BEKEI, M. (compiladora) “Lectura De Lo Psicosomático” LUGAR EDITORIAL S A 1996 2º EDICION BUENOS AIRES Puntos de fijación somática, paralización de las desorganizaciones PlERRE MARTY El titulo de este trabajo: "Puntos de fijación somática, paralización de las desorganizaciones" plantea: 1) La noción de desorganización, y por consiguiente la de organización; tratándose naturalmente de la organización y la desorganización psicosomáticas. 2) La noción de fijación, luego, la de fijaciones-regresiones, puestas en relieve por Freud (1909) como procesos de funcionamiento mental. Sólo después de haberme abocado a estas diferentes nociones de organización psicosomática, desorganizaciones, fijaciones y regresiones podré encarar el lugar de las fijaciones somáticas como sistemas paralizadores de las desorganizaciones psicosomáticas. l. La organización psicosomática Siempre se trata de una organización individual, es decir de una organización cuyos elementos son más o menos diferentes de un sujeto a otro. Sin embargo vaya considerar los grandes lineamientos comunes de esta organización psicosomática. -Primero fue la evolución de las especies que llevó a la organización de los mamíferos y, después, de los hombres. Esto no es remontarse demasiado lejos ya que en la evolución individual, por ejemplo, se encuentran problemas en el enderezamiento del cuerpo en relación a la motricidad del lactante, y en la patología del adulto se encuentran también zonas de debilidad de la motricidad axial que dan lugar a raquialgias. -Luego siguió la filogénesis que abarca los múltiples factores de orden hereditario que debemos tener en cuenta muchas veces. -Por último, se produjo la ontogénesis, la cual nos interesa especialmente con las particularidades individuales que ésta aporta: 1) En la vida intrauterina en diferentes niveles de la sensorio-motricidad y quizás a nivel de la alergia. 2) Al nacer, la sensorio-motricidad cobra todo su relieve, con la piel que se descubre, con la respiración que comienza. 3) Durante la temprana infancia, cuando se desarrollan las funciones que aseguran la relación con el mundo externo, particularmente con la madre. Para no perdemos en la multiciplicidad de estas funciones, tengo que dedicar algunas palabras al desarrollo del sistema Pcs. durante la temprana infancia, por varias razones: • porque la organización del Pcs. se apoya, se apuntala, sobre funciones somáticas, • porque el Pcs. constituye el engranaje esencial del pensamiento. • porque el rol del Pcs. se presenta como importante para nosotros, al punto que a menudo lo califico de “placa giratoria de la economía psicosomática”. Sabemos que el Pcs. es una parte del aparato mental delimitado por Freud (1923) y que es la sede de las representaciones. reviviscencias de percepciones anteriores, la mayor parte de las veces relacionadas con afectos. Sabemos igualmente que en psicoanálisis se distingue representación-cosa de representación-palabra, que, teóricamente, se ligan en el interior del sistema Pcs. La representación-cosa es de orden sensorio-perceptivo y la representación-palabra es primeramente. representación-cosa. Tanto en el lactante como en la madre pueden existir dificultades sensorio-matrices. El desarrollo sensorio-motor del lactante y del niño pequeño también puede ser contrariado por la madre quien posee un aparato mental propio y puede producir un exceso de excitaciones o de paraexcitaciones en el niño. ¡En ambos casos el sistema Pcs. del niño ya está trabado! Está trabado por insuficiencias fundamentales o lacunarias de las representaciones que marcarán en negativo el aparato mental del sujeto. 