Una sensación creciente de haberse convertido en nación

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Una sensación creciente de
haberse convertido en nación
Capítulo 13
13.1 Introducción
Aquella noche lluviosa del 13 de septiembre de 1814, desde lejos, se
hubiera podido tomar el bombardeo por truenos, porque los fusibles se
quemaron demasiado rápido y las bombas se explotaron mientras
volaban por el aire. Pero Francis Scott Key, un abogado de Maryland
sabía de qué se trataba. Desde un barco en el puerto de Baltimore en
el que se encontraba apiñado, veía cómo los barcos de guerra británicos bombardeaban el Fuerte McHenry.
La bandera del Fuerte McHenry era tan grande “que los británicos
no tendrían ninguna dificultad en distinguirla a la distancia”, se jactó
el comandante del fuerte. Medía 30 pies de alto y 42 pies de largo.
Key sabía que si la bandera se bajara, signficara que tanto el fuerte
como la ciudad de Baltimore se habían rendido. Pero cuando salió el
sol, la bandera seguía en su lugar y los británicos estaban en retirada.
Key celebró estos sucesos al escribir un poema titulado “La defensa del Fuerte McHenry”. Seis días después, lo publicó el Baltimore
Patriot. No pasó mucho tiempo para que el poema de Key se publicara en toda la nación. En octubre de 1814, se le puso la múscia y se
lo cantaba como “La Bandera de Estrellas Centelleantes” (“The StarSpangled Banner”). Durante generaciones, a los americanos esta canción les conmovió y les sirvió de motivo de orgullo. En 1931, fue
proclamado el himno nacional.
Los momentos inspiracionales como éstos de la Guerra de 1812
ayudaron a darles a los americanos una sensación de identidad
nacional. Pero, ¿qué significa ser americano? ¿Cómo era diferente de
ser europeo? Alexis de Tocqueville, un noble francés que viajó por los
Estados Unidos en 1831 y 1832, tuvo una respuesta. “No conozco un
país en el que el amor al dinero ocupe un lugar más grande en el
corazón del ser humano”, él escribió en su libro La Democracia en
América. La búsqueda de la riqueza era un elemento importante en la
identidad americana emergente. Pero también existían otros elementos. Y no todos los americanos deseaban lo mismo. En este capítulo
aprenderás cómo a principios del siglo diecinueve se desarrolló una
sensación creciente de haberse convertido en nación, a pesar de
diferencias regionales importantes.
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Arte
¿Cómo es diferente la bandera de arriba de la que
usamos hoy día?
¿Cuántos años crees que
podría tener esta bandera?
¿Puedes conjeturar (tratar
de explicar) por qué esta
bandera es tan famosa?
Capítulo 13
175
Usarás una iustración de la bandera americana para organizar información acerca de la sensación creciente de los americanos de haberse
convertido en nación.
Organizador gráfico: Ilustración
13.2 El Desarollo de una nación en una tierra
de diferencias
Mapa: América en 1820
Los Estados Unidos de los comienzos de los 1800 era un país muy
joven. Los adultos de más edad todavía podían recordar haber sido
súbditos británicos—y este recuerdo les infundía orgullo. (En un
momento, George Washington anheló ser oficial británico.) Aún
después de la Guerra Revolucionaria, América parecía más una colección de estados que un solo país.
Un aumento de patriotismo después de la Guerra de 1812 ayudó a
forjar (crear) una nueva identidad nacional. La oposición a la guerra
de muchos Federalistas—una posición que sus oponentes denunciaron
por deslealtad—casi dio por muerto el partido Federalista. Los líderes
como James Monroe esperaban que los conflictos políticos (luchas
amargadas entre los partidos) fueran una cosa del pasado. La mayoría
de los americanos veían con orgullo un país que estaba en vías de
crecer rápidamente, un país, creían, cuyos días más brillantes quedaron
por venir.
