nombre, conocidas más bien con el nombre de mofetas, en las que

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DE HISTORIA NATURAL.
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n o m b r e , conocidas más bien con el nombre de mofetas, en las
que sólo se desprende ácido carbónico. En la erupción de 1872
Palmieri observó como últimos fenómenos de la erupción, que
persistieron durante meses enteros, estos desprendimientos de
ácido carbónico que formaban junto al suelo capas de 30 á 60
centímetros de espesor.
También entre los productos gaseosos de los volcanes se
•observan á veces vapores de hidrocarburos que se desprenden
de las lavas y del suelo, siendo probablemente las causas de
las llamaradas que se perciben en los volcanes.
Entre los productos de la sublimación del Vesubio se obser­
van también otros minerales, entre los cuales por su a b u n ­
dancia merecen citarse: el hierro oligisto, formado por la des­
composición de los cloruros de hierro por el vapor de ag-ua; el
rejalgar y oropimente; la cotunita ó cloruro de plomo, y el
ácido bórico.
Aun cuando estas fumarolas se presentan á veces de pronto
en cualquiera de estos estados, de ordinario estas diversas for­
mas no son sino los distintos períodos de evolución de un mis­
mo fenómeno.
Así las fumarolas empiezan por ser anhidras, ofreciendo
u n a elevada temperatura y dando sólo por productos de subli­
mación estos cloruros alcalinos, blancos'; se enfrían luego car­
gándose de vapor de agua y de ácido sulfuroso, y sus depósi­
tos por sublimación se colorean por el hierro, el azufre y el
arsénico; más tarde aún se enfrían más, y sólo depositan el
azufre y el carbonato amónico, y finalmente quedan reducidas
al simple desprendimiento del ácido carbónico.
En cuanto al origen de todos estos materiales, las explica•ciones son muy diversas. Gay Lussac y Thenard demostraron
que sometiendo á la acción del vapor de agua á una altísima
presión en un tubo de hierro calentado al rojo una mezcla de
sal común y sílice, el ácido clorhídrico quedaba libre y se for­
maba u n silicato de sosa: esta experiencia puede explicar el
origen del ácido clorhídrico y de los silicatos de las lavas,
como también el de los diversos cloruros alcalinos que se des­
prenden en estado gaseoso. Muchos de estos cloruros, el de
hierro por ejemplo, combinándose con el vapor de a g u a , se
descomponen produciendo óxido.
El azufre no se presenta nunca, al parecer, libre en las ema-
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