SANTIAGO, una disculpa para caminar, conocer La Rioja y hacer amigos Paseos con la Asociación “Amigos de Santiago el Real”. Logroño”. 12 de diciembre de 2010 y… 15º. De Autol a Calahorra Caminaremos por donde antaño se movió el ferrocarril de vía estrecha que unía Arnedillo y Calahorra, por lo que es hoy una de las vías verdes promocionadas para deleite de los senderistas. Por ahí, paralelos al río Cidacos, vamos a pasear en esta última etapa caminera del presente Año Compostelano. Ya disfrutamos de una experiencia similar cuando jugamos a descubrir las ermitas de Arnedillo; precisamente fue entre las de Santa María de Peñalba, San Tirso y la dedicada al Apóstol Santiago. Recuerdo que se caminaba bien entra las laderas y el río, piso llano y bien cuidado, balizado de madera rústica, carteles explicativos y hasta bancos, por aquello del descanso. Nadie se quejó en aquella hermosa mañana de septiembre, nadie preguntó lo de ¿cuánto falta?, pues cada equis metros se señalan las distancias. En esta ocasión, el viaje se hará entre Autol y Calahorra. Nuestros pies, que no los vagones del viejo tren, nos llevarán de la industrial ciudad del Picuezo y la Picueza a la bimilenaria urbe romana. En esa primera localidad tendremos ocasión de visitar tres de sus templos: la interesante iglesia parroquial –dedicada a San Adrián- y dos ermitas. En Calahorra nos puede sorprender casi todo. Recordamos de nuestro paso, allá por el mes de mayo, cuando hicimos el tramo riojano del Camino de Santiago del Ebro que la recorrimos casi de puntillas y que prometimos volver para pasear despacio sus calles y visitar sus célebres monumentos, buscando, una vez más, la relación de esta ciudad con el Apóstol Santiago. En este recorrido, no más de 14 kilómetros, de trazado casi llano y en suave descenso y ya dejados atrás los cortados de Quel, vamos a llevar a nuestra derecha la pequeña sierra de los Agudos, y entre ella y nosotros el Cidacos que, desde Autol, ha dado un brusco giro para dirigirse al norte. A nuestra espalda se levantan otros montes más serios –Yerga- y delante el amplio valle que forma el Ebro, río hacia el que nos dirigimos. Será momento de hacer amigos, recrearnos con ese paisaje invernal ya sin hojas y recordar las experiencias vividas en esas catorce rutas organizadas durante este año desde Amigos de Santiago el Real. Pensando solo en las de este último trimestre, seguro que se habla del interesante recorrido hecho entre las ermitas de Arnedillo, o en aquel otro paseo en el que acompañamos a la 1 imagen de la Virgen de Rocomadour desde Logroño a Navarrete junto a los peregrinos que la traían desde su basílica en el centro de Francia y de camino hacia Compostela. Y últimamente la etapa que nos llevó hasta el Alto Najerilla para conocer y disfrutar con las dos Viniegras sus paisajes y sus gentes, o la del mes pasado por Bergasa y las Bergasillas. Todas ellas interesantes que han hecho realidad lo que reza nuestro eslogan “Santiago, una buena disculpa para caminar, conocer La Rioja y hacer amigos”. El presente trayecto, como queda escrito, se realizará siguiendo el recorrido que hacia el ferrocarril de vía estrecha de cuya historia tan bien habla la cartelería que ilustra la vieja estación de Autol: “La Vía Verde por la que paseas se asienta sobre el antiguo trazado de la vía férrea que antaño unías las localidades de Calahorra y Arnedillo. En su día este ferrocarril transportaba los productos del valle, como el carbón extraído de las minas de Préjano, y la caliza de las canteras de Arnedillo, pero también servía a los habitantes del valle como medio para desplazarse de un lugar a otro En 1918 se aprobó la construcción de la línea y dos años más tarde, se iniciaron las obras en Calahorra. El primer tramo de 14 kilómetros, entre esta localidad y Autol, se inauguro el 30 de mayo de 1922. A las minas de Préjano llegó la línea en 1924. Pero la finalización del ferrocarril hasta Arnedillo se retrasó, por diferentes motivos, hasta 1946. El ferrocarril funcionó otros 20 años, hasta que en 1966.el auge del transporte por carretera terminó con este símbolo del progreso en los siglos pasados”. El trenillo, como lo llamaban nuestros abuelos, transitaba por el valle flanqueado por numerosas edificaciones propias de cualquier infraestructura ferroviaria: estaciones, apeaderos, andenes, túneles, puentes… Hoy quedan, salpicados a lo largo de la Vía Verde, algunos recuerdos como el reconstruido apeadero de Livillos, las rehabilitadas estaciones de Arnedillo y Herce, la estructura de la de Autol, algunos edificios del cargadero de Ariñano en Préjano y los túneles del Gollizo y Arnedillo De dónde venimos y hacia dónde vamos. Vayan las siguientes líneas para ilustrar los caracteres geográficos, históricos y artísticos de Autol y, más adelante, de aquello que nos dejamos de informar en su día sobre Calahorra. Para contar cosas de Autol hemos utilizado como préstamo lo escrito en la página web de su propio Ayuntamiento, en el programa “Pueblos con la Red”. Para la “capital” de la Rioja Baja nos remitimos al cuadernillo preparado y repartido en la primera quincena de mayo sobre la etapa del Camino de Santiago del Ebro, entre Rincón de Soto y Murillo de Calahorra. 