SOCIEDAD E INFORMACION Estela Morales Campos* La información Es muy común escuchar en reuniones de profesionales de la Bibliotecología y de la Información, que vivimos en la era de la información, la misma palabra información es de uso cotidiano y recurrente en la literatura especializada o no, y yo me preguntaría, todos los miembros y estratos de esa sociedad que utilizan la palabra información ¿se refieren a lo mismo? ¿Hablan del mismo tipo de información? Al tratar de contestar esta pregunta caeremos en problemas del lenguaje, de transmisión de ideas y de significados. La información como la acción de dar a conocer algo, independientemente de su profundidad y cobertura, nos lleva a considerar que la sociedad recibe y está expuesta a la información proveniente del lenguaje corriente de los medios masivos, hasta la generada por el lenguaje científico y técnico en la literatura especializada. Tanto la información, que en este trabajo llamaremos general, como la científico-técnica, obedecen a cierto comportamiento que refleja reglas o actitudes similares. En ambos casos la información se produce en la sociedad, en alguno de sus estratos y grupos; existe un interés consciente o inconsciente de transmitirla, ya sea de manera individual o colectiva; puede ser información de tipo secreto concentrada en un selecto grupo, o del dominio público; también en los dos casos la sociedad puede estar interesada en conocerla y participar en los mecanismos de su difusión; a su vez a los grupos de poder, llámense Estado, Consorcio Comercial, Grupo Político, les interesa tener la información y utilizarla. La participación de la sociedad es definitiva en el proceso de generación y utilización de la información, ella es la que le asigna valor, en función de ella va a valer. Cuando hablamos de sociedad nos referimos a ella en su conjunto o a algunos de los subconjuntos que la conforman: armas de casa, obreros, periodistas, científicos, etc. El interés en la información responde a la necesidad del ser humano de expresarse y de querer saber lo que los demás han expresado, responde a una necesidad, que en un momento se vuelve un derecho fundamental del hombre.1 Derecho a la información La existencia de la información no es un hecho aislado, es un producto social; y dentro de esta sociedad existen jerarquías, principios de orden, grupos de poder; existe un gobierno y los gobernados, los que establecen las regulaciones y los que acatan las reglas y ordenamientos. Estos dos niveles del grupo social nos van a dar una correlación entre los sistemas de gobierno y los movimientos culturales, los niveles de educación, los medios propiciados de uso de la información y el uso de la información. * Directora del centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas, UNAM. Para todo lo que hacemos requerimos información, desde la antigüedad hasta nuestros días la necesidad ha sido constante; muchas veces, para las tareas cotidianas es un acto inconsciente ya que la información se ah transmitido de manera natural de padres a hijos, de adultos a niños; pero no todo en al vida es satisfacer necesidades básicas, ya que una vez cubiertas éstas, trascendemos a otras culturas, otros niveles de dificultad, y unos buscamos información para poder afrontar el nuevo reto, y otros tenemos interés en difundir nuevas ideas y proponer al público temas de reflexión sobre la realidad científica, cultural y sociopolítica.2 Cualquiera que el caso sea, como hombres en libertad debemos de informar y de informarnos. Este derecho que yo considero nato, natural, se encuentra consagrado de manera oficial en al Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano3 (dentro de los trabajos de los Constituyentes de 1789 en Francia), y en las legislaciones de algunos países; como el caso de México, que en su Art. 6 constitucional indica: “… el derecho a la información será garantizado por el Estado”.4 Sin embargo un decreto o una ley no es suficiente para garantizar el uso de la información, su disponibilidad y el deseo de usarla. Uso de la información La necesidad consciente de información no es una necesidad que se encuentre en el primer nivel de la pirámide de motivación de Maslow,5 donde se encuentran el alimento y el vestido, necesidades que requieren de una inmediata satisfacción para subsistir. Una vez satisfechas las necesidades de alimento y vestido, es posible que el hombre piense y sienta otras necesidades que estén relacionadas con el confort físico y/o con el deleite espiritual y el conocimiento intelectual, como sería el caso de la información. Para que la información se use, debemos cubrir algunos pasos previos: la información debe existir, debemos conocer su existencia, debe estar disponible. Cubiertas estas condiciones también podemos estar ante dos situaciones: la necesidad de obtener la información en cuestión, o la indiferencia ante la información que tenemos ante nosotros. Esto también quiere decir que el uso de la información va a estar afectado por el tipo de comunidad que en potencia es la receptora de esta información. Hay grupos sociales que ya cuentan con un nivel educativo que les exige una demanda consciente de información para los proyectos que enfrentan ya sean cotidianos o académicos, sin embargo un grupo muy importante por su número hace un uso limitado e inconciente de información, sus propios proyectos de vida son limitados y rutinarios por lo que no los enfrenta a la necesidad consciente del uso de la información. Las comunidades que más abiertamente están conscientes de esta necesidad de usar información casi siempre se encuentran en países desarrollados, mismos que han valorado muy alto el uso de la información para diferente fines, para apoyar objetivos de guerra, desarrollos científicos y tecnológicos, mejoras educativas y culturales. Pero aun en estos países es necesario realizar una serie de acciones concertadas para educar a la población desde temprana edad, a fin de que el uso de información sea un prerrequisito a la toma de decisiones, al inicio de cualquier empresa, sea un hábito que nos lleva a conocer más nuestro entorno, nos lleva a conformar nuestro conocimiento, nuestra ideología. Los países menos desarrollados económicamente tienen serios problemas para llevar educación y cultura a sus pueblos y por consiguiente el no uso de la información se agudiza. En la actualidad, tanto los países con tradición en el uso de la información, como los países sin esta tradición despliegan grandes esfuerzos recursos para que el grueso de su población lea y acto seguido utilice la información. El no uso de la información puede llevar a situaciones graves de analfabetismo funcional, y a pérdida de habilidades para el mecanismo de la lectura, dejando expuesta a la población únicamente a la información proveniente de los medios audiovisuales como la radio, la T. V., casi regresando a los orígenes de la civilización, cuyo medio de transmisión de la información básicamente fue la oral y la ideográfica. Las comunidades científicas de primer orden además de reconocer el valor de la información, la exigen como un requisito fundamental para poder realizar investigación o producir los desarrollos tecnológicos de punta, como lo demuestra su gasto en información y en la infraestructura y medio de soporte y transmisión que requiere su uso; asimismo sus bibliotecas y servicios de información,6 son tratados prioritariamente en los programas de gobierno y en la elaboración y asignación de presupuesto. Disponibilidad de la información Una forma de propiciar el uso de la información por la sociedad en general, o por alguna de sus partes, es que ésta se encuentre disponible y sea de fácil acceso. Esta disponibilidad debe estar apoyada en acciones que permitan conocer: qué hay y dónde está. Esto implica que los usuarios tienen que saber qué hay sobre el tema de su interés y cómo obtenerlo. Los medios para obtener la información son muy variados, desde los masivos como la prensa, radio y T. V. que nos ofrecen información de tipo general y actual hasta la biblioteca, las fuentes de consulta, bases de datos bibliográficos o actuales, notas de correo electrónico, informes de colegios invisibles, etc. Desde el punto de vista tecnológico se cuenta con todos los equipos y desarrollo de las telecomunicaciones para que la información esté al alcance de la mano de cualquier usuario; apoyados en estos avances no existirían fronteras, ni distancias, ni ningún impedimento para acceder a la información que se necesite, sea científico-técnica o recreativa, bursátil o deportiva. Sin embargo el obtener la información no es tan simple, porque hasta la fecha es imposible, política y económicamente, ignorar las fronteras y otras barreras que permitan que la disponibilidad de la información se realice plenamente, además de otras barreras de tipo técnico-normativo dentro del tratamiento de la información. Por otro lado no es necesariamente toda la información que existe sobre un tema dado es necesariamente la que está disponible. Si nos referimos a información general, transmitida a través de los medios masivos, ésta se ve afectada algunas veces por la censura, por la manipulación, por el filtro de la información; ya porque responde a intereses de grupo de poder, o porque conviene a los sistemas