Los núcleos agrarios y su relación con la conservación de los

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INSTITUTO NACIONAL
DE ECOLOGÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO
LOS NÚCLEOS AGRARIOS Y SU RELACIÓN CON LA CONSERVACIÓN DE
LOS RECURSOS NATURALES
DOCUMENTO DE TRABAJO
Verónica Bunge Vivier 1
*En este estudio participaron Andrea Martínez-Ballesté, Tizbe T. Arteaga Reyes, Belinda Maldonado
Almanza, Fernando Manzo y Karina Ruiz-Bedolla en la coordinación de la aplicación de cuestionarios.
Junio 2012
Este documento debe citarse de la siguiente manera:
Bunge, V. (2012) “Los núcleos agrarios y su relación con la conservación de los recursos naturales”. Documento de
Trabajo de la Dirección General de Ordenamiento Ecológico y Conservación de Ecosistemas, Instituto Nacional de
Ecología, México. Disponible en:
http://ine.gob.mx/descargas/cuencas/doc_trabajo_nucleos_agrarios_conservacion.pdf
1
Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, SEMARNAT
1
Contenido
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................. 3
MÉTODO ........................................................................................................................................................ 4
RESULTADOS Y DISCUSIÓN ............................................................................................................................ 7
Cambio en la cobertura vegetal y tenencia de la tierra ............................................................................ 7
Características de las comunidades con AUC mejor conservadas ............................................................ 8
Características de las comunidades que dan seguimiento a las obras de conservación ........................ 10
CONCLUSIONES ........................................................................................................................................... 12
REFERENCIAS ............................................................................................................................................... 12
2
INTRODUCCIÓN
Los servicios ambientales que ofrecen a la sociedad los ecosistemas son, en muchos casos, producto del
manejo de los recursos de uso común que realizan comunidades organizadas en ejidos y bienes
comunales 2. En México, el 53% de la vegetación primaria y secundaria se encuentra en propiedad
social 3. En las Áreas Naturales Protegidas (ANP), el 62% de esta vegetación se ubica en ejidos y bienes
comunales, de ahí la importancia de analizar cómo aprovechan los núcleos agrarios sus recursos
naturales (Figura 1).
Figura 1. Distribución de la vegetación primaria y secundaria según tipo de propiedad
53%
47%
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI* y RAN**
* Uso de Suelo y Vegetación, Serie IV (2008)
** Polígonos de Núcleos Agrarios, (2007).
El hecho de que los bienes comunes reciben, por naturaleza, poco cuidado, es una idea que se maneja
desde tiempos de Aristóteles (documentado por Ostrom, 2003). Este planteamiento fue formalmente
desarrollado por Hardin en 1968, en su famoso ensayo titulado “La Tragedia de los Comunes” en donde
argumenta que en el aprovechamiento de los recursos comunes, cada individuo tratará de maximizar sus
ganancias; si un individuo se limita y sus vecinos no lo hacen, éste perderá beneficios a corto plazo. En
otras palabras, aquello que es de muchos, no es de nadie.
En esta secuencia de razonamiento, en los años ochenta y noventa del siglo pasado, hubo una fuerte
tendencia a promover la privatización de todos los recursos, tanto naturales como no naturales.
Subyacía la idea de que el sentido de propiedad induciría al mejor cuidado de los recursos. Como
2
Los ejidos y bienes comunales son formas de propiedad social de la tierra. Tanto en la ley agraria como en la
práctica, no parece haber diferencia en cuanto a derechos jurídicos entre estos dos tipos de propiedad. La
diferencia se basa principalmente en la forma de adquisición de sus bienes: los Bienes Comunales disponen de su
territorio por posesión pacífica o propiedad inmemorial (desde la época prehispánica), mientras que los ejidos
obtienen sus bienes por reparto o expropiación agraria.
3
En este trabajo, se usarán como sinónimos la propiedad social, los núcleos agrarios y los ejidos y bienes
comunales.
