SANTIAGO, una disculpa para caminar, conocer

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SANTIAGO, una disculpa para caminar, conocer La Rioja y hacer amigos
Paseos con la Asociación “Amigos de Santiago el Real”. Logroño”.
12 de diciembre de 2010
y… 15º. De Autol a Calahorra
Caminaremos por donde antaño se movió el ferrocarril de vía estrecha que
unía Arnedillo y Calahorra, por lo que es hoy una de las vías verdes
promocionadas para deleite de los senderistas. Por ahí, paralelos al río
Cidacos, vamos a pasear en esta última etapa caminera del presente Año
Compostelano.
Ya disfrutamos de una experiencia similar cuando jugamos a descubrir
las ermitas de Arnedillo; precisamente fue entre las de Santa María de
Peñalba, San Tirso y la dedicada al Apóstol Santiago. Recuerdo que se
caminaba bien entra las laderas y el río, piso llano y bien cuidado, balizado de
madera rústica, carteles explicativos y hasta bancos, por aquello del descanso.
Nadie se quejó en aquella hermosa mañana de septiembre, nadie preguntó lo
de ¿cuánto falta?, pues cada equis metros se señalan las distancias.
En esta ocasión, el viaje se hará entre Autol y Calahorra. Nuestros pies,
que no los vagones del viejo tren, nos llevarán de la industrial ciudad del
Picuezo y la Picueza a la bimilenaria urbe romana. En esa primera localidad
tendremos ocasión de visitar tres de sus templos: la interesante iglesia
parroquial –dedicada a San Adrián- y dos ermitas. En Calahorra nos puede
sorprender casi todo. Recordamos de nuestro paso, allá por el mes de mayo,
cuando hicimos el tramo riojano del Camino de Santiago del Ebro que la
recorrimos casi de puntillas y que prometimos volver para pasear despacio sus
calles y visitar sus célebres monumentos, buscando, una vez más, la relación
de esta ciudad con el Apóstol Santiago.
En este recorrido, no más de 14 kilómetros, de trazado casi llano y en
suave descenso y ya dejados atrás los cortados de Quel, vamos a llevar a
nuestra derecha la pequeña sierra de los Agudos, y entre ella y nosotros el
Cidacos que, desde Autol, ha dado un brusco giro para dirigirse al norte. A
nuestra espalda se levantan otros montes más serios –Yerga- y delante el
amplio valle que forma el Ebro, río hacia el que nos dirigimos.
Será momento de hacer amigos, recrearnos con ese paisaje invernal ya
sin hojas y recordar las experiencias vividas en esas catorce rutas organizadas
durante este año desde Amigos de Santiago el Real. Pensando solo en las de
este último trimestre, seguro que se habla del interesante recorrido hecho entre
las ermitas de Arnedillo, o en aquel otro paseo en el que acompañamos a la
1 imagen de la Virgen de Rocomadour desde Logroño a Navarrete junto a los
peregrinos que la traían desde su basílica en el centro de Francia y de camino
hacia Compostela. Y últimamente la etapa que nos llevó hasta el Alto Najerilla
para conocer y disfrutar con las dos Viniegras sus paisajes y sus gentes, o la
del mes pasado por Bergasa y las Bergasillas. Todas ellas interesantes que
han hecho realidad lo que reza nuestro eslogan “Santiago, una buena disculpa
para caminar, conocer La Rioja y hacer amigos”.
El presente trayecto, como queda escrito, se realizará siguiendo el
recorrido que hacia el ferrocarril de vía estrecha de cuya historia tan bien habla
la cartelería que ilustra la vieja estación de Autol:
“La Vía Verde por la que paseas se asienta sobre el antiguo trazado de
la vía férrea que antaño unías las localidades de Calahorra y Arnedillo. En su
día este ferrocarril transportaba los productos del valle, como el carbón extraído
de las minas de Préjano, y la caliza de las canteras de Arnedillo, pero también
servía a los habitantes del valle como medio para desplazarse de un lugar a
otro
En 1918 se aprobó la construcción de la línea y dos años más tarde, se
iniciaron las obras en Calahorra. El primer tramo de 14 kilómetros, entre esta
localidad y Autol, se inauguro el 30 de mayo de 1922. A las minas de Préjano
llegó la línea en 1924. Pero la finalización del ferrocarril hasta Arnedillo se
retrasó, por diferentes motivos, hasta 1946.
El ferrocarril funcionó otros 20 años, hasta que en 1966.el auge del
transporte por carretera terminó con este símbolo del progreso en los siglos
pasados”.
El trenillo, como lo llamaban nuestros abuelos, transitaba por el valle
flanqueado por numerosas edificaciones propias de cualquier infraestructura
ferroviaria: estaciones, apeaderos, andenes, túneles, puentes… Hoy quedan,
salpicados a lo largo de la Vía Verde, algunos recuerdos como el reconstruido
apeadero de Livillos, las rehabilitadas estaciones de Arnedillo y Herce, la
estructura de la de Autol, algunos edificios del cargadero de Ariñano en Préjano
y los túneles del Gollizo y Arnedillo
De dónde venimos y hacia dónde vamos. Vayan las siguientes líneas para
ilustrar los caracteres geográficos, históricos y artísticos de Autol y, más
adelante, de aquello que nos dejamos de informar en su día sobre Calahorra.
