4 OPINIÓN la Mañana SÁBADO 20 DE SETIEMBRE DE 2008 TRIBUNA DE LA PAU Descontento ELVIRA MASIÁ ESPÍN COORDINADORA DE LA TRIBUNA DE LA PAU A veces empezamos el día con un rosario de pequeñas frustraciones continuadas. Por ejemplo, mi visita a la Expo de Zaragoza fue una de esas jornadas en las que te levantas con el pie izquierdo. Para empezar y entre otras cosas, el retraso del ave me devolvió parte del precio del billete, pero no sucedió lo propio con el importe del iva ¿A dónde van a parar esas cantidades que, aunque pequeñas, no nos devuelven? En el billete te cobran además un euro y pico por gestión, gestión que, digo yo, puede ser buena o mala, según se mire. Y por supuesto no tienen en cuenta el coste de la gestión propia para obtener la devolución, es decir: esperar al día siguiente, buscar aparcamiento, sellar el billete en la oficina correspondiente y además hacer cola en la ventanilla. Luego, en la Expo, comí un bocadillo basura infame y con mucha seguridad espolvoreado de microbios, pues la chica que lo hizo – aunque iba con guantes y ataviada con un gorrito, supuestamente por higiene–, no tuvo ningún inconveniente en soplar dentro de la bolsa de papel para abrirla, esparciendo los microorganismos de su soplido en el interior de la misma, donde luego metió el bocadillo tan campante. Con el estómago revuelto por el cochino desparpajo de la nena, entré en el pabellón de los Emiratos Árabes, y allí vi a la mayoría de la gente sentada en el puto suelo contemplando unos vídeos que explicaban lo requetebién que viven en Dubai. Ni un cojín, ni una alfombra ni, por supuesto, una mísera silla donde colocar las posaderas mientras contemplábamos la estación de esquí que los hijos de Alá han montado en medio del desierto. Todo Occidente limpiaba con el culo las relucientes baldosas del recinto. Así están efectivamente las cosas. Ellos podridos de dinero y nosotros literalmente arrastrándonos por su petróleo. Y no me sentí contenta. Tampoco la mayoría de la gente está como unas castañuelas. A lo largo del día los motivos de descontento pueden ser infinitos. Me siento contrariada, por ejemplo, cuando las opciones que una máquina te da -ya se trate de un teléfono, de un dispensador de números para que te atiendan, o del menú de cualquier artilugio-, casi nunca coinciden con mis demandas. Y tengo que recapitular para concluir que la realidad es mucho más compleja que los modelos ofertados por el aparato, y que la rara es la máquina, no yo. También hay motivos para el descontento por la vuelta de las vacaciones, por inútiles pérdidas de tiempo, o porque llevemos una semana cosechando multas por exceder unos minutos en el aparcamiento. Hasta ahí todo normal. La tolerancia a la frustración es signo de madurez y esos pequeños tropiezos, aunque acumulan malestar y en algunos casos demuestren poca consideración hacia el personal, en general no suelen amargar la existencia. En otro sentido también hay personas que nunca están contentas. Tal es caso del narcisista que, al no interesarse por nada fuera de sí mismo, se aburre como una ostra encerrada en su concha. Luego está la frustración que genera gencia, sacrificio, desvelo, coraje... o sea : actitudes pasadas de moda en esta época de molicie, hedonismo, pasotismo e ignorancia. Además, buena parte del descontento actual surge por falta de contraste y de valoración entre dificultades y logros, por falta de entusiasmo, y por la no aceptación de la naturaleza humana y de la vida tal como son, es decir, esencialmente limitadas, frente a la hybris descrita tan magistralmente por los clásicos. Pero existen otras causas, más gordas, de decepción y desasosiego, que ya están adquiriendo trazos epidémicos, como sucede con Como afirman los viejos sabios, si luchas puedes perder, pero si no luchas estás perdido el desfase entre unas expectativas imposibles de cumplir y la terca realidad. Cuando ese estado de decepción y de contrariedad es permanente y se traduce en desgana, desilusión y nihilismo puede llegar a ser preocupante, porque lo sano es que tanto individual como