3
reacción a esta teoría, se empezaron a publicar estudios que demostraban cómo, en la propiedad social,
también se daban casos de aprovechamiento sustentable de los recursos.
Elinor Ostrom ha sido la protagonista de la sistematización de los casos de aprovechamiento sustentable
de recursos comunes, y también ha sido la principal difusora de la explicación que permite creer que
esto realmente ocurre. Ostrom argumenta que para evitar el colapso de los recursos naturales no es
necesario privatizarlos, sino que se pueden proteger cuando se tiene una sociedad organizada bajo
reglas y normas efectivas de manejo de los recursos.
Por otro lado, existe la idea de que el trabajo colectivo en torno a cualquier objetivo está motivado no
sólo por la obtención de un bien colectivo, sino por una ganancia selectiva privada, frecuentemente
asociada a un beneficio de tipo material (Olson, 1965). Sin embargo, muchos autores argumentan que
los beneficios selectivos privados que puede apreciar el ser humano son muy diversos y además de los
incentivos materiales, existen los solidarios, los de prestigio y los de “deber moral” (Reisman, 1990; Clark
y Wilson, 1961; J. Q. Wilson, 1973; Herreros-Vázquez, 2003). La conservación del medio ambiente en
pocos casos genera beneficios materiales a corto plazo. Comúnmente, aquéllas poblaciones que han
optado por conservar sus recursos naturales lo hicieron antes de que éstos se deterioraran porque
obtenían beneficios por su conservación. En muchos casos, lograr que las actividades de conservación y
restauración generen beneficios solidarios y morales es importante si se quieren asegurar estas
actividades independientemente del contexto político que se viva.
Los objetivos de este trabajo son principalmente tres: 1) analizar el cambio en la cobertura vegetal
primaria y secundaria en propiedad social y no social, entre los años 1976 y 2008; 2) examinar aquello
que caracteriza a los núcleos agrarios que mantienen sus áreas de uso común en mejor estado de
conservación y 3) explorar las variables relevantes de una comunidad que les confiere capacidad para
dar seguimiento a las actividades de conservación que emprenden con los programas de gobierno.
Los fracasos en materia de conservación generan no sólo el deterioro del ambiente, sino también la
desconfianza de la comunidad hacia los rendimientos del esfuerzo colectivo y al desperdicio de los
recursos invertidos por el Estado y por otras instituciones. El análisis, desde muchas perspectivas,
acerca de aquello que motiva la conservación de los recursos naturales es fundamental para impulsar
acciones mejor dirigidas a la preservación del entorno natural.
MÉTODO
En este estudio se parte del hecho de que el manejo sostenible o insostenible de los recursos naturales
es un asunto social, y de que los problemas sociales son multifacéticos (Bunge, 2008). Bajo esta
premisa, la explicación a la motivación de cualquier manejo del entorno ambiental se encuentra al
analizar los aspectos económicos, políticos, culturales, pero también biofísicos, del territorio en cuestión.
El análisis del cambio de cobertura vegetal se realizó con dos insumos: el mapa digital de cambio del uso
del suelo y de la vegetación en México, 1976-2008, escala 1:250000 (Pérez J.L. et al. 2011), y el mapa de
los polígonos de núcleos agrarios determinados por el RAN, 2007.
4
La cobertura disponible de polígonos de la propiedad social en México data del año 2007. En 1991, con
el cambio en el artículo 27 constitucional, los núcleos agrarios adquirieron la posibilidad de cambiar la
tenencia de sus tierras y pasarlas de propiedad social a privada. Sin embargo, esta posibilidad se pudo
empezar a concretar hasta el año 1994, momento en que surgió el Programa de Certificación de
Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (PROCEDE). Según Vargas et al. (2008), el cambio de
régimen de propiedad social a propiedad privada se ha incrementado desde el año 2001. No obstante,
“esta tendencia no se refleja en los datos oficiales del Registro Agrario Nacional o el Registro Público de
la Propiedad y el Comercio, ya que la mayoría de las transacciones de cambio de propietarios no han sido
inscritas en dichos registros” (Vargas et al. 2008:691). Si se considera que el cambio en el registro de la
propiedad entre 1994 y 2007 ha sido mínimo, entonces es factible reflejar el cambio en el uso del suelo
según la tenencia de la tierra sobreponiendo el mapa de polígonos del Registro Agrario Nacional, 2007, al
mapa de cambio de uso de suelo y vegetación 1976-2008.