El Paisaje americano a comienzos de los años 1800 La imagen que
tenían los americanos de su país en 1800 era muy diferente que la de
hoy día. De cada tres americanos, dos aún vivían a menos de 50 millas de la costa atlántica. Menos de uno de cada diez vivían al oeste de
los Montes Apalaches. Estos montes de cimas rondeadas y llenos de
bosques se extendían, como una espina dorsal de superficie desigual,
desde su punto de origen en Maine hasta su fin después de atravesar
Georgia. Hicieron imposible que se viajara entre el este y el oeste del
país.
Más allá de los montes, la tierra se hacía más plana, pero la cubría
bosques densos. A principios de los años 1800 cada vez había más
colonos que cruzaban los Apalaches, cortando árboles y fundando
granjeros y molinos. Para los americanos de esta época, la tierra que
se encontraba entre las montañas al este y el Río Misisipí era “el
Oeste”. Al otro lado del Río Misisipí estaba un área vasta y despoblada aún por explorarse.
En todas partes, viajar resultaba díficil y lento. No se podía avanzar nada a más velocidad que la de un trote de caballo—ni la gente, ni
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Capítulo 13
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los bienes, ni los mensajes. Las noticias podían tardarse semanas
enteras en llegar de una ciudad a otra, ya que el sistema de correos se
esforzaba por entregar cartas y periódicos a través de caminos lodosos
y llenos de baches.
Debido en parte a las diferencias geográficas, se desarrollaron distintos estilos de vida. Esto produjo estereotipos, o imágenes exageradas y a veces desdeñosas (que hacían burla) de los diferentes grupos
de gente. Los “yanquis” del Noreste, con sus ciudades crecientes y su
comercio activo, se consideraban emprendedores, ahorrativos y (a los
ojos de los sureños) siempre, a todo dar, detrás de otro dólar. Los
dueños ricos de plantaciones del Sur se consideraban corteses, cultos
y (a los ojos de los yanquis) holgazanes. Los hombres de la frontera
que buscaban su fortuna en el Oeste se juzgaban por fuertes,
resistentes y (a los ojos de los habitantes del Este) rudos. Muchos
líderes americanos reconocían que tendrían que superar los obstáculos
geográficos para unir verdaderamente al país. Entre otras ideas,
favorecían un programa ambicioso de construir caminos y canales
para hacer que el transporte fuera más fácil y más rápido.
Arte
Junto con la Casa Blanca,
el Capitolio reconstruido,
que se muestra en esta
pintura que data de 1814,
llegó a ser un símbolo
poderoso de la unidad
nacional.
Símbolos y valores Para unir a América se requería más de caminos
y canales. Requería que sus ciudadanos se sintieran americanos. Una
manera de lograr este sentimiento era aumentar el orgullo de los americanos por su gobierno. Después de que, durante la Guerra de 1812,
los británicos incendiaron Washington, D.C., el Congreso contrató a
arquitectos para volver a construir la Casa Blanca y el Capitolio en un
estilo que pudiera rivalizar los grandes y majestuosos edificios de
Europa. El Congreso se quejó del costo, pero no del resultado. Estos
edificios magníficos se admiran hasta hoy día como símbolos
nacionales.
Nació otro símbolo nacional durante esta misma época—el del Tío
Sam (Uncle Sam). Cuenta la leyenda que el nombre originó con Sam
Wilcox, un carnicero de Nueva York. Se dice que el “Tío Sam” le
había proporcionado carne al ejército durante la Guerra de 1812. Lo
más probable es que el nombre fue inventado para repetir los iniciales
de los Estados Unidos (en inglés: United States y Uncle Sam).
Después de la guerra, el Tío Sam llegó a ser un apodo popular por el
gobierno federal. (La figura de caricatura del Tío Sam llegó después.)
Una identidad nacional necesitaba más que símbolos. Había de
existir valores compartidos también. Los hombres blancos americanos
se consideraban a sí mismos dedicados al individualismo y a la igualdad. Es muy probable que su compromiso con estos valores no se
extendiera a los esclavos, a los nativos americanos o a las mujeres.
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Aún así, los unía la sensación de que eran diferentes de los europeos—
y mejores que ellos.
