la ideología del éxito, el significado progresivo
de la competencia, etcétera. Todos estos y muchos más, conformaron la gramática del poder.
Frente a esos “valores” se alzaron los Otros valores: la
justicia, la libertad, la democracia, la solidaridad, la dignidad,
el socialismo.
Esas dos visiones se han confrontado en la historia del
capitalismo de una manera muy clara. Pero hoy, como nunca
antes, en la fase actual que vive el capitalismo: el llamado
neoliberalismo, los peligros que se ciernen sobre la humanidad y sobre el plantea tierra son enormes. En este sentido,
construir un espacio anticapitalista es hoy por hoy la única
respuesta política, es decir ética, para salvar a la humanidad.
El poder busca presentar ante los ojos de esta humanidad a la lógica de la ganancia y de la acumulación como la
única posible. Por lo menos así es vista y así lo ha asimilado
un sector de lo que hasta hace algunos años era la izquierda
latinoamericana.
Un especialista (David Luhnow) de uno de los grandes
medios de comunicación del imperio (El Wall Street Journal) escribió: “Dado el amplio consenso existente entre la
izquierda y la derecha con respecto a principios económicos
generales, lo que podría ser decisivo es la habilidad política
de la izquierda para lograr cambios económicos mediante
una promoción más efectiva entre públicos escépticos”. Y
cita como ejemplo al gobierno Lula en Brasil y cómo éste
consiguió cambiar el sistema de pensiones, algo que no
logró su antecesor Henrique Cardoso. Y este sería el caso de
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muchas de las políticas de Andrés
Manuel López Obrador en el gobierno del DF y de sus 50 compromisos
si llega a la presidencia. El neoliberalismo se presenta ante los ojos de
esos que insisten en decirse de
izquierda como el único horizonte
viable.
Por el contrario, en el texto “En
auto defensa de las jirafas”, los zapatistas señalan que, en efecto, como
nunca antes, la base de ese crimen de
lesa humanidad llamado “capitalismo” se aplica en todos los rincones de
la tierra... Y que la extraña alquimia
de la globalización de los de arriba ha
conseguido la mundialización de un
nuevo dogma: liberación de la humanidad es igual a liberación de los mercados. Pero advierten que ese nuevo
dios —el mercado— tiene paso de
muerte y destrucción, de guerra. Que
amenaza la supervivencia misma de
la humanidad. Claro, eso si los otros
lo permiten.
Y es abajo y a la izquierda donde
se encuentran los muchos otros y
otras que se niegan a aceptar el nuevo
orden que pretenden imponernos, que
resisten y se rebelan. Esos muchos
otros que abajo y a la izquierda hablan
su “dolor” y hablan de dolores diferentes, pero ese dolor encuentra el
puente que los une en un sistema que
produce ese dolor y produce a quienes
lo padecen: el capitalismo. Así lo
planteó el EZLN en la reunión preparatoria de la Otra Campaña con L@s
Otr@s. A quienes les dijo:
“La Sexta Declaración ha elegido. No eligió oír con la resignación y
la rendición en esta vida para recibir
la recompensa en la otra vida, que es
lo que ofrece la derecha. Tampoco
escogió oír con la imposible neutralidad de un poquito de allá, otro poquito de acullá, ni chicha ni limonáa, que
pregona el centro.
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“Eligió escuchar con la vergüenza y la indignación de la izquierda. Escogió escuchar el dolor
remarcando el carácter de explotación, desprecio y despojo del responsable de ese dolor: el sistema
capitalista”.
Muchos críticos de la Sexta han
dicho que su anticapitalismo y esa reivindicación de la izquierda son anacrónicos. Para otros se trata de una
nueva ocurrencia, una puntada más de
Marcos. Yo quisiera aquí recordar un
texto enviado por el EZLN a los asistentes al V encuentro europeo de solidaridad con la rebelión zapatista, en el
que les sugiere que la asamblea preparatoria del Intergaláctico se realice
en Berlín. El texto es de enero de 1996
y comienza con una cita del libro de
Lewis Carroll “Al otro lado del Espejo y lo que Alicia encontró allí”:
“Como lo dice la Primera
Declaración de La Realidad, el Poder
nos ha vendido como cierta una mentira, la mentira de nuestra derrota. Sin
importarle mucho el derrotarnos de
hecho, el Poder se ha dedicado a
hacernos creer que estamos derrotados. ¿Quiénes? Nosotros, ustedes,
todos los que pensamos que es posible y necesario un mundo donde la
democracia, la libertad y la justicia
abandonen su cómodo lugar de utopías y bibliotecas y se venga a vivir (y a
luchar, que es una forma hermosa de
vivir) con nosotros.
“Sobre la mentira de nuestra
derrota, el Poder ha construido la
mentira de su victoria. Y el Poder ha
escogido la caída del Muro de Berlín
como símbolo de su omnipotencia y
eternidad. Sobre las ruinas del Muro
de Berlín el Poder edificó un muro
más grande y fuerte: el muro de la
desesperanza.
“El muro sigue ahí, forma parte
de la historia pero no significa la
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derrota de la esperanza ni la victoria del cinismo. Hay en
Berlín un fragmento del espejo roto que heredamos como
historia.