Para contar cosas de Autol hemos utilizado como préstamo lo escrito en la
página web de su propio Ayuntamiento, en el programa “Pueblos con la Red”.
Para la “capital” de la Rioja Baja nos remitimos al cuadernillo preparado y
repartido en la primera quincena de mayo sobre la etapa del Camino de
Santiago del Ebro, entre Rincón de Soto y Murillo de Calahorra.
2 AUTOL
Esta población de la Rioja Baja está ubicada en plena Cuenca del Río Cidacos,
entre la Sierra de Yerga y Peña Isasa. Se caracteriza por tener un clima
continental de inviernos fríos y veranos secos y calurosos. Esto hace que la
sierra cercana al municipio esté compuesta de monte bajo con abundantes
hierbas aromáticas.
Con más de 4.000 habitantes, es el mayor núcleo de población de La
Rioja después de las cabeceras de comarca. Situado a 458 metros sobre el
nivel del mar, está bañado por la margen izquierda del río Cidacos, que choca
aquí con la punta septentrional de la Sierra de Yerga, obligando al río a
describir un amplio meandro alrededor del casco urbano.
Fruto de este encuentro, han surgido en la ribera del río dos formaciones
geológicas de piedra arenisca erosionadas en la antigüedad por el río, y
actualmente por el viento. Se les conoce con el nombre de Picuezo al más alto
(42 metros) y Picueza a su compañera (28 metros). Multitud de leyendas han
surgido alrededor de su formación pero todas coinciden en un robo, una
mentira y su posterior conversión en piedra por jurar ante Dios y querer
mantener su engaño.
Aparte de un recorrido cerca del singular paisaje que forman las dos
moles rocosas, merece la pena visitar el casco viejo, con vestigios de su
antiguo urbanismo árabe, sus casas blasonadas de los siglos XVII y XVIII, y
sus edificios religiosos, entre los que destaca la Iglesia Parroquial de San
Adrián, que comenzó a construirse en el siglo XVI.
ECONOMÍA.- Autol ha sido tradicionalmente un pueblo agrícola, inducido por
la gran extensión de su jurisdicción. Aunque comprende todo tipo de suelos,
sus cultivos básicos han sido los de secano y, en menor proporción, los de
regadío, generosamente regados por el Río Cidacos. Es de destacar la gran
cantidad de nuestros vinos y hortalizas, que ya se mencionan en la Carta de
Donación que, en el año 1158, firma D. Sancho (hijo del Rey Alfonso VII), a
favor de Don García.
Los autoleños son grandes trabajadores y gente emprendedora, han
visto en el cultivo especializado una segura vía de desarrollo, por lo que
nuestro pueblo fue pionero en el cultivo intensivo de espárragos (de gran fama)
y, después, de otras hortalizas y frutas, que han dado base y trabajo a
importantes fábricas conserveras, uno de los pilares básicos de su economía.
Más recientemente, ha sido el cultivo del champiñón y las setas el que
ha ido cobrando cada día más importancia, hasta llegar a ser, en la actualidad,
el primer centro productor de España. "La capital del champiñón", con la
importante particularidad de que, en el propio pueblo se realiza el ciclo
completo: desde la fabricación de semillas, pasando por la producción del saco
de sustrato, como base para su cultivo en invernadero, hasta su preparación y
envasado, para consumo en fresco o manufacturación en grandes y modernas
3 fábricas de conservas. También contamos con el Centro Tecnológico del
Champiñón del Gobierno de La Rioja.
Otro de los pilares básicos de la economía autoleña es el cultivo de la
vid, tanto a vaso como en espaldera. Las variedades más usuales son:
tempranillo y garnacha. La mayor parte de estas uvas se transforman en la
moderna cooperativa, con los últimos avances tecnológicos bajo la
Denominación de Origen Rioja y comercializando sus vinos con las marcas
Iniestral y Marqués de Reinosa (nombre cedido por el actual marqués a la
bodega cooperativa ya que los vinos de sus antepasados elaborados en su
bodega de Autol, fueron los primeros de España que se exportaron).
HISTORIA.- Aunque no haya constancia escrita, sí se tiene en cuenta la
calzada romana, que partía de Calagurris Iulia (Calahorra) y que llegaba a
Grávalos siguiendo el curso del Río Cidacos, por lo que deducimos que pasaba
por Autol.
El hallazgo de cerámica Celtibérica a los pies del castillo de, hace
remontar nuestra historia hasta el siglo VI antes de Cristo. Este hallazgo
corrobora el precioso valor estratégico de nuestra fortaleza, cuyos actuales
restos (probablemente árabes) no sean sino una reconstrucción sobre un
antiquísimo asentamiento militar que vigilaba el estrecho desfiladero, por el que
discurría el Río Cidacos y la Vía Romana, a cuyo amparo se formó un núcleo
de población.
