Félix Magno III-IV, edición de Claudia Demattè (2001

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Félix Magno III-IV, edición de Claudia Demattè (2001)
INTRODUCCIÓN
Al incansable e/o insaciable lector que entreprenda la aventura de los libros tercero y
cuarto de "Los quatro libros del muy noble y valeroso cauallero Félix Magno hijo del rey Falangrís de la
Gran Bretaña y de la reina Clarinea en que se cuentan sus grandes fechos", después de la lectura de
los dos primeros libros, no puedo eximirme de demostrarle toda mi solidariedad y afecto
en llevar a cabo esta hazaña. Para los olvidadizos me atrevo a recapitular los datos más
salientes de los dos primeros libros, a partir del hecho de que este libro de caballerías
anónimo vio supuestamente la luz en Barcelona en el año 1531 dedicado al obispo de
Sigüenza, don Fadrique de Portugal, aunque queden sólo una edición incompleta de 1543 y
otra integralmente conservada de 1549 publicada en Sevilla por Sebastián Trugillo.
En el Primer Libro, Félix Magno se destaca en seguida del modelo caballeresco
amadisiano al ser hijo legítimo de los reyes de Gran Bretaña, país en el que el joven se cría
como perfecto caballero y heredero del reino. La salida de su patria acaece por el deseo que
Félix Magno expresa de defender la fe cristiana contra los paganos, en particular yendo a
combatir a lado del Emperador de Costantinopla. En su camino hacia Grecia halla las
primeras aventuras que le permiten adquirir gran honor y fama en todas las cortes en las
que se hospeda como la del Emperador de Roma, su tío, donde se confronta con dos
valerosos caballeros que amenazan a la reina de Cerdeña y Cicilia y a su hija Belianisa.
Llegado por una tormenta a España, Félix Magno acomete al espantoso gigante Gavalión,
llamado el Diablo Desemejado, que mantiene la Aventura de la Gran Tienda y delante del
rey Sirián, de la reina Segurianda y de su hija Leonorinda, el joven caballero desbarata al
gigante y se aleja de la corte para sanarse las heridas sin darse a conocer por nadie. Es ésta
la ocasión en la que conoce a la princesa Leonorinda y tópicamente en seguida es vencido
por su increíble hermosura, aunque hay que subrayar que de su parte la princesa es la
primera en fijarse en el caballero sin que éste lo aperciba y en quedar presa por sus amores.
Se trata por supuesto de un sentimiento inconfesable e inconfesado, si bien correspondido,
y grande es la tristeza de Leonorinda al descubrir que el caballero ha salido hacia Grecia
repentinamente sin dejarle la oportunidad de conocer su nombre. En el bando del
Emperador de Costantinopla que lucha contra los infieles sobresalen claramente las
hazañas de Félix Magno, acompañado de sus preciados amigos Marianís, Alariano y de su
hermano don Clarís, de manera que en un breve plazo logran desbaratar a los enemigos.
Grande son los honores que el Emperador hace al joven caballero de la Gran Bretaña,
deseando que su presencia en la corte se prolongue, pero Félix Magno, cuyo corazón está
penando de amor por la princesa española, aprovecha de un don concedido a una
misteriosa doncella para alejarse de Grecia inapercibido.
En el Segundo Libro su fama le precede en todo el mundo y Félix Magno decide
cambiar su nombre en "Caballero de la Doncella Sin Par" acometendo todo tipo de
aventura con tal de que los contendientes vencidos vayan a España y rindan homenaje a la
princesa Leonorinda contando sus propias historias, además de las hazañas del
protagonista. La cumbre de toda empresa está representada por la Aventura de la Cueva del
hada Arquía en la que Félix Magno se halla por primera vez frente a lo maravilloso y a la
magia demostrando no temer ninguna de los dos: el premio, después de hendientes
invisibles, caballeros encantados y animales que se mudan en doncellas, es la visión de la
estatua en cristal de la más hermosa doncella en el mundo, es decir, su amada Leonorinda.