4) Para terminar con la ontogénesis, subrayo que al mismo tiempo y consiguientemente, pero a partir de las bases que acabo de señalar, por regla general se despliega la evolución psicosexual del niño, con las fases oral, anales y genital, hasta la instalación de aquello que Catherine Parat (1967) llamó la organización genital del estadio edipico. No olvidemos que el establecimiento de las defensas inmunológicas tiene lugar durante un largo período del desarrollo individual. II. La desorganización psicosomática Bajo el peso de circunstancias externas e internas insoportables, ya sea por un exceso o por una insuficiencia de las excitaciones que involucran a los instintos y a las pulsiones, la mayoría de los individuos puede desorganizarse. Una desorganización representa teóricamente el movimiento inverso a la organización precedente. Es así como una desorganización "ideal" comenzaría por una desorganización de las funciones psíquicas implicadas en el sistema genital edípico y seguiría por la desorganización de las funciones psíquicas ligadas a la analidad y a la oralidad. Y esto mucho más fácilmente, si las funciones psíquicas, a las cuales me refiero, estuvieran sostenidas por un Pcs. inconsistente o frágil. La desorganización afectaría luego las funciones somáticas desarrolladas durante la infancia, después las desarrolladas durante la temprana infancia, en el nacimiento, durante la vida intrauterina, para alcanzar funciones somáticas relacionadas con la filogénesis y finalmente, más anteriores aún, funciones ligadas a la organización de la especie de los mamíferos. Las funciones mentales, somáticas y psicosomáticas, interfieren continuamente entre sí durante el desarrollo, tanto en sentido transversal de una misma época de organizaciones, como en sentido longitudinal, abarcando épocas diferentes. Se superponen así unas a otras y todas estas interferencias, aún si se las puede considerar de manera general, toman un carácter particular según las individualidades. Además, los sistemas de defensas de orden mental, somático o psicosomático, a menudo individuales, son susceptibles, frente al movimiento de las desorganizaciones: de frenar su desarrollo. de desviar el movimiento hacia funciones distintas de las esperadas. bien de entorpecer o detener este movimiento des organizador durante un tiempo de manera constante. Debemos entonces tener en cuenta que una desorganización puede ser progresiva y total en ausencia de sistemas válidos de defensas. En este caso la desorganización lleva al individuo a la muerte. También debemos considerar que la desorganización puede ser parcial, y durar sólo un momento cuando encuentra sistemas sólidos de defensas sobre los cuales vamos a volver ya que la mayoría de las veces están apuntalados por mecanismos de fijaciones-regresiones. Con respecto a la desorganización, debo subrayar que las interferencias tienen un carácter individual en la organización de las funciones y que los sistemas de defensa correspondientes tendrán también un carácter individual. Las desorganizaciones psicosomáticas no se presentan casi nunca de la misma manera en un enfermo y otro. III. Las fijaciones-regresiones Los fenómenos de fijaciones-regresiones fueron puestos en relieve por Freud, al menos en lo que se refiere al funcionamiento mental. Yo extendí la noción de fijaciones-regresiones al funcionamiento psicosomático. También traté de precisar el mecanismo de las fijaciones. Aquí sólo puedo reducir mi pensamiento a las siguientes definiciones: Bajo el efecto de dificultades en el desarrollo somático, psicosomático, o psíquico, ciertas organizaciones funcionales activadas por la repetición de estas dificultades, adquieren un valor particularmente vitalizado que se fija progresivamente. Esto constituye el fenómeno de las fijaciones. En los movimientos regredientes, y por lo tanto contraevolutivos, que en psicosomática llamamos desorganizaciones, los valores vitales fijados durante el desarrollo constituyen puntos de atracción para las desorganizaciones, y, a la vez, refugios funcionales, defensas, que son susceptibles de poner fin a estas desorganizaciones. Esto constituye el fenómeno de las regresiones. Indudablemente existen fenómenos de fijaciones-regresiones en el orden de la evolución de las especies. Sin duda existen también en el dominio de las funciones somáticas arcaicas comunes a nuestra especie humana. El conocimiento de unos y otros fenómenos no puede pertenecer sólo a zoólogos y a biólogos. Me parece que, en todo caso, existen fijaciones y regresiones a niveles somáticos, ligados a la evolución psicosomática individual, es decir ligadas tanto a la psique como al soma, tema que trataré más