En Arc Map, se hizo la intersección entre la superficie de vegetación primaria y secundaria que cambió
entre 1976 y 2008, hacia un uso de suelo antrópico, y el área de propiedad social registrada por el
Registro Agrario Nacional en el año 2007. La secundarización, es decir, el paso de vegetación primaria a
secundaria, se contabilizó a parte por considerarse que este cambio afecta en menor grado las funciones
ecosistémicas del área perturbada.
Dos de los objetivos de este estudio fueron analizar aquello que caracteriza a las comunidades bien
conservadas y lo que identifica a las comunidades con capacidad de dar seguimiento a las obras de
conservación. Para ello, se aplicaron cuestionarios en 33 núcleos agrarios ubicados en 7 estados de la
república mexicana: México, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Tlaxcala (Figura 2). En
cada núcleo agrario, se resolvieron 4 cuestionarios que en conjunto contenían preguntas relacionadas
con aspectos biofísicos, socio-demográficos, culturales y económicos de la comunidad, así como
preguntas orientadas a describir la facilidad o dificultad con que se implementaron o difundieron los
programas de gobierno. Los entrevistadores fueron técnicos y estudiantes que llevaban tiempo
trabajando con la comunidad y que por lo tanto conocían los interlocutores idóneos para responder a los
diferentes tipos de preguntas. En total se realizaron 132 cuestionarios.
Los núcleos agrarios se eligieron, de acuerdo al conocimiento que los técnicos de campo tenían de
ciertas comunidades, en función de dos aspectos:
•
•
el grado de conservación de las áreas de uso común, y
la capacidad de dar seguimiento a las obras.
Se eligieron entonces 14 núcleos agrarios bien conservados y 19 con signos de degradación, y 18 núcleos
agrarios que, de acuerdo a los entrevistadores que conocían la comunidad, tenían capacidad de dar
seguimiento a las obras y 15 núcleos agrarios sin posibilidad de dar mantenimiento a las obras.
5
Figura 2. Mapa con los estados trabajados iluminados en rojo
Para corroborar y medir la subjetividad de los entrevistadores en cuanto al nivel de conservación y
capacidad de dar seguimiento a las obras de las distintas comunidades, se incorporaron en los
cuestionarios algunas variables que pudieran apoyar o rechazar la percepción de los entrevistadores.
El “nivel de conservación” se conformó a partir de cinco variables relacionadas con la cobertura vegetal y
la degradación del suelo (figura 3). Éstas se sometieron a un Análisis de Componentes Principales (ACP)
que las redujo a dos componentes y la posibilidad de diferenciar a cada núcleo agrario en un nivel bajo,
medio o alto de conservación.
Figura 3. Variables que componen al indicador “nivel de conservación”.
Nivel de Conservación
•
•
•
•
•
Tipo de cobertura
Densidad de cobertura
Grado de arrastre del suelo
Evidencias de erosión del suelo
Fertilidad del suelo
Para calibrar este indicador, se analizó el grado de correlación de la variable “Nivel de conservación” con
el hecho de si el núcleo agrario se encontraba dentro de un Área Natural Protegida (ANP). La correlación
resultó significativa al nivel 0.01, es decir, el 99% de las áreas de uso común de los núcleos agrarios que
estaban en ANP fueron valoradas con un alto nivel de conservación. Sabemos por comunicación oral de
los entrevistadores que, efectivamente, estas áreas que pertenecen a un ANP mantienen una muy buena
condición ecológica.
