La agricultura, motor del crecimiento y de la reducción de la pobreza

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LA AIF EN ACCIÓN
La agricultura, motor del crecimiento y de la reducción de la pobreza
L
a agricultura es imprescindible para alcanzar los objetivos de reducción
de la pobreza a nivel mundial. Constituye todavía el sector productivo
más importante en la mayoría de los países de ingreso bajo, muchas veces
por lo que se refiere a la parte que representa en el producto interno bruto
(PIB) y casi siempre por el número de personas a las que da empleo. En los
países donde la agricultura ocupa un lugar importante en el empleo total,
el aumento general de los ingresos agrícolas es condición necesaria para
estimular el crecimiento del conjunto de la economía, incluidos los sectores
no agrícolas que venden sus productos y servicios a la población rural. Las
investigaciones han demostrado que cada dólar de crecimiento procedente
de productos agrícolas vendidos fuera de la zona local en los países
pobres de África genera un segundo dólar de crecimiento rural local como
resultado de los gastos adicionales en servicios, manufacturas, materiales
de construcción y alimentos preparados.
Recientemente, la agricultura se ha desarrollado a ritmo acelerado debido a un
entorno normativo más propicio, el mayor gasto público y la renovada cooperación
estratégica de la comunidad internacional. La Asociación Internacional de Fomento
(AIF), el fondo del Banco Mundial que entrega donaciones y préstamos sin intereses
a los países más pobres del mundo, ha contribuido significativamente a esa
tendencia en dichas naciones, en particular en África. Ello se debe a su combinación,
excepcionalmente coordinada, de recursos financieros, conocimientos técnicos
y apoyo a mejores políticas. La institución ha fomentado también un considerable
desarrollo de conocimientos especializados para hacer frente a los nuevos desafíos
que se presentan en este sector como consecuencia de las nuevas oportunidades
(como el crecimiento de los mercados para productos tropicales de alto valor) y las
nuevas amenazas (como el rápido aumento del precio de los alimentos, la gripe
aviar y el cambio climático) que han surgido.
En 2008, debido a una combinación de factores, las existencias mundiales de
alimentos (en valores per cápita) se encontraban en uno de los niveles más bajos
que se hayan registrado luego de un sostenido descenso que comenzó a fines
del decenio de 1990. Asimismo, a principios de ese año se habían producido
alzas considerables en los precios de los cereales, lo que dio lugar a marcados
aumentos en los costos de los alimentos básicos en muchos mercados de países
en desarrollo. El precio de los insumos utilizados en la producción de alimentos,
como combustibles y fertilizantes, se había triplicado en los 18 meses posteriores
a enero de 2007. Este fenómeno renovó el interés en la agricultura y dio lugar
a la búsqueda de soluciones integradas para abordar el problema de la seguridad
alimentaria y así mitigar los efectos adversos del alza de los precios. Para
enfrentar esta crisis y el desarrollo rural, la AIF ha proporcionado una considerable
cantidad de recursos adicionales a los países mediante nuevas operaciones
o la reestructuración de operaciones existentes.
CONTRIBUCIÓN DE LA AIF
Fomento del crecimiento agrícola
Mayor volumen de financiamiento
El impacto positivo de la asistencia de la AIF en
la agricultura resulta obvio cuando se compara
el desempeño de este sector en los países que
recibieron financiamiento agropecuario con los que
no lo recibieron (Cuadro 1). Naturalmente, estos
resultados se ven también afectados por medidas
y acontecimientos que escapan a la influencia del
Banco Mundial. Puede haber también lo que los
economistas denominan “sesgo de selección”:
los países que piden fondos para esa actividad
tienen en conjunto mayor probabilidad de contar
con buenos recursos agrícolas y de impulsar el
crecimiento agrario, con y sin financiamiento,
que los otros países.
En los últimos nueve años, las asignaciones de la
AIF a la agricultura fluctuaron entre US$305 millones
en el ejercicio de 2000 y US$2.160 millones en
el de 2009, lo que revela una fuerte tendencia
ascendente en el financiamiento durante ese
período. Si bien las cifras aumentaron de manera
sostenida, la parte de la agricultura en el total
del financiamiento de la Asociación se mantuvo
estable en torno al 9% en el período de los
ejercicios 2004 a 2008, pero se disparó a 16% en
el ejercicio de 2009. África al sur del Sahara
recibió la parte más considerable de los recursos
para la agricultura (55% en los ejercicios de 2005
a 2009, frente al 44% en los ejercicios de 2000
a 2004), mientras que Asia meridional fue el
segundo mayor beneficiario.
Desde el ejercicio de 2000, el riego y el drenaje,
además de la agricultura en general, representan
en conjunto alrededor del 60% del financiamiento
de la AIF para la agricultura (véase Gráfico 1).
En un plano más general, los países que tienen
proyectos agrícolas activos financiados por la AIF
registraron un crecimiento más rápido de la economía en general y de la productividad agrícola
por trabajador que los que no tienen proyectos
de ese tipo. Si bien estas observaciones no son
concluyentes, los resultados del cuadro son un
indicador importante de que los créditos de la AIF
pueden contribuir al crecimiento agrícola.
Gráfico 1. Compromisos anuales de la AIF, por subsector: Promedio ejercicios de 2000–04
y 2005–09 (millones de US$)
Fuente: Business Warehouse, Banco Mundial.