Precisamente, a orillas del río tuvo lugar la batalla de Tseima, en el año
843, en la que Muza, gobernador de Zaragoza, aliado con el rey cristiano de
Pamplona, venció a las tropas del Califa de Córdoba, Abderramán, contra el
que se había revelado.
En el año 939, aparece por primera vez Autol en un texto escrito, con el
nombre de Abtole. El Conde Fernán González hace un voto de Ofrenda
Perpetua a San Millán de La Cogolla si, por su intercesión, vencía al califa de
Córdoba, Abderramán III. El califa cayó derrotado en la famosa Batalla de
Simancas, por la que se redactó la Escritura de Privilegio de Voto a San Millán,
por el cual los pobladores de Abtole, y pueblos limítrofes, se comprometían a
ofrecer al Santo una media de vino y un pan, por cada casa. Con los avatares
de las guerras y por su situación geográfica fronteriza, Autol pasó de un reino a
otro. Así, perteneció a Navarra hasta el año 1076 en que volvió a poder de
Castilla y en 1115 al Reino de Aragón, hasta 1134.
Tras varios cambios de dominador, queda definitivamente incorporado a
Castilla en 1176. Decisión de Enrique de Inglaterra, que había sido nombrado
juez para solucionar la reclamación que había hecho Sancho VI de Navarra por
la posesión del Castillo de Autol. De ahí la presencia del león rampante
empuñando un mandoble que figura en el escudo, representando el arbitraje
4 del Rey de Inglaterra. El Castillo de Autol fue uno de los cuatro que Don Jaime
de Aragón entregó a Don Alonso López de Haro en el año 1262.
El Rey Enrique II de Castilla (1369-1379) cedió el Castillo y el Señorío de
Autol a Don Pedro Ximénez de Arnedo, como recompensa a su valor y ayuda
en el campo de batalla, en su disputa por el Reino, contra su hermano Don
Pedro I El Cruel. Así, además de ser jefe de la Guardia del Rey, se convirtió en
el primer Señor de Autol. Y como tal señorío ha permanecido entroncado a esta
familia, en la que ha predominado el apellido Puelles (hasta su desaparición en
el siglo XIX, ya que en 1837 desaparecen en España todos los señoríos).
El Condado de Autol aparece en 1893 cuando Don Joaquín Garralda
Oñate, Senador Vitalicio y Capitán de La Armada Real, recibió dicho título por
Real Orden, y con carácter hereditario.
LEYENDAS
El Picuezo y la Picueza.- El señor del Castillo poseía una viña muy especial,
que daba uvas muy exquisitas y que alguien estaba robando. Una noche, el
guardia sorprendió a una pareja que ocultaba algo en una cesta; les requirió
que lo mostraran (sospechando que eran las uvas) a lo que la pareja se negó y
tentó al diablo diciendo: "que nos volvamos piedra, si son uvas lo que aquí
llevamos".
Y la maldición cayó sobre ellos por mentir, pues eran las uvas del señor
lo que escondían.
La Maldición.- Lucas era aquel año el Mayordomo de la Cofradía del Hábeas
y, como el cargo lo requería y su honradez también, guardaba celoso en su
casa las hachas, velas y cera de la cofradía. Su mujer no tenía sus cualidades,
siendo astuta y avariciosa, buenos puñados se llevaba de cera.
La muerte vino a buscar a Lucas y, pasados los días, el nuevo
mayordomo se hizo cargo de los bienes de la cofradía. Contando y pesando,
notó la falta de cera.
¡Qué lamentos y sollozos de la viuda confesando su inocencia! y
diciendo: "Si hay en la casa más cera de la Cofradía haga Dios que arda con
ella". La maldición tuvo su respuesta. Día del Corpus, suenan las campanas y
sale solemne la procesión. Pero, de repente, las campanas dejan el aire festivo
y tocan alarma. La casa de Lucas arde con crepitar del infierno. Todo auxilio
resulta en vano y el pueblo ve horrorizado quemarse a la viuda dentro.
El Castillo.- Posiblemente el hecho más característico ocurrido en el Castillo y
en torno al que se han elaborado numerosas leyendas centrándose en el
crimen cometido, en Agosto de 1445, cuando unos facinerosos apuñalaron a
5 los señores de Autol y se apoderaron del Castillo, pero la población y la
nobleza cercaron el recinto y lo conquistaron a los treinta días.
El Miserere- Un afamado compositor llegó un día al monasterio, pidiendo asilo.
Huía de su anterior vida de pecado y deseaba purgarlo escribiendo una música
que contuviese el "salmo del miserere", el más hermoso y triste miserere que
jamás se hubiera escrito, pero no conseguía terminarlo. Entonces, uno de los
frailes, le contó la antigua historia del miserere de la montaña: en el cercano
monte, donde existió un primigenio monasterio, que fue destruido por la maldad
de unos ladrones, se oía, en la noche de Jueves Santo, el más lastimero de los
cánticos.
Intrigado y temeroso, decidió subir al monte dicha noche, para
comprobar qué había de realidad en aquellas palabras. La oscuridad fue
envolviendo al músico y, cuando fueron las once, éstas sonaron en las
inexistentes campanas del destruido monasterio. Llegaron a él las palabras del
lúgubre canto, entonadas por los asesinados frailes, acompañados por el ruido
del viento en los árboles, el chocar de piedras y de huesos.