La “capacidad de dar seguimiento a las obras” se evaluó a partir de variables relacionadas con la
percepción de la autoridad y de la población respecto a la posibilidad de que la comunidad continúe con
labores de conservación incluso sin recibir apoyo financiero, y por la apreciación de la gente acerca de
las pérdidas individuales y colectivas en las que incurren cuando realizan trabajos de conservación (figura
4). Aquéllos que consideraban que se perdía tiempo o dinero en las actividades de conservación,
6
coincidieron con la percepción de autoridades y trabajadores acerca de que la población estaría poco
dispuesta a realizar actividades de conservación sin algún tipo de apoyo.
En este caso, la calibración de la variable “Capacidad de seguimiento de obras” se hizo contrastando 14
núcleos agrarios que podían demostrar que sí o no habían dado seguimiento a las obras de conservación.
El 86% de éstos coincidieron con el valor que el indicador les había asignado. Sólo 2 núcleos agrarios se
clasificaron como que no podían dar seguimiento, de acuerdo a constatación in situ, en tanto que los
entrevistados señalaron que sí se había dado seguimiento a las obras emprendidas.
Figura 4. Variables que componen al indicador “Capacidad de seguimiento de obras”.
•
•
Capacidad de seguimiento de obras
•
•
Percepción de la autoridad sobre
capacidad de conservar sin apoyos
Percepción de un trabajador sobre
capacidad de conservar sin apoyos
Percepción de un trabajador sobre
pérdidas individuales
Percepción de un trabajador sobre
pérdidas colectivas
Los dos cuestionarios que contenían preguntas relacionadas con aspectos biofísicos, sociales, culturales y
económicos constaban de 76 variables. Los otros dos cuestionarios relacionados con aspectos de las
características e implementación de programas de gobierno sumaban un total de 22 variables.
Las 76 variables biofísicas y socioeconómicas se redujeron a 32 debido al siguiente filtrado: se eliminaron
aquéllas que tenían una varianza menor a 0.1, las que su interpretación equivalía a algo más de tipo
cualitativo, las que no habían sido contestadas por todos los núcleos agrarios y, las que se agregaron en
un solo indicador. Estas 32 variables se sometieron a un análisis discriminante donde la variable
discriminante fue, en un caso, el nivel de conservación y en otro caso, la capacidad de dar seguimiento a
las obras.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Cambio en la cobertura vegetal y tenencia de la tierra
En México, el cambio de vegetación natural entre los años 1976 y 2008 es prácticamente igual en la
propiedad social y no social. En este periodo, la propiedad social perdió el 26% de su vegetación natural
mientras que la propiedad no-social perdió el 23%. El proceso de secundarización, es decir, el cambio de
vegetación primaria a secundaria, también fue bastante similar entre estas propiedades: 18% en
propiedad social y 20% en la propiedad no social (Tabla 1). Este análisis muestra una evolución muy
semejante entre tipos de propiedades en lo que a la permanencia y pérdida de la vegetación se refiere.
7
No obstante, para saber si existe una diferencia en cómo se lleva a cabo el aprovechamiento de la
vegetación primaria y secundaria según la tenencia de la tierra, sería necesario tomar en consideración
aspectos de la política forestal y agrícola del país que impuso explotaciones forestales en los ejidos e
incentivó prácticas agrícolas poco sustentables en todo el territorio.
Tabla 1. Cambio y conservación de la vegetación a nivel nacional y en propiedad social y no social (1876 –
2008).
ESTADO DE LA
VEGETACIÓN
Sin cambio de vegetación
primaria y secundaria
NACIONAL
PROPIEDAD SOCIAL
2
%
1053852
75%
Superficie km
PROPIEDAD NO SOCIAL
2
%
554698
74%
Superficie km
2
%
499154
77%
Superficie km
Pérdida de veg primaria y
343058
25%
191256
26%
151802 23%
secundaria*
Secundarización**
263922
19%
135713
18%
128209 20%
Total Vegetación 1976***
1396910
745954
650956
*Cambio de vegetación primaria y secundaria a uso urbano, pecuario, agrícola, sin vegetación y otros entre 1976
y 2008. Incluye el proceso de secundarización.