adelante. Sé que estoy simplificando demasiado los problemas que se plantean, ya que los sistemas de comportamiento, cuya propia existencia descuidamos muchas veces, pueden igualmente constituir puntos de fijación que atraen regresiones y ponen fin a los movimientos de desorganización. IV. Puntos de fijación somática, paralización de las desorganizaciones Podemos decir que fue necesaria toda la evolución somática de un individuo para que se instale su organización mental, la cual no existiría sin esta evolución somática. Tendríamos el derecho de hablar de apuntalamientos somatopsíquicos sucesivos continuos, apoyándose cada nueva organización en la organización que la precede. La hipótesis de trabajo que propongo desde hace mucho tiempo es que, obedeciendo a los principios generales de las fijaciones, las fijaciones somáticas pueden haber precedido a las fijaciones mentales. El retorno regresivo a estas fijaciones somáticas podría entonces prolongar y completar las regresiones mentales o incluso sustituir finalmente a éstas. Cito lo que decía en 1976: "Debemos considerar que los fenómenos de fijaciones, más arcaicos sin duda que las fijaciones mentales reconocidas, implican a la vez un determinismo relativo, de orden somático, y un determinismo relativo del orden del comportamiento, del carácter y de la organización mental. Estas fijaciones psicosomáticas dan cuenta indudablemente de los conjuntos estructurales reconocidos más tarde en muchos sujetos (los grandes alérgicos espontáneos, los que sufren de úlcera duodenal del tipo activo, por ejemplo) que evolucionan durante su vida adulta entre situaciones regresivas de tipo neurótico de carácter y situaciones regresivas de patología somática. Estos sujetos parecen encerrados en una especie de "pastosidad regresiva" que constituye el terreno habitual de su vida". Sin considerar forzosamente las pastosidades regresivas cuyas fijaciones somáticas implican un destino mental particular, estructural de los sujetos, podemos interesamos por otras fijaciones somáticas aparte de la úlcera duodenal y las grandes alergias esenciales que mencioné: Enumeraré algunas, desordenadamente: -Raquialgias, cefaleas y migrañas; gastritis; manifestaciones coliticas; asmas; eczemas: hipertensiones arteriales; rinitis espasmódicas; urticarias y edemas; otras inflamaciones de la piel y de las mucosas provenientes de sensibilidades e irritabilidades particulares, como lo señala León Kreisler (1977) en la última actualización de "El niño psicosomático"; infecciones repetitivas; otitis, anginas, cistitis, por ejemplo. En esta lista podría haber citado las conversiones histéricas que también forman parte de los sistemas somáticos regresivos. Sin embargo, debe observarse que las afecciones mencionadas no responden a las reglas de las histerias de conversión. De ninguna manera son objeto de erotizaciones. Generalmente no aportan soluciones a conflictos internos. No están sino apenas sostenidas por representaciones. No tienen significación simbólica. Proceden de mecanismos distintos de la represión: los de desorganizaciones psíquicas o de supresión de las representaciones, por ejemplo. Finalmente, su naturaleza generalmente es compleja desde el punto de vista funcional. Por lo tanto, las considero solamente como parientes lejanos de las conversiones histéricas. A propósito de la complejidad funcional de las afecciones que enumeré, debo señalar que casi siempre intervienen múltiples factores, dolorosos, sensorio-motrices, secretorios, circulatorios, hormonales y quizá alérgicos e inmunológicos, también de orden neuro-biológico y sin duda otros mecanismos aún no conocidos. Esta complejidad proviene de las diversas interferencias y sobrecargas funcionales del desarrollo que señalé y también del tiempo particular, individual de las fijaciones que atrajeron las regresiones involucradas. Por otra parte, en el estado actual de nuestros conocimientos sabemos que es muy difícil marcar los puntos de fijaciones en el curso del desarrollo ya que no dan lugar a síntomas inmediatamente. Y además, los síntomas inmediatos no corresponden siempre a las fijaciones que se suponen. La mayor parte de