Una Ética Ambiental o Ecoética exige abordar de un modo integral

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Una Ética Ambiental o Ecoética exige abordar de un modo integral la problemática
socioambiental en la que estamos inmersos. En el libro “SENSIBILIDAD Y
RESPONSABILIDAD SOCIOAMBIENTAL. Un ensayo de pesimismo autocrítico”,
interpreto los procesos naturales y la degradación de los ecosistemas como consecuencia de
lo que nuestra especie ha comprendido como naturaleza. El hombre escribió la historia de la
humanidad interpretándola de forma especieísta. 1 He denominado “hermenéutica
ecorreificadora” 2 a este modo de interpretar la naturaleza, ensalzando el rol del hombre
histórico que hizo obra contra el ser ecológico y, por consiguiente, contra su propio ser
ecológico. Esto ha determinado una gran gama de sistemas, modos de producción y de vida
que han dañado de un modo irreversible nuestro entorno, dejando en evidencia nuestra
perturbación especieísta en el desarrollo interno de la historia humana.
En el primer capítulo (1. El pensar rememorante sobre la naturaleza) concibo el medio
ambiente como la composición biótica y abiótica tanto de la biosfera como de los seres que
en ella habitamos. Esta noción no abarca solamente los sistemas de elementos bióticos y
abióticos extra-humanos, puesto que al interactuar el Homo sapiens se desenvuelve, adapta,
trasforma y utiliza dichos sistemas mediante otros que él ha creado y en los cuales él mismo
ha evolucionado y trastornado: sistemas sociales, culturales, económicos, bélicos,
tecnológicos, religiosos, estéticos, etc. A dicha perturbación me he referido mediante el
término: desnaturalización. Para hacer frente de un modo cabal a la problemática de la
desnaturalización consideré ineludible recordar las principales concepciones y modos de
comprender la naturaleza en la historia de la filosofía, para entender luego el proceso de
ecorreificación
del
cosmos
y
la
correspondiente
responsabilidad
y
sensibilidad
socioambiental por las que abogo producto de esta problemática. (1.1 ¿Univocidad o
multiplicidad tras las diversas connotaciones de la naturaleza?, 1.2 Etimología del término,
1.3 Concepciones histórico-filosóficas de la naturaleza, 1.3.1 Época Antigua, 1.3.2 Época
Medieval, 1.3.3 Época Moderna)
En el segundo capítulo (2. Hermenéutica ecorreificadora) expongo que si bien es
característico de la Época Moderna concebir el cosmos y la naturaleza en términos de materia
y movimiento, esa concepción es un proceso que se halla enraizado mucho antes de la
Revolución Científica de los siglos XVI y XVII. Luego de haber desarrollado en profundidad
esta temática, el lector se encuentra en condiciones de darse cuenta que no es justo lanzar una
Especieísmo proviene de especie, así como racismo proviene de raza. Se aplica a la creencia que aplica la
superioridad de una especie en detrimento del resto. Para una explicación más profunda que hemos
elaborado del término, véase cap. 3.
2
La palabra reificación proviene del latín res, que significa cosa.