políticos , o a principios de mercadotecnia. La información es una necesidad cotidiana, a veces una exigencia impuesta por el acelerado crecimiento de las actividades humanas; poseer información oportuna y suficiente de lo que sucede en el mundo es una obligación del hombre actual para la banca, los negocios, la industria, el campo, la universidad, el laboratorio, etc. Tener información, adquirirla, es un mecanismo de defensa que le permite planear sus actividades futuras y sobrevivir en un mundo altamente competitivo; es relevante la noticia del día y la información retrospectiva. Con la información el ciudadano conformará una idea, un conocimiento, pero habría que aceptar que esta información puede estar influenciada por una ideología dominante, por la instancia que propicia la disponibilidad de esta información.7 Si pudiéramos adquirir información “aséptica” sería lo ideal, pero es casi imposible, la información casi siempre tendrá algún grado de contaminación, sobre todo, aunque no exclusivamente, del lado de ciencias sociales, desde que se genera, ya que el que la registra de alguna forma está influyendo, en la forma en que la registra, después el que la analiza, la sintetiza, la describe; cada una de las personas que participan en el proceso la “contamina”; aun la ficha inofensiva de una base de datos, a través de los descriptores que le asignan, puede ser objeto de esta desviación. Esta desviación y contaminación puede ser inofensiva e inconsciente, pero algunas veces es premeditada y consciente a fin de “orientar” de acuerdo a los intereses de una clase dominante, ya sea política o económica. Esta “orientación” puede llegar a ejercer un control muy sutil, que ejerce el efecto contrario al que se busca al ofrecer y poseer información; en lugar de acercarnos a la realidad, con esta información manipulada podemos alejar al hombre del conocimiento, de la realidad; y que la pluralidad de información que le pudiera llegar, se limite y sólo tenga acceso a una corriente, a un solo estereotipo, a temas no conflictivos, a organizaciones no propias, que por falta de otras opciones se volverán propias. El espíritu de la disponibilidad de información, que es ofrecer a un usuario toda la información existente que requiere para satisfacer sus necesidades, independientemente del lugar en que se encuentre, es posible técnicamente, aunque los factores sociales y políticos no lo proporcionen plenamente. El valor que la sociedad le da a la información Muchos todavía tienen la idea de que la información se genera y fluye con tal facilidad, que por lo tanto es parte del patrimonio natural de los pueblos, como son los bosques, los ríos, el mar, etc. En nuestros días, u según lo reportan los diferentes grupos ecologistas, este patrimonio natural está en riesgo, y al no quererlo perder nos damos cuenta de lo que cuesta rescatarlo y mantenerlo. Igual nos pasa con la información, oral o impresa, siempre creemos que por ser un ingrediente obligado en todas nuestras acciones, no cuesta ningún esfuerzo producirla, obtenerla, organizarla, difundirla, y entonces caemos en el absurdo de decir que es muy importante, y de no actuar en consecuencia. Si no actuamos y no hacemos ningún esfuerzo para conseguirla y ofrecerla a nuestros pueblos, no habrá un uso real de la información. El reconocimiento social, la declaración de principios, no es suficiente, es inevitable e ineludible acometer las acciones que permitan un manejo y una oferta integral de la información. Lo primero sería aclarar el mito de que la información no cuesta. En nuestros días contamos con una sociedad de objetos materiales, donde todo un proceso se traduce en costos; el mundo actual, Europa, Asia y Latinoamérica viven e implantan cambios, cuyo eje principal es el factor económico, los cambios en una economía mundial influyen en los cambios políticos y sociales de muchas naciones. Los procesos culturales y la información no pueden abstraerse de este fenómeno, y tendrán que afrontar fenómenos y conceptos que ya hace dos décadas se empezaron a manejar, el valor y el costo de la información. Desde el momento que se requiere de la mente y mano de obra humana para generar y procesar la información, ésta tiene un costo, además del medio en que se registra y transporta. Sería conveniente distinguir que cuando hablamos de información, y de su valor tenemos que aceptar que la información como tal, los datos, los conceptos que se registran en algún medio, y posteriormente se transportan para su uso, por lo que también tendremos que distinguir entre el contenido y el continente.8 El contenido normalmente debería ser el valor más