La ayuda de Félix Magno es pronto requerida en la corte española del rey Sirián donde el
rey de Dinamarca y de Normandía mantiene el torneo de la Gran Tienda con la intención
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de pedir la mano de la princesa Leonorinda. Si bien Félix Magno le otorga la vida después
de un sangriento combate singular, el rey nórdico, lleno de deseo de venganza, vuelve
después de algún tiempo para amenazar al reino de Gran Bretaña que es prontamente
defendido por Félix Magno, su hermano don Clarís de Alta Mar y sus preciados amigos
Ditreo, Marianís de Irlanda y Listán. Restablecida la paz, Félix Magno vuelve a la capital
española, Belandia, donde Leonorinda, vencida por tanta fama y hermosura, le concede la
primera cita secreta, a la que seguirán muchas otras en las que se hablan por una ventana
enrejada. Pero la fortuna, que es enemiga de toda felicidad, cambia su juego poniendo la
sospecha y el desamor entre los dos enamorados: efectivamente Leonorinda es avisada, por
un equívoco, de que Félix Magno la traiciona con su prima Belianisa y condena al
"Caballero Sin Verdad" a alejarse de corte sin poder volver nunca más a su presencia. Félix
Magno, destrozado por este brusco cambio en los sentimientos de la princesa, decide
obedecerle como leal servidor y se aleja en la noche sin despedirse de nadie.
Las nuevas hazañas del Caballero de las Armas Tristes
En el Libro Tercero el protagonista adopta una nueva identidad, "Caballero de las
Armas Tristes", y efectivamente toma nuevas armas todas negras para representar el luto de
su corazón decidiendo viajar en búsqueda de aventuras en las que la muerte pueda liberarle
de las heridas de amor. El libro se caracteriza por un sinfín de duelos que culminan en la
Aventura de la floresta de la Olvidanza (cap. 51) en la que Félix Magno acepta arriesgarlo
todo dado que si pierde sería condenado a olvidar todo recuerdo, y también a la amada, a
los amigos y su identidad; al contrario si gana perdería toda causa de tristeza y sería el mejor
caballero de todo el mundo. Como en el Libro Segundo, la culminación de la potencia de
Félix Magno se alcanza durante esta aventura en la que lo maravilloso vuelve a aparecer:
una serpiente que echa fuego, un enorme dragón alado, estupendos palacios en los que
viven caballeros encantados y, por último, un rey y una reina que aparecen y desaparecen
misteriosamente. Nada más acabar la aventura, Félix Magno encuentra a Arbencida, la
doncella de Leonorinda que le está buscando para darle una carta de la princesa. La hazaña
recién pasada en la cueva no es nada con respecto a la emoción que el protagonista prueba
en leer las líneas escritas por su amada en las que la princesa le pide perdón y lo llama a su
presencia. De esta manera se concluye el encantamiento de la floresta de la Olvidanza
puesto que sólo gracias al más leal servidor y mejor caballero de todo el mundo podía hallar
su fin. Esta prueba que, como podemos observar, no corresponde a ninguna parecida por
el lado de Leonorinda como ocurría en el caso de la famosa pareja de Amadís y Oriana,
parece no ser suficiente dado que, antes de volver a la corte del rey Sirián y antes de volver
a ver a Leonorinda, Félix Magno tiene que superar otras aventuras - desde batallas navales y
terrestres hasta un torneo en defensa de la belleza de su hermana Clarinea- confirmando, de
este modo, que partes esenciales de la identidad adquirida por nuestro caballero son tanto
el amor como el valor en las armas.
