Los catalanes que esconde Artur Mas. “Nuestro odio contra la vil

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Los catalanes que esconde Artur Mas. “Nuestro odio contra la vil España ha de ser grande, loco, sublime
Sábado 19 de Septiembre de 2015 10:19
La división que ha creado Artur Mas se basa en la creación de dos bandos, los buenos y los
malos catalanes.
Ventura Gassol, una de las fuentes del
nacionalismo catalán, ya lo dijo “Nuestro odio contra la vil España ha de ser grande, loco,
sublime”.
Salvat-Papa
sseit
remachó la frase: “Mientras no les odiemos, nunca podremos vencerlos”. A los catalanes que
no comparten ése delirio, se los arrincona.
La raza catalana
El filósofo y profesor Francisco Caja asegura que “La raza catalana, por otra parte
inexistente, es el elemento fundamental del nacionalismo”. Caja, estudioso del nacionalismo
catalán, sostiene que, fracasado el carlismo, la iglesia católica más reaccionaria decidió utilizar
al nacionalismo catalán como freno ante la izquierda.
Jor
di Pujol
es producto del conservadurismo provinciano, el “rerapaís” o país de fondo, opuesto al
cosmopolitismo barcelonés. Algo similar a las ideologías que surgieron en Alemania en los
años veinte, que veían a Berlín como el origen de todos los males. A ésa Moloch de vicio
ideológico oponían la bucólica Baviera que, por ser más pueblerina y ultra derechista, era
mejor.
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La tesis ha cuajado hasta llevarnos al momento presente. En no pocas ocasiones hemos oído
hablar de la Catalunya profunda, la auténtica, ejemplificándola en localidades como Vic. No es
casual que la ley electoral en Catalunya prime mucho más a los territorios “catalans” de las
comarcas que a Barcelona y su cinturón industrial en los que, curiosamente, reside la mayoría
de catalanes y que siempre se ha caracterizado por su voto izquierdista. Era la oposición Mara
gall
versus Pujol. Modernidad contra barretina.
“Usted no es catalán, usted solo ha nacido en Catalunya”, le espetó Pujol a Josep Borrell en
su día. Su visión del catalanismo pasa por la aceptación de la tesis de buenos y malos. Todo
lo que pretenda apartarse del dogma es condenado al ostracismo. Una weltanschauung
adaptada a Catalunya, una visión global cósmica en la que caben manipulaciones históricas o
mentiras de todo tipo que el buen catalán ha de aceptar sin discutir. Una sociedad ciega y
sorda, que acaba refugiándose en la fe ciega.
En suma, una sociedad totalitaria.
Algunos catalanes malos
Una vez colgado el sambenito de mal catalán, la comunidad que participa en la fe, el Volk
catalán, siente animadversión e incluso odio hacia los que no comparten la creencia en el líder.
Albert Boadella es, quizás, el ejemplo más conocido. Actor y director de prestigio,
antifranquista, sometido a consejo de guerra por su obra “La Torna” y fundador del prestigioso
grupo teatral “Els Joglars”, hoy en día es poco menos que un proscrito en su propia tierra. ¿El
origen de ésa situación? Osó enfrentarse al poderoso Pujol con la obra “Ubú Rey”. Desde
entonces, acudir al teatro a ver alguna de las – pocas – obras de Boadella en Barcelona se ha
convertido en un puro acto de resistencia intelectual.
Boadella suele citar a Josep Pla, el escritor más universal que ha dado Catalunya en el siglo
X, en frase amarga y triste, cuando dice que él se siente muy bien acompañado, puesto que a
Pla se le negó el Premio de Honor de las Letras Catalanas por no ser considerado como un
buen catalán. Con todas las luces y las sombras del personaje, a Pla lo reivindicaría con orgullo
cualquier gobierno que tuviese un mínimo sentido de la historia y ya no digamos de la literatura.
Nada de nada. No existe.
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Lo mismo podemos decir de Eugeni D’Ors, Xènius, Salvador Dalí o Josep Maria Sert.
Artistas de talla mundial de los que no escucharán ni media palabra en los medios controlados
por los nacionalistas, del mismo modo que se ningunea a
Juan
Marsé
oa
Javier
Tomeo
. No forman parte del imaginario, no son “de los nuestros”, lo que confirma la idea de raza, de
pueblo escogido, de comunidad cerrada y hermética a las críticas.
Ninguna mentira es más perversa que la capacidad de integración del catalanismo abierto y
humanista de Mas. Los Estopa, Judith Mascó, Loquillo, Félix de Azúa, Manuel Trallero y
tantos otros intelectuales, artistas o personalidades públicas que se han opuesto a éste son
silenciados. Es la muerte civil, el exilio interior o físico. Muchos han tenido que marcharse de
Catalunya para poder seguir con sus carreras. Si ahora en Madrid ya no se expiden carnets de
buen español, gracias a Dios, en Barcelona se siguen otorgando diplomas de buen catalán. Se
trata de que el poder decida quien es bueno o malo. En función de su servilismo, naturalmente.
¿Cambiar a Boadella o a Pla por cualquier ramplón subvencionado?
De locos.
Fuente: El Plural - MIQUEL GIMÉNEZ
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