22 Permisos De Exploración Minera Están A La Espera De Ser

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22 Permisos De Exploración Minera Están A La Espera De Ser Aprovechados
Extracción De Oro Retoma Fuerza En El País
Luis Valverde
8/28/2006
La fiebre por extraer oro empieza a resurgir en Costa Rica debido a que grandes empresas,
especialmente extranjeras, ven en las tierras nacionales la posibilidad de aprovechar este brillante
negocio. A pesar de que en la actualidad solo la mina Bellavista, ubicada en Barranca de Puntarenas,
a cargo de la empresa canadiense Glencairn Gold Corporation, se encuentra en plena operación, 22
proyectos cuentan con el aval para iniciar la extracción.
A partir de enero y luego de un largo proceso burocrático, arrancará la construcción de una nueva
planta de extracción de oro en la zona de San Carlos.
Se trata del proyecto Crucitas, el cual está a cargo de la compañía Industrias Infinito, cuya casa
matriz es la también canadiense Vanessa Ventures.
Ambas minas no serían los únicos sitios de exploración y explotación que podrían existir en el país.
El Registro Nacional Minero en el Ministerio del Ambiente y Energía (Minae) contabiliza 22
permisos de exploración vigentes en distintas zonas del país, los cuales podrían ser retomados en el
momento en que sus solicitantes así lo deseen.
Estos avales fueron entregados desde 1993 hasta 2002, año en que la administración Pacheco
publicó un decreto de moratoria minera mediante el cual se prohibió otorgar nuevos permisos para
cualquier tipo de cantera o movimientos de tierra de gran magnitud.
La actual administración ha asegurado que avalaría la exploración tanto minera como petrolera; no
obstante, hasta el momento, el decreto promulgado por el gobierno de Abel Pacheco no había sido
derogado, según confirmó José Francisco Castro, encargado del departamento de Geología del
Minae.
Aun así, a pesar de que esa reglamentación se encuentra vigente, los permisos ya fueron otorgados,
por lo que se podría solicitar su reactivación en cualquier instante.
En su mayoría, las solicitudes se encuentran inscritas en la región de San Carlos, así como en
Naranjo, Miramar y algunas partes de la zona sur.
Industrias Infinito posee al menos nueve de esos permisos en los alrededores del lugar donde se
instalará su mina, a pocos kilómetros del río San Juan, en San Carlos.
Si bien esta planta comenzará a construirse en enero, la mina en explotación tendría una vida útil de
diez años, prorrogables a 15, y luego podrían iniciar exploraciones en esas otras regiones, según
confirmó Jesús Carvajal, gerente del proyecto.
Desarrollar esta actividad representa una gran oportunidad para las compañías mineras.
Por ejemplo, en la planta en Bellavista producir una onza de oro costaría unos $267. En Crucitas esta
operación se estima con un costo aproximado a los $250.
Ello implicaría que el nivel de ingresos para ambas empresas -sin tomar en cuenta deducciones
tributarias- oscilaría entre $360 y $380 por cada onza producida, dado que el precio de ese metal en
el mercado internacional ha rondado los $630 por onza durante las últimas semanas.
En el ámbito general, si se cumplen las expectativas de extraer al menos 60 mil onzas anuales,
Glencairn percibiría ingresos netos -solo restando los costos de operación y sin tomar en cuenta
deducciones tributarias- por unos $22 millones al año.
Del mismo modo, la empresa Infinito y su casa matriz Vanessa Ventures percibirían una suma
cercana a los $38 millones anuales.
Esto quiere decir que en cuestión de los dos primeros años de trabajo, ambas empresas ya habrían
visto retribuida su inversión inicial en la compra de equipos y construcción de las plantas y los tajos.
Las cifras por ingresos y costos pueden variar conforme pase el tiempo, pues las ganancias
dependerán de las fluctuaciones del precio del oro en el ámbito internacional.
Precisamente en momentos en que el mercado mundial presenta inestabilidades en los precios del
petróleo, bienes como el oro toman una mayor relevancia, pues son usados como referencia.
En el país, tanto la mina Crucitas como Bellavista tienen una vida útil de entre siete y diez años, que
podrían ser prorrogados mediante un permiso del Minae.
Pese a los avales por parte del Estado, el tema ambiental es el que más polémica ha generado para el
desarrollo de esta industria.
Grupos conservacionistas se oponen a la práctica de la minería por considerarla altamente
destructiva para la naturaleza.
"Se realizan grandes movimientos de tierra que pueden desaparecer una montaña entera. Eso tiene
un gran impacto ambiental no solo por el material desplazado, sino sobre todo por los químicos que
utilizan para extraer el oro", señaló Alberto Gamboa, ambientalista.
Esta defensa ambiental incluso encontró eco en el gobierno anterior, que publicó el decreto de
moratoria basado especialmente en este aspecto.
El tema ambiental pesó tanto que se generó un conflicto de tipo judicial entre el Estado costarricense
y la empresa Vanessa Ventures. Empero, el litigio está en vías de ser levantado, debido a que el
permiso ya se obtuvo, según confirmó Carvajal.
Sin embargo, para las empresas mineras el tema ambiental está cubierto por ellas de forma adecuada,
y aseguran que los estudios de impacto ambiental garantizan una adecuada protección de la
naturaleza.
En el caso de Crucitas, la compañía aduce que se ha comprometido a reforestar las zonas de donde se
saque material. Asimismo garantiza que la extracción será superficial, por lo cual no resultará
necesario excavar a grandes profundidades.
Aunado a ello han adquirido también compromisos sociales con las comunidades, como por ejemplo
la construcción de caminos, el montaje de una subestación eléctrica para llevar electricidad a la zona
y la creación de centros de aprendizaje de cómputo, corte y confección, entre otros, con la idea de
capacitar a los lugareños para que puedan emplearlos en la mina, según Carvajal.
Del mismo modo aseguran que el sistema que se empleará garantiza la protección del ambiente, ya
que consiste en equipos especiales que deshacen el cianuro utilizado para extraer el oro de las rocas,
a nivel molecular, a fin de evitar cualquier tipo de contaminación.
En el caso de Bellavista, la empresa sostiene haber plantado ya más de 20 mil árboles en la zona, y el
compromiso es sembrar 10 mil más cada año, hasta repoblar con plantas nativas de todo el sector.
Glencairn posee unas 1.200 hectáreas en la región de Miramar que han sido utilizadas especialmente
para la agricultura. Parte de ese sector se transformaría en un bosque tropical seco y una vez que
abandonen el lugar el terreno será donado a una asociación local.
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