CRIANDO EN CASA

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CRIANDO EN CASA
No es necesario ser un ganadero profesional para plantearse la posibilidad de cubrir nuestra
yegua. Es posible que sea por una razón puramente sentimental, por conservar las
excepcionales características de la madre o por iniciarnos en este mundo, pero lo cierto es
que cubrirla y criar al potro no requiere un esfuerzo excepcional.
En España, para proceder a la cubrición de una yegua contamos con dos posibilidades:
requerir los servicios del semental de una yeguada de prestigio, o recurrir a las paradas que los
sementales de la Jefatura de Cría Caballar realizan todas las primaveras en diferentes puntos
de España. Sobre este último servicio, realizaremos un amplio reportaje en nuestro próximo
número.
En éste, nos vamos a centrar en los pasos que se deben dar para realizar la cubrición de la
yegua, el cuidado durante la preñez, el parto y los primeros pasos del potro. Para
documentarnos sobre este tema, hemos visitado las instalaciones del Hospital Veterinario de la
Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, donde, por otro lado, se
realiza una de las paradas militares que antes hemos mencionado.
Preparando a la futura madre
Consuelo Serres Dalmau y Concha Gómez-Cuétara Aguilar, veterinarias del Servicio de
Reproducción Equina de este hospital clínico veterinario, nos aseguran que “cualquier yegua
mayor de tres años y que se encuentre en buenas condiciones físicas puede convertirse en
madre.” Para esto, lo primero que tenemos que hacer es contactar con el Servicio de
Reproducción Equina donde se realiza la parada de sementales de nuestra zona. Los
veterinarios de ese centro efectuarán, como primer paso, un reconocimiento de la hembra para
poder extender el certificado exigido por Cría Caballar, en el que se acredite la salud del
ejemplar y su disposición para ser cubierta. Para poder contrastar que la yegua se encuentra
dispuesta para cubrir, los veterinarios realizan un control del celo, de manera que se pueda
aprovechar el momento en que sea más receptiva para echarle el semental. Este periodo dura
entre tres y siete días, y se repite cada tres semanas. Uno de los síntomas de que la yegua se
encuentra en celo es que su vulva se abre y se cierra con frecuencia, con pérdida de algún
fluido.
La cubrición puede realizarse de manera natural o por inseminación artificial. A los quince un
días de la cubrición, en el centro veterinario o en la cuadra particular se realiza diagnóstico de
gestación para comprobar que la yegua ha quedado preñada o “llena”, y se debe repetir a los
30 y 45 días, ya que durante ese periodo inicial es relativamente frecuente que se pierda esa
gestación. Consuelo Serres Dalmau y Concha Gómez-Cuétara Aguilar afirman que “existe un
riesgo del 10 al 12% de pérdida en animales jóvenes, y cuanto mayor es la yegua, más alto es
ese riesgo.” Por esta razón, en esa primera fase se realizan ecografías para comprobar que la
gestación sigue adelante. Durante los primeros días el veterinario comprueba también que no
se haya producido una gestación de gemelos. Si se ha dado el caso, el profesional elimina uno
de los embriones para que el otro pueda llegar a buen término, ya que los partos múltiples en
yeguas no suelen llegar a buen fin, ya que o bien abortan a partir de los siete meses o los
potros nacen excesivamente débiles y mueren.
A partir de los 45 días, es más difícil que se pierda la gestación. Dado que la comprobación de
que el desarrollo del feto es correcto es más fácil de realizar (se puede comprobar si aborta
visualmente), las revisiones veterinarias se realizan cada dos o tres meses, incluida una
ecografía, para comprobar que la gestación sigue adelante y que todo va bien.
Una yegua preñada puede seguir con su vida normal, aunque es necesario retirarla de la
competición y evitar esfuerzos exagerados. De hecho, se la puede montar hasta el día antes
del parto, ya que el ejercicio es necesario para asegurar su buena condición física. Los
expertos recomiendan que esté suelta en un prado mejor que confinada en un box, pero si esto
no es posible, lo ideal es dar frecuentes paseos.
Debemos tomar especial precaución en mantener al día los calendarios de vacunaciones y
desparasitaciones. Consuelo Serres Dalmau y Concha Gómez-Cuétara Aguilar nos adviertes
de que “una enfermedad que supone un riesgo importante, ya que puede provocar un aborto,
es la rinoneumonitis, por lo que es importante inmunizarla contra ella. Un mes antes del parto
se revacuna a la yegua para que pueda transmitir las defensas al potro recién nacido a través
del calostro.”
La alimentación es vital durante todo el proceso, pero especialmente durante los tres últimos
meses de gestación, que es cuando el feto tiene su mayor desarrollo. Además de aumentar la
cantidad y calidad del alimento de la yegua, es necesario proporcionar un suplemento mineral
que aporte calcio y fósforo.
La gestación en las yeguas presenta poco riesgos, salvo que el animal sea muy mayor o no
esté bien alimentado. “En esta especie los partos con problemas son poco frecuentes, no más
allá del 2 ó 3% de los nacimientos”, aseguran las veterinarias Consuelo Serres Dalmau y
Concha Gómez-Cuétara Aguilar. Uno de los principales riesgos es que el potro venga mal
colocado (distocia); si esto se produce, es urgente llamar a un veterinario. Los abortos en los
últimos meses de gestación no hacen peligrar la vida la madre, y se pueden producir por causa
de la rinoneumonitis, la placentitis o por causas traumáticas (por ejemplo, la coz de otro
caballo).
Una señal de que el parto es inminente es la segregación de fluidos en las ubres. Por lo
general, la yegua buscará el momento más tranquilo para parir, y pocas veces requerirá de
nuestra atención. Sólo será necesario avisar al veterinario si se presentan complicaciones, o si
no expulsa por sí misma la placenta.
Cuidados del potro
El calostro es la primera leche que las yeguas dan a los potros recién nacidos, y es muy
importante, ya que contiene los anticuerpos de la madre y es muy rico en proteínas. Además,
el calostro asegura que las heces de color marrón oscuro y negro que hay en el intestino del
potro recién nacido sean expulsados y no se produzcan cólicos. Si embargo, si el potro no
expulsa estas heces en las primeras seis u ocho horas de vida, es necesario avisar al
veterinario.
Después del parto, debemos continuar proporcionando a la madre una alimentación de
primera calidad, que aporte vitaminas y minerales, puesto que esto asegurará la calidad de la
leche. A los veinte o treinta días, el potro comienza a mordisquear hierba y a picotear del
alimento de su madre. Desde ese momento es necesario complementar la lactancia, que dura
entre cinco y seis meses, con otro tipo de alimentación.
A los dos meses ya hay que darle pienso y forraje al potro, puesto que sus necesidades
aumentan, y de esta manera se le acostumbra de manera paulatina a la comida sólida, evitando
que el destete se convierta en un trauma.
El destete se realiza de forma brusca, apartando al potro de la madre durante dos o tres días.
Durante ese periodo, nuestra yegua precisará cuidados especiales, ya que sufrirá de una
inflamación en las mamas y necesita que se le reduzca la alimentación y baños de agua fría en
la zona para que se le corte la leche.
El potro no debe quedarse sólo, ya que no es natural para él. Lo ideal es destetarlo con otro
potro, o incluso, de una oveja. A partir de ese momento, es necesario asegurar que el potro se
críe en compañía de más caballos, ya que evitará comportamientos anormales en el futuro,
pues debe aprender los comportamientos de manada y las jerarquías.
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