2
Agudizar la atención general en la agricultura
para conseguir logros
En los 10 ejercicios anteriores a 2009, la inversión
de la AIF mostró una tendencia ascendente general,
la que coincide con el aumento del financiamiento
general para la agricultura y de la calidad de los
programas. De acuerdo con la evaluación realizada
por el Grupo de Evaluación Independiente (IEG,
por sus siglas en inglés) del Banco, se observó
una mejora constante en los resultados de los
proyectos finalizados en el sector durante los
ejercicios de 2004–08 (el 82% fue calificado como
satisfactorio), en comparación con los que tuvieron
lugar en los ejercicios de 1999–2001 (sólo el 59%
fue catalogado como satisfactorio).
La mayor preocupación de los países que pueden
recibir financiamiento de la AIF por los escasos
resultados anteriores de los proyectos agrícolas,
en combinación con una comprensión mundial más
cabal de que la agricultura es particularmente
importante para el crecimiento y la reducción de
la pobreza en los países clientes de la AIF, dio
lugar, en definitiva, a un círculo virtuoso de diálogo
estratégico y mejores proyectos.
Más recientemente, el Informe sobre el desarrollo
mundial 2008: Agricultura para el desarrollo, recibió
el respaldo de los donantes y, por primera vez desde
el decenio de 1980, dio lugar a un consenso amplio
y renovado sobre la importancia de la agricultura
en el desarrollo. El informe instó a realizar más
inversiones agrícolas y advirtió que dicho sector
debe ocupar un lugar central en los programas de
desarrollo si se quieren alcanzar los objetivos de
reducir a la mitad el hambre y la pobreza extrema
para 2015. Otros mensajes que surgieron del
informe son la necesidad de contar con más apoyo
de parte de los donantes para la agricultura y el
desarrollo rural, movilizar asociaciones mundiales
y aplicar un enfoque estratégico intersectorial que
genere más trabajo en el campo. También advierte
que las políticas públicas deben dejar espacio para
que el mercado genere respuestas a los desafíos
presentes en el sector.
Bajo la coordinación del Secretario General de
las Naciones Unidas, en 2008 el Banco Mundial y
sus asociados comenzaron a aplicar un enfoque
estratégico y coordinado para abordar la creciente
crisis de los alimentos, que constituye una grave
amenaza para la seguridad alimentaria en los
Cuadro 1. Crecimiento del PIB real1 per cápita en comparación con el crecimiento del valor
agregado de la agricultura por trabajador en los países clientes de la AIF con2 y sin créditos
agrícolas; 1993–95 a 2003–05 (% anual)
Países clientes de la AIF
que recibieron créditos
para la agricultura
N=53 3
Países clientes de la AIF
que no recibieron créditos
para la agricultura
N=14 4
PIB global per cápita (US$ constantes de 2000) 3
2,2
1,9
Valor agregado de la agricultura, por trabajador
(US$ constantes de 2000) 4
2,0
0,3
Crecimiento
Fuente: Indicadores del Banco Mundial 2007.
1. Tasas compuestas de crecimiento anual entre los puntos medios de tres promedios anuales.
2. Se incluyen todos los países que tenían proyectos activos de la AIF en el sector de la agricultura durante los períodos señalados.
3. No se dispone de datos sobre tres de los 53 países clientes de la AIF que recibieron créditos para la agricultura y dos de los 14 que
no los recibieron.
4. No se dispone de datos sobre siete de los 53 países clientes de la AIF que recibieron créditos para la agricultura y cuatro de los
14 que no los recibieron.
3
países en desarrollo. Aunque los precios han bajado
respecto de los niveles máximos alcanzados en
2008, están volviendo a subir en este momento. En
promedio, se espera que se mantengan por sobre
los niveles de 2004, por lo menos hasta 2015. Otro
factor igualmente significativo es que los precios
aumentarían su inestabilidad. El Programa para
hacer frente a la crisis mundial de los alimentos
(GFRP, por sus siglas en inglés) del Banco se puso en
marcha en mayo de 2008 y permite una respuesta
rápida y flexible de la institución en respaldo de
la labor del Equipo de trabajo de las Naciones
Unidas sobre la Crisis Mundial de Alimentos y del
Programa Mundial de Alimentos (PMA). La labor
de ambos está centrada en la prestación de
emergencia de alimentación y operaciones de
rescate a los países más afectados. El Banco
creó un mecanismo de financiamiento rápido de
US$1.200 millones para acelerar la asistencia
que se brinda a las naciones más necesitadas,
la mayoría de las cuales recibe financiamiento de
la AIF. El GFRP apoya respuestas a corto, mediano
y largo plazo, entre ellas medidas de protección
social como comedores escolares, programas de
empleo, transferencias monetarias condicionadas
y aumento de la productividad agrícola. En respuesta
a la alta demanda, en abril de 2009 el Directorio
del Banco Mundial amplió el monto máximo de
la iniciativa a US$2.000 millones. A fines de junio
del mismo año, la institución ya había aprobado
US$1.150 millones en apoyo de 33 países y alrededor
del 68% de ese monto ya se había desembolsado.
Este Programa también cuenta con el respaldo de
Australia (AU$50 millones), Rusia (US$15 millones)
y la Unión Europea (110,8 millones de euros).