1
crítica automática contra Bacon y Descartes como los responsables de la actitud actual del
hombre en el siglo XX y XXI sin antes cuestionar y someter a crítica las propias premisas
epistémicas. El control del medio ambiente por medios mecánicos es casi tan antiguo como el
Homo sapiens, sin embargo, su imperialismo especieísta sobre una naturaleza concebida
inferior y fuera de él al nivel de “sabiduría filosófica”, es legado de las nociones técnicas y
mecanicistas de la realidad, que nosotros hemos asimilado irreflexivamente y exteriorizado
desde nuestro inconsciente hasta los más recónditos confines del planeta. A esto he
denominado desnaturalización epistémica (2.1 Desnaturalización epistémica), es decir, a la
justificación racional de presionar, arrinconar, cercar y controlar la naturaleza a fin de
conocerla, escudriñarla y manejarla tras razones suficientes (2.2 Optimismo versus
pesimismo ante el principio de razón suficiente) en beneficio de un grupo reducido de nuestra
especie en detrimento del resto. Este modo de concebir la realidad implica una enajenación
(2.3 Contaminación de la razón suficiente y medicina mentis) que es posible tratarla si
ponemos en suspenso esa racionalidad que rige al sujeto en cuanto hermeneuta
ecorreificador. Aquí presento precisamente como remedio una medicina mentis que nos
libera de los intereses que imperan tras aquel modo de conocer y entender, actuando como
canalizadora entre el mundo que fue reificado y la naturaleza como tal, disociando a través de
una nueva comprensión del medio ambiente las relaciones mediadas por conocimientos que
acentúan y que propensan la vulnerabilidad del hermeneuta ecorreificador, a quedar oprimido
en el mundo tasado únicamente como si fuera depósito de múltiples recursos naturales y
humanos dispuestos tanto para su uso como para su beneficio. En este subcapítulo nos
valemos de reflexiones heideggerianas al respecto, para introducirnos en el siguiente apartado
(2.4 La naturaleza, la técnica y el pensamiento avalórico en Heidegger) y así responder a
preguntas tales como: ¿Es necesariamente sinónimo de indiferencia e insensibilidad legitimar
la exclusión de lo valorativo tanto de la filosofía como de la ciencia? ¿Qué puede llevar a
buscar dicha neutralidad axiológica, y qué consecuencias trae? Interrogantes altamente
problemáticas desde la perspectiva de quienes rechazan que la ciencia moderna esté basada
en una distinción marcada entre hecho y valor, limitándose únicamente a señalar cómo hacer
algo, pero no qué hacer o si debiéramos hacerlo o no, hecho que no resulta ser independiente
de los procesos de deshumanización y despersonalización a los que puede conducir el afirmar
la neutralidad axiológica de la ciencia y sus resultados. Estas interrogantes nos adentrarán en
una reflexión comparada entre Heidegger y Jonas (2.5 El principio de responsabilidad en
Jonas) La crítica de Jonas contra Heidegger (2.6 Nazismo y sionismo. Reflexiones en torno al
racismo como preludio del especieísmo) cierra este segundo capítulo y deja de manifiesto que
formular una crítica teórica contra los prejuicios de raza o especie es una cosa, y ser
consecuente frente a ello es otra cosa. Esto último implica una crítica dirigida a los propios
hábitos adquiridos, es decir, una autocrítica en cuanto uno puede actuar responsablemente
para salvaguardar los intereses y el bienestar de un grupo a costa de una exacerbada
discriminación y, por consiguiente, padecimiento de otro. De ahí el rol fundamental de la
sensibilidad socioambiental en torno a la esencia del sufrimiento humano y el misterio del
padecimiento en las especies no humanas.
Hasta ahora el uso explícito del término especieísmo ha sido empleado únicamente en
relación a los animales no humanos. En aras de compensar este lamentable hecho abogué por
un extensionismo antiespecieísta. (3. Por un extensionismo antiespecieísta) Mediante esta
expresión propugno la concepción de que cada especie constituye un todo distinto de la suma
de quienes la compongan sin negar toda posibilidad de sufrimiento y padecimiento holístico
en el resto de las especies. (3.1 ¿Indicios de especieísmo pre-histórico?) Se plantea la
cuestión si se habría incurrido en lo sustancial en un especieísmo por parte del Homo habilis
en caso de que éste haya incidido en la extinción de los Australopithecus. (3.2 Orígenes del
término y especieísmo animal en laboratorios) Reflexiono sobre el contexto históricocientífico en el cual surgió el término y como éste influyó posteriormente en el modo de
tematizarlo (3.3 Popularización del término y variantes de especieísmo animal) Refutamos a
su vez con sólidos argumentos la tesis de que los animales no sufren, lo cual está críticamente
relacionado con el apartado siguiente (3.4 Teleología de la vida y especieísmo) donde
expongo la problemática de radicalizar, santificando el límite del derecho a la vida humana,
hasta el punto de establecer una diferencia sustancial entre los humanos y los no humanos sin
permitir que se haga ninguna dentro de nuestra especie. En el apartado siguiente (3.5
Especieísmo vegetal) se aboga por la protección de las especies vegetales como un valor
intrínseco de toda Ecoética en cuanto su protección es saludable para todo el universo
sintiente. Hoy en día existe una gran manipulación del prefijo “bio” por parte de las élites y
las fuerzas productivas para hacer creer que su uso denota siempre una cosa buena,
armoniosa con la naturaleza, políticamente correcta y limpia, acorde a las crisis ambientales
propias del siglo XXI. (3.5.1 Bioespecieísmo y agrocombustibles). En aras de hacer frente a
tal manipulación ideológica aludo a la confusión que suscita, por ejemplo, el término
“bio”combustibles para dejar en evidencia que el fomento de los agrocombustibles proviene
de la disminución de fuentes destinadas para la alimentación, lo que generará niveles de
hambruna y, por consiguiente, de mortalidad nunca antes vistos. Otro ejemplo que doy de
bioespecieísmo (3.5.2 El caso del Alto Bio Bio en Chile) es la utilización de energías
renovables que son destructivas para el entorno natural y la cultura local.