Pero lo que más nos llama la atención en este libro es la conmistura, quizás por la
primera vez en el género caballeresco, del mundo cristiano con aquél pagano. En efecto ya
en los dos primeros libros la presencia de Califa nos había llevado hacia nuevas direcciones,
sin embargo ahora encontramos un nuevo macro-motivo que se inserta prepotentemente
en la narración y que justifica la intervención de la armada pagana en territorio cristiano no
sólo con razón de la guerra de religión: se trata de los sentimientos que guían a Loncinea y
Lisdroel, hijos del Gran Çafí de Alexandria, los cuales se enamoran de oídas de Félix
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Magno y de Leonorinda respectivamente. La princesa mora actúa por su cuenta para llevar
a cabo sus proyectos con el ayuda de una maga que logra estafar a Félix Magno y tenerlo
encantado en su castillo donde Loncinea goza libremente del amor del caballero; mientra
tanto su hermano, no tan afortunado como ella, acomete muchas aventuras en tierra
española sin descubrir su identidad hasta que es aceptado con grandes honores en la corte
de Belandia, pero al descubrir sus intenciones el rey Sirián le deja entender bien claro que
no tiene esperanzas suscitando la saña del valeroso caballero moro.
La introducción de estos episodios, a lado de las aventuras de los preciados amigos
de Félix Magno, ocasiona una proliferación de motivos que contornan las del protagonista
y que rinden el Tercer Libro una selva de aventuras. Como se puede observar en el
esquema que sigue, hay por lo menos doce motivos libres (B n), con veinticinco
alternancias, que se entrelazan con la narración "primera" (A1 ) a pesar de que el autor nos
recuerde frecuentemente que no quiere alejarse de la historia de Félix Magno por ser ésta su
propósito principal:
III Libro
A1 Félix Magno (cap. 1-6)
B5 Danasil (cap. 4)
B3 Corte del rey Sirián (cap. 7-9)
B7 Radior, Febo e Darte (cap. 10)
A1 Félix Magno (cap. 11-13)
B8 Lisdroel y Loncinea (cap. 14-18)
A1 Félix Magno (cap. 19-22)
B1 Don Clarís (cap. 23-24)
B5 Danasil (cap. 25)
A1 Félix Magno (cap. 26-28)
B8 Lisdroel y Loncinea (cap. 29-30)
B1 Don Clarís (cap. 31)
B9 Listán (capp. 32-34)
B10 Flerinaldo (cap. 35)
B11 Polentes (cap. 36)
B4 + B12 Marianís (cap. 37)
B12 Marianís (cap. 38-40)
B4 Salatín y Alariano(cap. 41)
B3 Corte del rey Sirián (cap. 42)
A1 Félix Magno (capp. 43-61)
A1 + B4 + B12 + B 5 + B 1 + B 9 + B 10 + B11 (cap. 62-66)
A1 Félix Magno (cap. 67-79)
B1 + B4 + B12 + B5 + B9 + B10 + B 11 (cap. 80-84)
A1 Félix Magno (cap. 85-90)
B1 + B4 + B12 (cap. 91-93)
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En el Libro Cuarto el odio de Lisdroel de Alexandria, rechazado como pretendiente
a la mano de Leonorinda, desencadena el gran enfrentamiento entre los dos bandos, si bien
los que acorren en ayuda de Lisdroel de Alexandria están movidos por miras de conquista
mientras que él se contenta sólo con pedir, en caso de victoria, a tres presos: el rey Sirián,
Félix Magno y la hermosa Leonorinda. La saña que Lisdroel prueba hacia el protagonista es
casi equivalente al amor que le demuestra Loncinea: cuando finalmente Félix Magno es
liberado por Califa del encantamiento que lo tiene preso en el castillo de Loncinea, ésta
descubre estar preñada y al principio del Cuarto Libro nace Lindanor, fruto de la unión con
el más preciado caballero cristiano.
La grande batalla final reune a todos los personajes de quienes hemos leído las
aventuras en los libros anteriores, en dos ejércitos: el uno tiene como capitán general a
Félix Magno, con caballeros y reyes de cada reino cristiano; el otro es mandado por
Lisdroel de Alexandria que se ha aliado con grandes reinos paganos. La orquestación del
cruento encuentro se divide también en dos: una batalla naval y una terrestre, descritas
observando desde las armaduras hasta los golpes y las heridas recibidas y los muertos
dejados en el campo. Las proezas de Félix Magno se unen, sucesivamente a la victoria de
los cristianos, a sus dotes de "diplomático" tanto con los prisioneros paganos como en la
organización de matrimonios entre nobles caballeros y otras tantas nobles doncellas, así
como en la división de las riquezas según los méritos reconocidos.
