Las repercusiones medioambientales de la industria

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LAS REPERCUSIONES MEDIOAMBIENTALES DE LA INDUSTRIA
Las actividades de producción y transformación de bienes, así como las industrias
extractivas de minerales o recursos energéticos, tanto como la propia generación de
energía y su transporte, son algunas de las actividades humanas más lesivas para el medio
natural.
Entendemos por impactos ambientales los efectos que ciertas actividades humanas
provocan sobre el medio natural bajo formas de deterioro, degradación, contaminación u
otras, en suma, provocando una grave alteración de los ecosistemas.
El elevado consumo de recursos de materias primas, las necesidades ingentes de
energía para su transformación o transporte, la generación de residuos sólidos, gaseosos o
líquidos (desechos industriales), así como los impactos visuales de las factorías o
infraestructuras que llevan aparejadas, provocan un incesante piélago de impactos
medioambientales que, si bien dichas actividades contribuyen a la generación de riqueza del
país, originan un menoscabo de la calidad de vida y un deterioro, a menudo irreversible, del
medio natural.
La deslocalización de las industrias más contaminantes, el endurecimiento del marco
normativo legal de la Unión Europea, incluso, la conveniencia de preservar el medio natural
en un país eminentemente turístico, como es España, no han sido capaces de aminorar los
impactos negativos que, bajo el eufemismo de “deseconomías industriales” origina este
sector económico.
No obstante, hoy se trivializa el concepto, con el fin de adormecer la conciencia
pública, al amparo de las campañas de marketing publicitario y el bombardeo mediático de
las oficinas de comunicación: energías limpias (ríos regulados, valles inundados, tendidos
eléctricos de alta tensión que cicatrizan nuestro paisaje, etc.), los vehículos ecológicos,
detergentes biodegradables, envases reciclables, etc.. Como consumidores no estamos
dispuestos a admitir el lado oscuro del progreso, el “dios mercado” mediatiza nuestras
pautas de vida, y las grandes corporaciones financiero-industriales no hacen todo lo posible
por desarrollar y extender modelos de producción alternativos y sostenibles con el medio
natural. Hoy prima el máximo beneficio, la rentabilidad a corto plazo y, en ocasiones, unas
instituciones públicas que miran hacia otro lado en connivencia, o franca corrupción,
haciendo dejación de sus obligaciones y rindiéndose ante las contribuciones dinerarias que
aporta el sector industrial a unas economías regionales necesitadas de un crecimiento
sostenido.
El compromiso mundial para actuar frente a la amenaza del cambio climático partió
de la Cumbre de Río de Janeiro en 1992. El Protocolo de Kioto, nacido en 1997, para
afrontar el grave problema de las emisiones de CO2 y el subsecuente calentamiento global y
cambio climático, encomendó a los países desarrollados la misión de limitar sus emisiones de
CO2 cuantificando y fechando las cantidades de las mismas.
A la Unión Europea se le confió la reducción de un 15 % de sus emisiones hasta el
2012, en que concluiría este compromiso. España ha incumplido sus deberes hasta el
momento, mostrando una gran incontinencia emisiva.
La Cumbre del Clima de Nairobi, celebrada en 2006, impulsó un nuevo tratado para
después de 2012, conocido popularmente como Kioto2, en el cual los países ricos se
comprometerían a reducir sus emisiones de CO2 en un 50% en el horizonte de 2050.
Veamos seguidamente algunos de los problemas que ocasiona la industria en el
medio ambiente.
1.- Uso abusivo de los recursos naturales (materias primas y energía) debido a un
consumo inapropiado que conduce a la sobreexplotación y agotamiento, dado que su
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capacidad de regeneración a escala temporal humana es prácticamente nula (yacimientos
carboníferos, gasíferos, petrolíferos, mineralíferos, etc.). En otros casos, las necesidades
de suelo son ingentes, destruyendo irremisiblemente grandes superficies, caso de algunas
factorías automovilísticas.
2.- Contaminación atmosférica debido a las emisiones de gases asociadas a este
sector productivo, sobre todo a industrias pesadas, las refinerías (caso de Santa Cruz de
Tenerife) y las centrales térmicas (As Pontes, Andorra, Escombreras, etc.), tanto las de
carbón, como fuel (las canarias son de ciclo combinado, pero usan combustibles de baja
calidad), más respetuosas son las de gas. Emiten a la atmósfera partículas gaseosas
(dióxido de azufre, cloro, metano, monóxido y dióxido de carbono, óxido de nitrógeno,
dioxinas, partículas sólidas y otros) y provocan la lluvia ácida, el efecto invernadero o el
agujero de la capa de ozono (pueden ampliar estos impactos).