Alexis de Tocqueville notó esta sensación apenas el cuarto día de
su visita al país. Algo irritado, él observó que “los americanos extienden su orgullo nacional a un grado totalmente excesivo”. Sin embargo, para el final de su viaje, ya se había acabado por admirar este
espíritu distintamente americano. Ese mismo espíritu se reflejaba en
cada aspecto de la vida, desde la polítca hasta el arte, la música y la
literatura.
13.3 La Política: La Era de los Buenos
Sentimientos
Después de que fue electo a la presidencia en 1816, James Monroe
hizo un “viaje de buena voluntad”. Grandes multitudes de espectadores lo saludaron con tanto entusiasmo que en un periódico se
proclamó una Era de los Buenos Sentimientos. Hasta hoy día los ocho
años que duraron la presidencia de Monroe se conocen por este nombre. Para muchos americanos de esa época, parecía que había
amanecido un nuevo período de unidad nacional.
Nacionalismo económico El aumento del espíritu nacionalista se
reflejaba en propuestas de que el gobierno federal asumiera un papel
más activo en construir la economía nacional. Uno de los partidarios
de estos tipos de medidas más influyentes en el Congreso era Henry
Clay de Kentucky.
Clay era un hombre alto y delgado y un orador elocuente, de
mucha personalidad y mucho muy inteligente. Motivado por su ambición, Clay anhelaba la presidencia. Hizo su campaña presidencial en
cinco ocasiones, pero nunca tuvo éxito. Un hombre de principios,
una vez declaró orgullosamente, “Prefiero tener la razón que tener la
presidencia”.
Clay creía que el futuro de América era el capitalismo, un sistema
económico en el que los individuos y las compañías producen y distribuyen los bienes, vendiéndolos con ganancia. Pero también creía
que el gobierno nacional tenía un papel que hacer para fomentar el
crecimiento económico. Su “Sistema americano” requería de aranceles
elevados para proteger la industria, además del gasto de dinero de
parte del gobierno federal en proyectos de transporte, incluyendo
caminos y canales.
La tercera parte del plan de Clay era un nuevo banco nacional
para estandarizar la moneda y proveer créditos. El Congreso adoptó
178
Capítulo 13
Arte
James Monroe fue el último presidente que luchó
en la Guerra
Revolucionaria y el último
que se vestía al estilo del
siglo dieciocho. Cuando
fue candidato para las
reelecciones, nadie lo
opuso. El ganó el voto del
Colegio Electoral, con 231
votos a su favor y un solo
voto en su contra.
capitalismo: un sistema
económico basado en la
posesión privada de
granjeros y negocios
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esta idea en 1816, el año en el que creó el segundo Banco de los
Estados Unidos. (Se había permitido que el primer banco nacional
dejara de existir a partir de 1811.) El banco era un negocio privado,
pero el gobierno federal era el dueño de la quinta parte del banco y
depositaba fondos del gobierno en el banco.
Otro entre los primeros campeones del nacionalismo económico
fue John C. Calhoun, de Carolina del Sur. Con su estatura de seis pies
con dos pulgadas, para la época en el que vivió, Calhoun era un hombre mucho muy alto. Parecía aún más alto porque siempre estaba
parado su pelo denso y negro, como si hubiera acabado de ver un fantasma. En el Congreso, Calhoun apoyó el banco nacional, un sistema
permanente de caminos y un arancel protector. Sin embargo, en otros
aspectos resistía el poder federal. Para los 1830, llegaría a ser el
vocero más importante de los derechos de los estados, principalmente
para proteger la esclavitud en el Sur. Su carrera ilustra las tensiones
entre el nacionalismo y la atracción de las diferencias regionales.
Un tercer proponente del nacionalismo era Daniel Webster, de
Massachusetts. Lo apodaron “el Negro Dan” por su pelo y cejas
oscuras. Webster sirvió varios términos en ambos la Cámara de
Representantes y el Senado. A diferencia de Clay, quien era un Halcón
de Guerra, Webster se opuso amargamente a la Guerra de 1812. No
obstante, después de la guerra, expresó su fuerte apoyo por el Sistema
Americano de Clay. Webster argumentó en 1825, “Actuemos de
acuerdo a un convenio de convicción y un sentimiento habitual, de
que estos 24 estados forman una nación”. Después, Webster debatiría
en contra de la afirmación de Calhoun de que los estados tenían el
derecho de desafiar al gobierno federal.