importante ya que es producto de un proceso de creación, de aportar nuevas ideas, nuevas formas, o el esfuerzo de rescatar algo que en su momento y para cierto grupo es útil e importante; pero este valor muchas veces es intangible, es subjetivo, la propia sociedad se lo otorga, lo engrandece o lo disminuye, dependiendo del entorno, del momento histórico, la antigüedad, la actualidad, la proyección, de la oferta y la demanda. Para tasar la información no es suficiente con determinar el valor de su contenido, por ejemplo: se deben calcular todos los procesos posteriores a la creación, edición y distribución. Si hablamos de servicios de información, tendrán un costo todos los procesos de adquisición y organización, además del medio en que vamos a transportar esta información, manuales o automatizados, más el costo de las telecomunicaciones. Todos esos aspectos tienen un costo, por lo tanto un valor que a diferencia del contenido, es un valor objetivo, porque cada uno de los procesos tiene un valor definido en el mercado. Este valor social y económico de la información conforma la base para reconocerle un costo y aceptar pagar por su posesión. Muchas veces el reconocimiento de este valor no se da de manera individual sino son ciertos grupos, los que reconocen el valor y la necesidad de que el grueso de la población tenga acceso a la información. Cuando se aceptan los beneficios ofrecidos por la información a la sociedad, se exploran formas para que ciertos grupos sociales desprotegidos se beneficien de la información sin costo directo; esto se da a través de los subsidios, o de programas sociales que absorban estos costos, como pueden ser las bibliotecas públicas, los subsidios y legislaciones proteccionistas a la industria editorial, la importación de softwares y equipo de cómputo, etc. La sociedad y la información Cuando la sociedad en su conjunto, o alguna de sus partes, como el grupo gobernante reconoce el valor de la información, también está reconociendo el poder que conlleva esta información. Hoy en día no podemos hablar de información en forma aislada, sino siempre aparejada a las tecnologías y las telecomunicaciones, lo que nos permite tener información de todo el mundo sin movernos de nuestra oficina o nuestro hogar; también tenemos acceso al mismo tiempo, al mismo tipo de información, lo que en un momento unifica nuestra necesidades, la sociedad se encuentra ante un fenómeno de masificación de la información en cuanto que una misma fuente o mismo dato se hace llegar a un gran número de usuarios, a un gran número de personas, esta situación a su vez nos lleva a poseer una cultura universal e internacional que produce un cambio de valores, de actitudes de necesidades, de satisfactores, de locales a los de tipo internacional. La sociedad se hace dependiente de al información no necesariamente de manera crítica y selectiva, sino dependiente de criterios y ofertas internacionales, propiciadas por organismos transnacionales que llevan el liderazgo en cuanto a normas, equipo y soporte para la transmisión de la información requerida en cualquier parte del mundo. Analizar la relación sociedad-información y ver que son un binomio inseparable no es suficiente, tenemos que crear conciencia en las grandes masas y en las élites de su necesidad y de su utilidad, de que debe ser accesible y estar al servicio de la creación y de la práctica humana, independientemente de su clase, de su nivel y de su ideología. Referencias 1 Terrou, Fernand, La información, Barcelona, Villassar de Mar, 1970, 126 p., p.7. 2 Gutiérrez Vega, Hugo, Información y sociedad, México, FCE, 1974, 144 p., p. 23. 3 “Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, en Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo.Americano-Madrid, Espasa Calpe, 1907, v. 17, pp. 1217-1219. 4 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, comentada, México, II JurídicasUNAM, 1985, 358 p., pp. 17-21. López Aylón, Sergio, El derecho a la información, México, Miguel Angel Porrúa, 1984, 278 p. 5 “Teoría de la motivación de Maslow”, pp. 203-205, en Evans, G. Edgard, Técnicas de administración para bibliotecas, México, DGB-UNAM, 1980, 317 p. 6 Programme of the Federal Republic of Germany for Specialized Information, Bonn, The Federal Minister for Research and Technology Public Relations Office, 1985, 111 p. 7 Gutiérrez Vega, op. cit., p. 43. Orive Riva, Pedro, Diagnóstico sobre la información, Madrid, Ed. Tecnos, 1980, 432 p., p. 45. 8 Término usado en Francia, véase Madec, Alain, El mercado internacional de la información, los flujos transfronteras de informaciones y datos, Madrid, Tecnos, 1984, 159 p., pp. 38-46.