La cocina de las monjas alcanzo su máximo esplendor en la ciudad

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Maxwell Bloch
“La cocina de las monjas alcanzo su máximo esplendor en la ciudad de puebla. La
cocina conventual poblana de los siglos XVII, XVIII, y XIX fue el dulce llevado a
extremos celestiales.”
Siglo XVI
Mediados del siglo XVI
1535 empieza el periodo del virreinato
que durara los siguientes tres siglos,
trayendo con ellos nuevas formas,
productos, técnicas, y utensilios
gastronómicos creando el mestizaje
entre la comida barroca y la
prehispánica.
1570 se fundó el primer convento de
Santa Clara en México.
Nace la cocina compartimentada la cual
consiste en asignar una habitación para
casa uso gracias a la carencia de
espacio para realizar todas las labores
dentro del convento. Estas cocinas
domesticas servían como modelo para
la estructura básica de las cocinas
dentro de las casas. Estas cocinas se
caracterizaban por sus azulejos
barrocos y la presencia de utensilios
como metates, molcajetes, infinidad de
ollas de barro, fogones pintados de
rojo, cucharero de madera, barriles
para aguas frescas y las ollas
dispuestas en la pared.
Se establecen los precios de los
productos y de las preparaciones.
Siglo XVII
Se generalizó el uso de fogones,
elevados y adosados a los muros, entro
de las cocinas conventuales. La
mayoría de las cocinas conventuales
elaboraban muchos platillos como los
alfeñiques, los antes, pipianes, moles,
los bizcochos, los flanes, las pastas y
galletas, las empanadas, las frutas en
almíbar, conservas, la cajeta, el
rompope y lo más importante la
elaboración de dulces.
Se crearon las fondas para quienes no
podían comer en familia. Estas eran de
ambiente popular y ruidoso, puestos
callejeros, e incluso comedores de
colegios y conventos, que aceptaban
gustosos a los comensales.
Crean en el convento de santa rosa el
mole tan emblemático que hoy
conocemos como mole poblano,
producto del mestizaje e la cocina
barroca y la prehispánica.
El mobiliario alcanzo su mayor
esplendor. Los comedores eran
alumbrados con velas de sebo o de
cera en candelarios de plata, talaveras,
destacaba la preferencia por los
muebles orientales y europeos, en las
paredes se colgaban buenos cuadros
artísticos, en su mayoría religiosos.
Mediados del siglo XVII
Se popularizaron las charolas de laca
que se colgaban en la pared. Tenían
muchos usos como bañar al recién
nacido hasta servir como recipiente
para la ensalada de nochebuena.
La capital del virreinato contaba como
15 fundaciones religiosas en las que
vivían alrededor de mil mujeres,
exclusivamente españolas y criollas. En
este convento es donde ocurrió el
mestizaje gastronómico entre la comida
barroca y la comida prehispánica.
Se crearon nuevos tipos de fogones
dentro de los conventos forrados
totalmente de azulejos blancos y
azules.
Siglo XVIII
Se decretó por orden real la vida común
fuera establecida en todos los
conventos.
Se crean varios avances en la
tecnología culinaria. Por ejemplo: el
empleo de más o menos brasas de
carbón para controlar la temperatura, la
costumbre e cocer con lumbre por
abajo y por arriba sin utilizar el horno, la
utilización de la masa de maíz para
sellar la tapa de la olla de manera
hermética, antecedente e la moderna
olla de presión, el uso de tepalcates
calientes sobre la cubierta del guisado
para mantener su temperatura, y el
empleo de planchas de fierro para dorar
por encima algunos postres.
Se popularizan los recetarios y los
libros de cocina
Se remodelaron mercados establecidos
el siglo anterior
Siglo XIX
Se termina de construir El Volador, este
era el centro de distribución de
mercancías más importante de la
ciudad de México.
Los productos derivados de la
ganadería ocuparon el primer lugar en
los tianguis.
Se popularizo el pan dulce
El comercio de diferentes productos
fluía libremente.
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