La fábula del Cuarto Libro procede aparentemente de manera más lenta que la de
los precedentes libros puesto que el sinfín de páginas dedicadas a los encuentros en las
batallas dilata el proceder de la acción narrativa pero al mismo tiempo se proporcionan al
lector las dos novedades más interesantes: Lindanor y Félixcineo. Efectivamente los dos
hijos del protagonista, el primero fruto del matrimonio secreto con Leonorinda, y el
segundo nacido de los encuentros "encantados" con Loncinea, adquieren progresivamente
más importancia preparando, según la costumbre del género caballeresco, el terreno para
una posible continuación. Cuando después de 156 capítulos, la fábula de las aventuras de
Félix Magno termina, queda abierta la trama puesto que los dos caballeros noveles salen de
la corte de Belandia en busca de aventuras: de Félixcineo se nos dice que se destacará en el
continente asiático, mientras que Lindanor alcanzará gran fama en los reinos cristianos.
Félix Magno, inadvertidamente, reune en su estirpe las dos grandes realidades étnicas y
religiosas y éste parece ser un rasgo original en el género caballeresco.
Consecuentemente podemos reasumir como sigue el esquema de la trama, donde
notamos una drástica reducción de alternancia entre los motivos con respecto al Tercer
Libro puesto que progresivamente todos los caballeros cristianos coinciden en la corte de
Belandia para arrostrar al enemigo pagano:
IV LIBRO
B8 Lisdroel y Loncinea (cap. 94-95)
B3 Corte del rey Sirián (cap. 96-98)
A1 Félix Magno (cap. 99)
B2 Califa + A2 Lindanor (cap. 100-101)
A1 Félix Magno (cap. 102)
B1 Don Clarís + B2 Califa (cap. 103-105)
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A1 Félix Magno (cap. 106-109)
B5 Danasil (cap. 110-111)
A1 Félix Magno + todos los caballeros (cap. 112-134)
Todos en B3 Corte del rey Sirián (cap. 135-36)
A3 Félixcineo (cap. 137-8)
B2 Califa + A2 Lindanor (cap. 139)
B9 Listán (cap. 140)
Todos en B3 Corte del rey Sirián (cap. 141-142)
B9 Listán (cap. 143-144)
Todos en B3 Corte del rey Sirián (cap. 145-152)
B14 Desamado (cap. 153-155)
A1 Félix Magno + A2 Lindanor (cap. 156)
A primera vista no parece haber justificación para la división en libros desde el
punto de vista del contenido; en cambio, en el formal podemos identificar una lógica
narrativa que se desarrolla en cuatro núcleos respectivamente:
1) adquisición del estatus de mejor caballero de todo el mundo a través de la ayuda
en la lucha contra los infieles en Grecia (honor como caballero cristiano);
2) adquisición del estatus de mejor caballero cortés con la identidad de "Caballero
de la Doncella Sin Par" (honor como leal servidor);
3) perfeccionamento de las dos dotes precedentes a causa del cambio de fortuna y
con la identidad de "Caballero de las Armas Tristes";
4) adquisición del estatus de mejor caballero capitán de otros valerosos caballeros
y desbarate de los enemigos paganos después una gran batalla que ve
implicados todos los reinos de los cuales los precedentes libros han tratado
(honor como parte de un grupo).
Siguiendo la tradición tópica de los libros de caballerías, el anónimo autor, después
de dos libros de castos amores de Félix Magno y Leonorinda, y de otras parejas virtuosas,
decide satisfacer todo tipo de lector e insertar episodios más sentimentales aunque se
rechace a dar detalles embarazosos puesto que "este auto es más para sentirse que para
dezille, será escusado dezir aquí los grandes amores con que Félix Magno y aquella noble
princesa se trataron" (III, 79), o bien, " aquí no se ponen porque muy largo sería de contar
si por estenso todo lo que estos dos amantes pasaron se oviese de dezir" (IV, 99).