Al mismo tiempo, algunos nuevos desafíos, como
el cambio climático, tendrán vastas consecuencias
en la agricultura que afectarán desproporcionadamente a los pobres. En efecto, el mayor riesgo de
sufrir pérdidas de cosechas y muerte del ganado
ya ha generado mermas económicas y minado
la seguridad alimentaria. Es probable que estas
sean mucho más graves a medida que continúe el
calentamiento global. Se necesitan con urgencia
medidas de adaptación y mitigación para reducir
los efectos adversos del cambio climático y en
esta área, la acción internacional concertada
y la planificación nacional estratégica facilitarán
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la aplicación de tales medidas. Por ser una de las
principales fuentes de emisión de gases de efecto
invernadero, la agricultura tiene mucho potencial
aún no aprovechado para reducir las emisiones
a través de una menor deforestación y cambios
en el uso de la tierra y en las prácticas agrícolas.
El Grupo del Banco Mundial ha preparado un
Marco estratégico sobre el cambio climático y el
desarrollo, y está finalizando el Informe sobre el
desarrollo mundial (IDM) que versa sobre cambio
climático, en los que define cómo integrar las
estrategias y acciones de adaptación y mitigación
del cambio climático en otros desafíos que plantea
el desarrollo. Teniendo en cuenta la naturaleza
multidimensional de este reto, este marco abarcará actividades en distintos sectores, incluido el
de la agricultura. El Informe sobre el desarrollo
mundial 2008: Agricultura para el desarrollo y la
reciente respuesta ante la crisis de los alimentos
han puesto énfasis en cuatro necesidades básicas
que el sector agrícola puede y debe satisfacer en
muchos países en desarrollo:
• Reducir la pobreza: Facilitar el acceso al
mercado de pequeños propietarios multiplicará
los efectos del crecimiento agrícola en la lucha
contra la pobreza.
• Alimentar al mundo: Alimentar al creciente
número de habitantes del mundo, cuya población
se calcula aumentará en otros 2.300 millones de
habitantes en 2050 o un 30% más que hoy en día,
exige cuantiosas inversiones en productividad
agrícola, particularmente dada la falta de agua
y los otros usos a los que se destinan los alimentos
(como los biocombustibles). Se debe revertir la
caída en las tasas de crecimiento del rendimiento
de los principales cereales (de alrededor del 3%
en 1980 a 1% en la actualidad).
• Mitigar los efectos del cambio climático: La
agricultura puede jugar un papel importante en
la mitigación de los efectos del calentamiento
global. Un mejor manejo de la intensificación
agrícola puede reducir las emisiones de los gases
de efecto invernadero, y lo mismo puede hacer la
retención del carbono en el suelo. No obstante,
ello sólo se expandirá a niveles considerables
en los países de la AIF si los futuros sistemas de
comercio de derechos de emisión incluyen la
retención del carbono entre sus medidas.
Proyectos con buenos resultados en África
El Banco ha conseguido varios éxitos en operaciones financiadas por la AIF en el sector de la agricultura.
A continuación se presenta una breve reseña de tres proyectos terminados y un programa en curso en África.
El Proyecto de Consolidación de la Office du Niger en Malí ayudó al Gobierno en esferas como la reforma
del organismo encargado del riego (Office du Niger), la rehabilitación y modernización de las estructuras de riego
y las reformas de la política agrícola (liberalización del mercado del arroz y tenencia de tierras). Gracias a ello se
logró (y se mantuvo) la liberalización del comercio y de los mercados del arroz. Se reestructuró la Office du Niger
y se restableció su solidez financiera. La reducción de los costos de la molienda permitió al Gobierno ahorrar
US$1,6 millones anuales y representó una reducción de US$6 millones anuales de dichos costos para los
agricultores y los consumidores. La tasa de recaudación de las tarifas del agua subió del 60% al 97%; dichos
valores se mantuvieron en las zonas donde se recaudaron y al menos la mitad de ellos se destinó a actividades
de mantenimiento. Los rendimientos subieron de 1,8 a 5,5 toneladas métricas por hectárea y el ingreso real per
cápita aumentó más de US$70 al año en la zona del proyecto. El éxito de la intervención dio lugar a que otros
donantes entregaran apoyo adicional y la inversión de la AIF movilizó en total un 250% de financiamiento adicional.
El Proyecto de Apoyo al Programa Nacional de Extensión Agrícola y de Investigación de Camerún reforzó
las organizaciones de productores y mejoró los servicios de crédito, insumos y comercialización al facilitar
los contactos entre los grupos, los proveedores de servicios financieros y el sector privado. Creó una red de
58.699 grupos de contacto que representa al menos al 50% de todas las familias campesinas (frente al 15%,
antes del proyecto) y que mantiene vínculos con el sistema de investigación y extensión agrícola. Gracias al
proyecto, se registraron aumentos en la productividad agrícola de muchos de los grandes cultivos: por ejemplo,
los rendimientos del maíz pasaron de 1,3 toneladas por hectárea a 2,9 toneladas por hectárea, y los de la yuca
subieron de 3 toneladas por hectárea a 13 toneladas por hectárea. La evaluación de los beneficiarios reveló
que el 93% de las mujeres de las zonas cubiertas por el proyecto recibió asistencia de éste. Aproximadamente
el 40% de los subproyectos ejecutados se centró en las necesidades de la mujer (se superó el 30% previsto en
la etapa de planificación).