Nacionalismo judicial Ambos el nacionalismo y el comercio tenían
un amigo en presidente de la Corte Supremo (el Juez en Jefe), John
Marshall. Nominado por John Adams en 1801, Marshall escribió algunas de las decisiones judiciales más importantes de la historia de los
Estados Unidos.
Las decisiones de Marshall produjeron dos efectos de mayor
importancia. Primero, reforzaron el papel de la Corte en sí misma,
además del poder federal sobre los estados. Segundo, sus decisiones
alentaron el crecimiento del capitalismo. Algunos casos en particular
ilustran cómo se produjeron estos efectos. En McCulloch vs Maryland
(1819), la Corte confirmó el poder del Congreso de crear un banco
nacional libre de la interferencia de los estados. Esta decisión reforzó
la posición del gobierno federal. En otro caso, la Corte bajo Marshall
dictó que los contratos respecto a los negocios eran inviolables—eso
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Capítulo 13
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es, no se podían violar, aún de parte de las legislaturas estatales. Esta
decisión les otorgó a los contratos un lugar fundamental en el derecho
constitucional. Y en Gibbons vs Ogden (1824), la Corte redujo aún
más los poderes estatales. Este caso derribó un monopolio que el estado de Nueva York le había otorgado a una compañía de barcos a
vapor que se operaba entre Nueva York y Nueva Jersey. Solamente el
Congreso, dictó la Corte, tenía la autoridad de regular el comercio
interestatal. Además de reforzar el poder del gobierno federal, esta
decisión promovió el crecimiento del comercio al limitar la capacidad
de los estados de regular el transporte.
Arte
Los americanos se iban de
un lado para el otro en los
años 1800, muchos entre
ellos rumbo a la frontera.
Henry Clay se imaginó un
sistema construido por el
gobierno de caminos y
canales que entrelazaran
las regiones más lejanas
Fin de la Era de los Buenos Sentimientos En 1824, cuatro can-
de la nación.
13.4 Arte de los comienzos de la república
artes folklóricos (arte-
didatos (incluyendo Clay) compitieron para seguir a Monroe en la
presidencia. Como aprenderás en el capítulo siguiente, ningún candidato ganó una mayoría de los votos del Colegio Electoral. Es por
eso que las elecciones acabó en la Cámara de Representantes. La
Cámara eligió a John Quincy Adams, hijo de John Adams.
La acción de la Cámara de Representantes enfureció al candidato
que había recibido la mayor parte de los votos el día de las elecciones,
el héroe de la guerra y el combatiente contra los indios, Andrew
Jackson de Tennessee. Jackson juró que renovaría la lucha en las
próximas elecciones. Los votantes que lo apoyarían en 1828 llegarían
a ser el corazón de un nuevo partido, los Demócratas. La Era de los
Buenos Sentimientos ya se acabó. Los conflictos políticos habían
pasado a ser un problema permanente.
Los americanos habían llevado las tradiciones europeas de los artes a
las colonias, pero para los años1800 desarrollaban estilos totalmente
propios. No todos los artistas eran profesionales. Personas ordinarias,
o artesanos, producían muchos tipos de artesanías, o artes folklóricos.
Los hombres taladraban veletas y señuelos de caza. Las mujeres
cosían trozos extras para hacer colchas. Artistas sin entrenamiento
profesional creaban letreros, murales e imágenes de símbolos
nacionales como la bandera. Este tipo de arte folklórico era sencillo,
directo y, en muchas ocasiones, muy colorido.
La mayoría de los artistas profesionales se ganaban la vida al pintar retratos. El mejor conocido de los pintores retratistas era Gilbert
Stuart. El retrato de George Washington que está en el billete de un
dólar se adoptó de una pintura de Stuart. Cuando los británicos atacaron Washington, D.C., durante la Guerra de 1812, la esposa del
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Capítulo 13
sanías): ejemplos de arte
creado por artesanos (personas ordinarias) que usan
materiales naturales (en
contraste con el arte creado por artistas profesionales entrenados)
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presidente Madison, Dolly, salvó el retrato de Washington, sacándolo
de la Casa Blanca que estaba en llamas.