Efectivamente el placer amoroso, segunda componente de la fama, se considera
entrelazado estrechamente con los hechos de armas sobretodo si pensamos que el
matrimonio oficial aviene no porque los dos protagonistas manifiesten sus sentimientos o
Félix Magno pida la mano de Leonorinda a sus padres, sino porque son éstos a proponer al
caballero que se case con su hija dado que desean que Félix Magno sea su "hijo", después
de haber intentado convencerle para que se quede en su corte recibiendo a cambio
numerosas tierras. La actitud de Leonorinda es siempre muy reservada, de manera que no
suscita sospechas en quien vive alrededor de ella y en toda la obra se repiten los momentos
en que la princesa misma o su doncella subrayan la importancia del honor y establecen una
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verdadera "estrategia" para no ser descubierta y para que su honor no quede manchado
públicamente.
La ausencia de todo tipo de problemas entre Félix Magno y la autoridad real que
caracterizaba la aventura amorosa de Amadís y Oriana, y al contrario el gran deseo del rey
Sirián y de la reina Segurianda de que Félix Magno se quede en su corte, vuelven casi
injustificado el matrimonio secreto que encontramos en el Tercer Libro (cap. 79). Más que
simple topos literario, la unión per "consensu per verba praesenti" revela, si no una
necesidad estructural interna, una motivación unida a la caracterización de los sentimientos
de los protagonistas. En efecto, como ya ha evidenciado Pierre Le Gentil en su análisis del
Amadís, no parece narrativamente posible que la fuerte pasión de los dos protagonistas
pueda esperar todo el iter oficial del noviazgo y de la ceremonia pública, mientras que está
bien dibujado el ímpetu amoroso con la promesa de matrimonio secreto y la unión carnal
que la sigue casi al momento. La boda oficial, celebrada en la corte española con la
presencia de todos los personajes principales de los cuatro libros, señala el desenlace
narrativo de todas las historias que quedaban suspendidas. En la corte del rey Sirián se
reúnen todos los caballeros, reyes y emperadores del mundo cristiano que han culminado
su misión de caballeros cruzados y ahora pueden volver a sus reinos para heredarlos,
dejando el camino de las aventuras a sus hijos, caballeros noveles en estos momentos. El
matrimonio no es aquí interpretado como señal de decadencia caballeresca, como advierte
José Amezcua en su análisis amadisiana, sino que marca el pasaje del estatus de caballero
andante a el de rey, repitiendo tradicionalmente la historia de Falangrís, del emperador de
Grecia y del de Roma que habían dejado las aventuras para gobernar con sabiduría y
justicia.
Modernidad narratológica del Félix Magno
En los dos primeros libros observamos cómo el anónimo autor del Félix Magno
había concertado una estructura narratológica muy particular: se configuraban
efectivamente por lo menos tres niveles de sujetos de enunciación, que habíamos definido,
siguiendo la pragmatica lingüística de Marina Sbisà, respectivamente el sujeto autorial, que
halla su espacio en el prólogo; el sujeto subordinado, es decir Califa; y el sujeto
lingüísticamente señalado cuya presencia se reforza en estos últimos dos libros pues se
configura como garante de la autoridad de la infanta mora. Así, para que el lector no se
olvide del papel de Califa en las aventuras de Félix Magno, o que no lo considere con
suficiente importancia, se subraya en el Libro Tercero una información ya aclarada
precedentemente:
E así la mesma historia dize que el auctor de ella, que (como avéis oído) fue la infanta Califa, puso
las cosas de esta historia de manera que no fuesen tan prolixas, como fueron si todo lo que a Félix
Magno y a todos [l]os otros cavalleros, que en ella se cuentan, les avino pusiera (Libro III, cap.
37).