2 AUTOL Esta población de la Rioja Baja está ubicada en plena Cuenca del Río Cidacos, entre la Sierra de Yerga y Peña Isasa. Se caracteriza por tener un clima continental de inviernos fríos y veranos secos y calurosos. Esto hace que la sierra cercana al municipio esté compuesta de monte bajo con abundantes hierbas aromáticas. Con más de 4.000 habitantes, es el mayor núcleo de población de La Rioja después de las cabeceras de comarca. Situado a 458 metros sobre el nivel del mar, está bañado por la margen izquierda del río Cidacos, que choca aquí con la punta septentrional de la Sierra de Yerga, obligando al río a describir un amplio meandro alrededor del casco urbano. Fruto de este encuentro, han surgido en la ribera del río dos formaciones geológicas de piedra arenisca erosionadas en la antigüedad por el río, y actualmente por el viento. Se les conoce con el nombre de Picuezo al más alto (42 metros) y Picueza a su compañera (28 metros). Multitud de leyendas han surgido alrededor de su formación pero todas coinciden en un robo, una mentira y su posterior conversión en piedra por jurar ante Dios y querer mantener su engaño. Aparte de un recorrido cerca del singular paisaje que forman las dos moles rocosas, merece la pena visitar el casco viejo, con vestigios de su antiguo urbanismo árabe, sus casas blasonadas de los siglos XVII y XVIII, y sus edificios religiosos, entre los que destaca la Iglesia Parroquial de San Adrián, que comenzó a construirse en el siglo XVI. ECONOMÍA.- Autol ha sido tradicionalmente un pueblo agrícola, inducido por la gran extensión de su jurisdicción. Aunque comprende todo tipo de suelos, sus cultivos básicos han sido los de secano y, en menor proporción, los de regadío, generosamente regados por el Río Cidacos. Es de destacar la gran cantidad de nuestros vinos y hortalizas, que ya se mencionan en la Carta de Donación que, en el año 1158, firma D. Sancho (hijo del Rey Alfonso VII), a favor de Don García. Los autoleños son grandes trabajadores y gente emprendedora, han visto en el cultivo especializado una segura vía de desarrollo, por lo que nuestro pueblo fue pionero en el cultivo intensivo de espárragos (de gran fama) y, después, de otras hortalizas y frutas, que han dado base y trabajo a importantes fábricas conserveras, uno de los pilares básicos de su economía. Más recientemente, ha sido el cultivo del champiñón y las setas el que ha ido cobrando cada día más importancia, hasta llegar a ser, en la actualidad, el primer centro productor de España. "La capital del champiñón", con la importante particularidad de que, en el propio pueblo se realiza el ciclo completo: desde la fabricación de semillas, pasando por la producción del saco de sustrato, como base para su cultivo en invernadero, hasta su preparación y envasado, para consumo en fresco o manufacturación en grandes y modernas 3 fábricas de conservas. También contamos con el Centro Tecnológico del Champiñón del Gobierno de La Rioja. Otro de los pilares básicos de la economía autoleña es el cultivo de la vid, tanto a vaso como en espaldera. Las variedades más usuales son: tempranillo y garnacha. La mayor parte de estas uvas se transforman en la moderna cooperativa, con los últimos avances tecnológicos bajo la Denominación de Origen Rioja y comercializando sus vinos con las marcas Iniestral y Marqués de Reinosa (nombre cedido por el actual marqués a la bodega cooperativa ya que los vinos de sus antepasados elaborados en su bodega de Autol, fueron los primeros de España que se exportaron). HISTORIA.- Aunque no haya constancia escrita, sí se tiene en cuenta la calzada romana, que partía de Calagurris Iulia (Calahorra) y que llegaba a Grávalos siguiendo el curso del Río Cidacos, por lo que deducimos que pasaba por Autol. El hallazgo de cerámica Celtibérica a los pies del castillo de, hace remontar nuestra historia hasta el siglo VI antes de Cristo. Este hallazgo corrobora el precioso valor estratégico de nuestra fortaleza, cuyos actuales restos (probablemente árabes) no sean sino una reconstrucción sobre un antiquísimo asentamiento militar que vigilaba el estrecho desfiladero, por el que discurría el Río Cidacos y la Vía Romana, a cuyo amparo se formó un núcleo de población. Precisamente, a orillas del río tuvo lugar la batalla de Tseima, en el año 843, en la que Muza, gobernador de Zaragoza, aliado con el rey cristiano de Pamplona, venció a las tropas del Califa de Córdoba, Abderramán, contra