UNE EDUCATION NOUVELLE POUR LE VINGT ET UNIEME SIECLE

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EDUCACIÓN PARA LA PAZ: LA REVERENCIA POR LA VIDA
Alfonso Roldán Moré
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valladolid.
Doctor en INTERNATIONAL MANAGEMENT IN OCCUPATIONAL HEALTH".
Univ. European University (Belgrado). Catedrático de Salud Laboral del Instituto
Universitario de Ciencias de la Salud de la Fundación Barceló (Buenos Aires,
Argentina).
Miembro del UNESCO/Institut pour l'Education Literacy Exchange Network, de
Hambourg,
Presidente de la Fundación Albert Schweitzer (Madrid)
Presidente de "AMIGOS DE NACIONES UNIDAS EN ESPAÑA".
Albert Schweitzer (1875 - 1965) fue un médico, filósofo, teólogo protestante, músico
y físico franco-alemán, de origen alsaciano, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1952.
Logró fama internacional como organista, especialmente con sus interpretaciones de Bach.
Durante los últimos años de este período se doctoró en medicina por tercera vez.
En 1913 se dirigió como médico misionero a Lambaréné (Gabón, África Ecuatorial),
donde fundó y construyó su propio hospital y se estableció de modo permanente, con una sola
ausencia (1917-25).
La visión del mundo de Schweitzer se basó en su idea de la Reverencia por la vida, su
mayor y más simple contribución a la humanidad. Opinaba que la civilización occidental
estaba en decadencia debido a un paulatino abandono de sus raíces éticas, aquellas de la
afirmación de la vida. Su convicción más firme era que el respeto por la vida es el principio
más alto. Schweitzer siguió la misma línea de pensamiento que León Tolstoi. No faltó quien
comparó su filosofía con la de San Francisco de Asís, una comparación que él no rechazó. En
su obra Philosophy of Civilisation, capítulo 26, escribió:
La filosofía verdadera debe empezar con el hecho más inmediato y más comprensivo del
sentido: 'soy ser vivo y deseo vivir, en medio de seres vivos que desean vivir'.
La vida y el amor en su opinión están basados y siguen el mismo principio: respeto por
cada manifestación de la vida y una relación personal y espiritual hacia el universo.
La ética, según Schweitzer, consiste en la obligación de demostrar que la voluntad de
vivir de uno mismo y la de cada ser, tienen la misma reverencia de lo que es propio. En las
circunstancias donde no podamos satisfacer esta obligación, no debemos de caer en el
derrotismo, puesto que la voluntad de vivir se renueva una y otra vez, como resultado de una
necesidad evolutiva y de un fenómeno con dimensión espiritual.
Él acentuó persistentemente la necesidad de pensar, más que en la simple actuación de
seguir los propios impulsos o las opiniones más extendidas.
El respeto por la vida, como resultado de la contemplación en la propia voluntad consciente
de vivir, conduce al individuo a vivir al servicio de la gente y de cada criatura viva.
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Dos Guerras Mundiales y dos siglos completos de lo que llamamos civilización no han
servido para afianzar el respeto hacia el universo y para aplacar las grandes desigualdades
sociales. La cadencia de los conflictos armados de Oriente Próximo, Afganistán, Irak, los
Balcanes, etc. demuestra que el desarrollo tecnológico no lleva consigo un mayor bienestar
social en el mundo. Al contrario, la brecha sanitaria, tecnológica y social unida al desastre
medioambiental que padecemos, sigue creciendo cada día, dejando en evidencia los grandes
planes que los Gobiernos y las Naciones Unidas plantean cíclicamente.
Son muy escasos los países que dedican presupuestos significados a la cooperación al
desarrollo de naciones pobres. Apenas se dedican medios en la lucha contra las pandemias de
este siglo, como el SIDA o el cáncer. A las multinacionales les resulta más rentable
combatirlos con la producción de fármacos paliativos dejando la investigación reservada a los
presupuestos de los Estados. Los gobiernos tienen otras prioridades como la I+D+I, como
pantalla de más gastos de Defensa. La lucha contra la pobreza y el hambre no está tampoco
entre las prioridades de los países miembros del denominado grupo del G8. La explosión de
la tecnología no es paralela al desarrollo social. El hambre y las enfermedades graves no son
prioridades de nuestra civilización, que dedica a la industria de la Guerra y de la conquista del
espacio la parte muy importante de sus presupuestos.