El Proyecto de Gestión de los Recursos Naturales de Secano de Mauritania permitió la repoblación
forestal y la protección de las tierras comunes, redujo las pérdidas de la producción agrícola local en un 30%
e incrementó los rendimientos del sorgo (el principal cultivo de secano) al invertir en la conservación del
suelo y el agua, por ejemplo con la siembra aérea de árboles y la rehabilitación y protección de las presas
de retención. El análisis del impacto reveló que los rendimientos, que habrían sido de 100 kilogramos por
hectárea sin el proyecto, alcanzaron, gracias a éste, un promedio de 800 kilogramos por hectárea. Al aumentar
las oportunidades para la recolección sostenible de goma arábiga, se redujo significativamente la emigración
masculina en algunas aldeas que se debía a la búsqueda de empleo. Como resultado de algunos subproyectos,
las mujeres se beneficiaron de fuentes de agua más cercanas y también de los ingresos en efectivo que
generan los huertos y los puestos de mercado.
El Proyecto de Apoyo del Sector Rural de Rwanda, el primero de un programa de tres fases, ayudó a agricultores, al sector privado y al Gobierno a mejorar capacidades básicas, tanto institucionales como técnicas.
Particularmente, sentó las bases para llevar a cabo gestiones posteriores destinadas a mejorar la productividad
agrícola en los ámbitos de servicios, sistemas de mantenimiento de infraestructura, manejo eficiente de cultivos
de exportación y siembras en laderas y marismas. La rehabilitación o desarrollo de cultivos en marismas alcanzó
una meta de 3.018 hectáreas contra el objetivo original de 2.500 hectáreas. Las plantaciones forestales para
proteger laderas abarcaron 14.485 hectáreas, casi el doble de la superficie de 7.500 hectáreas prevista. La
capacitación de los agricultores también superó lo planificado, al igual que las inversiones secundarias en infraestructura de pequeña escala. Se crearon 28 entidades privadas de apoyo técnico, empresarial y comercial para
ofrecer capacitación, en comparación con la meta de 12. Además, 21 organizaciones de prestación de servicios
agrícolas y 48 empresas consultoras, todas del sector privado, recibieron capacitación y se finalizó la creación
de 22 instancias de mercado y un matadero. Más aún, se capacitó a 44 operadores privados de 22 entidades
de apoyo y 14 asociaciones ejecutaron actividades agrícolas fuera de la finca. En relación con la capacidad
gubernamental, se capacitó a 15 científicos, se contrató a otros ocho y se entrenó a 120 ingenieros rurales.
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• Apoyar la transformación económica: El
sector agrícola puede facilitar el crecimiento
económico, en particular a través del aumento
de la demanda de servicios y bienes manufacturados que surgirá de mayores ingresos
de la agricultura. También puede contribuir
mediante el suministro de alimentos baratos
y la liberación de tierras y mano de
obra para el desarrollo urbano regida por
el mercado.
Por todo lo anterior, el Grupo del Banco Mundial se
comprometió a incrementar considerablemente
su apoyo a la agricultura. En ese marco, elaboró
un Plan de acción para los ejercicios de 2010–12
que busca enfrentar estos desafíos abordando
cinco temas críticos:
• Aumentar la productividad agrícola: entre
otras cosas, apoyando cada vez más nuevas
tecnologías (por ejemplo, variedades de
semillas, razas de ganado, etc.), mejorando
la gestión del agua para riego, la seguridad en
la tenencia de la tierra y los mercados de la
tierra y fomentando la innovación en el sector.
• Vincular a los agricultores con los mercados
y ayudarlos a aumentar sus ganancias: lo que
incluye seguir apoyando la Ronda de Doha de
negociaciones comerciales, invertir en caminos
rurales, fortalecer las organizaciones de productores, mejorar la información de mercado y
facilitar el acceso al financiamiento.
• Reducir el riesgo y la vulnerabilidad: mediante
el respaldo constante a las medidas de protección
social, el mejoramiento de la administración
Apoyo de la AIF en intervenciones de productividad agrícola a través del Programa
de Respuesta a la Crisis Mundial de los Alimentos
Además de apoyar las medidas de protección social y entregar ayuda presupuestaria, la AIF ha aportado alrededor
de US$450 millones para promover mejoras en la productividad agrícola en cuatro países (Etiopía, Kirguistán,
Nepal y Tanzanía) a través del GFRP. El principal objetivo de estas actividades es generar abastecimiento rápido
para mitigar los efectos de la crisis y al mismo tiempo buscar soluciones a mediano o largo plazo. Estos proyectos
normalmente se centran en el suministro de insumos (fertilizantes, semillas y herramientas agrícolas) y pequeñas
obras de infraestructura para mejorar el rendimiento de los cultivos.
En el ejercicio de 2008, la asistencia de la Asociación a Kirguistán apunta a reducir la inestabilidad del precio
nacional de los cereales mejorando la gestión de los depósitos de cereales y apoyando un programa de
distribución de semillas y fertilizantes. La Federación Nacional de Fondos Comunitarios de Semillas movilizó
a 33 de esas organizaciones y creó otras 45 para repartir los insumos. Al 20 de junio de 2009, los fondos habían
entregado 350 toneladas de semillas de trigo de invierno, 200 toneladas de trigo de primavera, 225 toneladas de
cebada de primavera, 4 toneladas de alfalfa, 2 toneladas de maíz y 1.254 toneladas de fertilizantes. Se espera
que otros 60 fondos comunitarios de semillas participen en la plantación del trigo de invierno en septiembre
y octubre de 2009. El proyecto se está ampliando e incorporando los recursos de asociados de las Naciones
Unidas que apoyan el proceso. Además, se entregan suplementos de vitamina A a unas 154.000 mujeres que
acaban de dar a luz y a 550.000 niños menores de 5 años.