**Cambio de vegetación primaria a secundaria entre 1976 y 2008.
***Suma de vegetación sin cambio y perdida.
Fuente: Elaboración propia a partir de los mapas de Pérez, J.L. et al., 2011 y RAN, 2007.
Pero así como es imposible determinar que la propiedad social tiende a degradar sus recursos de uso
común, no se puede asegurar que, el simple hecho de ser propiedad social, asegure la conservación de
los recursos. Cabe entonces preguntarse por qué algunas comunidades conservan mejor que otras sus
recursos naturales.
Características de las comunidades con AUC mejor conservadas
El indicador sobre “nivel de conservación” de las áreas de uso común, dividió a las comunidades objeto
de este estudio en dos categorías: 52% con alto nivel de conservación y 48% con nivel de conservación
medio y bajo.
De las 28 variables relacionadas con aspectos biofísicos, demográficos, culturales y económicos que se
analizaron, las siguientes resultaron presentar medias significativamente diferentes entre las dos
categorías de nivel de degradación de las comunidades: precipitación (p. 0.004), usos del área de uso
común (p. 0.008), existencia de faena ambiental (p. 0.013), nivel de marginación (p. 0.015), y distancia a
un poblado 4 (p. 0.031) (tabla 2). Las comunidades con menor degradación de sus áreas de uso común
suelen, de acuerdo a nuestra muestra de estudio, tener mayor precipitación, dar un uso de conservación
y recreación a sus AUC además del uso productivo, contar con trabajo voluntario relacionado con
conservación del ambiente (faena ambiental 5), presentar una baja marginación de su población y
encontrarse más cercanas a asentamientos de más de 15,000 habitantes.
4
La “cercanía” o “lejanía” de una comunidad a un asentamiento mayor a 15,000 habitantes se valoró en función
del tiempo de traslado y el costo del pasaje.
5
A diferencia de las faenas ambientales que principalmente consisten en actividades sencillas de limpieza y
desazolve de cuerpos de agua, limpieza y mantenimiento de áreas verdes, reforestación y control de incendios, las
8
Tabla 2. Variables que se muestran significativamente diferentes entre núcleos agrarios con distinto nivel
de degradación
Pruebas de igualdad
de medias (Valor p.)
Nivel degradación BAJO
Nivel degradación MEDIO y
ALTO
Precipitación
0.004
904 mm
688 mm
Usos AUC
0.008
Agrícola, pecuario, extractivo,
conservación y recreación
Principalmente agrícola,
pecuario o extractivo
Faena Ambiental en los
núcleos agrarios
0.013
Mayoría con faena ambiental
Minoría con faena ambiental
Marginación
0.015
Minoría con marginación alta Mayoría con marginación alta
y muy alta
y muy alta
Distancia a poblado >
15,000 hab.
0.031
A menos de 20 minutos y $10
pesos de distancia
Variable
A más de 20 minutos y $10
pesos de distancia
En sintonía con otros estudios (Guevara, 2005; Morales, 2005, WOCAT, 2007), en este trabajo la pobreza
aparece asociada a sistemas degradados, aunque no necesariamente se presenta como causal de la
degradación. Generalmente se argumenta que la pobreza genera una sobre explotación del medio con
su consiguiente degradación. Sin embargo, numerosos casos muestran que la sobre explotación de un
recurso se da en momentos de auge, muchas veces acompañado de una oleada de inmigrantes
temporales, y que una vez extinguido los recursos, emigran dejando en el lugar a los más pobres que no
tienen posibilidad de trasladarse a otros lados ni tampoco de seguir ejerciendo presión sobre su entorno.