Aunque pareciera mentira, fue la obra de un inglés que la llevó a
una forma especialmente americana de arte fino. Cuando Thomas
Cole emigró de Inglaterra en 1818, se enamoró del paisaje inmenso y
variado de América. Sus obras más famosas se enfocan en nubes tormentosas y cielos soleados sobre extensiones grandes de tierras sin
que las hubieran invadido los hombres. La luz que brillaba contrastaba
de manera impresionante con la oscuridad de las tormentas. Artistas
contemporáneos (de la misma época) de Cole siguieron su ejemplo y
fundaron un grupo que después llegó a conocerse en la historia de la
pintura como la Escuela del Rio Hudson. Estos pintores se enfocaban
en el mundo natural en vez de las personas, y a menudo optaban por
pintar paisajes extendidos y escénicos. La luz extraordinariamente
bella de sus pinturas tenía una cualidad casi religiosa, como si Dios
sonriera sobre América.
Otros artistas retrataban aspectos más particulares de la naturaleza.
John James Audubon pintó 435 retratos de pájaros delineados detalladamente. En algunos aspectos Audubon era más naturalista que
artista. Creaba estudios precisos y realistas de las especies que observaba en los campos y bosques. Como ninguna editorial americana
quiso publicar su libro de cuatro volúmenes, encontró una editorial de
Inglaterra. Los Pájaros de América lo convirtió en el primer artista
famoso de alcance internacional de América.
George Catlin de Filadelfia puso su atención en los nativos del
Oeste americano. Se dio cuenta de que las costumbres tradicionales de
los nativos americanos estaban en vías de desaparecer. Durante años
Catlin cruzó una y otra vez las tierras del Oeste y se dedicó a dibujar
a los pueblos nativos. Capturó con colores vívidos sus aldeas, sus
expediciones de caza y sus ritos.
Al escoger las características maravillosas de su nueva nación para
formar los temas de su obra, los americanos le dieron a su arte una
identidad distinta. A veces puede que hayan presentado paisajes peligrosos con tonalidades aparentemente cálidas. Aún así, la calidad vívida y el optimismo de su obra reflejaban con precisión la actitud
nacional.
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Arte
En su pintura Bajan las
Aguas de la Inundación
(1829), el pintor Thomas
Cole banó el escenario de
una luz tenue pero brillante. Como otros pintores
de la Escuela del Río
Hudson, Cole prefería
paisajes en grande que
celebraban la belleza natural de América.
Capítulo 13
181
13.5 Música de los comienzos de la república
Hasta el siglo diecinueve, la música en América se presentaba y se
escuchaba principalmente en las iglesias. Había canciones populares,
también, pero estas canciones por lo común consistían en melodías
viejas con letras nuevas. La melodía de “La Bandera de Estrellas
Centellantes”, por ejemplo, era de una canción inglesa de taberna.
Una explosión de actividad musical acompañó a la prosperidad
creciente. En el Norte, las orquestas tocaban música clásica de
Europa. Ofrecían también la música que acompañaba el cotillón, en el
que grupos de cuatro parejas cada uno bailaban juntos a base de movimentos coordinados de forma elegante. Los bailarines flotaban a
través de salones elegantes, ejecutando de manera animada minués,
gavotas, mazurcas y valses. A veces las mujeres alzaban sus enaguas
largas (fondos largos) que rozaban el suelo para revelar el movimiento
de sus pies. Mostrar los tobillos se consideraba un acto muy atrevido.
En el Sur, los esclavos combinaban los himnos de las iglesias de
la gente blanca con estilos musicales africanos para crear alabanzas.
También se divertían entre ellos mismos y a veces para sus amos, con
canciones animadas acompañados por la música de violín, tambor y
banjo (un invento de los afro-americanos). En el Sur y el Oeste, la
cuadrilla llegó a ser corriente. La cuadrilla era una versión menos formal del cotillón, el cual era popular. Mientras tocaban los violines, un
“caller” les decía a los bailarines que paso había que ejecutar.