el que se había revelado. En el año 939, aparece por primera vez Autol en un texto escrito, con el nombre de Abtole. El Conde Fernán González hace un voto de Ofrenda Perpetua a San Millán de La Cogolla si, por su intercesión, vencía al califa de Córdoba, Abderramán III. El califa cayó derrotado en la famosa Batalla de Simancas, por la que se redactó la Escritura de Privilegio de Voto a San Millán, por el cual los pobladores de Abtole, y pueblos limítrofes, se comprometían a ofrecer al Santo una media de vino y un pan, por cada casa. Con los avatares de las guerras y por su situación geográfica fronteriza, Autol pasó de un reino a otro. Así, perteneció a Navarra hasta el año 1076 en que volvió a poder de Castilla y en 1115 al Reino de Aragón, hasta 1134. Tras varios cambios de dominador, queda definitivamente incorporado a Castilla en 1176. Decisión de Enrique de Inglaterra, que había sido nombrado juez para solucionar la reclamación que había hecho Sancho VI de Navarra por la posesión del Castillo de Autol. De ahí la presencia del león rampante empuñando un mandoble que figura en el escudo, representando el arbitraje 4 del Rey de Inglaterra. El Castillo de Autol fue uno de los cuatro que Don Jaime de Aragón entregó a Don Alonso López de Haro en el año 1262. El Rey Enrique II de Castilla (1369-1379) cedió el Castillo y el Señorío de Autol a Don Pedro Ximénez de Arnedo, como recompensa a su valor y ayuda en el campo de batalla, en su disputa por el Reino, contra su hermano Don Pedro I El Cruel. Así, además de ser jefe de la Guardia del Rey, se convirtió en el primer Señor de Autol. Y como tal señorío ha permanecido entroncado a esta familia, en la que ha predominado el apellido Puelles (hasta su desaparición en el siglo XIX, ya que en 1837 desaparecen en España todos los señoríos). El Condado de Autol aparece en 1893 cuando Don Joaquín Garralda Oñate, Senador Vitalicio y Capitán de La Armada Real, recibió dicho título por Real Orden, y con carácter hereditario. LEYENDAS El Picuezo y la Picueza.- El señor del Castillo poseía una viña muy especial, que daba uvas muy exquisitas y que alguien estaba robando. Una noche, el guardia sorprendió a una pareja que ocultaba algo en una cesta; les requirió que lo mostraran (sospechando que eran las uvas) a lo que la pareja se negó y tentó al diablo diciendo: "que nos volvamos piedra, si son uvas lo que aquí llevamos". Y la maldición cayó sobre ellos por mentir, pues eran las uvas del señor lo que escondían. La Maldición.- Lucas era aquel año el Mayordomo de la Cofradía del Hábeas y, como el cargo lo requería y su honradez también, guardaba celoso en su casa las hachas, velas y cera de la cofradía. Su mujer no tenía sus cualidades, siendo astuta y avariciosa, buenos puñados se llevaba de cera. La muerte vino a buscar a Lucas y, pasados los días, el nuevo mayordomo se hizo cargo de los bienes de la cofradía. Contando y pesando, notó la falta de cera. ¡Qué lamentos y sollozos de la viuda confesando su inocencia! y diciendo: "Si hay en la casa más cera de la Cofradía haga Dios que arda con ella". La maldición tuvo su respuesta. Día del Corpus, suenan las campanas y sale solemne la procesión. Pero, de repente, las campanas dejan el aire festivo y tocan alarma. La casa de Lucas arde con crepitar del infierno. Todo auxilio resulta en vano y el pueblo ve horrorizado quemarse a la viuda dentro. El Castillo.- Posiblemente el hecho más característico ocurrido en el Castillo y en torno al que se han elaborado numerosas leyendas centrándose en el crimen cometido, en Agosto de 1445, cuando unos facinerosos apuñalaron a 5 los señores de Autol y se apoderaron del Castillo, pero la población y la nobleza cercaron el recinto y lo conquistaron a los treinta días. El Miserere- Un afamado compositor llegó un día al monasterio, pidiendo asilo. Huía de su anterior vida de pecado y deseaba purgarlo escribiendo una música que contuviese el "salmo del miserere", el más hermoso y triste miserere que jamás se hubiera escrito, pero no conseguía terminarlo. Entonces, uno de los frailes, le contó la antigua historia del miserere de la montaña: en el cercano monte, donde existió un primigenio monasterio, que fue destruido por la maldad de unos ladrones, se oía, en la noche de Jueves Santo, el más lastimero de los cánticos. Intrigado y temeroso, decidió subir al monte dicha noche, para comprobar qué había de realidad en aquellas palabras. La oscuridad fue envolviendo al músico y, cuando fueron las once, éstas sonaron en las inexistentes campanas del destruido monasterio. Llegaron a él las palabras del lúgubre canto, entonadas por los asesinados frailes, acompañados por el ruido del viento en los árboles, el chocar de piedras y de huesos. Fue tal el terror que le inspiró la escena, que perdió el conocimiento. Ya de regreso, intentó escribir la obra pero, al llegar al punto de su desvanecimiento, no podía continuar y murió afiebrado y enloquecido, sin poder terminar su maravilloso "Miserere". ARTE.