palabras pronunciadas por el Cónsul General

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Discurso pronunciado por el Cónsul General, Ricardo Martínez
Vázquez, con motivo del homenaje realizado a España en la
Sinagoga Sefardí Beit Yaacov de São Paulo
Sábado 17 de septiembre de 2016
El 31 de marzo de 1992, cinco siglos después de la salida de los judíos
españoles de su tierra, Sefarad, el Rey de España Juan Carlos I se reunió con
la comunidad judía española en la Gran Sinagoga de Madrid y con
representantes de todas las comunidades y organizaciones judías sefarditas
del mundo, con el Presidente Herzog de Israel como testigo privilegiado.
Apenas cinco años antes, en la Sinagoga de los Ángeles, Don Juan Carlos
había lanzado la creación de la Comisión Sefarad 92 para propiciar el
reencuentro con los judíos de Sefarad y establecer un diálogo fraternal como
correspondía a nuestra historia compartida.
El Rey proclamó su emoción por el reencuentro con los judíos españoles
para los que siempre sería su Rey y lo quería proclamar al cumplirse los 500
años de aquel terrible desencuentro. Para ponerle fin, para siempre.
El Rey de España, de Sefarad, rindió un emotivo y sentido homenaje a la
fortaleza de espíritu y a la capacidad de conservar su raíz cultural de los
hispano-judíos que, fieles a su fe y a sus tradiciones, tuvieron que salir de su
patria. Quinientos años después, vivimos en libertad con diversidad, pluralismo,
libertad religiosa y de conciencia. Y es hora del reencuentro para siempre.
Ya durante años fueron muchos los que retornaron a Sefarad tímidamente y,
como dijo el Rey, poco a poco se fue colmando el vacío de vuestra ausencia. Pero España, Sefarad, tenía que dar un paso más y el Rey llamó a todos a dar ese
paso. Y los rabinos Yudah Benasuly y Haham Salomón Gaón bendijeron al Rey
de Sefarad, en ladino, en la Casa de Jacob; y el Presidente Herzog elogió a la
España moderna. Ese día inició el cambio de la historia para los hispano-judíos.
Muchos judios sefardíes y muchos españoles trabajaron juntos hasta llegar
al histórico día 24 de junio de 2015. Porque ese día se aprobó la Ley que
concreta aquel compromiso del Rey en 1992, la Ley de concesión de la
nacionalidad española a los sefardíes originarios de España, desarrollada por
la Instrucción de 29 de septiembre de ese mismo año.
Poco después, el 30 de noviembre del año pasado y para celebrar la
importancia de este momento histórico que se abre con el reconocimiento de la
nacionalidad española a los españoles que tuvieron que salir de su patria hace
más de 500 años, el Rey -ahora Felipe VI- recibió a los representantes de las
comunidades judías de España en el Palacio Real y estos le ofrecieron un
regalo con una gran carga simbólica una vieja llave del siglo XV que
simbolizaba la memoria de sus antepasados en la bendita tierra de Sefarad.
El Rey subrayó especialmente la página de la historia que se estaba
escribiendo y reafirmó su deseo profundo de que todas esas llaves vuelvan
cuanto antes a abrir las puertas de España a los hijos de Sefarad. Y que
regrese al tronco común de la nación española una de sus ramas, querida e
ilustre, que en su día fue tristemente separada.
Dice la propia Ley: "los hijos de Sefarad mantuvieron un caudal de nostalgia inmune al devenir de las lenguas y de las generaciones... en el lenguaje de
sus ancestros remedaban los rezos y las recetas, los juegos y los romances.
Mantuvieron los usos, respetaron los nombres que tantas veces invocaban su
origen y aceptaron sin rencor el silencio de la España mecida en el olvido".
Y sólo queda añadir, junto a la palabra "reencuentro", la "gratitud".
Queridos hermanos sefardíes, gracias por vuestra lealtad y por guardar como
un preciado tesoro vuestra lengua -el judeoespañol o djudezmo y la haquetía- y
vuestras costumbres, que son las nuestras. Y gracias por haber hecho
prevalecer el amor sobre el rencor y por haber enseñado a vuestros hijos a
amar esta patria española.
Con esta Ley queremos expresaros que contamos con vosotros para
caminar juntos, todos como ciudadanos españoles, para hacer una España
mejor, como ya hicieron Maimónides o Aben Ezra y tantos otros... Dice un
antiguo proverbio sefardí que "quien no tiene casa es vecino de todo el
mundo". Ahora ya podéis estar de nuevo en vuestra propia casa, en vuestra
patria, en vuestro hogar para siempre.
Shalom.
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