Dentro de este apartado, merece un hueco la contaminación acústica que se torna
más relevante en industrias ubicadas en entornos urbanos.
3.- Generación de residuos y vertidos. En España la contaminación industrial
afecta principalmente a los litorales cercanos a los grandes complejos industriales o
mineros: ría del Nervión, delta del Llobregat, golfo de Cádiz, bahía de Huelva, litoral de
Cartagena, etc. Los vertidos a ríos o mares (la industria y la minería usan agua para limpiar,
refrigerar, etc.) causan eutrofización (crecimiento desmesurado de algas que al pudrirse
consumen el oxígeno y acaban con la vida acuática), las papeleras usan ingentes cantidades
de agua para procesar la celulosa, y las industrias químicas, a pesar del control de residuos,
suelen propiciar los vertidos a terrenos y aguas, envenenando el suelo con metales pesados
u otros componentes nocivos, o bien contaminando los acuíferos.
No es inusual que se alteren las condiciones naturales de un río o porción de mar a
través de las modificaciones en la temperatura del agua. Las centrales nucleares o térmicas
toman agua para sus procesos de refrigeración, y luego la vierten a elevadas temperaturas;
las centrales hidroeléctricas, en cambio, la vierten a temperatura más baja. En ambos
casos, modifican la fauna y flora del lugar.
4.- Almacenamiento de residuos. Suponen un patente impacto visual sobre el
paisaje, a la vez que inciden en la contaminación de suelos y capas freáticas. En ocasiones
han dado lugar a catástrofes ambientales, como el caso de Aznalcóllar en 1998, cuyas
balsas de decantación de la mina de pirita adyacente provocaron vertidos de agua ácida y
de lodos tóxicos con altas concentraciones de metales pesados, incluso en el Preparque de
Doñana. El problema del almacenamiento es más grave cuando se trata de residuos tóxicos
o radiactivos: minas abandonadas y reutilizadas como cementerios nucleares, aceites
pesados, escorias mineras, etc. Hoy cobra vigor el debate sobre el fin de la moratoria
nuclear por obra de la enorme dependencia energética exterior. También el transporte de
crudo puede dar lugar a vertidos accidentales, que no son infrecuentes en las costas
españolas, produciendo mareas negras sumamente dañinas para el medio natural y la
actividad humana. Sirva como ejemplo el caso del Prestige en 2002.
De igual forma, los bienes industriales generan residuos sólidos que vuelven a
integrarse en el proceso productivo a través del reciclado, pero se necesitan plantas de
selección de residuos y grandes extensiones de almacenamiento de los mismos: vertederos
de chatarra, neumáticos, etc.
5.- Degradación del paisaje debido a las minas a cielo abierto (cuencas mineras
turolenses, Riotinto, etc.) y la extracción de áridos (canteras de todo tipo, piconeras en las
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islas, extracción de gravas en los cauces de los ríos, etc.) que alteran la topografía de los
lugares y la red hídrica. En el caso de la industria, el impacto paisajístico se origina desde
el momento en que se construyen las infraestructuras, mientras tiene lugar el
funcionamiento de las industrias, e incluso tras el vaciado industrial, cuando los espacios
quedan contaminados y degradados para otros usos.
Paradójicamente, el impacto puede proceder de energías consideradas limpias, como
las minicentrales eléctricas, que se han multiplicado en el norte del país, afectando en su
construcción a algunas reservas naturales, o los grandes parques eólicos y solares, que
ocupan extensos espacios, suponen una impronta visual y causan impacto sobre rutas y
hábitats de aves (protección mediante las ZEPAS).
Los polígonos industriales, correctamente planificados o bien en forma de un totum
revolutum de naves adosadas, y los grandes complejos industriales integrados (altos
hornos, refinerías, agroquímicos, carboquímicos, etc.), u otros como las industrias
cementeras (caso de Arguineguín) afean el paisaje creando externalidades de difícil encaje
y generando, en ocasiones, un paisaje denominado de países negros.