Todo lo que se mueve en torno a la industria de la destrucción, del denominado
“nuevo orden mundial”, obtiene grandes recursos para la investigación y permite el desarrollo
y crecimiento de esa cultura de la guerra. Por ejemplo, el desarrollo de la ingeniería de
procesos, de la ergonomía antropométrica y del propio TCPI de Internet se ha originado en
investigaciones bélicas. Si se buscan los países más belicosos y con presupuestos más
importantes para su industria guerrera, comprobaremos que son los que más han desarrollado
determinadas tecnologías asociadas a ese peculiar desarrollo.
La industria de la Paz, sin embargo, no ha encontrado los mismos apoyos económicos.
Se insiste en declarar que el nuevo orden mundial vive en sincronismo con la Paz mundial,
pero cuando se dirige la mirada a África, a Suramérica, a Asia o a la vieja Europa, no se ven
más que viejos conflictos que florecen bajo incomprensibles excusas, por cierto siempre
ligadas al control y manejo de los combustibles fósiles. Hay una notable excepción y es,
precisamente, la de la joven nación de Norte de América, quien, con sólo 200 años, no sabe lo
que es una guerra en su territorio, si exceptuamos la guerra de Secesión.
La educación nueva del siglo XXI se basa necesariamente por la aplicación de
recursos económicos y de metodología a la enseñanza. En contraste, el mundo de la
enseñanza es el menos favorecido por el desarrollo de la tecnología de la comunicación. La
invasión de Internet no ha llegado al ámbito de la enseñanza con el potencial que
verdaderamente tiene para el desarrollo de la educación a distancia.
No debemos perder de nuestro horizonte la realidad de un mundo en el que la mayor
parte de sus habitantes, en términos absolutos, no sabe en pleno siglo XXI lo que es un
ordenador o un fax. El continente africano; una parte muy importante del sudeste asiático, de
Oriente Próximo o de Suramérica son quienes más necesidad tienen de recibir ayudas para
mejorar su formación..
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Hoy sí tenemos medios para difundir la cultura de Paz con resultados exponenciales.
La tecnología aplicada a la educación y la cultura debe servir como elemento que fomente la
tolerancia y la paz, al amparo del desarrollo social. El conocimiento de las culturas de otros
pueblos, de sus costumbres y de sus religiones, permite que los líderes de las sociedades
puedan conocer los sistemas de pensamiento de otros sistemas bien diferentes a los suyos. Y
que se impregnen de la tolerancia necesaria para comprender que el suyo no es el único
sistema válido de vida.
En sólo sesenta años, el desarrollo tecnológico ha sido superior que en los mil
novecientos cincuenta años anteriores. En contraste, las corrientes filosóficas, religiosas o
artísticas de este periodo no han tenido un desarrollo parecido. Lo que quiere decir que la
tecnología ha fomentado el incremento de las diferencias sociales entre los países pobres y los
ricos y que eso apenas ha repercutido sobre la creatividad, sino sobre el desarrollo de la
técnica. Y la técnica ha sido sostenida y financiada por los sistemas que gobiernan las
naciones, regidos en los países más pobres por gobiernos poco democráticos, situados bajo el
paraguas de los administradores de sus recursos naturales. Normalmente, las multinacionales.
El ejemplo más claro lo tenemos en la agresión al Medio Ambiente: el lecho sobre el
que vive la humanidad. El cambio climático es una amenaza inquietante. Una amenaza
perceptible, cuantificable, demostrable, con riesgo real para nuestra salud y el futuro de la
humanidad. La educación social en esta área se convierte en un reto diario imprescindible. Es
un vector que permite combinar ideas económicas, políticas, de historia, medicina, etc. en las
que no sólo perduran los motivos filantrópicos o humanitarios, sino también los poderosos
esquemas económicos de uno u otro signo.
En contraste, los Estados siguen incrementando el gasto en lo que erróneamente de
denomina como Defensa, para desdén de las líneas de investigación sobre las grandes
pandemias de nuestro siglo como son la destrucción del planeta por el efecto CO2 o la
propagación del CANCER o del SIDA. Las reticencias que la campaña antitabáquica mundial
aún despierta en ciertos colectivos, pese a su relación directa con el cáncer, son el mejor
ejemplo de este desprecio por la vida que los mismos grupos que dicen defenderla a ultranza
practican. La permisividad de los gobiernos con el tabaco, el alcohol o las drogas supone una
flagrante vulneración del derecho a la vida y de los derechos humanos de quienes no los
consumen.