- Entre los edificios religiosos, merece una mención especial la Iglesia Parroquial dedicada a San Adrián, situada en lo más alto del casco viejo, junto al Castillo. El edificio es de ladrillo y mampostería con adornos de estilo mudéjar sobre la portada, inspirada en un arco de triunfo. En su interior destacan sus retablos barrocos, la imagen románica de la Virgen de Yerga y la sacristía, una de las mayores de La Rioja, con cajoneras de nogal que albergan un mundo de objetos religiosos y relativos al culto guardados celosa y ordenadamente. La iglesia actual data del siglo XVI y está construida (hasta media altura), en piedra de sillar, rematada con ladrillo de estilo mudéjar. Consta de una nave de cuatro tramos, con cabecera ochavada y capillas entre los contrafuertes. El cuerpo del edificio lo terminaron Domingo y Juan de Ayarza. La torre definitiva se realiza a partir de 1634, por Juan de Urruela, según traza propia, continuándola Domingo de Usabiaga y Francisco y Miguel de Murua. El coro alto tiene una sillería de trece asientos bajos y veintiuno altos, con una caja de órgano del siglo XVIII. De su interior hay que destacar también, la Sacristía y la Sala Capitular, obras de mediados del siglo XVII, realizadas por Miguel de Olea, según la traza de Santiago Raón. Destacan: su gran cajonería de nogal barroca del siglo XVII, del artista local José Tobar; un crucifijo de 6 marfil, hispano-filipino del XVII; un facistol rococó y cuatro cantorales en pergamino, con las iniciales decoradas del siglo XVIII, entre otras obras de arte. Como esculturas hemos de fijarnos en el Retablo Mayor, y en las capillas del Rosario y la del Santo Cristo. Pero resaltemos especialmente la imagen de la Virgen de Yerga. Talla románica en madera policromada, de principios del siglo XIII, con rasgos ya propios del gótico: los ropajes, la verticalidad, el gesto sonriente; su inmovilidad, la nula comunicación entre la madre y el niño, sirviendo ésta como trono para Jesús. Esta imagen procede del antiguo santuario, hoy arruinado, sito en la cima del monte. Desde allí se trajo a la parroquia, donde se encuentra actualmente. Entres las esculturas que decoran sus retablos, hacemos mención a un relieve que representa a Santiago Matamoros, localizado en el retablito de la capilla del evangelio y que, como las que le acompañan, son de estilo romanista de comienzos del siglo XVII. Ermita de Santa María de Yerga. En pleno monte, a doce kilómetros del pueblo, se encuentran los restos de esta ermita cuyos restos más antiguos parecen ser de la segunda mitad del siglo XII. Este santuario fue el primero que instaló la orden del Cister en la Península, tras su expansión desde Francia. Como era propio del carácter severo y eremita de dicha orden en sus comienzos, buscaron un paraje natural agreste y alejado de poblaciones, encontrando el idóneo en la cima de Yerga. Pero, probablemente debido a las duras condiciones del clima, debieron abandonar el lugar trasladándose al Valle del Alhama, fundado el monasterio de Fitero, que fue uno de los más importantes del Cister, en España. Ermita de Nuestra Señora de Nieva.- Se encuentra a la salida del pueblo, en dirección a Tafalla. Edificio de mampostería encadenada con ladrillo de tipo mudéjar. Al exterior, presenta ingreso triple con un segundo cuerpo similar rematado por espadaña de dos vanos. Data del año 1774. Se estructura a base de una nave de tres tramos con capillas entre los contrafuertes, crucero y cabecera rectangular que se cubren con bóvedas de lunetos sobre arcos rebajados. En el interior destaca un gran lienzo barroco que representa a San Francisco Javier bautizando y el retablito del presbiterio también con pinturas en tabla de estilo manierista. La talla del Virgen de Nieva, titular de la ermita, es obra renacentista de la primera mitad del siglo XVI. 7 Ermita del Ángel.- Este edificio, propiedad del ayuntamiento, está situada en el cementerio de Autol, y ha sido rehabilitado últimamente tras años de desidia. Construido en ladrillo y mampostería, es de planta cuadrangular y se cubre con techumbre de madera a cuatro vertientes. Adosada a la cabecera tiene un espacio que hizo la función de sacristía y por los otros tres lados y al exterior se abre una bella y proporcionada galería de arcos de medio punto. Los trabajos de restauración han permitido que uno de los monumentos más singulares del siglo XVIII riojano sigan vivos, aunque para ello el pintor autoleño Luis Baroja tuviera que luchar arduamente con las administraciones hasta conseguir que el edificio no desapareciera. (Ejemplo a seguir con otros edificios –pienso en las ermitas e iglesias que el Apóstol Santiago tiene bajo su advocación en Almarza, Avellaneda, Jubera, Navalsaz o Ribalmaguillo-). Castillo.