Fue tal el terror que le inspiró la escena, que perdió el conocimiento. Ya
de regreso, intentó escribir la obra pero, al llegar al punto de su
desvanecimiento, no podía continuar y murió afiebrado y enloquecido, sin
poder terminar su maravilloso "Miserere".
ARTE.- Entre los edificios religiosos, merece una mención especial la Iglesia
Parroquial dedicada a San Adrián, situada en lo más alto del casco viejo, junto
al Castillo.
El edificio es de ladrillo y mampostería con adornos de estilo mudéjar
sobre la portada, inspirada en un arco de triunfo. En su interior destacan sus
retablos barrocos, la imagen románica de la Virgen de Yerga y la sacristía, una
de las mayores de La Rioja, con cajoneras de nogal que albergan un mundo de
objetos religiosos y relativos al culto guardados celosa y ordenadamente.
La iglesia actual data del siglo XVI y está construida (hasta media
altura), en piedra de sillar, rematada con ladrillo de estilo mudéjar. Consta de
una nave de cuatro tramos, con cabecera ochavada y capillas entre los
contrafuertes.
El cuerpo del edificio lo terminaron Domingo y Juan de Ayarza. La torre
definitiva se realiza a partir de 1634, por Juan de Urruela, según traza propia,
continuándola Domingo de Usabiaga y Francisco y Miguel de Murua.
El coro alto tiene una sillería de trece asientos bajos y veintiuno altos,
con una caja de órgano del siglo XVIII. De su interior hay que destacar también,
la Sacristía y la Sala Capitular, obras de mediados del siglo XVII, realizadas por
Miguel de Olea, según la traza de Santiago Raón. Destacan: su gran cajonería
de nogal barroca del siglo XVII, del artista local José Tobar; un crucifijo de
6 marfil, hispano-filipino del XVII; un facistol rococó y cuatro cantorales en
pergamino, con las iniciales decoradas del siglo XVIII, entre otras obras de arte.
Como esculturas hemos de fijarnos en el Retablo Mayor, y en las
capillas del Rosario y la del Santo Cristo. Pero resaltemos especialmente la
imagen de la Virgen de Yerga. Talla románica en madera policromada, de
principios del siglo XIII, con rasgos ya propios del gótico: los ropajes, la
verticalidad, el gesto sonriente; su inmovilidad, la nula comunicación entre la
madre y el niño, sirviendo ésta como trono para Jesús. Esta imagen procede
del antiguo santuario, hoy arruinado, sito en la cima del monte. Desde allí se
trajo a la parroquia, donde se encuentra actualmente.
Entres las esculturas que decoran sus retablos, hacemos mención a un
relieve que representa a Santiago Matamoros, localizado en el retablito de la
capilla del evangelio y que, como las que le acompañan, son de estilo
romanista de comienzos del siglo XVII.
Ermita de Santa María de Yerga. En pleno monte, a doce kilómetros del
pueblo, se encuentran los restos de esta ermita cuyos restos más antiguos
parecen ser de la segunda mitad del siglo XII.
Este santuario fue el primero que instaló la orden del Cister en la
Península, tras su expansión desde Francia. Como era propio del carácter
severo y eremita de dicha orden en sus comienzos, buscaron un paraje natural
agreste y alejado de poblaciones, encontrando el idóneo en la cima de Yerga.
Pero, probablemente debido a las duras condiciones del clima, debieron
abandonar el lugar trasladándose al Valle del Alhama, fundado el monasterio
de Fitero, que fue uno de los más importantes del Cister, en España.
Ermita de Nuestra Señora de Nieva.- Se encuentra a la salida del pueblo, en
dirección a Tafalla. Edificio de mampostería encadenada con ladrillo de tipo
mudéjar. Al exterior, presenta ingreso triple con un segundo cuerpo similar
rematado por espadaña de dos vanos. Data del año 1774.
Se estructura a base de una nave de tres tramos con capillas entre los
contrafuertes, crucero y cabecera rectangular que se cubren con bóvedas de
lunetos sobre arcos rebajados.
En el interior destaca un gran lienzo barroco que representa a San
Francisco Javier bautizando y el retablito del presbiterio también con pinturas
en tabla de estilo manierista. La talla del Virgen de Nieva, titular de la ermita, es
obra renacentista de la primera mitad del siglo XVI.
7 Ermita del Ángel.- Este edificio, propiedad del ayuntamiento, está situada en
el cementerio de Autol, y ha sido rehabilitado últimamente tras años de desidia.
Construido en ladrillo y mampostería, es de planta cuadrangular y se cubre con
techumbre de madera a cuatro vertientes. Adosada a la cabecera tiene un
espacio que hizo la función de sacristía y por los otros tres lados y al exterior se
abre una bella y proporcionada galería de arcos de medio punto.