Una Cultura sin fronteras
Hay un hilo conductor entre los hombres y mujeres de todo el mundo que supera las
diferencias políticas, religiosas y sociales. Es la educación como medio de obtener lo que
conocemos como cultura, como medio de lograr una Paz genuina. La educación para llegar a
ser buenos ciudadanos con valores basados en la ética. Algo que, sorprendentemente, ha
generado suspicacias en España con el nuevo esquema educativo de la educación para la
ciudadanía, un instrumento complementario de la educación en la fe religiosa de las familias y
nunca antagónico con una educación en los valores éticos y sociales.
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Gracia a la educación para la Paz, en un amplio recorrido por la Historia de la
Humanidad, podemos vincular los pueblos con proyectos e ideales valiosos. El concepto ético
de Reverencia por la vida, de respeto por la vida de los demás y de solidaridad con ellos, algo
lleno de contenido y fuerza que nace de la necesidad de pensar del ser humano, como Albert
Schweitzer afirmó:
“Nunca por un momento ponemos a un lado nuestra desconfianza de los ideales establecidos
por la sociedad y de las convicciones que son guardadas por ella. Sabemos siempre que la
sociedad está llena de locura y que nos engañará en lo que respecta a la consideración del
significado de la humanidad [...] la humanidad significa consideración por la existencia y
por la felicidad de cada uno de los seres humanos »
No sólo la cultura crea caminos hacia la Paz. Los Pueblos se organizan en
Instituciones, Fundaciones, Asociaciones, Alianzas, para compartir y preservar los caminos de
la Paz. La Humanidad debe plantear foros que defiendan la Paz con tanto ímpetu como se
organizan las Alianzas bélicas, sin tregua, sin descanso. Al comienzo del Milenio, el mundo
no puede tolerar que los países más poderosos se arroguen el derecho de ser los guardias del
mundo en todo momento y situación porque ello deriva en el sometimiento humillante de los
países menos desarrollados con el riesgo de aniquilación de los pobres. Este “orden mundial”
no es justo. Crea frustraciones a los débiles, les veja en su desarrollo y origina conflictos de
por acción-reacción. Por añadidura, tampoco ha servido para controlar los excesos de los
genocidas y tenemos como ejemplos recientes los Balcanes, Ruanda, Irak o la Alemania nazi.
Los Pueblos han de conservar el derecho a gobernarse según sus costumbres e ideales
y deben resolver sus conflictos mediante fórmulas de presión pacífica nacional y, llegado el
caso, internacional. Lo que no tiene sentido es que los fuegos bélicos que se desaten en las
naciones y pueblos sean sofocados mediante más combustible de los demás países
organizados en alianzas militares. La guerra sólo engendra más guerra, odio y miseria. La
Humanidad, a la vista de los devastadores errores bélicos del fin de este Siglo, se organizó
mediante organizaciones intergubernamentales al servicio de la Paz, como la ONU y sus
instituciones dependientes.
Los últimos conflictos bélicos de Irak o Palestina han servido para que los más
belicosos cuestionen la esencia de la ONU. Los conflictos amparados en las religiones son un
sofisma, bien aprovechado por quienes necesitan justificar una creciente actitud de defensa.
Las religiones no son origen de ningún conflicto. Es falso. Pero sí son el mejor vehículo para
quienes pretenden manipular los grupos de opinión y justificar la violencia. Por eso es
imprescindible el diálogo interreligioso, para desenmascarar a quienes buscan en la religión
justificaciones al conflicto y a la violencia. Las religiones, todas sin exclusión, son vehículos
de Paz y de reflexión humana y quienes las violentan deben ser aislados y perseguidos en todo
el mundo.
ALBERT SCHWEITZER, médico, religioso y Premio Nobel de la Paz, no sólo alentó
el cuidado de los más necesitados con medios precarios, sino que promovió la desaparición de
las armas nucleares y de destrucción masiva. Él se movió en la mitad de un siglo que
comenzaba a generar armas con poder destructivo del planeta, pero sobre todo vivió en el
momento en el que el desarrollo tecnológico coincidió con la mayor agresión del medio
ambiente.
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El mundo no ha mejorado nada en este aspecto desde la muerte del Dr.