“Como Alicia descubre que para alcanzar a la Reina
Roja debe caminar hacia atrás, nosotros debemos voltear al
pasado para poder avanzar y ser mejores. En el pasado podemos encontrar caminos para el futuro. Y nosotros, ustedes, no
tenemos aspiración más grande que el futuro. Por eso es
importante el pasado. Si algo nuevo nace, es porque algo
viejo muere. Pero en lo nuevo, lo viejo se extiende y puede
comerse el futuro si no lo acotamos, lo conocemos, le hablamos, lo escuchamos, en suma, si dejamos de tenerle miedo.
“¿Un símbolo? Sí, un símbolo. ¿Por qué no arrancar
algo nuevo de donde quedó lo viejo? ¿Qué tenemos que perder? Nada, como no sean el miedo, las vergüenzas, los arrepentimientos... y las pesadillas.
“¿Por qué no empezar con un símbolo? ¿Por qué no
empezar a andar de nuevo ahí, en el símbolo que el Poder
mantiene como del fin de la Historia y de la eternidad de su
mandato? ¿Por qué no tomar en nuestras manos ese pedazo
roto del espejo? Tal vez nos lastimemos las manos, pero tal
vez alcancemos a ver, por una de las grietas de su reflejo, el
cristal que buscamos, el que anhelamos, el que merecemos...”
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Pues bien, no sólo en Berlín existe un fragmento de
un espejo roto que heredamos como historia, un espejo que
nos de una imagen de una izquierda que no sólo no se asimila
a la doctrina neoliberal, sino que busca impedir que en su
dieta omníovora también se trague a la izquierda. Porque si el
pensamiento, la teoría, el programa y la práctica de izquierda
son devorados por el neoliberalismo entonces no solamente
seremos más pobres, sino que el muro de la desesperanza será
demasiado grande.
El zapatismo nos propone mirar hacia el futuro pero sin
olvidar de dónde venimos, sin dejar de ver el pasado. De lo
contrario —advierten—, aparecen las coartadas, la sensatez,
la prudencia, el miedo, la rendición y la traición a nosotros
mismos.
Nos dice en su texto “Abajo a la izquierda”: “...abajo
se escribe un libro en el que no existe la palabra ‘fin’. Cada
cual va agregando letras, palabras, páginas, hasta capítulos
enteros... Este libro camina más lento, es cierto, pero tiene
los pies de quienes tienen a la lucha como forma de vida...
Cada página permite la siguiente, y detrás nuestro no sólo
están Hidalgo, Morelos, Guerrero, Villa, Zapata y los Flores
Magón. También están los hoy desaparecidos políticos por
la guerra sucia, las organizaciones políticas que hicieron
posible la insurgencia sindical en los 70, y aquellos que, sin
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aspavientos y con tenacidad, hacen trabajo político con obreros, colonos, campesinos, indígenas, mujeres, religiosos,
homosexuales y lesbianas, estudiantes, maestros”.
Por último, quisiera también recordar lo que hace exactamente tres años publicamos en la presentación del número
1 de la revista Rebeldía:
“La izquierda es, pensamos, algo más que personas, es,
antes que nada, una forma de entender al mundo, la vida, las
relaciones sociales, la cultura, el entorno ecológico, la relación hombre-mujer, la sexualidad, etcétera. Ser de izquierda
es algo más que una declaración de principios, un programa y
unos estatutos; tiene que ver con tres elementos básicos de
definición:
“a) La disposición de plantear una dialéctica negativa
frente a lo existente. El ¡Ya basta¡ del 1 de enero de 1994; el
‘No en mi nombre’ de los intelectuales judíos para repudiar la
política del Estado sionista de Israel; el ‘este mundo no está
en venta o este mundo no es una mercancía’ de los nuevos
movimientos sociales contra la globalización capitalista; el
‘que se vayan todos... y no quede... ni uno sólo’ de los piqueteros argentinos... Esa disposición a no justificar ni en lo más
mínimo la situación de explotación y opresión que significa
el capitalismo.
“b) La voluntad de alterar los ritmos y los espacios del
poder del dinero sobre la sociedad. El capitalismo se plantea
ante los ojos de la gente como un sistema coherente, estable y
perenne... A partir de toda esa ideología, se establece la agenda del poder y esa agenda implica un tiempo y un espacio. El
tiempo de la confrontación política se ubica con relación a los
calendarios electorales y el espacio de la misma son las urnas.
Según esta visión no hay nada más. Cuando la izquierda
acepta como fatal ese tiempo y ese espacio del poder, como el
único posible, deja de ser una alternativa global para la población.
“c) La necesaria construcción de un nuevo tiempo y
espacio... que permita la auto-organización y la auto-determinación”.
Decíamos hace tres años: “No ocultamos nuestra posición, somos zapatistas. No aparentamos una falsa neutralidad
llena de hipocresías”. Hoy agregamos nuestro compromiso
con la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y su consecuencia La Otra Campaña. Estamos comprometidos hasta el
fondo: Abajo y a la izquierda, que es también una seña de
identidad que nos permite ir construyendo la otra forma de
hacer política. Abajo y a la izquierda representan el pico y la
pala para comenzar a derribar el muro de la desesperanza.
Ahora todo es más claro. Ya se mira el horizonte.
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