Los trabajos de restauración han permitido que uno de los monumentos
más singulares del siglo XVIII riojano sigan vivos, aunque para ello el pintor
autoleño Luis Baroja tuviera que luchar arduamente con las administraciones
hasta conseguir que el edificio no desapareciera. (Ejemplo a seguir con otros
edificios –pienso en las ermitas e iglesias que el Apóstol Santiago tiene bajo su
advocación en Almarza, Avellaneda, Jubera, Navalsaz o Ribalmaguillo-).
Castillo.- En lo más alto del cerro en el que se asienta la villa de Autol,
persisten las ruinas de un viejo castillo medieval, de aspecto árabe, pero que
podría remontarse hasta la época romana. De estos restos lo único que queda
son dos paredes de lo que sería la torre del homenaje.
A parte de todos estos ejemplos, quedarían todavía otros de menor
importancia: la Ermita de la Virgen de la Cueva, la Ermita u oratorio del
Carmen, el Puente Romano sobre un barranco en dirección a Calahorra, los
dos Arcos de entrada al Casco Viejo y la Capilla del Indiano. Se trata esta
última de una capilla reciente y moderna situada en la Plaza de la Concepción,
en los bajos de la actual Residencia de ancianos.
CALAHORRA Y EL CAMINO DE SANTIAGO
Los peregrinos que vienen desde Rincón de Soto, entran en Calahorra por la
carretera de Campobajo para encontrarse con un interesante humilladero de
cuatro arcos ojivales y decoración plateresca que fue construido en el siglo XVI.
Las vieiras que este crucero tiene esculpidas les recordarán que están en el
Camino de Santiago. A continuación pasarán por el término de San Lázaro,
ubicación actual del convento de carmelitas y sede de la patrona de la Ribera –
la virgen del Carmen–, que fuera antaño un hospital o lazareto para peregrinos,
enfermos y pobres.
Después de dejar a su izquierda la fuente romana de los trece caños,
cruzarán enseguida el río Cidacos por una pasarela moderna (hasta el siglo
XIX lo pudieron hacer por un puente de factura romana) y avanzarán hasta la
Catedral, en cuyas dependencias se conservan abundantes recuerdos
jacobeos, tanto en sus muros como en sus documentos.
8 Tras la obligada visita a la catedral, los peregrinos podrán optar por
atravesar la ciudad por diferentes itinerarios. En uno de ellos recorrerán la
actual calle del Arrabal, pasando por el Arco de las Monjas, y ascenderán por el
viejo Camino Real donde se encontraba la ermita de San Gil, regentada por
personas que hacían servicio de hospitaleros para los peregrinos. Hay que
recordar que San Gil era un santo de origen francés cuyo culto se extendió en
España a través del camino de Santiago.
También podrán tomar la cuesta que les dirigirá hasta el Raso, donde se
alza la iglesia de Santiago el Mayor. Continuarán por la calle dedicada a este
Apóstol hasta llegar al Carretil y bordearán las excavaciones arqueológicas de
La Clínica y la que fue ermita de la Concepción (hoy centro cultural). Llegarán
más tarde al convento de los Agustinos y, dejándolo a la derecha, avanzarán
por el camino de los Arguillones hasta la carretera de Murillo.
Después de cruzar las vías del ferrocarril, la ruta continuará demarcada
por la antigua Calzada Romana, continuando su camino hacia Murillo de
Calahorra y Alcanadre acompañada unas veces por el Canal de Lodosa, las
vías del ferrocarril o la autopista del Ebro y atravesando las yasas que bajan de
las lejanas montañas del sur.
Pero el caminante deberá detenerse en la vieja Calagurris buscando los
orígenes jacobeos de esta ciudad que, quizás, vio las pisadas de Santiago en
su camino de predicación por el Valle del Ebro. Algunos autores defienden que
fue el propio Apóstol quien fundó el Obispado de Calahorra. Lo que sí está
documentado es que los reyes don Ramiro, el primero, y su esposa doña
Urraca, instituyeron en Calahorra el “Voto de Santiago”, por el que se ofrecían
al Apóstol botines de guerra y cosechas. Es decir, por él se obligaba a los
campesinos del norte de la Península Ibérica a pagar un diezmo a la catedral
de Santiago de Compostela; todo ello en agradecimiento al Apóstol por su
intervención milagrosa en la batalla de Clavijo.
En el archivo parroquial de San Andrés se conserva este documento del
año 834 cuya aplicación constituyó, a finales de la Edad Media y a lo largo de
toda la Edad Moderna, una fuente de ingresos para las instituciones de la
catedral compostelana –Arzobispado, Cabildo y Hospital Real de Santiago–, lo
que les reportó una extraordinaria riqueza. En efecto, el tributo del Voto que
como hemos citado tuvo un origen mítico consistía en el pago anual de una
medida de pan, diferente según las zonas, y otra de vino, si se producía en la
comarca, por parte de los agricultores para el sostenimiento del culto al apóstol
Santiago y del clero de la catedral compostelana. El Voto estuvo vigente hasta
la promulgación de la Constitución de las Cortes de Cádiz a principios del XIX.