Durante el ejercicio de 2009, la AIF apoyó las gestiones del Gobierno de Etiopía para garantizar la disponibilidad
global de fertilizantes para la temporada de producción de 2009–2010, a fin de satisfacer en primer lugar
la demanda de los pequeños agricultores. Se ha conseguido un total de 510.000 toneladas de fertilizantes,
la mayoría de las cuales ya fue distribuida a bodegas locales. Al 31 de mayo de 2009, se había vendido un
total de 115.399 toneladas a los agricultores, para la temporada temprana con bajas precipitaciones (belg) y para
el período de fuertes lluvias (meher). Hay señales que indican que los agricultores han seguido recibiendo los
fertilizantes oportunamente.
La adquisición de semillas y fertilizantes durante el ejercicio de 2009 en Nepal se inició con la ayuda de la AIF,
pero se espera una caída en la distribución después de julio 2009. Simultáneamente, se han iniciado pequeñas
obras de riego a través de donaciones comunitarias.
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de las importaciones de alimentos, la oferta
de resguardos ante pérdidas catastróficas y la
reducción de los riesgos de brotes generalizados
de enfermedades en el ganado.
• Facilitar el ingreso rural no agrícola: a través
de un mejor entorno para la inversión en el
campo, el desarrollo de habilidades y la ampliación de la infraestructura rural.
• Mejorar los servicios ambientales y la sostenibilidad: por ejemplo, modernizando la
ordenación de la intensificación ganadera, la
gestión de los pastizales y la ordenación de
las cuencas hidrográficas; administrando los
ecosistemas en el entorno de la producción,
y prestando apoyo para superar las barreras
de entrada a los mercados del carbono (aprovechando mejor los beneficios de la retención del
carbono en el suelo).
El énfasis relativo que reciba cada tema
dependerá del área geográfica y de las demandas
y necesidades del respectivo país.
Planteamiento integral a largo plazo
La ventaja comparativa de la AIF reside en su
capacidad única de respaldar su apoyo financiero
con otros mecanismos diseñados para promover
la orientación estratégica, el fortalecimiento de
la capacidad, el desarrollo integrador y la coordinación de las actividades de inversión y reforma
normativa en los países clientes. El financiamiento
para políticas de desarrollo agrícola de la Asociación casi se duplicó luego de la adopción de una
nueva estrategia rural en 2002. Los préstamos
subieron de un promedio anual de US$82 millones
en los ejercicios de 1999–2003 a US$187 millones
al año en los de 2004–08 y a US$266 millones en el
de 2009. Estas operaciones por lo general otorgan
acceso rápido a asistencia financiera para apoyar
un amplio abanico de objetivos que requieren el
sustento de actividades institucionales y de políticas a mediano plazo. Este elemento es decisivo
en la agricultura de pequeñas explotaciones que
necesita una multiplicidad de intervenciones en
forma secuencial para que los agricultores puedan
producir más y vender en mercados agrícolas en
expansión, aunque más exigentes.
Intervenciones intersectoriales
Los estudios sectoriales en Nicaragua demostraron,
por ejemplo, que la mejora de los caminos rurales
es fundamental para conectar a los agricultores
con los mercados y que los servicios de educación
y salud son imprescindibles no sólo para mejorar
el bienestar directamente, sino también para
incrementar la productividad agrícola y fomentar
la movilidad laboral. En Bangladesh, las investigaciones comprobaron que algunos proyectos de
mejora vial generaron un aumento del 27% en
los salarios agrícolas y un crecimiento del 11%
en el consumo per cápita. La experiencia de
la AIF en numerosas esferas, y en condiciones
naturales muy diversas y con frecuencia difíciles, le permite contribuir de manera singular
a promover las sinergias entre los sectores.
Visión a largo plazo
En 2009, la AIF, cuya capacidad de financiamiento
se remonta a varios años, era todavía uno de
los mayores proveedores de recursos para el
desarrollo agrícola. La Asociación está también
respaldada por una fuerte capacidad institucional
para la extracción de enseñanzas, seguimiento
y evaluación, análisis de políticas públicas y
asistencia técnica, con experiencia en todo el
mundo en desarrollo. Por ello mismo, la AIF
se encuentra en una posición excepcional para
promover el diálogo sobre el programa de
desarrollo a más largo plazo y para convocar
a numerosas partes interesadas y donantes con el
fin de coordinar los programas de desarrollo y las
estrategias de asistencia.
El desarrollo de los países que reciben financiamiento de la AIF depende en gran medida de los
recursos naturales. Por este motivo, la integración
de numerosos sectores en estrategias coherentes
de desarrollo rural le otorga a la institución
la capacidad de garantizar que el uso acumulativo
de los recursos naturales por diversos sectores,
así como el respectivo impacto que sufran tales
recursos, sea sostenible en el plano tanto social
como ambiental.
