el gran rugido final - Cuenteros, Verseros y Poetas

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El gran rugido final
n el horizonte se asomaba el sol dando un nuevo día en la selva
africana. Se sintió un enorme rugido que aterrorizaba a todos los
animales de aquel verdoso y esplendoroso lugar que tiene la
Tierra. Era el león, el rey de la selva, con él se encontraban su amada
leona y sus dos cachorritos que tenían apenas dos meses.
El rey de la selva, como todas las mañanas, tenía que ir en busca de
comida para su familia, se alejó buscando un manjar como para apetecer
a sus cachorros; siendo que el felino era medio tonto, quería complacer a
su amada y demostrarle que se encontraba capacitado. Pero como era tan
atolondrado, siempre fracasaba y volvía con las garras vacías.
Ese día se empecinó a que no fallaría y estaba dispuesto a usar sus
colmillos y su instinto salvaje con cualquier animal jugoso y que su
familia teníera su manjar como él se lo había mentalizado. Después de
caminar dos horas por la selva, se encontraba a quinientos metros de un
río pequeño, se fue acercando y, en un momento, se percató que se
encontraban cebras cruzando aquel arroyo. En ese momento el felino se
enfocó y se fue acercando sigilosamente como para que no se den cuenta
que se encontraban en peligro por aquel mamífero dispuesto a clavar sus
afilados dientes y garras en esa presa. En un instante se frenó y se puso
en posición de ataque, se concentró y sacó toda su furia, como para no
fracasar. Estaba esperando el momento adecuado para atacar, los
animales seguían cruzando el río y otros tomaban agua sin darse cuenta
que el felino los estaba por embestir, el feroz rey, ya estaba preparado
para atacar, se acercó un poco más entre las ramas que lo tapaban y
pensó y se decidió por uno que estaba muy distraído, lo miró bien fijo y
así se lanzó sobre él clavándole sus garras ferozmente, para que no se
zafase; la presa no se rindió y dio batalla por su vida, sabía que si no
luchaba por su vida, sería comida por aquel depredador, así estuvieron
luchando los dos y cada uno con su propósito, uno por su vida y el otro
por su comida, la cebra se rendía y el león la quería inmovilizar y estaba a
punto de hacerlo; la tiró al piso y así fue como clavó sus afilados
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colmillos en su garganta, matándola lentamente, estuvo con sus
mandíbulas apretando ferozmente, pensado “ya lo tengo y ésta vez no
fracasare”, mientras movía la cola por su triunfo.
Y así fue ya tenía su presa y manjar como se lo había previsto, lo fue
arrastrando hacia su lugar, donde se encontraba su familia esperándolo
con mucha ansiedad y sediento de carne de carne fresca, al llegar a su
territorio todos saltaban de alegría corrieron hacia su padre y su amada
bramó un rugido, festejando que tan inservible no era su rey, y se dio
cuenta que por algo es el rey de la selva y todos se fueron a dormir
satisfechos.
FIN
SERGIO OMAR PRESTE
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