Miradas de Mujeres; Noelia García

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MIRADAS DE MUJERES
NOELIA GARCÍA PÉREZ
RECENSIÓN:
Hasta el siglo XVI, la mujer vivía relegada en un segundo plano durante toda su vida, primero a la sombra del
padre o algún hermano y después bajo la del esposo. Su formación estaba censurada y enfocada a su papel
como madre y esposa. Podemos encontrar la marginación de la mujer en libros como el Génesis donde la
imagen de ésta, es la de una mujer desobediente en perjuicio del hombre. Así, podríamos citar una gran lista
de escritos realizados a lo largo de toda la historia, donde encontraremos datos acerca de la educación de la
mujer y su marginación respecto del hombre.
Jacob Burckhardt en La cultura del Renacimiento en Italia 1860 dijo que para la comprensión de la alta
sociabilidad del Renacimiento era esencial saber que la mujer era igualmente estimada que el hombre. Pero a
esto hay que contraponer las palabras de la monja veneciana Arcángela Tarabotti que dijo que las mujeres
encontraban enormes obstáculos para escribir sus ideas y hacerlas públicas.
Entrados en este siglo de humanistas, todavía la mujer no había adquirido independencia por parte del marido
o del padre, aunque podía elegir en ocasiones y adentrarse en el mundo del saber, renunciando a lo primero
pero condenada al desprecio.
Existe un enorme vacío historiográfico femenino donde encontrar estudios del papel de la mujer en el mundo
del patronazgo artístico porque siempre han sido los hombres los que han escrito sobre y para las mujeres.
Pero también existe un vacío de estudios contemporáneos que se dediquen a este tema, no es hasta la década
de los ochenta cuando empieza a crecer el número de tesis tratando el patronazgo artístico femenino.
La realidad socioeconómica de la mujer en el Renacimiento se vio afectada por la reforma de leyes
matrimoniales que restringieron aún más sus libertades y sus capacidades, a lo que Joan Kelly dice que es un
retroceso respecto de la Edad Media.
En cuanto a la educación que se les daba a las mujeres, difiere de unas familias a otras. En algunos casos se
les enseñaba a no sobresalir por encima del hombre (marido, padre o algún hermano), en otras ocasiones
recibían la misma educación que sus hermanos como el caso de Gianfrancesco Gonzaga que educó a todos
por igual.
La doctrina de Erasmo era liberal en cuanto a la educación de la mujer pero todavía consideraba, junto con
Vives y Moro, que existían ciertas diferencias con el hombre
Silencio y castidad eran los rasgos de admiración de la mujer en el Renacimiento, por eso ante esta situación
es en el patronazgo donde las mujeres encontraron el vehículo mas apropiado para mostrar su riqueza y su
estatus y también como escape a una creatividad frustrada.
Sus inicios en la promoción de obras de arte quedaron circunscritos dentro de la familia o la iglesia.
La mayoría de mujeres que emprendieron el ejercicio de la promoción artística de manera activa, comenzaron
ejerciendo un patronazgo pasivo, con la aprobación masculina. En el caso de Leonor de Toledo, ella fue
ganando confianza en el transcurso de su matrimonio, pero en el caso de Mencía de Mendoza, ésta, disfrutó de
libertad, aunque tarde, al enviudar y bajo el amparo de las leyes de Castilla.
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En este último caso encontramos lo que se ha llamado patronazgo activo condicionado, ya que ella tuvo que
elegir el diseño de la tumba de sus padres, los Marqueses del Zenete, conforme a ellos les hubiera gustado y la
moda de la época, porque para su sepulcro eligió otro completamente distinto y mucho mas sobrio y sencillo.
Fueron muchas las mujeres que utilizaron el arte en beneficio propio, creando o redefiniendo iconografías que
les permitieran afianzar su posición política como son los ejemplos de Margarita de Austria, Catalina de
Medici, Juana de Austria, María de Hungría, Isabel I de Inglaterra o Isabel Clara Eugenia.
Lo que mueve a la mujer al patronazgo, son tres factores principales: razones piadosas, dinásticas o familiares
y poder y estatus. Empezaron decorando el palacio que era una ocupación casi de obligación y pasaron al
ámbito religioso porque así podían actuar públicamente ya que esto les estaba prohibido.
En el contexto familiar lo utilizaron con el fin de promocionar y defender el patrimonio del linaje, con lo cual,
el retrato es el género que cultivaron y los sepulcros, la tipología arquitectónica a la que se dedicaron.
En estas manifestaciones encontraron una vía de escape a sus ambiciones particulares.
En el contexto religioso, la posibilidad de donaciones, le hacía partícipe en la creación de iniciativas culturales
y artísticas de carácter público reservadas inicialmente a una minoría masculina.
A pesar de la marginación al campo religioso y doméstico, muchas mujeres compraron y remodelaron
edificios como son los casos de Leonor de Toledo con el Palacio Pitti, la construcción de los palacios de
Binche, Turnhout y Mariemont, por María de Hungría. También las reformas realizadas en los Palacios de
Coudenberg y Bruselas por María de Hungría e Isabel Clara Eugenia
Ante estos hechos debemos preguntarnos si existe un patronazgo como expresión de los gustos e intereses de
las patronas y si de alguna manera influyó esta experiencia, en la formación de ciertos estilos e iconografías.
¿Existió una estética femenina?
Catalina de Médicis fue viuda con funciones de gobierno y patronazgo activo. En cuanto a la iconografía con
la que se representó, aparecía vestida de negro, en señal de luto y representada como Artemisa. Este alter−ego
le sirvió para erigirse como ejemplo de mujer que tuvo que hacerse sola, con el poder de su marido, al quedar
viuda.
Las patronas femeninas inventaron, redefinieron y remodelaron iconografías tradicionales para promover una
perspectiva femenina distinta que reflejara su historia y su estatus. Hemos de recordar que el hecho de tener
una educación distinta del hombre, hizo que vivieran distintas experiencias vitales.
Los temas que preferían eran los mitológicos y religiosos en especial los temas marianos ya que se
identificaban como madres. A la vez estas pinturas les servían como amuletos, les otorgaban un poder
milagroso, como protección y suerte a la hora de los alumbramientos.
Es tan pequeño el porcentaje de mujeres que ejercieron el patronazgo y tal la diversidad de motivos que las
llevaron a desarrollar estas labores, que resulta dificilísimo encontrar unos parámetros comunes, que
motivaran a estas patronas a decantarse por un estilo, género o iconografía concretos, y a su vez opuesta a los
gustos masculinos, para que nos permita asociar a la mujer con un estilo o género propiamente femenino.
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