En este sentido, sugiero que, dependiendo del recurso, pueden ocurrir dos cosas: que la pobreza y la
degradación participan en un círculo vicioso, o que la pobreza es producto de la degradación en una ruta
unidireccional que termina en la imposibilidad, por parte de los más pobres, de restaurar los recursos
abatidos. Por ejemplo, la deforestación por consumo de leña podría considerarse dentro de un patrón
circular de pobreza y degradación, mientras que la degradación química del suelo o la contaminación del
agua se explica mejor a partir de un patrón lineal donde la pobreza es producto de la degradación y ni
siquiera puede permitirse seguir degradando.
De acuerdo a nuestros resultados, las faenas con propósitos ambientales suelen ser raros en las
localidades con AUC más degradadas y más pobres. Muchos autores coinciden en que los altos niveles
de marginación se asocian con la dificultad de trabajar colectivamente por una causa cuya remuneración
no es inmediata (Portes, 1998; Putnam, 2000; Arriagada et al., 2004; González de la Rocha, 2005). La
conservación de los ecosistemas es una práctica que, en general, no reporta beneficios materiales a
corto plazo.
Paradójicamente, los programas de conservación impulsados por el gobierno dan preferencia a las zonas
más marginadas del país. Funcionarios de gobierno así como técnicos de ONG aseguran que muchos de
estos programas fracasan por falta de seguimiento. No cabe duda que la población marginada requiere
obras de conservación impulsadas por el gobierno son más elaboradas y radican principalmente en acciones de
conservación de suelos, protección de flora y fauna y control de plagas, aunque también abundan las obras de
reforestación.
9
de una atención prioritaria que le permita hacer frente a la pobreza, lo que aquí se cuestiona es que esta
atención sea a través de programas que requieren de una población organizada y participativa, capaz de
dar mantenimiento con trabajo voluntario a las actividades de conservación anteriormente iniciadas.
Parece entonces pertinente ofrecer programas de conservación diferenciados para comunidades con
mayor y menor nivel de marginación.
Por otro lado, sorprende el hecho que las localidades más cercanas a asentamientos humanos grandes
son también las que tienen sus AUC mejor conservadas. Cabe resaltar que en general, estas AUC también
tienen superficies pequeñas. Una explicación es que estas localidades ya perdieron gran parte de sus
AUC y que éstas fueron transformadas a suelo con uso urbano. Lo poco que quedó está sujeto a una
menor presión de cambio -porque la población periurbana depende económicamente menos de sus
tierras y recursos naturales- y es apreciada por su calidad natural para la recreación.
Características de las comunidades que dan seguimiento a las obras de conservación
Vale la pena diferenciar entre aquéllas comunidades cuyas AUC están conservadas porque reciben poca
presión, de aquéllas que lo están por que se realizan obras de conservación que trascienden. Las obras
de conservación de recursos naturales impulsadas por el gobierno u organizaciones civiles son, por lo
general, aceptadas cuando van de la mano de apoyos de tipo financiero. Una vez concluidas estas
obras, que pueden ser desde actividades de reforestación hasta prácticas de conservación de suelos o
brechas corta fuegos, se debe dar un determinado mantenimiento para que la obra sea provechosa. En
ocasiones, este mantenimiento ya no va asociado a un subsidio y esto ocasiona que las poblaciones con
menos recursos abandonen las obras que habían emprendido.
En la muestra de núcleos agrarios analizados, 47% correspondió a comunidades que NO pueden dar
seguimiento y 53% que SI pueden dar seguimiento. Al realizar un análisis discriminante, se encontró que
la marginación, si bien es más común en aquellas comunidades con menor disposición a dar
seguimiento a las obras de conservación, es menos importante que otros aspectos para diferenciar entre
poblaciones que sí o no dan seguimiento. El número de ejidatarios o comuneros así como el tamaño del
AUC y la tradición de realizar faenas ambientales resultaron significativamente distintos entre estos
grupos de comunidades (tabla 2). Aquéllas con pocos ejidatarios o comuneros, con una menor extensión
y proporción de AUC y que realizan faenas ambientales, son más susceptibles de dar seguimiento a las
obras que emprendieron bajo subsidio inicial del gobierno.