colectivamente haya una alternancia entre la ilusión y el logro que, una vez conseguido, produce paz interior e incluso el regusto de un cierto desengaño. Y así vamos acumulando experiencia. Justamente esa alternancia es la que nos hace proyectarnos y avanzar hacia adelante, porque soñar y aceptar un desafío hace crecer las capacidades de manera proporcional a la meta que queremos alcanzar. Para que esa dinámica tenga éxito se necesita esfuerzo, tesón, perseverancia, empeño, dili- LA OPINIÓN DE LOS LECTORES ROBA DE MUDAR Dolors Sistac Des del Peiró (V) C ada cop més, els pobles d’aquí damunt es reconeixen en les seues arrels. El poble d’Olp, a quasi 1.100 metres d’altitud per la banda dreta de la Noguera de Pallars, revivia, la nit de la Mare de Déu d’agost passat, un episodi antic, encara que luctuós de la pròpia història. Un fet lligat a l’esperança d’esdevenir, juntament amb els altres municipis de l’Alt Pirineu, un Estat independent. Al centre de l’efemèride evocada, la derrota, empresonament i mort del darrer senyor feudal d’aquelles contrades, Hug Roger III. Hi vam pujar. Feia una nit esplèndida i, després de sotmetre’ns al guiatge d’un “conductor del tràfec”, la filera d’autos era impressionant, arribaríem a la plaça del poble, davant per davant de la Torre de Defensa, un lloc idoni atès que l’espectacle teatral anunciat, en versió representada i llegida duia com a títol un crit d’alerta: Olp, Via fora! El lloc bullia de públic assegut, alguns remataven els relleus d’un sopar popular, bon coixí per a l’acte que estava a punt d’encetar-se. Embolcallats en la màgia que certes nits muntanyenques ens poden regalar, sota la tènue claror d’unes tulipes casolanes a tall de pantalles (vulgar paperines) penjades als balcons de les cases pròximes, una suau música de fons ens preparava per a l’espectacle anunciat. Actrius i actors improvisats, un guió perfilat i ben ajustat al tema pel nostre crític teatral i artístic Marcel·lí Borrell, la iniciativa i els primers ressorts capitanejats per “la bona gent” del poble i comarca, en aquest aspecte no puc deixar de referir-me a la família Canut, de casa Sibil·la, havien de donar els esperats fruits. Olp, viuria una vetllada memorable. Els assistents, a l’aguait i ben disposats, esperàvem un miracle. (Continuarà) la antediluviana semana laboral de hasta sesenta horas, que echa por la borda los logros históricos del movimiento sindical. Ocurrencia muy peculiar si tenemos en cuenta que la automatización del trabajo presumiblemente iba a darnos tiempo libre. ¿Cómo casa esa vuelta a las galeras con la conciliación de la vida laboral y familiar? Salarios más bajos y jornadas más largas no inducen, precisamente, a dar saltos de alegría. Añadamos el encarecimiento de la vida y el deterioro de la economía, la sangría de la violencia machista que no cesa, el caos del sistema judicial, la rapiña del capitalismo salvaje, el fraude alimentario, el muro infranqueable a la protesta de las empresas telefónicas... Aparentemente se observa una sospechosa pasividad y una casi nula rebelión de la gen- te que se deja tratar como ganado, pero la insatisfacción está ahí, y que no se extrañen nuestros dirigentes si luego aumenta la abstención en las votaciones o surgen estallidos violentos como en los barrios de París. Pues esa sospechosa pasividad es fruto de la ausencia de armas para reclamar lo tuyo, ya que eso exige saber razonar, argumentar, redactar, ordenar las ideas... y esas habilidades escasean cada vez más. Añadamos que vivir significa saborear el presente, pero también proyectarse hacia el futuro con imaginación, porque la vida tiene que inventarse. Y los que carecen de imaginación y no saben inventarla generan resentimiento, apatía, mal rollo... en definitiva : son un polvorín. Y a todo eso no se le pone remedio, y los procedimientos a seguir para hacer valer tus derechos -aún sabiendo leer y escribir correctamente-, son capaces de acabar con la paciencia del mismísimo Job. Y en numerosas ocasiones tu reclamación no obtiene respuesta. Y así las malas vibraciones van aumentando y