La ovejas oyen la voz de su Pastor Es totalmente cierto que las

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La ovejas oyen la voz de su Pastor
Es totalmente cierto que las ovejas conocen y entienden la voz de un pastor oriental, y que
no obedecen la voz de un extraño. H. V. Morton, el famoso autor de libros de viaje, hace
una descripción maravillosa de la manera de hablar que tiene un pastor oriental con sus
ovejas. «A veces les habla en una especie de sonsonete alto, usando un lenguaje extraño y
distinto de nada que yo hubiera oído en la vida. La primera vez que oí ese lenguaje de
ovejas y cabras me encontraba en las colinas detrás de Jericó. Un rebaño de cabras había
bajado al valle y estaba empezando a escalar la colina del otro lado cuando el pastor se
volvió y vio que se habían quedado atrás en una rica maleza. Elevando la voz, se dirigió a
sus cabras en un lenguaje maravillosamente extraño. Era fantástico, porque no tenía nada
de humano. Las palabras eran sonidos animales dispuestos en un cierto orden.
Inmediatamente se elevó un balido de respuesta por todo el rebaño, y una o dos de las
cabras volvieron la cabeza hacia él, pero no obedecieron. El cabrero entonces les dirigió
una sola palabra más e hizo una especie de relincho de risa. Inmediatamente, una cabra que
llevaba un cencerro dejó de comer y, abandonando el rebaño, bajó la colina al trote, cruzó
el valle e inició la ascensión por la otra ladera. El hombre, acompañado de aquel animal,
echó a andar y desapareció detrás de una roca. Muy pronto se produjo una reacción de
pánico en la manada. Se olvidaron de comer. Miraron hacia arriba en busca del pastor. Ya
no estaba a la vista. Se dieron cuenta de que el líder del cencerro ya no estaba. De la
distancia les llegó la extraña risita de llamada del cabrero, en respuesta a la cual todo el
rebaño cruzó de estampida el fondo del valle y saltó a la colina tras él.» (H. V.
Morton, Tras las huellas del Maestro).
W. M. Thomson, en La tierra y el libro, cuenta la misma historia. «El pastor daba un
chillido de vez en cuando para recordarles su presencia. Conocían su voz, y le seguían;
pero, si era un extraño el que chillaba, se paraban en seco, levantaban la cabeza en señal de
alarma y, si se repetía la llamada, salían huyendo, porque no reconocían aquella voz. Hice
la prueba varias veces.» Exactamente lo que nos dice Juan.
H. V. Morton cuenta una escena que presenció en una cueva cerca de Belén. Dos pastores
habían refugiado sus rebaños allí durante la noche. ¿Cómo iban a separar ahora los
rebaños? Uno de los pastores se puso a cierta distancia, e hizo su llamada peculiar, que sólo
sus ovejas conocían, y al poco tiempo tenía todo su rebaño reunido alrededor de sí, porque
conocían su voz. No habrían ido a ningún otro, pero conocían la voz de su pastor. Un
viajero del siglo XVIII cuenta que hasta se podía hacer bailar a las ovejas de Palestina
de diferentes maneras al son del silbato o de la flauta que les tocaba su propio pastor.
Todos los detalles de la vida pastoril iluminan la alegoría del Buen Pastor, Cuyas ovejas oyen
Su voz y Cuyo rebaño está constantemente a Su cuidado.
Es muy cierto todo esto. La voz del Pastor es de mando y liderazgo, pero tristemente no
siempre las ovejas nos sometemos a esa voz. Una de las cosas más difíciles para las ovejas es
la disciplina, a nadie o a muy pocas nos gusta. Y si la disciplina no nos gusta, mucho menos la
exhortación. Cuando el Pastor levanta su voz o usa su vara en exhortación hay algunas ovejas
que salimos corriendo para cambiar de rebaño, de Pastor. En términos alegóricos esto sería
imposible, pero en la realidad esto es lo que sucede hoy en día.
Dios te bendiga.
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