Los resultados anteriores parecen estar relacionados con la facilidad o dificultad de organizar a la gente.
Es más fácil poner de acuerdo a pocas personas, que tienen que ver con una pequeña extensión y que ya
están acostumbrados a hacer trabajos colectivos. Fue notorio como el 70% de los dirigentes con los que
se sostuvo una entrevista y que estaban inscritos a algún programa de conservación señalaron que lo
más difícil de su cargo era la labor de organizar a su gente. El liderazgo ha demostrado ser una condición
importante de toda iniciativa colectiva. No cualquiera tiene esta habilidad, y entre los que la tienen,
nuestros resultados indican que ya no es común que deseen aceptar los cargos del comisariado ejidal o
comunal cuya remuneración es simbólica. Estos cargos han dejado de ser interesantes por el
decremento en la rentabilidad de las actividades rurales y el predominio de una sociedad mercantilista.
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La depreciación de esta labor ha propiciado que dichos puestos lleguen a ser representados por personas
que no sólo carecen de liderazgo en su comunidad, sino que también les falta interés o iniciativa por
organizar a la gente en torno a actividades que mejoren las condiciones de vida de la población.
Sorprendentemente, el cumplimiento de normas de acceso a los recursos del área de uso común (AUC)
no se relacionó con la posibilidad de dar seguimiento a actividades de conservación. Es decir, existen
núcleos agrarios con y sin cumplimiento de normas que poseen capacidad para dar seguimiento a sus
obras de conservación. De hecho, esta variable no se relacionó tampoco con los núcleos agrarios menos
degradados ni con aquéllos que realizan faenas ambientales. Según este primer análisis, la existencia
de reglas de acceso a los recursos del AUC no propicia, necesariamente, un uso sustentable de los
recursos. Es probable que las reglas estén más bien orientadas a disminuir o evitar conflictos sociales
más que a realizar un aprovechamiento sustentable de los recursos.
Tabla 3: Variables significativamente diferentes entre núcleos agrarios con y sin seguimiento de
actividades de conservación emprendidas con apoyo gubernamental.
Variable
N° ejidatarios
Pruebas de igualdad
de las medias de los
grupos
(valor-p)
0.01
Faena ambiental
0.03
% participación en
asambleas
0.03
Sin seguimiento
Con seguimiento
Media
373
Minoría con faena
ambiental
Asambleas con menos del
80% de participación de
ejidatarios
Media
199
Mayoría con faena
ambiental
Asambleas con más del 80%
de participación de
ejidatarios
Como resultado de una mesa redonda organizada en el contexto del IV Congreso Mundial de
Restauración Ecológica en Mérida, Yucatán (2011), los ponentes coincidieron en que la realización de
actividades de conservación y restauración se facilita cuando los recursos naturales son suficientemente
importantes para la población. En este trabajo se pudo observar que el indicador que usamos como
“importancia del recurso del AUC” no resultó relevante para motivar la conservación de los recursos
naturales. Este indicador estuvo conformado por la frecuencia de uso de los recursos y por la proporción
de ingresos que ésos representan. Puede ser que la medición de estas variables, sobre todo la
relacionada con la proporción de ingresos que representa, haya quedado poco comprendida por el
entrevistado y por ello no concuerde con lo que otros especialistas aseguran. Por otro lado, el indicador
relacionado a “porcentaje de usuarios” (porcentaje de familias que usan el AUC con respecto al total de
familias), resultó importante. En los núcleos agrarios con menor proporción de usuarios del AUC, la
capacidad de dar seguimiento a obras de conservación es mayor. En primera instancia, esto parecería
contradictorio, pues de alguna manera esa variable refleja la importancia que tiene el AUC para la
población en general. Sin embargo, también se puede ver desde el punto de vista de que es más fácil
organizar a un grupo pequeño de personas que a uno grande. Si los recursos del AUC son importantes
para muchas personas, y el recurso es escaso, habrá más tendencia al pillaje que a la organización en
donde las reglas limitarían el acceso de todos a estos recursos. Y en efecto, también encontramos que en
11
los núcleos agrarios donde existe la sensación de contar con recursos escasos, la posibilidad de dar
seguimiento es menor.