La austeridad como humildad materializada y el pesimismo autocrítico forman parte de
posturas loables –que fundamento a lo largo del libro y específicamente en el cuarto
capítulo– para hacer frente a la correspondiente desnaturalización y despersonalización tanto
personal como colectiva a nivel de intra y extra-especie, formando parte a su vez de aquel
recuerdo originario que no olvida, sino que se hace cargo de esta problemática. (4. La
reivindicación socioambiental del recuerdo pesimista) En oposición al olvido optimista el
recuerdo originario ayuda a sentir con (de ahí el término com-pasión) enfatizo a sentir con
aquellos para quienes el dolor no ha sido lo circunstancial ni lo accidental, sino lo esencial.
Presento una interpretación socioambiental del mito de Sísifo en sentido alegórico (4.1 El
salario o afán de lucro de Sísifo) para referirme en sentido estricto tanto a la tragedia de las
desigualdades sociales como a la ansiedad de consumir para seguir escalando. Nuestro
intento de sondear el optimismo erróneo que motiva a las dos grandes cosmovisiones
económicas concebidas en la modernidad –marxismo y capitalismo– tiene en vista la
sustitución de aquel motor o causa por un pesimismo austero y autocrítico que sirva de
resistencia y prevención ante la catástrofe global inminente y que no persiga más sociedades
de la abundancia sino de la carencia. (4.2 Dos variantes erróneas de optimismo: el éxito
capitalista y la utopía marxista, 4.3 Valores socioambientales de modos de vida no
consumistas) Los aspectos problemáticos concernientes tanto a la noción de utopía marxista
como a la del éxito capitalista, revelan una connivencia optimista, superficial e ilusoria con
respecto a la representación de problemáticas socioambientales futuras, y el peligro que
procede tanto de ellas como de las desmesuradas proporciones de la civilización científicotécnico-industrial. Si bien nos reconocemos deudores de la ética jonasiana en nuestro
proceder contra el ideal del progreso y en favor del cuidado por las generaciones futuras,
dimensionamos el peligro que trae consigo sostener no sólo que una disciplina social
tremendamente rígida e impuesta políticamente es capaz de efectuar la subordinación de la
ventaja presente a largo plazo del futuro, sino ante todo aunar también esta sentencia con una
interpretación limitada y extremista de la heurística del temor, lo cual podría
lamentablemente legitimar en un futuro no muy lejano la instauración de un despiadado
ecofascismo. (4.4 Austeridad impuesta y ecofascismo, 4.5 Heurística del temor en Jonas) La
heurística del temor es un medio para hacer frente a las catástrofes ecológicas venideras que
amenazan la existencia de la humanidad. No se trata de un miedo que paraliza o que nos
cierra, sino de un temor representado que nos obliga a ser conscientes de la responsabilidad
de nuestros actos. Por el hecho de que podemos destruir el planeta, debemos hacernos
responsables de la posibilidad de ese malum. Jonas afirma que, frente a la situación actual
donde el máximo poder técnico y la máxima capacidad de acción van aparejados con el
máximo vacío ético y con el mínimo saber, el miedo puede ser el mejor sustituto de la
antigua utopía impulsada por la esperanza. A ello denomina heurística del temor, que desde
la filosofía moral debería “consultar antes a nuestros temores que a nuestros deseos”.