enrarecen el ambiente... La mente humana tiene un dinamismo que excede las limitaciones, un ansia de infinito que no puede colmarse en este mundo. Pero esa hambre interna profunda, ese vacío incolmable, ese runrún omnipresente que siempre nos acompaña.... nada tiene que ver con el cabreo cotidiano, y es perfectamente compatible con el gozo de vivir. El cabreo cotidiano, en cambio, es acumulativo y puede estallar como una marmita. Sea como fuere, a la postre no te escapas de la lucha diaria, porque como afirman viejos sabios : si luchas puedes perder, pero si no luchas, estás perdido. ✎ Silenci, silenci... Fa poc, menys de quinze dies, hom em demanava silenci. Perplex per la demanda expressada li vaig comentar que a dia d’avui ningú pot demanar a una altra persona silenci, que calli i que no expressi les seves opinions. Demanar silenci és tan incoherent com no entendre que estem en una societat en la que les persones som lliures d’opinar, entenc que sempre amb respecte cap als demés, però al cap i a la fi lliures d’opinar. Fa poc hom em demanava que si volia manar que em presentés per Alcalde. Perplex pel que em deia li vaig comentar que mai m’he volgut presentar com a Alcalde de cap població. Em dec al poble de Portell (Segarra), i me’l sento molt a prop (per això hi estic empa- dronat des de que vaig nàixer i per això pago religiosament els impostos corresponents), però mai em presentaré per Alcalde del Municipi, en tot cas tinc clar que sempre que pugui fer quelcom en positiu pel poble i/o Municipi ho faré (si està dins de les meves possibilitats). Fa poc hom em deia que volia manar per mitjà d’internet. Perplex pel que em deia li vaig comentar que mai he volgut manar per “internet” (només algú molt ignorant pot expressar aquest comentari), però és cert que no em tremola el pols a l’hora d’opinar i menys si m’ho demana l’Alcalde del meu poble, i amb molt de gust li transmeto la meva opinió, i per què desprès no hi hagi males interpretacions m’agrada deixar-ho tot escrit, tal i com vaig fer quan el meu Alcalde em va demanar ajuda en els primers mesos de legislatura (nombrantme assessor seu). Altra cosa és que llavors aquestes opinions no agradin a certes persones. No he escrit mai per descontentar ni fer feliç a ningú. Tan sols escric per què soc ciutadà lliure que no li tinc por a la llibertat. Fa poc que s’han produït vàries bretolades en el meu entorn més proper. I qui em deia que callés, qui em demanava silenci, m’ho demanava a canvi de zero bretolades. Perplex pel que em deia li vaig comentar si sabia quelcom de qui havia realitzat les bretolades. Em deia que no era ningú de la seva família. Sabia però qui era o eren? Fa poc de tot plegat... fa molt poc! I em sap molt greu el que em va dir aquesta persona, principalment per què és molt proper a un regidor de l’Ajuntament de Sant Ramon. Les seves paraules trans- metien ràbia i odi. Era la primera vegada que se’m dirigia a mi i em deia tot el que us he explicat. Em pregunto per què no havia buidat abans el pap? Per què no me’n havia dit res abans? El silenci en aquest cas, no ajuda a ser positius, tan sols fa augmentar l’odi, i amb odi les persones i els pobles no es fan madurs, tot el contrari, decauen fins a morir. Sense cap mena de dubte, el concepte “democràcia” costa que arribi a certes persones i malauradament això està fent molt mal al meu Municipi. Vull recordar als lectors que vaig dimitir de les meves funcions en l’Ajuntament de Sant Ramon per què no hi estava d’acord amb el que, i com, es volia fer, i us puc assegurar que no tinc res en contra de les persones que estan a l’Ajuntament, res de res. Però ara que continuo opinant em veuen amb LA MAÑANA es una publicación plural y abierta a todo tipo de opiniones. En esta sección se publicarán todas aquellas cartas que vayan debidamente identificadas y que sean de interés general. No se publicarán cartas con seudónimos o iniciales. Los originales deben presentarse mecanografiados a doble espacio y no superar las treinta líneas de extensión. 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