- En lo más alto del cerro en el que se asienta la villa de Autol, persisten las ruinas de un viejo castillo medieval, de aspecto árabe, pero que podría remontarse hasta la época romana. De estos restos lo único que queda son dos paredes de lo que sería la torre del homenaje. A parte de todos estos ejemplos, quedarían todavía otros de menor importancia: la Ermita de la Virgen de la Cueva, la Ermita u oratorio del Carmen, el Puente Romano sobre un barranco en dirección a Calahorra, los dos Arcos de entrada al Casco Viejo y la Capilla del Indiano. Se trata esta última de una capilla reciente y moderna situada en la Plaza de la Concepción, en los bajos de la actual Residencia de ancianos. CALAHORRA Y EL CAMINO DE SANTIAGO Los peregrinos que vienen desde Rincón de Soto, entran en Calahorra por la carretera de Campobajo para encontrarse con un interesante humilladero de cuatro arcos ojivales y decoración plateresca que fue construido en el siglo XVI. Las vieiras que este crucero tiene esculpidas les recordarán que están en el Camino de Santiago. A continuación pasarán por el término de San Lázaro, ubicación actual del convento de carmelitas y sede de la patrona de la Ribera – la virgen del Carmen–, que fuera antaño un hospital o lazareto para peregrinos, enfermos y pobres. Después de dejar a su izquierda la fuente romana de los trece caños, cruzarán enseguida el río Cidacos por una pasarela moderna (hasta el siglo XIX lo pudieron hacer por un puente de factura romana) y avanzarán hasta la Catedral, en cuyas dependencias se conservan abundantes recuerdos jacobeos, tanto en sus muros como en sus documentos. 8 Tras la obligada visita a la catedral, los peregrinos podrán optar por atravesar la ciudad por diferentes itinerarios. En uno de ellos recorrerán la actual calle del Arrabal, pasando por el Arco de las Monjas, y ascenderán por el viejo Camino Real donde se encontraba la ermita de San Gil, regentada por personas que hacían servicio de hospitaleros para los peregrinos. Hay que recordar que San Gil era un santo de origen francés cuyo culto se extendió en España a través del camino de Santiago. También podrán tomar la cuesta que les dirigirá hasta el Raso, donde se alza la iglesia de Santiago el Mayor. Continuarán por la calle dedicada a este Apóstol hasta llegar al Carretil y bordearán las excavaciones arqueológicas de La Clínica y la que fue ermita de la Concepción (hoy centro cultural). Llegarán más tarde al convento de los Agustinos y, dejándolo a la derecha, avanzarán por el camino de los Arguillones hasta la carretera de Murillo. Después de cruzar las vías del ferrocarril, la ruta continuará demarcada por la antigua Calzada Romana, continuando su camino hacia Murillo de Calahorra y Alcanadre acompañada unas veces por el Canal de Lodosa, las vías del ferrocarril o la autopista del Ebro y atravesando las yasas que bajan de las lejanas montañas del sur. Pero el caminante deberá detenerse en la vieja Calagurris buscando los orígenes jacobeos de esta ciudad que, quizás, vio las pisadas de Santiago en su camino de predicación por el Valle del Ebro. Algunos autores defienden que fue el propio Apóstol quien fundó el Obispado de Calahorra. Lo que sí está documentado es que los reyes don Ramiro, el primero, y su esposa doña Urraca, instituyeron en Calahorra el “Voto de Santiago”, por el que se ofrecían al Apóstol botines de guerra y cosechas. Es decir, por él se obligaba a los campesinos del norte de la Península Ibérica a pagar un diezmo a la catedral de Santiago de Compostela; todo ello en agradecimiento al Apóstol por su intervención milagrosa en la batalla de Clavijo. En el archivo parroquial de San Andrés se conserva este documento del año 834 cuya aplicación constituyó, a finales de la Edad Media y a lo largo de toda la Edad Moderna, una fuente de ingresos para las instituciones de la catedral compostelana –Arzobispado, Cabildo y Hospital Real de Santiago–, lo que les reportó una extraordinaria riqueza. En efecto, el tributo del Voto que como hemos citado tuvo un origen mítico consistía en el pago anual de una medida de pan, diferente según las zonas, y otra de vino, si se producía en la comarca, por parte de los agricultores para el sostenimiento del culto al apóstol Santiago y del clero de la catedral compostelana. El Voto estuvo vigente hasta la promulgación de la Constitución de las Cortes de Cádiz a principios del XIX. La presencia, desde antiguo, de peregrinos en Calahorra queda certificada en diferentes documentos que se custodian en sus archivos. En 1046, al poco de ser reconquistada por García III, rey de Nájera-Pamplona, ya se constata su presencia en esta ciudad. En 1145 el Rey Sancho dona un solar para el servicio de hospedería, en 1295 