las fijaciones son rápidamente superadas, arrastradas, podríamos decir sumergidas, por la corriente evolutiva, durante la temprana infancia y en la niñez. Las regresiones corresponden sólo globalmente a las fijaciones que las atraen, ya que las regresiones han sido fijadas a las numerosas adquisiciones funcionales ulteriores a las funciones originales. Como conviene poner cierto orden a todo esto, propongo, al menos provisoriamente, adoptar el siguiente esquema que definiría de alguna manera lo que podríamos llamar regresiones somáticas, regresiones naturalmente surgidas de fijaciones. Las afecciones implicadas en las regresiones somáticas responderían por lo menos a las cuatro reglas siguientes: 1) Se desencadenarían por un traumatismo psicoafectivo que habría desorganizado momentáneamente el aparato mental, dando lugar eventualmente a una regresión psíquica, la que habría precedido o acompañado a la regresión somática. 2) En sí mismas serían no evolutivas y reversibles. Consistirían entonces en enfermedades "a crisis" de una duración más o menos larga. Pondrían fin entonces, a las desorganizaciones espontáneamente y podrían resolverse solas, sin apoyo exterior. 3) La mayoría de las veces serían habituales para los sujetos. Refiriéndonos a ese tema debemos hacer dos reflexiones: a) Comprobamos que el comienzo de lo que se convertiría en hábito puede ubicarse en distintas edades: • Durante la temprana infancia, como en el caso de ciertos asmas o eccemas. • Durante la niñez, como ciertas manifestaciones digestivas. • Más tarde aún, en la adolescencia o en la edad adulta, como ciertas cefaleas o migrañas. b) Existen ciertos fenómenos excepcionales que podemos considerar regresivos en el sentido de que sin ayuda médica e inclusive muchas veces con el abandono de cierta ayuda exterior, ponen fin a las desorganizaciones. Aquí me refiero a las verdaderas resurrecciones que se efectúan en el momento de las desorganizaciones profundas o hasta en el curso de un coma. Le presto especial atención a estos casos, sin duda raros, pero que se me presentan varias veces cada año. En estos casos, ¿dónde se ubicarían las fijaciones? Vuelvo entonces a las reglas comunes que propongo para las regresiones somáticas: 4) Estarían localizadas y constituidas por hiperactividad e hipoactividad de sistemas funcionales relativamente aislados en la organización de los individuos. Los síntomas patológicos a los que darían lugar, se producirían sin embargo, a expensas de la economía general de estos individuos. Entonces, las afecciones involucradas deberían ser médicamente tratadas con prudencia para que la terapéutica quede lo más localizada posible. Quiero señalar al pasar que mi concepción de las regresiones somáticas responde a los aspectos clásicos tópicos, temporal y formal de las regresiones psíquicas, extendiendo lo tópico y lo formal a sistemas somáticos. Además quiero plantear algunas cuestiones que no han sido resueltas. En primer lugar, habría que saber si las definiciones que propongo son convenientes o si necesitarían ajustes y, en ese caso, cuáles. También habría que tratar, con el análisis de las regresiones y de sus distintos elementos y mecanismos, de situar progresivamente el momento o los momentos de las fijaciones que las han atraído. Todo esto ofrece diferentes perspectivas de estudio. Finalmente, quiero subrayar el hecho de que debemos cuidamos de tener demasiada confianza en lo que hemos diagnosticado como una regresión somática. El peso, la duración, o la repetición de traumatismos pueden efectivamente impedir la superación de estas regresiones y enviar al individuo a la prosecución de la desorganización a la que, durante un tiempo y, provisoriamente, le habían puesto un fin. Bibliografía L. Kreisler, El niño psicosomático, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1977. Luquet-Parat, "L'organisation oedipienne du stade genital", Revue Psychanalyse, n. 21, 1967. P. Marty, Les mouvements indivíduels de vie et de mort, Tome II, Payot, Paris, 1976. S. Freud, (1909). "Psicoanálisis, Cinco conferencias". Biblioteca Nueva, Madrid, 1981. -(1923). "El yo y el éllo". Biblioteca Nueva, Madrid, 1981.