SCHWEITZER en 1.965, hace 43 años. Nuestras naciones han contaminado más y se han
armado más. Y tales actitudes han rebasado hace bastante tiempo el límite de lo tolerable. El
mal llamado “Nuevo orden Mundial” es el orden que imponen unos reducidos pero poderosos
grupos económicos. Están compuestos por los mismos accionistas de las multinacionales
energéticas, de la industria de la guerra, de la industria farmacéutica, de los Mass-media y de
la Banca. Son pocos y siempre los mismos.
Sólo tenemos que analizar la composición de los accionariados de nuestras
multinacionales españolas para reproducir esta situación de control mediante los denominados
“fondos bancarios”. De manera que mediante el control de los Mass-media es posible el
desarrollo los otros sectores sin grandes respuestas sociales. Si en un principio, el desarrollo
de Internet podía escapar a su control, ahora ya puede incluso ser hasta complementario del
mundo de la Prensa informativa, ahogando las pocas experiencias individuales con foros bien
dotados económicamente y con blogs tendenciosos. Ese orden mundial aplasta el equilibrio
climático mediante el abuso de las energías no renovables, generadoras de CO2 y del
denominado efecto invernadero. En definitiva, la crisis de nuestro sistema de vida es global y
comienza a presentar signos de agotamiento global por los propios excesos que genera. Los
datos económicos del eufemismo de la “desaceleración” chocarán con el cambio climático, el
agotamiento de las energías fósiles y el encarecimiento de los productos de primera
necesidad. Son alarmas que predicen conflictos sociales.
Las iniciativas mundiales por la Paz encuentran poco apoyo internacional. La mal
llamada “Alianza de Civilizaciones”, que en realidad es una Alianza por la Paz, ha promovido
voces más fuertes en su contra que a su favor. Lo que es una iniciativa necesaria, ha sido
puesto en cuestión por quienes enarbolan las banderas de la seguridad. Los seres humanos se
organizan por necesidad. Las armas pueden matar a las personas, pero no a sus ideas y éstas
se trasmiten mediante una comunicación no verbal, multitudinaria, que une a los pueblos
mediante la unión espiritual.
La lucha por la defensa de la VIDA, de hombres, animales y plantas que habitamos
nuestro planeta es una necesidad que se opone a la destrucción planetaria, al cambio climático
mediante un plan de acción global que plantee un “nuevo orden natural” con reglas nuevas,
con un nuevo sistema basado en energías renovables, en sistemas económicos que permitan el
desarrollo de los pueblos mediante el uso de los llamados microcréditos y que se base en una
cultura a favor de la Paz y no de la guerra. Este tiene que ser el orden mundial de la vida, no
el de la destrucción y la muerte.
Es el momento de hacer frente al espiral de la Guerra mediante el desarrollo de esa
gran <Alianza por la Paz>, que ha de superar el concepto de la Alianza de Civilizaciones
como punto de encuentro interreligioso y que sea un promotor infatigable de ese “Nuevo
Orden Natural” que haga frente al sofisma del desarrollismo salvaje como mejor arma para
obtener el progreso.
El proyecto de la “Alianza por la Paz” debe ser el paraguas para todas las ONG
pacifistas del mundo, respetando la libertad, identidad y principios de cada una de ellas, que
hasta el presente no han jugado papel alguno en el movimiento de la Alianza de
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Civilizaciones. Respetando sus religiones, creencias y pautas de conducta, pero todas
formando parte de esa “Alianza por la Paz” más poderosa que la “Alianza por la Guerra” que
todos conocemos y que, ésta sí, se arrogue el derecho de intervenir en cualquier parte del
mundo en defensa de los derechos de los hombres, mujeres y niños en un mundo de Paz. Es
una tarea ingente, grandiosa, hermosa y que solo depende de nosotros y de la implicación de
las organizaciones no gubernamentales de todo el mundo.
La solución está en nosotros, como individuos, organizados en colectivos, que creen
en el Pensamiento, en la razón, en el ser humano. La felicidad es incompatible con la guerra y
quienes la defienden son, por lo tanto, enemigos de la humanidad. El pensamiento de respeto
por la vida debe crear una conciencia social en los individuos que sea impermeable a la acción
continúa de los medios de comunicación utilizados por quienes necesitan someter a quienes
no sirven a sus intereses. El mundo está cambiando porque la fuerza de la vida, de los seres
humanos, animales y plantas, se rebela contra la manipulación salvaje de sus recursos. El
mensaje de respeto por la vida es el fundamento de un movimiento mundial por la Paz, sin
colores, sin partidos, sin mesías.
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