El poder de la infanta Califa es afirmado durante toda la obra y más allá de ésta,
dado que llega a ser ejemplar para los protagonistas de Cirongilio de Tracia de Bernardo de
Vargas (1545) donde se halla una precisa y clara referencia a la sabiduría de Califa, "de
quien en la historia del buen cavallero Félix Magno tanta mención se haze" (Libro Primero,
cap. 27).
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Caracterizada por el término "verdad", Califa se configura como narrador
omnisciente (homodiegético) si la consideramos como personaje, y extradiegético, si
analizamos su papel de narrador de segundo grado perteneciente al nivel de la acción. Ella
no es simplemente una sabia, sino que se presenta como testigo en primera persona de los
hechos ocurridos (no importa si con la mente o con los ojos) y se puede consecuentemente
llamarle "historiador". El compromiso de la narradora sobrepasa aquel de un tradicional
fictional narrator, dado que implica una dimensión comisiva, además de expositiva, en la
pronunciación del acto ilocutorio. La narradora anuncia su intenciones de narrar las
aventuras de Félix Magno, comprometiéndose en una cierta conducta (la de historiador) y
al mismo tiempo, aclarando las razones de esta decisión, expone las maneras en las que los
enunciados serán pronunciados. No se trata de un acto perlocutorio, es decir que no
contempla efectos como convencer, persuadir o retener, sino uno ilocutorio, o sea un
enunciado que tiene cierta fuerza convencional y que permite reconstruir un mundo
(ficticio) antes que llevar a creer en su existencia.
Hacia el final del Libro Cuarto, se introduce un nuevo personaje, un caballero de la
Gran Bretaña llamado Desamado, del cual se nos cuentan las vicisitudes amorosas y las
aventuras que tiene que alcanzar para llegar a la rama del árbol de las flores verdes que su
amada le ha pedido como prueba de su amor. En aparencia esta divagación no parece tener
relación con las aventuras de Félix Magno, pero en el cap. 152 nos habían avisado que se
nos iba a contar "cómo esta gran historia fue avida la cual esta infanta Califa escrivió",
dando una consistencia "material" a la obra que se halla en las manos de los lectores. En
efecto camino a la isla de su señora, Desamado desembarca a la isla Lesiana donde vive
Califa y allí se hospeda durante unos días. Antes de que el caballero salga, Califa le dice:
- Cavallero de buena ventura, yo os quiero dar un don, el mayor que yo jamás tuve, que
es la historia de Félix Magno e de la princesa Leonorinda e de otros muchos cavalleros e grandes
príncipes e señores que en ella se cuenta. La cual yo he escripto de mi mano así como ello á
pasado e yo lo he visto. Y porque es razón que cavallero que tan alta aventura como la que vós
avéis acabado en cuenta de tan altos cavalleros como en esta alta historia son sea puesta, yo quiero
escrevirla e después yo os daré todo el libro (IV, cap. 155).
El hecho de que el libro incluya no sólo la historia de Félix Magno sino también
este último episodio, nos señala una conclusión metatextual de la obra; en efecto, Califa,
después de haber sido "puesta en escena" durante toda la obra por un misterioso sujeto
autorial, ahora se representa en el acto de la escritura del último capítulo del libro y revela,
de esta manera, el pasaje desde el momento de la composición hasta aquel de la recepción.
Si la historia, o sea la narración de Califa, se concluye en este momento, la trama continúa
en la narración de cómo el caballero Desamado entrega el libro a su amada y cómo ella sea,
de esta forma, la primera lectora. El hecho de que autor y lector interno fuesen en realidad
dos mujeres no debía pasar inapercibido al público de la época y fue posiblemente un acto
mirado a complacer a las aficionadas lectoras, como ocurrió en el caso de la propaganda
publicitaria del Palmerín de Olivia. Además no olvidamos que con este ardid el autor intenta
cuadrar el círculo: si en el prólogo nos había anticipado que esta obra
en su original fue hallada en una ínsula, que Lesiana ha por nonbre, escripta en arávigo y después
fue sacada en toscano, de donde hize la presente tradución,
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con el episodio de Desamado en el último libro completa el tópico del hallazgo del
manuscrito, que de costumbre permanecía bastante desligado del texto, dando al lector la
oportunidad de entender por qué razón la obra se encontraba en esa isla.