7
Impacto en los países
Desde 2002, 36 países prestatarios de la AIF han
completado estrategias nacionales de desarrollo
rural, las que a su vez influyen en sus planes
de desarrollo más generales (Cuadro 2). Más
recientemente, el Informe sobre el desarrollo
mundial 2008 concitó atención considerable en
todo el mundo e impulsó, entre otras, nuevas
estrategias nacionales de desarrollo agrícola en
países como Viet Nam.
Asociación de alcance mundial. La coordinación
de los esfuerzos de varios donantes en la esfera
del desarrollo rural de los países más pobres
Cuadro 2. Estrategias nacionales de
desarrollo rural finalizadas en países
clientes de la AIF, ejercicios de 2002–08
África
Angola, Benin, Camerún,
Etiopía, Lesotho, Liberia,
Madagascar, Mozambique,
Níger, Nigeria, Rep. Dem.
del Congo, Sierra Leona,
Tanzanía, Togo, Uganda,
Zambia y Zimbabwe*
Asia oriental
y el Pacífico
Camboya, Guinea*,
Islas Salomón, Mongolia,
Papua Nueva y Viet Nam
Europa y Asia
central
Albania*, Kirguistán,
República de Moldova,
Serbia* y Uzbekistán*
América Latina
y el Caribe
Bolivia*, Haití y Nicaragua
Oriente Medio
y Norte de África
Yemen
Asia meridional
Bangladesh, India*,
Nepal y Sri Lanka
Fuente: Unidad de Agricultura y Desarrollo Rural del
Banco Mundial.
* Indica países con “financiamiento combinado”, es decir, que
pueden recibir financiamiento tanto de la AIF como del Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).
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del mundo se promueve, entre otros medios,
con la Plataforma Mundial de Donantes para
el Desarrollo Rural, financiada por el Banco
Mundial y creada en 2004. En 2005, la plataforma
comenzó a aplicar gestiones de armonización
experimentales coherentes con la Declaración de
París sobre la Eficacia de la Ayuda en cuatro países
de la AIF (Burkina Faso, Camboya, Nicaragua
y Tanzanía). Asimismo, el Banco presta apoyo a los
bienes públicos mundiales de mayor importancia
mediante el financiamiento y la colaboración
con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones
Agrícolas Internacionales (CGIAR, por sus siglas
en inglés). Otros ejemplos de ámbitos en los que
se han forjado asociaciones incluyen las normas
de comercio, el financiamiento rural y el sector
pesquero y forestal.
• Normas y comercio: los esfuerzos de los
países en desarrollo por llegar a los mercados
internacionales con sus productos agrícolas
cuentan con el apoyo del Servicio de Elaboración
de Normas y Fomento del Comercio, que el
Banco Mundial ayudó a establecer y que tiene
su sede en la Organización Mundial del
Comercio (OMC).
• Financiamiento rural: el Banco Mundial y la
Fundación de Bill y Melinda Gates creó un
Servicio de apoyo al financiamiento agrícola
para respaldar la replicación y ampliación de
modelos comerciales rentables de financiamiento
rural y la generación de conocimientos y aprendizaje acerca de estos modelos.
• Pesca marítima: para mejorar el buen gobierno
y los medios de sustento sostenible en el sector
pesquero, el Banco Mundial, en asociación con
donantes y partícipes clave, creó el Programa
Mundial para la Pesca Sostenible (PROFISH).
• Zoopatologías (enfermedades de los animales):
para abordar el impacto mundial del rebrote
y aparición de nuevas enfermedades de origen
animal sobre la salud y el bienestar del público,
el Banco Mundial trabaja en conjunto con
la Organización Mundial de Sanidad Animal
a través de la Iniciativa global de salud animal.
• Silvicultura: en este sector, el Banco está
trabajando para coordinar mejor las actividades de asociación, a fin de incrementar
el financiamiento y mejorar el sistema de
gobierno y reforzar el impacto positivo de las
Los proyectos ambientales son provechosos para la agricultura
En el ejercicio de 1997, el Proyecto de Ordenación de las Cuencas Hidrográficas y Mejora del Riego en
Pequeñas Explotaciones en Tanzanía abordó algunas cuestiones ambientales de alcance nacional relacionadas
con los recursos hídricos, prestando atención especial a problemas concretos en las dos mayores cuencas.
Apuntaba a mejorar el acceso al agua y su utilización por pequeños agricultores de ingreso bajo en 15 planes de
riego a través de una mejor gestión de los recursos hídricos, mayor calidad de la infraestructura y un aumento en
la participación de las partes interesadas en la gestión de los recursos hídricos. Entre otros aspectos, cabe señalar
que los rendimientos agrícolas de más de 5.000 familias se habían duplicado y los ingresos de los hogares,
triplicado, hacia el término del proyecto en el ejercicio de 2004. Un total de 1.674 agricultores recibieron capacitación
en gestión de planes de riego, técnicas de producción agrícola, agroindustria y gestión financiera y liderazgo.
El rendimiento medio de los cultivos de arroz en las zonas comprendidas en el proyecto se duplicó con creces.
