Botánica Floema o Liber FLOEMA O LIBER. Los elementos estructurales del floema comprenden tubos cribosos, células compañeras, parénquima liberiano y células secretoras. El tubo criboso es el elemento conductor del floema. Está formado por una serie vertical de células alargadas intercomunicadas por perforaciones de sus paredes en zonas denominadas placas cribosas. Las perforaciones pueden hallarse restringidas a áreas cribosas menores, estando contenidas varias de ellas en cada placa cribosa. Las placas cribosas pueden hallarse en las paredes transversales o laterales del tubo criboso (Fig. 17). La placa cribosa adulta está recubierta por una película de callosa, que puede engrosarse y formar un tapón o «callus» que obtura completamente dicha placa cribosa (Fig. 17, D). El desarrollo del callo puede inutilizar el tubo criboso permanentemente, pero en otros casos el callo formado en otoño se redisuelve en primavera. Los tubos cribosos adultos carecen de núcleo, pero mientras están en funcionamiento contienen citoplasma. Los tubos cribosos o liberianos pueden identificarse, generalmente, por la presencia de los callos, que dan reacciones típicas de coloración: 1. La solución alcalina de coralina colorea la callosa en rojo. 2. El azul de anilina tiñe la callosa en azul. 3. El cloroyoduro de cinc tiñe la callosa en pardo rojizo. 4. La solución de nitrato de cobre amoniacal BP no disuelve la callosa. 5. Solución de potasa. Como quiera que una solución de potasa al 1 % disuelve en frío la callosa, no debe usarse como agente aclarante si después se desea reconocer en el corte dicha sustancia. Dada su delicada estructura y ausencia de lignificación, los tubos cribosos son difíciles de observar en drogas comerciales. Los de la cáscara sagrada pueden con frecuencia detectarse, incluso en la droga pulverizada, tiñendo con coralina sodada. Se observan también, a veces, en la genciana pulverizada. Las células compañeras están asociadas íntimamente con los tubos cribosos, tanto estructural como funcionalmente. El tubo criboso y la célula aneja o compañera, derivan de una misma célula madre de la banda procambial en el floema primario, o de la célula madre liberiana derivada del cambium en el floema secundario. La célula madre liberiana sufre una división longitudinal en dos células hijas, de desigual tamaño, la menor de las cuales se convierte en la célula compañera. La célula compañera se caracteriza por su denso protoplasma, su bien desarrollado núcleo y por poseer una fina membrana celulósica. Las células del parénquima liberiano son, por lo general, alargadas axialmente, aunque pueden permanecer isodiamétricas y estar dispuestas en series lineales. Típicamente, conservan su membrana delgada. El floema contiene frecuentemente células secretoras, como en jengibre, canelas de Ceilán y China y jalapa. En el floema puede aparecer también tejido laticífero, como en la lobelia y en el taraxacon (Fig. 17, E). TEJIDOS SECRETORES. Los tejidos secretores comprenden células secretoras, cavidades o sacos secretores, conductos o canales secretores y tejido laticífero. Células secretoras se observan en el jengibre (Fig. 18, D), pimienta, macis, cardamomos, canela de Ceilán (Fig. 18, G) y de China. Las grandes células secretoras de esencia constituyen un importante carácter diagnóstico de la corteza pulverizada de raíz de sasafrás. Son frecuentes las células que contienen resinas (Fig. 18, H), oleorresinas y mucilago. En muchos endospermos de semillas aparecen células de almacenamiento de enzimas (por ejemplo, las células con mirosina de las Crucíferas). Las células de almacenamiento, las células cristalíferas y las células con tanino, se pueden considerar también bajo este título. Las cavidades o sacos secretores pueden constituirse por separación de las células y formación subsiguiente de epitelio secretor (esquizógenamente) o por rotura de las células, formando una cavidad no limitada por un epitelio definido (lisígenamente). Las cavidades secretoras esquizógenas se observan en el eucalipto y las lisígenas, en especies de Gossypium. Los productos secretados pueden hallarse en las células, antes de que éstas se rompan para dar una cavidad lisígena. Las cavidades esenciales esquizolisígenas se hallan en las Rutáceas y Burseráceas. La cavidad oleosa se desarrolla a partir de la célula madre, que sufre una división que da lugar a células hijas, las cuales se separan dejando una cavidad esquizógena central. Luego, las paredes de las células que rodean esta cavidad central se rompen, dando lugar a una secreción oleosa y la cavidad continúa creciendo en tamaño lisígenamente (Fig. 18, E y F). Las vitas de las Umbelíferas son canales esquizógenos (Fig. 18, A-C) y se presentan en tallos, raíces y hojas. Los conductos de oleo-resina de los Pinus, también son de origen esquizógeno. Conductos oleorresinosos esquizógenos que se agrandan lisígenamente aparecen en algunos miembros de las Leguminosae, como en la Copaifera. Los tejidos de látex (laticíferos) están constituidos por células o por tubos que contienen líquidos de aspecto lechoso, debido a la suspensión de pequeñas partículas en un medio líquido de dispersión, con un índice de refracción muy diferente. Las partículas en suspensión varían en cuanto a su naturaleza y pueden ser de aceites esenciales, resinas y gomas. Los alcaloides están presentes en el látex de las Papaveráceas, la enzima proteolítica papaína en el látex de la Carica (papaya), y la vitamina B, en el de Euphorbia. Las células laticíferas son típicas de las familias Euforbiaceae, Moraceae, Cannabinaceae, Apocinaceae y Asclepiadaceae. En las Euforbiaceae, las células destinadas al sistema laticífero se diferencian en el embrión. A partir de estos inicios embrionales se desarrollan las células laticíferas tubulares, ramificadas en la planta adulta. Las células laticíferas tienen paredes engrosadas, numerosos núcleos y contienen látex, en el que puede haber granos característicos de almidón en forma de pesa. Las largas y sinuosas células laticíferas de Cannabis sativa no están ramificadas. Los conductos laticíferos también se forman por fusión parcial o completa de series longitudinales de células. Se presentan en Convolvulaceae y Campanulaceae y en el suborden Liguliflorae de las Compositae. Las Papaveraceae poseen elementos laticíferos intermedios en su estructura, entre las células laticíferas y los vasos. Los conductos laticíferos de Ipomoea se componen de filas longitudinales de células que conservan sus paredes transversales. Una disposición similar se halla en la Sanguinaria. En el género Chelidonium, las partes laterales de las paredes transversales persisten; en los géneros Papaver y Argemone hay sólo una leve evidencia de las paredes transversales originales. Los tejidos laticíferos en las Liguliflorae toman la forma de una serie continua de conductos no segmentados que se hallan normalmente en el líber primario y secundario. El Taraxacum ofcinale (Fig. 17, E) muestra zonas concéntricas de vasos laticíferos anastomasados en el liber, tanto del rizoma como de la raíz. En general es difícil o imposible determinar la forma de originarse de los tejidos laticíferos, como no sea siguiendo su desarrollo desde los estados embrionarios o de germinación. Otra dificultad para diferenciar los elementos de naturaleza laticífera procede de su asociación en algunas plantas con idioblastos que contienen taninos, mucílagos, etc., y del hecho de que pueden asimismo aparecer productos laticíferos en canales esquizógenos. http://www.loseskakeados.com