La presencia del sujeto lingüísticamente señalado se apercibe en los últimos dos
libros del Félix Magno en la atención que en efecto pone al lector insertando su punto de
vista en la narración e implicándolo en la narración, como por ejemplo cuando el
protagonista, hallándose sólo, siente nostalgia de sus amigos y se nos proporciona un
comentario sobre el valor de la amistad:
que así como los coraçones de los que mucho aman la tristeza que en el estremo de lo hondo
del abismo sienten, porque allí cualquier disfavor, por pequeño que sea, los echa, así mismo
cuando favorecidos se veen, les parece que de la gloria más alta que en este mundo ay gozan.
Pues dexando estas razones para quien mucho mejor las sabrá entender que aquí las leyere
(…) (Libro IV, cap. 106).
En otra ocasión, unos momentos antes del estallar de la gran batalla final entre
cristianos y turcos, esta misma voz halla tiempo para intrometerse en la narración:
Y así los paganos como los christianos estavan todos muy aparejados y parecían todos tan
bien que quien por escriptura lo uviese de poner lo uno e lo otro, sería començar cosa que
jamás acabar se pudiese. Porque la gente era tanta y los cavalleros e príncipes de todas partes
e las armas de tantas devisas que más que imposible sería podello todo por estenso dezir, e
por esto será escusado que el leyente ponga por esto culpa a quien esta historia trasladó y
escrivió. Porque también, allende de la desculpa que en esto á dado, le disculpa la prolixidad
que ponerse en dar entera cuenta de todo fuera a todos los que esta historia leerán (IV, cap.
130).
En el texto el autor dio prueba de cuidar a su público insertando en la narración
tanto al lector prefigurado como al lector implícito, pero posiblemente no tuvo el éxito que
merecía puesto que el Félix Magno no se volvió a imprimir después de 1549 y no se
escribieron continuaciones, aunque se consideró digno de exportación ya que los dos
primeros libros fueron traducidos al italiano por Camillo Camilli en 1587. Huella de un
lector de carne y hueso la hallamos en el ejemplar incompleto del Tercer Libro conservado
en la Biblioteca di Viena en la que un meticuloso lector ha copiado a mano el último folio
recalcando la moda editorial caballeresca. Puesto que la escritura ocupó sólo la primera
mitad del folio, se utilizó la otra mitad y el verso del folio aparentemente para pruebas
caligráficas, pero más detalladamente para una experimentación poética con ecos
intertextuales. En seguida las claras letras "A don Quixote" nos orienta hacia la obra
maestra de Cervantes y pronto reconocemos unos calcos del soneto titulado "Diálogo de
Babieca e Rocinante" puesto al principio de la obra cervantina entre otros poemas
dedicados "Al libro de don Quijote de la Mancha" y ficticiamente escritos por personajes
de libros de caballerías. Otros versos entrecortados nos encaminan en nuestra labor de
investigación hacia la época de Felipe de Austria y de su hermano natural Juan de Austria
(1545-1578) que participó en la batalla de Lepanto en 1571. Más que a las crónicas, la
referencia probablemente vuelve al Don Quijote y precisamente a la historia del cautivo de la
Primera Parte en la que hallamos los hechos históricos, incluso el Gran Turco Selín,
mencionados por el misterioso lector. Además se reconoce nada menos que repetido dos
veces el nombre "Mariatorner", quizás eco de la criada asturiana Maritornes que hallamos
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en la venta de Palomeque. Estas anotaciones, escasas con respecto a otros libros de
caballerías glosados estudiados por José Manuel Lucía Megías, nos llevan a deducir que el
posesor de esta copia del Félix Magno era un lector "genérico" que posiblemente amaba
estos libros quizás gracias al suceso del Don Quijote. Una vez más hallamos prueba que lejos
de haber producido la muerte de los libros de caballerías, la obra de Cervantes solía
acostarse a los libros de caballerías y nuestro lector efectivamente los considerava
pertenecientes al mismo género puesto que respondían a su gusto por las hazañas
caballerescas.
