Siguiendo el Buen Ejemplo.

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Siguiendo el Buen Ejemplo.
“Sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no
según las obras de Israel”. (2 Crónicas 17:4)
Pasaje complementario: 2 Crónicas 17:1-19.
Todos tenemos buenos y malos ejemplos a seguir, pero depende de nosotros escoger el camino
correcto. Si bien es cierto que las personas influyen poderosamente en nuestra vida y pueden dejar
huellas casi imborrables en nuestras actitudes, sentimientos o manera de pensar, la responsabilidad
de lo que hemos de hacer con nuestra vida es sólo nuestra. Sin embargo, muchos no pueden librarse
de estos condicionamientos aprendidos por lo que vieron o experimentaron aún desde muy
pequeños, repitiendo una y otra vez durante toda su vida, ese patrón de conducta.
Sólo hay algo más poderoso que la mente humana y es Dios. Es el único que puede liberarnos de
esquemas y paradigmas de fracaso e infelicidad, ayudarnos a renovar nuestra mente y ensenarnos a
sonar con los planes y propósitos que Él tiene para cada uno de nosotros. Cuando nos acercamos a Él
creyendo en la salvación que nos da a través de su Hijo Jesucristo, un nuevo poder, el de su Santo
Espíritu, nos es dado para que sea posible ahora para nosotros, pensar, actuar, sentir de una forma
nueva, correcta, adecuada, ya no según condicionamientos del pasado sino según el amor de Dios
sobre nuestra vida.
Al igual que en la vida del rey Josafat, rey de Judá, sólo el volvernos a Dios hará que nuestra vida se
guíe por la senda correcta, y sólo su luz nos ayudará a elegir lo correcto. Y no sólo eso, también
seremos capacitados para conducir a otros por sendas justas que representen bendición para sus
vidas. Un ejemplo claro de esto lo vemos cuando Josafat, encontró que la gente no conocía la Palabra
de Dios, por tanto, nunca habían reflexionado en sus enseñanzas para salir de su ignorancia espiritual.
Se propone enseñar a toda su gente los principios sabios que harían de ellos un pueblo justo, recto,
próspero y bendito, logrando así que aprendieran a colocar a Dios en primer lugar, y como
consecuencia, cambiaran su manera de vivir.
Cuando el Espíritu Santo es el que mueve y anima nuestro ser cada día, experimentaremos victoria en
todo lo que suceda, y traeremos gran bendición a nuestro entorno. Seremos libres del pasado y las
experiencias o conflictos vividos, ya no afectarán nuestro presente. Aquellas cosas que nos ataban o
condicionaban como el negativismo, el resentimiento, la tristeza, el dolor, nos dejarán para siempre.
Dejemos que Él sea el que nos guíe paso a paso en nuestra nueva vida, para que alcancemos todo lo
que Él ha preparado, como sucedió con la vida de este gran rey de Judá del que la historia termina
diciendo: “Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y
tuvo riquezas y gloria en abundancia”.
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