el chantre don Gil dona a la catedral su casa para que sirva como hospital. Del siglo XV procede el Libro de Romerías 9 en el que se describen las que se realizaban en el Cabildo con los días de permiso que daban a los peregrinos para completarlas; (por ejemplo, dos meses para ir a Compostela). En el libro de Actas Capitulares del Cabildo del 24 de julio de 1574 se trascribe la petición de permiso para peregrinar a Santiago del Deán de la Catedral. En el Libro de Actas Municipales del Ayuntamiento de Calahorra se conserva un escrito del 14 de Abril de 1598, donde se hace referencia al recibo de una carta procedente de Santiago de Galicia en la que se dice que hay peste en la ciudad del apóstol y como “en esta ciudad, refiriéndose a Calahorra, con su campo y camino romerase y podría resultarse dar mucho daño”, se da orden de cerrar las puertas de la ciudad para no dejar entrar ni a peregrinos ni a pobres y que no se recoja a éstos ni en la ciudad ni en el Hospital bajo pena de seis meses de destierro y multa de tres mil maravedíes”. También hay datos en el Libro de Cuentas del Hospital que hacen referencia a peregrinos que se acogen en él de paso hacia Compostela. Como hecho milagroso se cuenta que en 1596 un peregrino francés, natural de Burdeos y de nombre Pedro Santoro, llegó a Calahorra con su mujer procedente de Santiago de Compostela, con dolencias en la rodilla derecha que le obligaban a usar muletas para andar. Tras alojarse en el hospital se dirigió hasta la Catedral y, después de postrarse ante las Santas Reliquias y untarse un poco de aceite en la rodilla procedente de la lámpara de los Santos, fue curado por la intercesión de los Mártires, dejando como exvoto las muletas que ya no volvería a utilizar. A otros no les fue tan bien y fallecían en el camino. Así en el Libro de difuntos de la Catedral de Calahorra se conserva, con fecha 5 de Julio de 1699, la partida de defunción de Antonio Doblet, peregrino francés que pasaba andando camino de Santiago de Galicia. Era natural de la villa de Condeon, diócesis de Saintes y en esta ciudad recibió los Santos Sacramentos y fue enterrado, concretamente en el claustro de la Catedral. Sobre textos escritos, por último, un antiguo romance cuenta también que el Cid Campeador, tras conquistar Calahorra, peregrinó a Santiago. Referencia monumental Calahorra es la localidad del Camino de Santiago del Ebro donde más recuerdos jacobeos se encuentran: el Crucero o Humilladero del siglo XVI ha sido lugar de oración y recogimiento para el romero; muy cerca está el Santuario de la Virgen del Carmen. La pila bautismal de la catedral muestra símbolos jacobeos: veneras y calabazas; hay imágenes del Apóstol con vestido de peregrino en la Sillería del Coro, en el retablo de Alabastro de la Capilla de San Pedro y en la fachada principal. También en las bóvedas de la Catedral hay una imagen del Apóstol en un medallón y, en una columna, una peana con conchas de peregrino. Por otra parte, la puerta de San Jerónimo, autentica joya plateresca, tiene varios motivos jacobeos entre los que destaca un ángel 10 tocando una zampoña, instrumento musical que se extendió por Europa a través de la ruta de Santiago, y, por último, la ciudad tiene dedicado su segundo templo al propio apóstol: la parroquia de Santiago el Mayor. Municipium Calagurris Iulia Nassica es el nombre de la ciudad romana antecesora de la moderna Calahorra y sucesora de otra de origen celtibérico, denominada Kalacoricos . El nacimiento de esta ciudad hay que buscarlo en un antiguo castro situado en un promontorio sobre el río Cidacos. Más tarde se convirtió en una importante urbe romana que alcanzó la consideración de Municipio de Derecho y de la que han quedado suficientes datos arqueológicos como para conocer, de primera mano, su relevancia. De aquella ciudad romana quedan algunos restos de su viejo circo, de la muralla que rodeó la urbe con motivo de las primeras invasiones bárbaras en el siglo III, del llamado Arco del Planillo de San Andrés que constituía una de las entradas a la ciudad, o una rica vivienda (el yacimiento de La Clínica) donde se encontró el busto en mármol de una mujer, conocida como la Dama Calagurritana. También son interesantes algunos tramos de las antiguas cloacas que desalojaban las aguas fecales de la ciudad. Su urbanización actual parece reflejo de la de época de dominación árabe (duró más de trescientos años) con calles laberínticas de trazado sinuoso, con abundantes codos y callejas sin salida. Como otras ciudades musulmanas estaría dividida en barrios o arrabales con puertas diversas como la actual del Planillo. Posee interesantes edificios, en su inmensa mayoría de los siglos XVII y XVIII. Estos responden a un patrón similar: dos o tres plantas y sobrado, fachadas de ladrillo y muros de mampostería, vanos adintelados y