La presencia, desde antiguo, de peregrinos en Calahorra queda
certificada en diferentes documentos que se custodian en sus archivos. En
1046, al poco de ser reconquistada por García III, rey de Nájera-Pamplona, ya
se constata su presencia en esta ciudad. En 1145 el Rey Sancho dona un solar
para el servicio de hospedería, en 1295 el chantre don Gil dona a la catedral su
casa para que sirva como hospital. Del siglo XV procede el Libro de Romerías
9 en el que se describen las que se realizaban en el Cabildo con los días de
permiso que daban a los peregrinos para completarlas; (por ejemplo, dos
meses para ir a Compostela). En el libro de Actas Capitulares del Cabildo del
24 de julio de 1574 se trascribe la petición de permiso para peregrinar a
Santiago del Deán de la Catedral.
En el Libro de Actas Municipales del Ayuntamiento de Calahorra se
conserva un escrito del 14 de Abril de 1598, donde se hace referencia al recibo
de una carta procedente de Santiago de Galicia en la que se dice que hay
peste en la ciudad del apóstol y como “en esta ciudad, refiriéndose a Calahorra,
con su campo y camino romerase y podría resultarse dar mucho daño”, se da
orden de cerrar las puertas de la ciudad para no dejar entrar ni a peregrinos ni
a pobres y que no se recoja a éstos ni en la ciudad ni en el Hospital bajo pena
de seis meses de destierro y multa de tres mil maravedíes”.
También hay datos en el Libro de Cuentas del Hospital que hacen
referencia a peregrinos que se acogen en él de paso hacia Compostela. Como
hecho milagroso se cuenta que en 1596 un peregrino francés, natural de
Burdeos y de nombre Pedro Santoro, llegó a Calahorra con su mujer
procedente de Santiago de Compostela, con dolencias en la rodilla derecha
que le obligaban a usar muletas para andar. Tras alojarse en el hospital se
dirigió hasta la Catedral y, después de postrarse ante las Santas Reliquias y
untarse un poco de aceite en la rodilla procedente de la lámpara de los Santos,
fue curado por la intercesión de los Mártires, dejando como exvoto las muletas
que ya no volvería a utilizar.
A otros no les fue tan bien y fallecían en el camino. Así en el Libro de
difuntos de la Catedral de Calahorra se conserva, con fecha 5 de Julio de 1699,
la partida de defunción de Antonio Doblet, peregrino francés que pasaba
andando camino de Santiago de Galicia. Era natural de la villa de Condeon,
diócesis de Saintes y en esta ciudad recibió los Santos Sacramentos y fue
enterrado, concretamente en el claustro de la Catedral.
Sobre textos escritos, por último, un antiguo romance cuenta también
que el Cid Campeador, tras conquistar Calahorra, peregrinó a Santiago.
Referencia monumental
Calahorra es la localidad del Camino de Santiago del Ebro donde más
recuerdos jacobeos se encuentran: el Crucero o Humilladero del siglo XVI ha
sido lugar de oración y recogimiento para el romero; muy cerca está el
Santuario de la Virgen del Carmen. La pila bautismal de la catedral muestra
símbolos jacobeos: veneras y calabazas; hay imágenes del Apóstol con vestido
de peregrino en la Sillería del Coro, en el retablo de Alabastro de la Capilla de
San Pedro y en la fachada principal. También en las bóvedas de la Catedral
hay una imagen del Apóstol en un medallón y, en una columna, una peana con
conchas de peregrino. Por otra parte, la puerta de San Jerónimo, autentica joya
plateresca, tiene varios motivos jacobeos entre los que destaca un ángel
10 tocando una zampoña, instrumento musical que se extendió por Europa a
través de la ruta de Santiago, y, por último, la ciudad tiene dedicado su
segundo templo al propio apóstol: la parroquia de Santiago el Mayor.
Municipium Calagurris Iulia Nassica es el nombre de la ciudad romana
antecesora de la moderna Calahorra y sucesora de otra de origen celtibérico,
denominada Kalacoricos
.
El nacimiento de esta ciudad hay que buscarlo en un antiguo castro
situado en un promontorio sobre el río Cidacos. Más tarde se convirtió en una
importante urbe romana que alcanzó la consideración de Municipio de Derecho
y de la que han quedado suficientes datos arqueológicos como para conocer,
de primera mano, su relevancia.
De aquella ciudad romana quedan algunos restos de su viejo circo, de la
muralla que rodeó la urbe con motivo de las primeras invasiones bárbaras en el
siglo III, del llamado Arco del Planillo de San Andrés que constituía una de las
entradas a la ciudad, o una rica vivienda (el yacimiento de La Clínica) donde se
encontró el busto en mármol de una mujer, conocida como la Dama
Calagurritana. También son interesantes algunos tramos de las antiguas
cloacas que desalojaban las aguas fecales de la ciudad.
Su urbanización actual parece reflejo de la de época de dominación
árabe (duró más de trescientos años) con calles laberínticas de trazado
sinuoso, con abundantes codos y callejas sin salida. Como otras ciudades
musulmanas estaría dividida en barrios o arrabales con puertas diversas como
la actual del Planillo.