En Senegal, el Proyecto de Gestión Sostenible de Energía con Participación de la Comunidad, del ejercicio de
1997, adoptó un planteamiento global, con atención tanto a la oferta como a la demanda de leña. Demostró que
la producción y comercialización de combustibles de biomasa tradicionales puede estabilizarse y al mismo tiempo
detener la deforestación, lo que contribuye a la conservación ecológica y aumenta el ingreso de las aldeas. Al cierre
del proyecto en 2005, los sistemas de recursos forestales manejados por la comunidad representaban una parte
importante del suministro de leña del país. Ello sirvió para desarrollar las capacidades de las comunidades, generar
considerables retornos y mejorar la conservación de los bosques. El proyecto también superó las metas en cuanto
a reducciones netas de emisiones de CO2 (1,78 millones de toneladas versus las 510.000 toneladas proyectadas)
y al aumento del ingreso de las comunidades a partir de microempresas dedicadas a la comercialización de leña
y basadas en los recursos naturales (US$12,5 millones anuales versus los US$3 millones previstos).
Dos proyectos trataron de restaurar la fuertemente degradada Meseta de Loess en China con uno de los
programas mundiales más ambiciosos de control de la erosión. Su objetivo era reconvertir esta zona pobre en
una superficie de producción agrícola sostenible. Más de 2,5 millones de personas en cuatro de las provincias
más pobres de China pudieron salir de la pobreza entre los ejercicios de 1994–2006. Mediante la introducción
de prácticas agrícolas sostenibles, se duplicaron los ingresos de los agricultores, se diversificó el empleo
y se revitalizó el medio ambiente degradado. Entre otros aspectos destacados de la operación cabe mencionar
los siguientes: se protegieron los recursos naturales; se garantizó el suministro de alimentos; se contribuyó
significativamente a la reestructuración del sector agrícola, y ya antes de que finalizara la intervención, se
restableció el equilibrio ecológico en una amplia área que algunos habían considerado como irrecuperable.
actividades del sector forestal. La asociación
Growing Forest Partnership es una iniciativa
con fines prácticos que ayuda a promover
formas de trabajo conjunto entre gobiernos
nacionales, organizaciones de la sociedad civil,
organismos de desarrollo y de financiamiento
y el sector privado en apoyo del manejo forestal
sostenible y esfuerzos destinados a reducir la
pobreza rural.
Enseñanzas aprendidas
El Banco ha realizado notables esfuerzos por
extraer enseñanzas de sus estrategias anteriores
y plasmar esas enseñanzas en su labor actual.
En el IDM 2008 se señala que la agricultura es
clave para el crecimiento general, la seguridad
alimentaria y la reducción de la pobreza en los
países con economías basadas en este sector1,
la mayoría de las cuales está en África al sur del
Sahara. Algunas de sus recomendaciones son:
• Son prioridades mejorar la competitividad de
los pequeños agricultores de zonas de alto
y mediano potencial y mejorar los medios de
vida, la seguridad alimentaria y la capacidad
de adaptación al cambio climático en entornos
remotos y riesgosos.
• Se requiere un enfoque multisectorial para
materializar las sinergias entre mejores
1. Los países de base agrícola son aquellos en que un elevado
porcentaje de su crecimiento total proviene de la agricultura
y donde los pobres se concentran en zonas rurales. Algunos
que no se incluyen en esta categoría tienen subregiones nacionales a las que sí aplica esta definición.
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tecnologías, gestión sostenible de la tierra y
el agua, respaldo institucional y desarrollo del
capital humano, todos aspectos vinculados al
desarrollo del mercado.
• Es mejor descentralizar la toma de decisiones
sobre muchas medidas para adaptarlas a las
condiciones de cada lugar; sin embargo, otras
decisiones deben estar coordinadas entre
países para crear un mercado más amplio y
lograr economías de escala en servicios tales
como investigación y desarrollo.
Al aumentar la calidad y el impacto de las operaciones financiadas por la AIF, se ha logrado lo
siguiente: planes regionales de mejora de la cartera
de proyectos rurales; designación de administradores de las carteras de proyectos; insistencia en la
oportunidad de las medidas; examen más atento,
por parte de la administración, de los informes
sobre los progresos realizados por los proyectos
y su terminación, y un número creciente de
sesiones de capacitación para mejorar la calidad
con el fin de ayudar al personal a perfeccionar
la formulación conceptual y el diseño técnico de
los proyectos agrícolas y rurales. Esas actividades
de capacitación estuvieron basadas en la experiencia y los conocimientos prácticos acumulados
en las diferentes actividades financiadas por la
Asociación y, más recientemente, también en las
aportaciones del personal especializado externo.
DE CARA AL FUTURO
El crecimiento impulsado por la agricultura
sigue siendo clave para los países de la AIF
Tal como se describe detalladamente en el
IDM 2008, no se podrán alcanzar los objetivos de
desarrollo del milenio (ODM) en la mayoría de
los países de ingreso bajo, especialmente los de
África, sin una revolución en la productividad de
la agricultura. En el informe se presenta además
un completo análisis de cómo el crecimiento
agrícola tiene entre dos y cuatro veces más
efecto en la reducción de la pobreza de los más
necesitados que el crecimiento no relacionado
con este sector.
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Vuelve la seguridad alimentaria basada
en el aumento de la productividad de
los pequeños agricultores como una
inquietud política fundamental
Según lo demuestra la duplicación del financiamiento de la Asociación para la agricultura durante
el ejercicio de 2009, la crisis de precios de los
alimentos de 2007–08 logró centrar la atención
de los gobiernos en la necesidad de invertir en
bienes públicos clave para mejorar la productividad de los pequeños agricultores. El objetivo es
ayudar a los pobres rurales a administrar mejor
sus recursos y hacer frente a los riesgos, en una
evolución trascendental desde el actual enfoque
de mera adaptación a un entorno más hostil para
la agricultura.