balcones con herrajes antiguos. Alguna casa tiene portada con arco de medio punto, característica propia del XVI o siglos anteriores. Entre los edificios religiosos destacan la catedral de Santa María, las iglesias de la Concepción, San Andrés, San Francisco y Santiago, los conventos de los Carmelitas Descalzos del Carmen y de las Carmelitas Descalzas de San José, la Casa de Misericordia, el Seminario Viejo, el Palacio Episcopal y, hasta no hace mucho, la llamada Casa Santa. Catedral de Santa María de Calahorra Sorprende la ubicación de la catedral de Calahorra a las afueras de la ciudad y en su parte baja, junto al río Cidacos, y alejada del resto del casco antiguo. La razón está en que, según la tradición, el templo fue levantado sobre el lugar donde fueron martirizados los patronos de la ciudad: Emeterio y Celedonio. (De estos santos sabemos que fueron decapitados en el siglo III y que su martirio 11 fue cantado, dos siglos después, por un poeta calagurritano: Aurelio Prudencio). Es un edificio de sillería con tres naves, crucero, girola y claustro. El que ahora vemos, levantado sobre otras iglesias anteriores, es básicamente gótico, construido a finales del siglo XV con añadidos de diversos estilos y épocas posteriores. Entre éstos encontramos la fachada principal, que semeja a un retablo barroco rematado con un frontón triangular construida en el siglo XVIII según proyecto de los hermanos Raón, y la preciosa puerta renacentista plateresca llamada Puerta de San Jerónimo que ocupa el flanco norte de la catedral. Su torre, de traza muy original, se sitúa a los pies de la nave de la Epístola y es de cinco cuerpos de planta rectangular y el último octogonal. En su interior, el templo gótico cuenta con tres naves, crucero y girola. Los pilares de sección poligonal que sirven de soporte son muy austeros y reciben los nervios de las bóvedas estrelladas. El coro es renacentista y en la talla de su sillería trabajaron afamados artistas como Natuera Borgoñón o Guillén de Holanda. Cuenta con retablos platerescos en las capillas de San Pedro y la Visitación, y otros de estilo barroco y rococó como el dedicado a la Degollación de San Emeterio y San Celedonio, situado en el centro de la girola. El gran retablo mayor, de cuatro pisos en tres calles, fue realizado a principios del siglo XX imitando al anterior clasicista, obra de Bazcardo, que fue destruido por un incendio. A sus pies se encuentra los bustos y las arquetas de plata dorada en la que se guardan los restos de los Santos Mártires Otros elementos a destacar de la catedral son sus rejerías góticas, la espléndida pila bautismal y las pinturas, unas de escuela florentina o flamenca, algunas atribuidas a Zurbarán, Ticiano o Rivera, y otras posteriores como los frescos firmados por José de Vejés en el siglo XVIII. Entre las esculturas destaca una talla del siglo XIV que representa al Cristo de la Pelota y que encierra una interesante leyenda. La Sacristía, la Sala Capitular y el Claustro plateresco albergan parte del Museo Diocesano, con piezas muy interesantes como una Biblia Sacra del siglo XII, la Tora Judía y orfebrería religiosa de gran valor como la "Custodia del Ciprés" del siglo XV donada por el rey Enrique IV. Frente a la catedral se sitúa el Palacio Episcopal, conjunto de edificaciones de diversas épocas que van del siglo XV al XVIII. Todas ellas tienen cuatro plantas, con galerías en la alta, de corte clásico y fueron construidas de ladrillo. Calahorra fue designada sede episcopal en el siglo IV. De ella dependía un amplio territorio que llegaba a comprender, en dirección oeste-este, las dos orillas del Ebro desde la desembocadura del Bayas en Miranda hasta Mendavia, y la margen derecha desde esta última localidad hasta Alfaro; en dirección norte-sur, desde las aguas del mar Cantábrico hasta la divisoria fluvial de los Cameros con sus cotas más altas en el San Lorenzo y los puertos de Piqueras, Oncala y El Madero, en las proximidades del Moncayo donde se hallan Cervera y Magaña. A este extenso territorio jurisdiccional se extendía por territorio navarro hasta las villas de Desojo, Torralba y El Busto; y 12 en la franja de los valles vascos hasta el mar y las tierras de Eunate en Navarra. Esta extensión se mantuvo hasta el año 1861. Iglesia de San Andrés. Preside el barrio popular del mismo nombre y es la de mayor antigüedad de Calahorra. De origen altomedieval –siglo VII–, lo que puede observarse en la actualidad es fruto de de las reformas tardogóticas del XVI. De estilo gótico quedan los arcos apuntados y bóvedas de crucería compleja, así como la portada occidental que tiene arquivoltas ojivales y piezas reaprovechadas de los templos precedentes. Ya en el siglo XVIII se destruye la cabecera para levantar otra nueva y se amplía la iglesia con un tramo hacia los pies. En su interior, nos