Tema 1 La evaluación como proceso

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Tema 1 La evaluación como proceso
Lectura 45 E. Litwin
Justifica el título de la lectura por medio de un texto no menor a una
carilla ni mayor a tres.
Letra: Arial 12, interlineado simple.
LA EVALUACIÓN: CAMPO DE CONTROVERSIAS
Y PARADOJAS O UN NUEVO LUGAR
PARA LA BUENA ENSEÑANZA
La educación ha cambiado de paradigmas, y consecuentemente con ella lo ha
hecho el concepto de evaluación. Sin embargo, en la actualidad así como
coexisten varios paradigmas en las prácticas de los docentes, también se
encuentran en la cotidianeidad de las aulas, concepciones de evaluación muy
diferentes y dicotómicas. Litwin declara que existe una “patología” en la que la
evaluación ha desplazado al aprendizaje como objetivo central del currículo y en
la que el peor de los síntomas es la motivación que se da a los alumnos: la
promoción.
Citando el concepto de “inversión” desarrollado por Díaz Barriga, quien propone
como paradoja la reversibilidad de intereses que se ponen en juego en un examen;
la autora sostiene que en “las prácticas de enseñanza, la actitud evaluadora invierte
el interés de conocer por el interés por aprobar en tanto se estudia para aprobar y
no para aprender.”
El “remedio” a este mal se encuentra en manos de los docentes quienes deben
dar el lugar a la evaluación de quien genera información respecto de la calidad
de su propuesta de enseñanza. Desde esta perspectiva, la evaluación sería tema
periférico para informar respecto de los aprendizajes de los estudiantes, pero
central para que el docente pueda recapacitar respecto de su propuesta de
enseñanza. De esta forma el fin de la evaluación no puede ser jamás, el medir los
aprendizajes de los alumnos por el contrario desde una perspectiva didáctica, “el
concepto implica juzgar la enseñanza y juzgar el aprendizaje; atribuirles un valor a los
actos y las prácticas de los docentes y atribuirles un valor a los actos que dan cuenta
de los procesos de aprendizaje de los estudiantes.”
Una paradoja es que se abordan las prácticas docentes como objeto de los
problemas que debe resolver la metodología de investigación, cuando en realidad el
problema didáctico casi no reviste importancia, no olvidemos que los docentes
solemos utilizar múltiples estrategias para enseñar un concepto y luego
pretendemos evaluarlo utilizando solamente una de ellas, que tal vez no fue la más
significativa para los alumnos. ¿Qué falló entonces? ¿El proceso de enseñanza y
aprendizaje o la propuesta de evaluación?
Durante mucho tiempo se valoró más la calificación de un curso que la
comprensión del mismo, asociando que una calificación alta correspondía a un
elevado nivel de comprensión, y lamentablemente hemos comprobado que no es
así. Lo que sí se puede comprobar con dicho método, es la capacidad de los
alumnos de reproducir información, y por ello los docentes suelen ser renuentes a
evaluar a través de la resolución de problemas abiertos ya que en esta modalidad no
hay garantías en los resultados.
Por otra parte, es imposible evaluar cada instancia, ya que el alumno se debe
tomar el tiempo que sea necesario para comprender y dicho proceso requiere
tiempos de consolidación que son personales, por eso es interesante que un
docente no de un tema por acabado en un momento del curso , ya que le quita
la posibilidad a muchos alumnos de que terminen de internalizar los significados
del mismo, e incluso, probablemente, el verdadero aprendizaje tenga lugar cuando
el alumno o la alumna se encuentren fuera del sistema o de la clase en donde sé
planteó la situación de enseñanza y si no tienen la posibilidad de rever los
conceptos posiblemente los olviden.
Se debe tener cuidado con el diseño y ante todo el propósito de las actividades
de evaluación ya que muchas de las veces las mismas se caracterizan más por
valorar aspectos subjetivos y no el objeto de conocimiento en si mismo. Un
ejemplo es tener en cuenta la prolijidad de la letra o la buena conducta al
momento de evaluar. ¿Cuál fue el propósito de este docente? ¿Qué quería
evaluar?
La autora propone considerar que “la evaluación es parte del proceso didáctico
e implica para los estudiantes una toma de conciencia de los aprendizajes
adquiridos y, para los docentes, una interpretación de las implicancias de la
enseñanza en esos aprendizajes.” Entonces, la evaluación no es concebida como
una última etapa ni como un proceso permanente. Encuentra el lugar propicio
donde se producen los conocimientos y brinda la posibilidad, a los docentes, de
generar inferencias válidas respecto de este proceso. El desafío consiste en
reconocer los momentos clave en donde una buena información acerca de las
características del aprender nos ayuda a mejorar el mismo aprendizaje, focalizando
los problemas y las dificultades que son significativos.