Conforme aumentaba la demanda de canciones populares, los
compositores le respondían con un sinfín de himnos patrióticos. El
mejor conocido de todos es “América” de Samuel Francis Smith,
escrito en 1832. Comienza con la estrofa “My country, ’tis of thee…”
(“Tierra mía, es a ti…”) y se canta a la melodía de “Dios Salve al
Rey”.
Compositores blancos del Sur, inspirados por la música de los
esclavos negros, crearon canciones tipo minstrel. Estas canciones
honraban la música negra al imitarla. Pero al mismo tiempo los artistas se burlaban de los afro-americanos al pintarse la cara blanca de
negro, ponerse ropa vieja y gastada y cantar en dialectos exagerados
afro-americanos. En 1828 la canción “Jump Jim Crow” (Salto yo Jim
Crow”) de Thomas Dartmouth Rice causó una sensación a través del
país:
Arte
Algunos americanos se
divertían al escuchar canciones folclóricas animadas y melodías de violín,
mientras otros escuchaban
la música de orquestas
clásicas y ejecutaban
bailes formales. Del Norte
al Sur, la música era una
forma popular de diversión.
alabanza: una canción folclórica religiosa de origen
afro-americano
He vuelta allí y vuelta acullá y así, ay, oh
Cada que he vuelta aquí salto yo Jim Crow
La frase racista “Jim Crow”, que tuvo su origen en el protagonista
negro de la canción “minstrel” de Rice, tuvo una larga vida. Muchos
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Capítulo 13
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años después, las leyes que discriminaban en contra de los afroamericanos serían conocidas como “leyes tipo Jim Crow”.
Los espectáculos “minstrel” llegaron a ser la forma más popular
de diversión en América. Inspiraron a Stephen Foster a que escribiera
canciones muy famosas como “Old Folks at Home” (Los viejos en
casa”), “Camptown Races” (Corridas de Camptown) y “Oh, Susana”.
Foster alcanzó una fama nacional, lo que comprobó que finalmente
había llegado una tradición musical verdaderamente americana.
13.6 Literatura de los comienzos de la república
En 1820, un escritor británico comentó desdeñosamente, “¿Quién
leerá un libro americano o asistirá a un drama americano o admirará
una pintura o estatua americana?” El parecer de los europeos, en
cuanto a la cultura los Estados Unidos era el de un país subdesarrollado. Sin embargo, América estaba en vías de encontrar su voz cultural,
sobretodo en la literatura.
Como los pintores de la Escuela del Río Hudson, los escritores
empezaron a usar temas y escenarios exclusivamente americanos. Uno
de los primeros en alcanzar cierta fama literaria fue Washington
Irving. Él buscó su inspiración en el folclore alemán para sus cuentos
coloridos de “Rip Van Winkle” y “La Leyenda de Sleepy Hollow”,
pero situó estos cuentos en los despoblados del norte del estado
de Nueva York. Los cuentos encantados de Irving tuvieron éxito
inmediatamente.
El primer novelista del país fue James Fenimore Cooper. En sus
libros como Los Pioneros y El Último Mohicano, Cooper escribió
acerca de las aventuras de los hombres de la frontera fuertes y
resistentes que se atrevían a entrar en los despoblados. Sus descripciones de la vida de la frontera y los nativos americanos atrajeron
interés en todo el mundo. En Francia, 18 editoriales compitieron por
los derechos de publicación de Los Pioneros.
Davy Crockett fue un hombre de la frontera de la vida real que
inventó cuentos exagerados de su vida de cazador, rastreador, soldado
y explorador. Su elección de Congresista de Tennessee escandalizó a
Alexis de Tocqueville. El francés describió a Crockett como un hombre “que no tiene ninguna educación, apenas puede leer, no tiene
propiedad, ninguna residencia fija, pero pasa su vida cazando, vendiendo su caza para sobrevivir y viviendo continuamente en el bosque”.
