Pascua - Monestir Sant Pere de les Puel·les

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Domingo 4º de Pascua, ciclo A
EL BUEN PASTOR
por ANSELM GRÜN
Si nos acercamos sin prejuicios al discurso del buen pastor, nos daremos cuenta de que
el evangelista Juan construye muy bien este discurso. Después de la repetición yo estoy en
la puerta aparece otra repetición: Yo soy el buen pastor. En el texto griego, la palabra kalós
significa literalmente “bello, recto, verdadero”. Jesús es el único pastor verdadero, que lleva
la esencia del pastor a la plenitud. [...]
Con la imagen del buen pastor, Jesús ilustra su propia muerte que no es un castigo por
nuestros pecados, sino la expresión de su existencia excelsa, de su ser generoso, de su
amor por las ovejas que quiere librar de todo peligro. ¿Cómo se entiende esto? Claro que
podemos entender los peligros de forma histórica, a través de la historia del cristianismo.
Pero un discurso simbólico siempre dice algo más. La imagen se refiere al misterio humano y al misterio de Dios. Nos hallamos amenazados por las propias preocupaciones, por
los modelos espirituales que colapsan la vida, por las heridas y enfermedades, por la inconsistencia y la pérdida de orientación. Cuando Jesús dice de sí mismo que Él da la vida por
sus ovejas, expresa su amor incondicional por nosotros, la amenaza más profunda de los
hombres consiste en la ausencia de amor y en las consecuencias de esta experiencia enfermiza. Quien no se siente amado se menosprecia a sí mismo, se juzga a sí mismo, se
vuelve duro, frío y vacío. Es incapaz de amarse a sí mismo y de amar a los demás. Por eso
es necesario un amor que no se cierre, que se mantenga vivo hasta el momento de la propia
muerte, para que nos cure de esta herida mortal, de la ausencia de amor.
En un segundo plano Jesús muestra otra cualidad del buen pastor. Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, tal como el Padre me conoce a mí y yo a él; y yo doy mi vida
por las ovejas. Aquí se expresa la íntima relación de Jesús y de los suyos, de todos los que
creen en Él. Él ama a cada uno personalmente. Cada uno es tan importante para Él que
pone la vida a su disposición.
Juan lo expresa de una forma específica. No dice que Jesús da su vida, sino que la pone
a disposición, la arriesga, se la juega por los suyos. La palabra griega hyper (“por”) es muy
importante para Juan. Con este texto quiere expresar que el motivo específico de la muerte
de Jesús es el amor a los hombres. [...] Son sus amigos. Da la vida con la garantía de sí
mismo. No la retiene, sino que se abandona totalmente al amor que pone precio a su vida y
la deja a disposición de sus amigos.
Jesús entiende el sentido del buen pastor con la referencia, incluso, a otras ovejas que
no son del redil de Israel. [...] Y Jesús entiende la entrega de su vida acentuando la voluntariedad. Nadie me la quita. Soy yo quien la da. El Jesús joánico es soberano. No es entregado simplemente por las intrigas políticas que lo arrastran a la muerte. Da su vida porque
ama a los suyos. Jesús lo puede hacer porque se sabe amado por el Padre, porque incluso
en la hora de la muerte no le ha faltado su amor. Y lo puede hacer porque no solamente
tiene el poder de entregar la vida, sino también el poder de recobrarla. [...] La resurrección
dispone a Jesús a darse sin condiciones. Sabe que el amor es más fuerte que la muerte.
Esto es lo que Juan ve en la muerte de Jesús, y no tanto una expiación por nuestros pecados. En este punto de vista sobre la muerte de Jesús, la culpa no aparece por ninguna parte. Juan ve siempre unidas muerte y resurrección. Ambas son expresión del amor infinito e
incondicional de Dios a los hombres y del amor de Jesús por los suyos.
Jesús, puerta hacia la vida, Estella : Verbo Divino, 2004 (Teología y espiritualidad ; 2)
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