recuerda la presencia jacobea una imagen de Santiago, rococó de la segunda mitad del XVIII, que se sitúa en el guardavoz de uno de los púlpitos, otra de tamaño natural clasicista instalado en el retablo mayor y un lienzo barroco que se encuentra en la Sala Capitular. Iglesia de Santiago Sin lugar a duda el recuerdo jacobeo más importante en Calahorra es la existencia de este templo dedicado al Apóstol. Tras la catedral, es la iglesia más relevante de Calahorra. Fue construido entre los siglos XVII y XVIII con técnica básicamente barroca, aunque con aires neoclásicos en la monumental fachada que da a la Plaza del Raso. A esta plaza da el pórtico y su fachada principal, repartida en cinco calles mediante pilastras de orden toscano que encuadran vanos adintelados en el piso de arriba y arcadas de medio punto en el bajo. Todo ello queda coronado con entablamento también toscano y un gran frontón triangular. En el centro está la torre con un cuerpo cuadrangular y otro redondo, a modo de tambor, sobre el que se alza la cúpula con linterna. En el centro, una imagen barroca de Santiago recuerda el patronazgo del Apóstol sobre esta parroquia. El conjunto, de estilo neoclásico, es obra de Santos Ángel de Ochandátegui quien la levantó entre 1779 y 1784 El interior presenta tres amplias naves de la misma altura formando una planta con estructura de cruz latina. La iglesia amplía el espacio de estas tres naves gracias a las capillas abiertas entre los contrafuertes. En los brazos del crucero se abren dos capillas cruciformes cubiertas con cúpulas sobre pechinas. Entre sus piezas escultóricas destaca en su retablo mayor, obra de Diego de Camporredondo, la imagen de un Santiago Matamoros de tamaño natural a quien acompañan otras de los Santos Mártires, San Pedro y San Pablo (este conjunto queda decorado con frescos en muros y bóvedas con temas de la Gloria y los santos Julián y Santiago). La ornamentación del templo se completa con otros retablillos, esculturas y pinturas entre la que destaca, en 13 el último tramo de la nave, un lienzo de gran tamaño donde se representa la mítica batalla de Clavijo, realizado en 1686 por el artista Domingo Deutice. En la historia de la iglesia de Santiago de Calahorra debemos hablar de dos templos uno continuación de otro. Cronológicamente en primer lugar se encuentra la Iglesia de Santiago el Viejo. Su origen está vinculado al monarca Alfonso I el Batallador, quien quiso fomentar las peregrinaciones a Compostela a través del recién reconquistado Valle del Ebro. La documentación conservada en los archivo de Calahorra nos habla de la existencia en el siglo XI de los templos de Santa María, San Andrés y San Cristóbal. Esta última figura posteriormente con la advocación de Santiago o de ambas a la vez perdiendo la denominación de San Cristóbal a principios del Siglo XIV. El cambio de advocación debe relacionarse con el auge de las peregrinaciones y que en ella, y desde antiguo, existiera un altar dedicado a Santiago. Esta primitiva iglesia de estructura románica en origen, debió de estar situada extramuros de la ciudad en el final de la actual calle de Santiago el Viejo. En el año de 1565 se toma el acuerdo de trasladar la iglesia al interior de la ciudad, a un solar donado por el Ayuntamiento en la plaza del Raso del Señor Santiago, siendo el obispo Juan de Quiñones, quien concedió licencia para su construcción. Las obras abarcaron desde 1626 hasta 1801, con la intervención de varios maestros entre ellos Juan, Santiago y José Raón y Santos Ángel de Ochandátegui. El Crucero o Humilladero situado cerca del convento de Carmelitas Descalzos es el único que queda de todos los que aparecen documentados y que existieron en las entradas y salidas de la ciudad. Está estructurado como un templete, a base de cuatro arcos de medio punto moldurados sobre balaustres adosados a pilastras y contrafuertes. Se cubre con bóveda de crucería estrellada y sobre ella se alza un tejado a cuatro aguas. Fue construido por Pedro y Francisco de Olave en las mitades del siglo XVI. Su función debía ser equivalente a la del cruceiro gallego; así, se dice que en su interior se humillaban los peregrinos para agradecer al Señor su llegada a Calahorra e implorar su protección para el resto del viaje a Compostela. Allí debían sentirse seguros ante la contemplación de la gran ciudad. El albergue de peregrinos se ubica en la primera planta de lo que fue el Antiguo Seminario. Éste es un edificio de cuatro alturas, en el que se ha realizado una interesante labor de rehabilitación, recuperando nuevos espacios y dejando al descubierto fachada e interiores que combinan la piedra con el ladrillo. En su construcción tuvo que ver la asociación cultural calagurritana de “Amigos de los Caminos del Señor Santiago de Galicia”. VV.AA. Coordinado por Ángel Urbina Merino 14