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S%,gracias a los datos que los papiros localizados en Oxyrhyncus y Antinoe
nos han suministrado para colmar las lagunas que existian en el manuscrito w m u m s .
Parece inútil insistir en las enormes perspectivas que Gayo nos ofrece con su o b r a
en tema de "cara de interpolacioiier", dado que la obra no fue alterada por los
compiladores birantinos, no obstante la existencia de numerosos glosemar que pululan
espenalmente en los tres primeros comentarios.
En la introducci6n. el traductor aborda en primer termino los datos pertinentes
para la formaci6n de una biografia de Gayo. concluyendo de las referencias que el
jurista romano hace de algunos emperadores -1.11.195 y D.34.5.7.pr-, que debi6
haber nacido entre los años 106 y 121 de nuestra era. Seguidamente parece adoptar.
a pagina xiv, la conocida tesis de Honor6 en el sentido de que Gayo fue un ciudadano
mmano que enseñ6 en provincia, quizá por discrepaticias con el emperador Adriana,
conjeturando que la ú!tima ciudad de su actividad seria tal vez Berytus: por lo q u e
Justiniano le llama Goius hrosfcr. Es notorio empero quc la tesis tradicional ha considerado a Gayo un jurista provincial. que q u i d nunca estuvo en Roma lo cual. iio
obstante, no se concilia con el uso de cierros ejemplos usados por el propio Gayo
en su texto. talc. como sinavir nx Ario vcnerit, D.28.5.33. VCase tambien D.45.1.74.
En u n s e p n d o punto, de la misma introducci6n, nos recuerda Alfredo d i Pietro.
lar viricitudes que llevaron al descubrimiento feliz para la romaní~tica,de la obra
de Gayo y de los continuos esfuerzos realizados hasta la fecha para su integración
con los auxilios papirol6gicos citados. Se destaca tambien el interbs relativo de los
fragmentos localizados en Autun, Francia, constantes de 19 fojas que no parecen ser
sino un epitome de la obra, de dificil lectura por sus caracteres semionciales y sus
extrafias y equivocar abreviaciones. Pasa despues el profesor Di Pietro a ocuparse
del valor de las Instifurioncr, expresando con justo acierto que Gayo no se nos presenta
c a n o un gran jurista -que probablemente ni siquiern gor6 del iur publicum vespondendi-, sino como u n gran didacta del derecho. Esta observaci6n nos parece de sumo
intcrts. pues eii efecto Gayo no figur6 en In tradicibn jurisprudencia1 a nivel legislativo antes de la Ley de citas y su celebridad empero debió obedecer a sus continuw
y fructiferos esfuerzos de sistema, que como veremos perduran en nuestra tradición
legislativa. Es de lamentarse, sin embargo, que en la introducción de la obra que
nos ocupa, el profesor Di Pietro n o aborde estas cuestiones de sisremitica. &te es,
a nuestro entender. el aspecto mis interesante que ha sido descuidado por la doctrina a pesar de las ideas esbozadas por Gaetano Scherillo en el citado congreso romanistico, de las estudios de Albertario contenidos en el volumen v de rus escrito^ y de
las notas formuladas por S. Solarzi en honor de Arangio Ruiz; y es que la romanistica
contempodnea ha olvidado hacer, en este terreno, las importantes referencias que se
imponen hacia el derecho positivo. La importancia de esta cuesti6n ei muy grande
no "610 por el influjo enorme que durante casi dos milenios h a ejercida e n lar
sistemas de ensefianza del derecho privado, sino porque ha informado y sigue informando la sistemitica de nuestros códigos de derecho "vil y mercantil.
Gayo divide su primer comentario en dos secciones. En la primera trata una serie
de nociones generales que se encuadran en la temdtica de lar fuentes formales del
derecho romano y que en cierta medida corresponden a las disposiciones preliminares
de nuestros códigos. Casi parece ocioso apuntar la intensidad de las influencias del
pensamiento helenico no sólo en este aspecto, sino en toda la estructura de la obra.
Civmos simplemente: 1. La divisi6n de las fuentes de las obligaciones y de los delitos
que hacen pensar en el metodo seguido por Aristóteles, Etice nicomaquen, 1151;
cn un
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RESERAS BIBLIOCRAFZCAS
'2. Las constantes referencias que Gayo hace a la naturalir ratio. 1. 89 y 189, 11. 65,
o9 y 79. 111. 154, etcCtera; 3. La frecuente insistencia en l a conceptos de w t u r o
oequilotú., nnlura socirtntis, etcttera.
La segunda parte del primer comentario la destina Gayo al derecho de las pcmonas.
tratando en la última parte de la problemática del derecho de familia, y termina
con la tutela y la curatela, institutos que hoy en dia parecen desplazarse hacia otraa
,esferas del derecho.
En el segundo comentario aborda Cayo el derecho d e las cosas y 10s modos d e
adquirir la propiedad infel- vivos y causa mortir por vía testamentaria. Interesa
precisar que en 11. 69 se refiere Gayo a la ocupación bClica, asunto de derrcho interaiacional más ampliamente tratado en el Digesto y en el Código. Este último aspecto
nos revela cómo en el siglo ir de nuestra era aún se encuentran cuestiones extrañas
a l derecho civil en las Instituciones. es decir, que su proceso de individuación, si
bien niiiy avanzado, aún no se habia consumado del toda.
EL comentario tercero lo dedica Gayo a la adquisición de las cosas c a w morfi
por la llamada via legitima, siguiendo despues con el examen especial de las fucnter
d e las obligaciones en donde injerta, no muy puramente, la teoria general de las
mismas.
En el cuarto y final comentario Gayo trata de la materia acciona1 correspondiente
al sistema per formulas. antecedido de breves y fragmentarias noticias sobre el sistema
de las acciones de la ley, materia especialmente oscura para nosotros por el estado del
manuscrito.
La sistemática general de la obra nos parece una gran innovación para el estado
.de cosas en el que aparece, si bien no está exenta de algunos aspectos censurables
a la luz de nuestros ojos dogmáticos:
1. (Resulta adecuado mezclar en un mismo comentario la sucesión legitima con las
obligaciones?
11. Falta visiblemente un desarrollo completo de la teoria general de las obligaciones.
111. Lar acciones, clave de todo el sistema clásico romano, aparecen al final de la
obra, etcétera.
Es internante comparar la sistemática gayana con el llamado metodo pandectistim.
Recordcmas antes, las enigmáticas omisiones respecto a institutos que seguramente
.conoció Gayo como la dote, la prnercriptio l m g i tcmporir, el pignus, la hypothcca, la
qucrclla inofficiosi testamenti, los contratos pretorios, etcétera.
Aun despuCs de que parece haber pasado el impacto de la sistemdtica debida al
.pandectismo, la tripartición del sistema gayano: personas, cosas y acciones, sigue
informando lo estructura de la docencia. Nosotros hemos considerado en los p r o ~ c t m
.de reforma a los cursos de derecho romano que la materia de acciones debiera
preceder al resta d e las instituciones, como se hace ya tiempo atrds en la mayor parte
de las Universidades europeas, que siguen el sistema pandectista a cinco partes: las
acciones en la parte general, incluyendo al sujeto de derecho, objeto de derecho y
negocio juridica; derecho d e las personas; derecho de bienes; obligaciones y derecho
sucesorio. No es Csta, sin embargo, la sede para entrar en la justificación de tales ideas.
Jase de Jesús LWFSMA UNBE
Profesor de la Facultad de Derecho
d e la UNAM
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