Posee interesantes edificios, en su inmensa mayoría de los siglos XVII y
XVIII. Estos responden a un patrón similar: dos o tres plantas y sobrado,
fachadas de ladrillo y muros de mampostería, vanos adintelados y balcones
con herrajes antiguos. Alguna casa tiene portada con arco de medio punto,
característica propia del XVI o siglos anteriores.
Entre los edificios religiosos destacan la catedral de Santa María, las
iglesias de la Concepción, San Andrés, San Francisco y Santiago, los
conventos de los Carmelitas Descalzos del Carmen y de las Carmelitas
Descalzas de San José, la Casa de Misericordia, el Seminario Viejo, el Palacio
Episcopal y, hasta no hace mucho, la llamada Casa Santa.
Catedral de Santa María de Calahorra
Sorprende la ubicación de la catedral de Calahorra a las afueras de la ciudad y
en su parte baja, junto al río Cidacos, y alejada del resto del casco antiguo. La
razón está en que, según la tradición, el templo fue levantado sobre el lugar
donde fueron martirizados los patronos de la ciudad: Emeterio y Celedonio. (De
estos santos sabemos que fueron decapitados en el siglo III y que su martirio
11 fue cantado, dos siglos después, por un poeta calagurritano: Aurelio
Prudencio).
Es un edificio de sillería con tres naves, crucero, girola y claustro. El que
ahora vemos, levantado sobre otras iglesias anteriores, es básicamente gótico,
construido a finales del siglo XV con añadidos de diversos estilos y épocas
posteriores. Entre éstos encontramos la fachada principal, que semeja a un
retablo barroco rematado con un frontón triangular construida en el siglo XVIII
según proyecto de los hermanos Raón, y la preciosa puerta renacentista
plateresca llamada Puerta de San Jerónimo que ocupa el flanco norte de la
catedral. Su torre, de traza muy original, se sitúa a los pies de la nave de la
Epístola y es de cinco cuerpos de planta rectangular y el último octogonal.
En su interior, el templo gótico cuenta con tres naves, crucero y girola.
Los pilares de sección poligonal que sirven de soporte son muy austeros y
reciben los nervios de las bóvedas estrelladas. El coro es renacentista y en la
talla de su sillería trabajaron afamados artistas como Natuera Borgoñón o
Guillén de Holanda. Cuenta con retablos platerescos en las capillas de San
Pedro y la Visitación, y otros de estilo barroco y rococó como el dedicado a la
Degollación de San Emeterio y San Celedonio, situado en el centro de la girola.
El gran retablo mayor, de cuatro pisos en tres calles, fue realizado a principios
del siglo XX imitando al anterior clasicista, obra de Bazcardo, que fue destruido
por un incendio. A sus pies se encuentra los bustos y las arquetas de plata
dorada en la que se guardan los restos de los Santos Mártires
Otros elementos a destacar de la catedral son sus rejerías góticas, la
espléndida pila bautismal y las pinturas, unas de escuela florentina o flamenca,
algunas atribuidas a Zurbarán, Ticiano o Rivera, y otras posteriores como los
frescos firmados por José de Vejés en el siglo XVIII. Entre las esculturas
destaca una talla del siglo XIV que representa al Cristo de la Pelota y que
encierra una interesante leyenda. La Sacristía, la Sala Capitular y el Claustro
plateresco albergan parte del Museo Diocesano, con piezas muy interesantes
como una Biblia Sacra del siglo XII, la Tora Judía y orfebrería religiosa de gran
valor como la "Custodia del Ciprés" del siglo XV donada por el rey Enrique IV.
Frente a la catedral se sitúa el Palacio Episcopal, conjunto de
edificaciones de diversas épocas que van del siglo XV al XVIII. Todas ellas
tienen cuatro plantas, con galerías en la alta, de corte clásico y fueron
construidas de ladrillo. Calahorra fue designada sede episcopal en el siglo IV.
De ella dependía un amplio territorio que llegaba a comprender, en dirección
oeste-este, las dos orillas del Ebro desde la desembocadura del Bayas en
Miranda hasta Mendavia, y la margen derecha desde esta última localidad
hasta Alfaro; en dirección norte-sur, desde las aguas del mar Cantábrico hasta
la divisoria fluvial de los Cameros con sus cotas más altas en el San Lorenzo y
los puertos de Piqueras, Oncala y El Madero, en las proximidades del Moncayo
donde se hallan Cervera y Magaña. A este extenso territorio jurisdiccional se
extendía por territorio navarro hasta las villas de Desojo, Torralba y El Busto; y
12 en la franja de los valles vascos hasta el mar y las tierras de Eunate en
Navarra. Esta extensión se mantuvo hasta el año 1861.
Iglesia de San Andrés.
Preside el barrio popular del mismo nombre y es la de mayor antigüedad de
Calahorra. De origen altomedieval –siglo VII–, lo que puede observarse en la
actualidad es fruto de de las reformas tardogóticas del XVI.