Nosotros condenamos una austeridad impuesta mediante un régimen que haga uso del temor
como arma, y el libro completo es un llamado a prevenir el peor de los regímenes (por
ejemplo, un ecofascismo) mediante la sensibilidad socioambiental, la no violencia y el
principio del no daño holístico. La protección del medio ambiente exige la valoración de
sacrificios y renuncias altruistas mayores en lo personal, sensibles a la posibilidad del
padecimiento holístico (4.6 Austeridad como fin y bien en sí) antes que estar regulada y
dirigida de un modo exclusivo por políticas públicas.
El capítulo quinto (5. Extensionismo cósmico del padecimiento representado) es a mi
parecer uno de los más contundentes del libro, sirviendo de conclusión del mismo.
Manifestarse en contra de la ecorreificación del cosmos no implica afirmar, por ejemplo, que
dentro de las rocas existan espíritus, sino tan sólo que mi relación con el medio ambiente
natural no es la de un intelecto inmaterial que se confronta con objetos materiales inertes que
no influyen en un sentir o padecer mayor. El medio ambiente natural es precisamente la
relación que establezco con él. Análogamente a la fusión sujeto-objeto de la mecánica
cuántica, también lo es la inclusión mediante la responsabilidad y sensibilidad del conocedor
en lo conocido para tener una visión holística de la naturaleza como medio ambiente natural.
Así el estudio de la naturaleza es a su vez el estudio de nosotros mismos, pero este sí mismo
no está solo “dentro” de uno, sino que forma parte de una relación mayor. La naturaleza es
comprensible mediante nuestra relación con ella. Si actúo de tal forma no puedo llegar a
comprenderla de un modo distinto aunque me afane en ello. La mente y el cuerpo, lo interno
y lo externo, sujeto y objeto, son aspectos de un mismo proceso. Las totalidades son capaces
de sufrir un padecimiento que las partes no necesariamente padecen. En este capítulo
propongo además una nueva concepción de la salud mucho más amplia que la tradicional.
(5.1 Salud socioambiental intra y extra-humana, 5.2 La salud como recuperación
medicalizada de la enfermedad, 5.3 Cuba: un modelo holístico de salud socioambiental, 5.4
Anhelos adversos de estados “pseudo” holísticos, 5.5 De la experiencia fáctica a la vivencia
holística del padecimiento representado) Hoy en día, el vacío espiritual que resulta de nuestra
razón suficiente y la carencia de una conciencia holística, aparece sintomatizada en toda clase
de trastornos analizados en términos psiquiátricos: alcoholismo, dependencia a ciertas
sustancias, depresión bipolar, esquizofrenia, etc. La hermenéutica ecorreificadora se
caracteriza por su hostilidad hacia el ambiente y por reprimir tanto el cuerpo como el
inconsciente. Muchos de los estados que se vivencian en los casos que he mencionado son un
anhelo vivo y perdido de superar la dualidad del hombre con la naturaleza mediante un estado
holístico armónico con ella. Ellos han sido quizás más sensibles al daño antropogénico,
padeciendo severa y patológicamente de un modo holístico la problemática de la
desnaturalización y despersonalización, aunque hasta hoy haya sido esto únicamente
interpretado en términos psiquiátricos. Así planteadas las cosas todos podemos ser
responsables de haber desencadenado alguno de los estados en los casos mencionados, y por
ello proponemos una nueva sensibilidad holística (5.5). El libro concluye (5.6 Pacifismo y
pesimismo autocrítico. Hacia un desarme de la crítica bélica) corroborando el sentido y el
significado del subtítulo.
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