Pero esta misma imagen captivó a los americanos, quienes veían a
Crockett como el héroe de la frontera de la ficción hecha realidad. La
autobiografía de Crockett, que estaba llena de su manera sencilla de
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Arte
Al estilo de una típica fanfarronada humorística, el
hombre de la frontera Davy
Crockett se describía como
“mitad caballo, mitad
caimán”. Crockett llegó a
ser una celebridad
nacional y los libros que
tenían su nombre eran
bestsellers (de superventas) en los años 1830.
Capítulo 13
183
hablar de la frontera y su humor crudo, ayudó a infundirle a la
literatura popular un nuevo acento, distintamente americano.
Henry Wadsworth Longfellow, de Nueva Inglaterra, fue uno de los
primeros grandes poetas americanos. Escribió el primer poema épico
de América, La Canción de Hiawatha, basado en historias de los
nativos americanos. Otros, como su poema famoso “La cabalgata de
Paul Revere”, mencionó temas patrióticos. En “La construcción de la
nave”, Longfellow celebró la importancia creciente de América para
todo el mundo:
…¡Siga navegando, Oh Barco del Estado!
¡Siga navegando, Oh Unión, grande y fuerte!
¡La humanidad con todos los temores,
Con todas las esperanzas de los años de por venir,
Aguarda, ansiosa, el desenlace de su destino!
En cuanto a ambos su temario y su estilo, escritores como éstos
ayudaban a cultivar una sensación creciente de identidad nacional. En
especial, alentaban el mito del individualismo fuerte y resistente, lo
que era para muchos—tanto aquí como en el extranjero—el aspecto
que mejor caracterizaba a América.
13.7 Resumen del capítulo
En este capítulo, leíste acerca de la sensación creciente de los Estados
Unidos de haberse convertido en una nación a partir de la Guerra de
1812. Usaste una ilustración de la bandera americana para organizar
información con respecto al arte, la música, la política y la literatura
que ayudaron a definir la identidad americana.
Los habitantes de los Estados Unidos de esa época tenían mucho
orgullo de su país. A pesar de las diferencias regionales, parecía que
los americanos construían una nación que era distinta a todas las otras
que habían existido. Los gobernantes servián al pueblo, y no al revés.
Hombres que empezaron sin nada llegaron a ser mercaderes ricos o
hombres de estado poderosos. Eso sí que era lo que significaba ser
americano. Era lo que le distinguía a uno a los europeos.
Pero, ¿era verdad, en realidad?
Sí, contestó el francés Alexis de Tocqueville—pero no se trataba
por completo de la verdad. Los esclavos africanos y los nativos americanos, escribió de Tocqueville, “ambos ocupan un sitio igualmente
inferior en el país que habitan; ambos experimentan los efectos de la
tiranía”. Con todo, de Tocqueville se quedó impresionado con el
184
Capítulo 13
Arte
Mientras un espíritu de
orgullo nacional atravesaba la nación, el pintor
George Caleb Bingham
capturó la democracia en
vivo en la frontera. En El
Veredicto del Pueblo (1855)
se muestra un grupo de
votantes toscos y animados, ansiosos de oír los
resultados de unas elecciones locales.
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espíritu de igualdad y el orgullo nacional entre los hombres blancos de
distintas clases sociales.
La sensación creciente de una identidad nacional se reflejaba tanto
en la política como en la cultura. El Congreso y la Corte Suprema llevaron a cabo acciones que reforzaron la economía nacional y el poder
del gobierno federal. Se desarrollaban temas y estilos distintamente
americanos en el arte, la música y la literatura.
No obstante, bajo esta superficie, desigualdades en cuanto a la
riqueza y diferencias regionales—en particular con respecto a la
esclavitud—amenazaban la unidad nacional. ¿Durante cuánto tiempo
más podría permanecer unida América? “Por mucho tiempo, no, concluyó de Tocqueville. “La esclavitud, en medio de la libertad
democrática y la ilustración de nuestra época, no es una institución
que puede sobrevivir… Habrá que esperar grandes desgracias”.
Después, aprenderás cuánta razon tenían, y qué tan trágicamente.
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