LA BUENA ENSEÑANZA…
Bruner afirma que la educación es “una búsqueda compleja por adaptar una
cultura a las necesidades de sus miembros y, al mismo tiempo, por adaptar a sus
miembros y sus modos de conocer a las necesidades de la cultura”. Es aquí donde
la evaluación se transforma en un lugar para la nueva enseñanza, el autor presenta
una serie de postulados que pretenden explicar el complejo proceso de
interacciones que se llevan a cabo en la construcción del conocimiento y que Litwin
utiliza para definir los propósitos de la educación.
El postulado del constructivismo reconoce la realidad como una construcción
social. La educación es una ayuda para que los niños aprendan a usar las
herramientas que permiten la creación de sentido y significado que no tiene que
ser igual para todos ya que es de carácter estrictamente personal.
El postulado de externalización afirma que aprender implica realizar ensayos,
resolver problemas, plantear preguntas. Las producciones de los alumnos implican
auténticos desafíos y permiten reconocer las dificultades, limitaciones y
potencialidades del proceso del aprender.
El postulado instrumentalista reconoce que en las escuelas siempre se ha
seleccionado un uso particular de la mente. La selección tiene que ver con las
necesidades de la sociedad respecto de los individuos que la conforman. Se
distribuyen habilidades en forma diferenciada que dan cuenta de las implicancias
políticas del accionar educativo y de las consecuencias sociales y económicas del
acto de educar. Me parece sumamente enriquecedor este aporte ya que nos permite
cuestionarnos acerca de si estamos evaluando lo que los alumnos aprenden o si en
realidad lo que medimos es el éxito o fracaso de una política educativa. ¿Cuál es
nuestra imagen de ciudadano? ¿Qué estereotipos estamos proyectando? Como bien
dijo Paulo Freire, la educación jamás será laica, pero los docentes deben ser
conscientes de ello para reflexionar sobre las propuestas pedagógicas que imparten
en sus aulas.
El postulado institucional requiere entender la escuela como institución con sus
lógicas y roles diferenciados, entre otras cuestiones. “Aprender el oficio de alumno que
implica el conocimientp de las rutinas y ritualidades, dejarse evaluar por otros y
asentir en esa evaluación como una de las prácticas más comunes.” Este aspecto
me parece crucial, ya que en mi corta experiencia como docente he comprobado
que un altísimo porcentaje de fracaso escolar se debe a la incapacidad de los
alumnos de situarse en dicho rol y no en problemas de aprendizaje de carácter
orgánico. Esto significa que, muchas veces los alumnos aprenden, y no lo
demuestran ya que ofrecen resistencia al entorno escolar y como consecuencia
sus evaluaciones siempre son desastrosas o directamente no las hacen.
El postulado de identidad y autoestima implicado, según Bruner, en todos los
demás, cobra especial significación en el campo de la evaluación, en tanto los éxitos y
los fracasos son las nutrientes principales en el desarrollo de la personalidad. Si el
objetivo es que el alumno tenga deseos de aprender, es recomendable que se
disocie el aprendizaje de la calificación.
El último postulado planteado por Bruner es el narrativo. Él señala la existencia de
dos modos de pensamiento: el lógico-científico y el narrativo. La escuela siempre dio
preponderancia al primero. Quizás encontremos en ello las razones de tantas
dificultades de comprensión. Animarse a preguntar, por parte de los alumnos,
también implica atreverse a descubrir lo que se ignora, pero conlleva a que debe
perder el miedo a equivocarse, a ser mal visto o descalificado, la gran mayoría prefiere
callar porque de esta manera no deja en evidencia sus dudas o sus errores,
impidiendo que el docente pueda intervenir pedagógicamente en ellos.
Howard Gardner (1995) señala la importancia de diferenciar los conceptos de
evaluar u examinar, la evaluación es constructiva en tanto que el examen es
calificativo. Esto implica también reconocer la importancia de evaluar simple y
naturalmente en los momentos adecuados, utilizando múltiples medidas que
favorezcan la expresión de diferentes modos de representación y con materiales
interesantes, motivadores y sensibles a las posibles diferencias individuales.
En síntesis la autora afirma que una buena evaluación requiere la formulación y
explicitación de antemano de los criterios que se utilizarán para dar cuenta del nivel de
la producción: si es una simple reproducción de información, si implica la resolución de
problemas o la aplicación de conocimientos, si se evaluará la creatividad u originalidad
en la respuesta, si es deseable el reconocimiento de niveles diferentes de análisis en lo
que respecta a la profundización temática, o si se le dará valor a la presentación y
formato del trabajo.
De esta forma será el propio alumno quien pondere su progreso al construir su
evaluación diferenciando producciones y reconociendo las dificultades por las que
atravesó para la concreción de la propuesta.
Aconseja combinar criterios y puntos de vista, pero no para reproducir la nota
anticipada, sino para entender toda la complejidad que implica el acto de evaluar.
Transformar la evaluación en un acto de construcción de conocimiento, donde cada
alumno, a partir de conocer la buena resolución, construye su propio conocimiento
referido a su actuación, contemplando sus hallazgos y sus dificultades de forma
reflexiva.
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