Claudia Demattè
Universidad de Trento
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Criterios de edición
Se edita el texto de los libros Tercero y Cuarto del Félix Magno de la edición que en
Sevilla imprimiera Sebastián Trugillo en 1549 conservado en la biblioteca Estense de
Módena con la signatura  & 5 1, por ser la primera conservada integralmente. El texto
conservado en Módena aparece en un único volumen, reuniendo de hecho todos los cuatro
libros del Félix Magno, pero hay que subrayar que los dos primeros libros salieron de la
imprenta sevillana de Sebastián Trugillo el día 30 de abril de 1549 mientras que el tercero y
cuarto aparecieron el cuatro de julio del mismo año. Por esta razón los consideramos como
dos volúmenes independientes y consecuentemente los editamos divididos en dos tomos.
En la presentación del texto se siguen los siguientes criterios:
a) gráficos: se regulariza el uso de u e i (valor vocálico), frente a v e j (valor consonántico).
La grafía y se mantiene sólo en el caso de la conjunción copulativa; en todos los demás
casos se transforma en i para indicar su valor vocálico (reina, historia, Irlanda). Se respeta
el consonantismo del texto, incluso en sus alternancias como la nasal (-m- o -n-) ante
bilabial (-p-, -b-) excepto cuando se trate de unos casos concretos (tam bien comparativo-, tam buen, em pos, em poridad, tam presto, em paz, sim par, em balde) donde
hemos decidido enmendar sin indicarlo en el texto (tan bien, tan buen, en pos, en poridad,
tan presto, en paz, sin par, en balde). La consonante h se mantiene en su presencia o
ausencia con respecto a la forma del español actual, así como los grupos cultos ph
(Seraphia), pt (escripto), ct (sancta). Los cambios que se han llevado a cabo son los
siguientes: normalización del grafema q- según la grafía moderna (así se mantiene que,
pero no qual); simplificación de las consonantes geminadas (assí pasa a así); sustitución
de la letra ch en contextos velares por el digrama qu (Archía se muda en Arquía).
b) Se desarrollan las numerosas abreviaturas sin indicarlo en el texto; se interviene
normalizando el uso de mayúscula y minúscula, y la separación y unión de palabras
según los criterios actuales. Las vocales elididas se sustituyen por el apóstrofe (del por
d'él, andaca por and'acá) a no ser en el caso de nos sustituido por n[o] os. El signo
tironiano se transcribe por e.
c) La acentuación sigue las normas vigentes, si bien se diferencian las parejas: a
(preposición)/ á (verbo); e (conjunción)/ é (verbo), vos (complemento)/ vós (sujeto), nos
(complemento)/nós (sujeto) y se acentua ál con valor de 'otra cosa'.
d) La puntuación del texto, mantenida en la medida posible, presenta únicamente el uso
de tres signos: punto [.], paréntesis [()], los dos puntos [:] y el signo [/]. Estos dos
últimos se sostituyen con la coma [,] por representar una pausa menor, mientras que se
respeta el uso de la pausa mayor y de los paréntesis que marcan los breves incisos.
e) Se corrigen las erratas evidentes del texto, respetando las vacilaciones en las formas
léxicas de los nombres propios, antropónimos y topónimos; se han indicado entre
paréntesis cuadrados ([]) las enmiendas que hemos llevado a cabo, y entre ángulos (<>)
las letras que deben ser suplidas para una mayor comprensión del texto.
f) Los cambios en la foliación se indican a comienzo del folio, cambiando la numeración
romana presente en el texto con aquella árabe e indicando si es recto o vuelto. Se
completa el texto con una “tabla de capítulos” recogiendo todas las epígrafes en el
texto, ya que no figura en la edición de 1549.
© Centro de Estudios Cervantinos
Félix Magno III-IV, edición de Claudia Demattè (2001)
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