Ocurren cambios estructurales a largo plazo
En cierta medida, los alimentos han bajado de
precio en los mercados internacionales respecto
de los altos niveles alcanzados en 2007–08. Sin
embargo, en promedio no han disminuido tanto en
los países en desarrollo a causa de la depreciación
del tipo de cambio y los altos costos del transporte
que limitan los vínculos con los mercados del
mundo. No obstante, la inestabilidad de estos
precios ha aumentado considerablemente durante
los últimos ocho años y continúa haciéndolo. Dicho
fenómeno aumenta el riesgo para los agricultores.
A medida que el sector privado moviliza recursos
para aprovechar las nuevas oportunidades, es
fundamental encontrar los medios necesarios para
facilitar la inclusión de la población rural pobre
en estos planes. Un aspecto clave para mejorar
sostenidamente la productividad, mitigar riesgos y
aumentar la participación y autoría local es canalizar
el aumento de las inversiones del sector público
a través de grupos comunitarios locales en lugar
de recurrir a los gobiernos centrales o estatales.
Las inversiones en agricultura y en reducción de
la pobreza rural dirigidas a los pobres implican,
cada vez más, actividades de microfinanciamiento,
pronósticos confiables y oportunos del tiempo,
empoderamiento de la comunidad, reducción de
las pérdidas posteriores a la cosecha y asociaciones
entre el sector público, el sector privado y la
sociedad civil para actividades relacionadas con
insumos, comercialización e investigación.
El financiamiento de la AIF se está
adaptando a estos cambios
Dentro del Banco, estos cambios en la perspectiva
de los clientes están intensificando la demanda de
asistencia técnica especializada que combina el
acceso a recursos de inversión, transferencia de
conocimientos y fortalecimiento de la capacidad
para aprovechar las nuevas oportunidades y hacer
frente a las amenazas que se vayan presentando.
Esta tendencia se traduce en un sostenido aumento
de la de créditos de la AIF para la agricultura.
Como la agricultura continúa siendo imprescindible para los medios de subsistencia de la
población rural pobre, la permanente globalización e integración económica implica por igual
oportunidades y desafíos. Las oportunidades están
asociadas a la nueva estructura de la demanda y
a las posibilidades del mercado impulsadas por la
diversificación dietética en las ciudades en rápida
expansión de los países en desarrollo. También
están relacionadas con el fuerte crecimiento de
los nuevos mercados de exportación de pescado,
carne, frutas, hortalizas y plantas ornamentales
o flores cortadas. Los desafíos surgen de los
requisitos cada vez más estrictos en materia
de inocuidad de los alimentos, bioseguridad y
derechos de propiedad intelectual, así como de
las normas sanitarias y de calidad y fiabilidad
necesarias para competir en los segmentos de
rápido crecimiento de los mercados de los países
en desarrollo.
Los precios crecientemente inestables de los
alimentos también constituyen una grave y
sostenida amenaza para los países en desarrollo;
esto requiere apoyo inmediato de parte de la
comunidad internacional para reducir el impacto
que sufren los pobres y los vulnerables.
Los proyectos agrícolas de la AIF recientemente
aprobados habitualmente reflejan una visión
estratégica de la agricultura como motor de
crecimiento y diversificación económica en
las cadenas de suministro del sector privado
en el contexto de las reformas normativas y
reglamentarias, el desarrollo de la infraestructura,
el fortalecimiento institucional y las actividades de
capacitación ofrecidas por el sector público. Como
ejemplos se pueden citar los Proyectos de Apoyo
al Desarrollo Agrícola de Zambia y de Respaldo y
Diversificación de la Agricultura de Burkina Faso.
Además, se han establecido nuevos planteamientos
para la gestión de los recursos naturales, como la
estrategia del Banco de 2004 titulada Conservación
de los bosques, la cual hace hincapié en las
actividades de proyectos que canalizan la creciente
demanda de productos forestales tropicales hacia
prácticas ecológicamente sostenibles y estrategias
inclusivas para los medios de subsistencia de la
población pobre que depende de los bosques.
Deberán formularse también nuevos proyectos
para hacer frente a otras cuestiones candentes que
surjan de las nuevas amenazas y oportunidades de
la agricultura en los países clientes de la AIF.
La AIF, en su condición de asociada en las tareas del
desarrollo, debe seguir invirtiendo en los bienes
públicos internacionales clave que faciliten la
producción agrícola mejorada, incluido el fomento
de la productividad y la mejora del sistema de
gobierno en la utilización de los recursos naturales
en beneficio de toda la población. Además de
la producción y la gestión de los recursos, un
elemento imprescindible es ayudar a los clientes
a conseguir acceso a los mercados.
Para aumentar la participación en las cadenas de
valor relacionadas con el actual rápido desarrollo
de la agricultura y los recursos naturales, es
necesario fortalecer la capacidad de las personas
y de los países pobres para que puedan cumplir
las exigencias cada vez más estrictas en materia
de fiabilidad, calidad, bioseguridad, normas
sanitarias y fitosanitarias e inocuidad de los
alimentos. Además, es imprescindible fortalecer
las instituciones que les permitan conseguir el
reconocimiento de los mercados por su mejor
cumplimiento en términos de precios más altos
y volúmenes de ventas más elevados.
Julio de 2009
http://www.bancomundial.org/aif
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