CONCLUSIONES
Si la conservación de los recursos naturales en áreas de uso común provee bienes públicos, entonces
esta tarea merece la participación de fondos públicos. Sin embargo, dado que los fondos públicos son
limitados, es importante que los apoyos desencadenen la apropiación de las actividades de conservación
por parte de la comunidad de manera que éstas no estén supeditadas a los cambios y movimientos
políticos.
Mientras los apoyos se den en un contexto de beneficio recíproco entre los poseedores del recurso
común y los beneficiarios del bien público, ninguna de las partes perderá interés en las actividades de
conservación. A veces, los incentivos para conservar los recursos naturales son de tipo material y están
relacionados con aspectos productivos como la explotación silvícola o eco-turística; en otros casos, la
gente depende materialmente poco de su vegetación natural pero la aprecia y procura la conservación
de su paisaje. Pero también existen comunidades, generalmente con un alto grado de marginación, cuya
única motivación por conservar está asociada al financiamiento que reciben de los programas de
conservación. En estos casos, no se puede esperar que la población invierta tiempo, dinero y esfuerzo
en la preservación del entorno natural que brinda servicios ambientales. Se vuelve crucial el pago por la
implementación de una actividad de conservación y por su mantenimiento, así como también por la
búsqueda de una actividad productiva –ligada a la conservación- que pueda brindar beneficios
materiales a corto plazo para la población. Los beneficios, al no ser universales, pueden significar una
ganancia para un grupo de personas pero, para otras, puede significar nada.
La heterogeneidad del contexto biofísico, socioeconómico y cultural en que se desarrollan los núcleos
agrarios les imprime diferentes capacidades en lo que a la conservación y mantenimiento de sus áreas
naturales se refiere. Las diferentes capacidades repercuten en las distintas necesidades y motivaciones
para la conservación de cada comunidad. Reconocer estas diferencias y reflejarlas en programas con un
abanico de acciones adecuadas a las distintas necesidades, es una tarea que constituye el siguiente paso
de este estudio.
REFERENCIAS
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superación de la pobreza desde el enfoque del capital social. División de Desarrollo Social, CEPAL, Serie
Manuales N°36.
Bunge, M. ( 2008). Filosofía y Sociedad. México, DF, Siglo XXI.
Clark, P.B. & Wilson J.Q. (1961). Incentive systems: a theory of organizations. Administration Science
Quarterly 6:219-266.
12
González de la Rocha, M. (2005), Oportunidades y capital social. En Aprender
de la experiencia. El capital social en la superación de la pobreza. Editora: Irma Arriagada, CEPAL.
Disponible en internet: http://www.eclac.org/publicaciones/xml/2/23012/lcg2275e.pdf
Guevara, A. (2005). Pobreza y Medio Ambiente en México. Instituto Nacional de Ecología. México, DF.
214pp.
Hardin, G. (1968). "The Tragedy of the Commons." Science 162: 1243-1248.
Herreros-Vázquez, F. (2003). Las Fuentes de la Confianza. Revista Internacional de Sociología. Número
35, Mayo-Agosto, pp.151-175.
INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). Serie IV Uso de Suelo y Vegetación (2008)
www.inegi.org Consultado: Septiembre 2011.
INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía). Censo Ejidal 2007. México. www.inegi.org
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Morales, César (2005) Pobreza, desertificación y degradación de tierras. En CEPAL, Pobreza,
desertificación y degradación de los recursos naturales, 267pp.
Olson, M. (1965). The Logic of Collective Action, 2º edición, Cambridge, Harvard University Press. (La
Lógica de la Acción Colectiva, Editorial Limusa, México, 1992).
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