De estilo gótico quedan los arcos apuntados y bóvedas de crucería
compleja, así como la portada occidental que tiene arquivoltas ojivales y piezas
reaprovechadas de los templos precedentes. Ya en el siglo XVIII se destruye la
cabecera para levantar otra nueva y se amplía la iglesia con un tramo hacia los
pies. En su interior, nos recuerda la presencia jacobea una imagen de
Santiago, rococó de la segunda mitad del XVIII, que se sitúa en el guardavoz
de uno de los púlpitos, otra de tamaño natural clasicista instalado en el retablo
mayor y un lienzo barroco que se encuentra en la Sala Capitular.
Iglesia de Santiago
Sin lugar a duda el recuerdo jacobeo más importante en Calahorra es la
existencia de este templo dedicado al Apóstol. Tras la catedral, es la iglesia
más relevante de Calahorra. Fue construido entre los siglos XVII y XVIII con
técnica básicamente barroca, aunque con aires neoclásicos en la monumental
fachada que da a la Plaza del Raso.
A esta plaza da el pórtico y su fachada principal, repartida en cinco
calles mediante pilastras de orden toscano que encuadran vanos adintelados
en el piso de arriba y arcadas de medio punto en el bajo. Todo ello queda
coronado con entablamento también toscano y un gran frontón triangular. En el
centro está la torre con un cuerpo cuadrangular y otro redondo, a modo de
tambor, sobre el que se alza la cúpula con linterna. En el centro, una imagen
barroca de Santiago recuerda el patronazgo del Apóstol sobre esta parroquia.
El conjunto, de estilo neoclásico, es obra de Santos Ángel de Ochandátegui
quien la levantó entre 1779 y 1784
El interior presenta tres amplias naves de la misma altura formando una
planta con estructura de cruz latina. La iglesia amplía el espacio de estas tres
naves gracias a las capillas abiertas entre los contrafuertes. En los brazos del
crucero se abren dos capillas cruciformes cubiertas con cúpulas sobre
pechinas. Entre sus piezas escultóricas destaca en su retablo mayor, obra de
Diego de Camporredondo, la imagen de un Santiago Matamoros de tamaño
natural a quien acompañan otras de los Santos Mártires, San Pedro y San
Pablo (este conjunto queda decorado con frescos en muros y bóvedas con
temas de la Gloria y los santos Julián y Santiago). La ornamentación del templo
se completa con otros retablillos, esculturas y pinturas entre la que destaca, en
13 el último tramo de la nave, un lienzo de gran tamaño donde se representa la
mítica batalla de Clavijo, realizado en 1686 por el artista Domingo Deutice.
En la historia de la iglesia de Santiago de Calahorra debemos hablar de
dos templos uno continuación de otro. Cronológicamente en primer lugar se
encuentra la Iglesia de Santiago el Viejo. Su origen está vinculado al monarca
Alfonso I el Batallador, quien quiso fomentar las peregrinaciones a Compostela
a través del recién reconquistado Valle del Ebro. La documentación conservada
en los archivo de Calahorra nos habla de la existencia en el siglo XI de los
templos de Santa María, San Andrés y San Cristóbal. Esta última figura
posteriormente con la advocación de Santiago o de ambas a la vez perdiendo
la denominación de San Cristóbal a principios del Siglo XIV. El cambio de
advocación debe relacionarse con el auge de las peregrinaciones y que en ella,
y desde antiguo, existiera un altar dedicado a Santiago. Esta primitiva iglesia de
estructura románica en origen, debió de estar situada extramuros de la ciudad
en el final de la actual calle de Santiago el Viejo. En el año de 1565 se toma el
acuerdo de trasladar la iglesia al interior de la ciudad, a un solar donado por el
Ayuntamiento en la plaza del Raso del Señor Santiago, siendo el obispo Juan
de Quiñones, quien concedió licencia para su construcción. Las obras
abarcaron desde 1626 hasta 1801, con la intervención de varios maestros entre
ellos Juan, Santiago y José Raón y Santos Ángel de Ochandátegui.
El Crucero o Humilladero situado cerca del convento de Carmelitas
Descalzos es el único que queda de todos los que aparecen documentados y
que existieron en las entradas y salidas de la ciudad. Está estructurado como
un templete, a base de cuatro arcos de medio punto moldurados sobre
balaustres adosados a pilastras y contrafuertes. Se cubre con bóveda de
crucería estrellada y sobre ella se alza un tejado a cuatro aguas. Fue
construido por Pedro y Francisco de Olave en las mitades del siglo XVI. Su
función debía ser equivalente a la del cruceiro gallego; así, se dice que en su
interior se humillaban los peregrinos para agradecer al Señor su llegada a
Calahorra e implorar su protección para el resto del viaje a Compostela. Allí
debían sentirse seguros ante la contemplación de la gran ciudad.
El albergue de peregrinos se ubica en la primera planta de lo que fue el Antiguo
Seminario. Éste es un edificio de cuatro alturas, en el que se ha realizado una
interesante labor de rehabilitación, recuperando nuevos espacios y dejando al
descubierto fachada e interiores que combinan la piedra con el ladrillo. En su
construcción tuvo que ver la asociación cultural calagurritana de “Amigos de los
Caminos del Señor Santiago de Galicia”.
VV.AA. Coordinado por Ángel Urbina Merino
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