enlevitados, con las corbatas de varias vueltas, con el bigote y la

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LITERATURA
enlevitados, c o n las corbatas de varias para un sermón, que si sonaban á caer de
vueltas, con el bigote y la perilla zorriliispiedras revolucionarias. Pero nada más que
tas ó las patillas aífonsinas! ¡Dulce teoría de palabras. Pocos episodios repercutían en el
damas con miriñaque y sombreritos menu- corazón.
dos y manos blancas y pulidas, dobladas
En Amadeo 1 hay cuadros de un graciosobre el regazo en suave ademán de reposo so desenfado, reveladores de que la pluma
sosteniendo el pañuelo de encaje! Porque del maestro todavía es ágil y conserva
Amadeo 1 tiene ese maravilloso poder tauaquella viveza juvenil del periodista isleño
maturgo de la evocación. Al «sésamo» gal- que empezaba á escribir en El Debate de
dosiano se abre el pasado y los cuerpos hoy Albareda.
encorvados y vacilantes, ó íundídos con la
Por ejemplo: los preparativos de la contierra fecunda de los camposantos, se en- tramanifestación de peinetas y mantillas que
derezan y resucitan, los cabellos blancos, diera lugar á una sangrienta caricatura de
los cráneos calvos se cambian en cabelleras La Flaca: la única jugarreta de Tito en Duoscuras y juveniles. Laten de
rango; la entrevista, políticonuevo los corazones- rebeldes
amorosa de Don Amadeo con
y utópicos, tornan los mueruna misteriosa Adula, en pretos ó moribundos gallardías, y
sencia del barí n de Benifayó.
los hombres de ayer aparecen
Montero Mayor de Palacio.
lal como entonces eran: José
Hay también páginas frías,
Luis Albareda. andaluz dichaimpasibles como esos espejos
rachero y violento; Felipe Ouque se olvidan quitar en alcazcal, que hermanó el teatro
gunas casas mortuorias.
con la política en una justa
Y de este modo, sencillahermandad de farsas; Rui? Zomente
saltando de un momenrrilla, grave y triste ante su
to
histórico
á otro vulgar; en
ideal roto en mil pedazo?; Niáspera y humana transición
colás Estévanez con su larga
de hechos jocosos de saínete
perilla y sus pantalones largos
á
e p isodios angustiosos de
de reglamento , símbolo del
drama, lo bien urdido de la
quijotismo que aún lo tiene
fábula y la maga limpidez del
lejos de España esperándola
estilo, nos llevan como de la
muerte en París; Sagasta somano hasta el desenlace que
carrón y malicioso, á quien
ha de entristecernos.
coneltiempo habían de llamar
D." María Victoria, esposa
Nos «hemos asomado á la
el viejo pastor; Gastelar. el tri- de Don Amadeo de Saboya,
en 1871
historia de España» y—lo que
buno ampuloso y enfático,
es tanto ó más importante,
empedrando de gemas deslumbrantes toda
una época; Adelardo López de Ayala que de nos hemos asomado á la vida con sus granun salto violento iba de la gloria luminosa dezas y sus miserias y sus pequeneces.
Por eso, cuando- cerramos el libro y sade los escenarios á la lucha entre sombras
limos á la calle, y todo—los hombres, las
déla política, sin perder su gallarda melena
romántica; y Montero Ríos, Aloret, Echega- calles, los teatros, los periódicos,—nos dice
ray, Díaz i'Ioreu. Figueras, Llano y Persi, que los hombres de Amadeo 1 han muerto
ó van á morir, que los tiempos han cambiaRoque Barcia, Roberto Robert, Fernández
do, y sobre todo que hoy España no levanta
de los RÍOS, Rodríguez Correa, Romero Robarricadas, ni se mata por sus idea?, sentibledo, Gristino Marios, Ferreras...
mos de modo profundo, hondísimo, como
una de esas tremendas convulsiones íntiY junto á ellos, en ese grato araalgamienmas que de vez en cuando se nos entran
to de las vidas privadas con las vidas pública?, Tito, el personaje netamente, castiza- corazón adentro, la gran amargura de las
frases finales del libro:
mente español, que enamora á muchas mujeres y eon idéntico entusiasmo defiende
«Y nada más... Se obscureció el Palacioopuestos ideales políticos...
apagóse el ruido de las pisadas. Nos vimos
envueltos en tinieblas de panteón...»
Porque Tito es un admirable acierto simbólico. Es España, la España de entonces
que se emborrachaba con palabras. Lo misJo. FRANCKS
mo que estuviesen engarzadas como cuentas
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