Actualmente las industrias prestan gran atención a las tareas de diseño, gestión y
administración, marketing, etc. , generándose “industrias limpias” en complejos más
asemejados a oficinas del sector servicios, proceso que ha dado en llamarse “terciarización
de la industria”, reservando las tareas de producción a áreas periféricas del país o a países
menos desarrollados. Estos lugares se materializan en forma de parques empresariales,
polos tecnológicos o tecnopolos, etc., poseen una calidad ambiental envidiable, y generan
sinergias industriales al espacio circundante (Madrid, Bilbao, Barcelona, Valencia, Zaragoza,
Málaga, etc.).
A partir de los años 80, la opinión pública ha desarrollado una mayor sensibilidad
ante los problemas medioambientales causados por la industria, a ello también han
contribuido las directivas europeas sobre preservación del medio.
Las principales políticas para solucionar dichos problemas son:
1.- Respecto al uso abusivo de los recursos, el desarrollo sostenible, o sea, la
utilización racional de los recursos por parte de las generaciones actuales no más allá de su
capacidad de regeneración, al objeto de no comprometer su disfrute por parte de las
generaciones venideras. Ello entraña la aplicación de la política de las tres erres (reducir,
reutilizar y reciclar) y la apuesta por las energías alternativas. Se trata de optar por la
calidad de vida y no por el nivel de vida, identificado normalmente con el mero aumento del
consumo.
2.- Respecto a la contaminación del medio, las políticas pueden ser de protección de
ciertos espacios de un posible uso industrial (ahí entra de lleno la ordenación del
territorio), de prevención de efectos negativos mediante evaluaciones previas de impacto
ambiental para cualquier proyecto industrial nuevo o de reforma de alguno antiguo, de
investigación en tecnologías limpias o ahorradoras de energía. Relacionado con esto último
han surgido en los años 90 las llamadas industrias verdes, impulsadas tanto por la U.E. como
por España (Plan Industrial Tecnológico), cuyo objetivo es el desarrollo de tecnologías
limpias y económicamente rentables. Por último, también se hacen políticas de corrección
mediante las denominadas “auditorías medioambientales” (voluntarias), para que las
empresas conozcan en qué pueden mejorar para no contaminar.
Las políticas medioambientales hasta hace poco tiempo se debatían entre dejar que
se contaminara a cambio de pagar multas para no perjudicar a la industria, u obligar a las
empresas a emprender costosas reformas medioambientales, incluso con el peligro de que
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algunas tuviesen que cerrar. Hoy la U.E. se inclina por lo segundo, aunque los avances son
muy lentos, pues otros países (como los N.P.I.) basan su competencia, no sólo en mano de
obra barata, sino también en marcos legislativos muy laxos en materia medioambiental, que
aligeran los costes finales de los productos.
3.- Respecto a la degradación estética del paisaje, se llevan a cabo operaciones de
rehabilitación de instalaciones abandonadas (reutilización del tanque de la refinería de
Sta. Cruz de Tf.) y de regeneración de paisajes urbanos y reutilización del suelo
industrial (planes de remodelación urbana), como por ejemplo la reconversión de un paisaje
industrial negro, como lo fue la ría de Bilbao, a un paisaje urbano de calidad y terciarizado:
paseos arbolados, ajardinamiento, hoteles de calidad, rehabilitación de riberas, auditorio,
centros comerciales, Museo Guggenheim, etc.; o el Pueblo Nuevo de Barcelona reconvertido
en la Barcelona Olímpica con un novísimo terciario urbano: equipamientos comerciales,
infraestructuras deportivas y de ocio, equipamientos hoteleros y de hostelería y
restauración, incluso playas artificiales en lo que era un frente litoral degradado por las
instalaciones industriales barcelonesas1. En otros lugares se le ha dado un uso ligado a los
equipamientos sociosanitarios o educativos, infraestructuras de transportes (estaciones), u
otros más prosaicos y comunes, como los residenciales. Incluso se han llevado a fin planes
de rehabilitación paisajística experimentando con cultivos sobre antiguos vertederos o
escombreras de minas.
Al margen de las medidas de corte tecnocrático ligadas a la política medioambiental
de la Unión Europea, con toda su amplia panoplia de Redes, Programas o impulsos de
integración de mejoras tecnológicas, gran parte del futuro se encuentra en las innovaciones
derivadas de la biotecnología, que se encarga de aplicar procesos biotecnológicos para
transformar contaminantes en sustancias no tóxicas, y generar materias biodegradables.
Las principales aplicaciones se encuentran en la eliminación de metales pesados, eliminación
de mareas negras mediante bacterias, la obtención de energías no contaminantes tomando
como materia prima aguas residuales, algas y bacterias, la separación selectiva de mezclas
de hidrocarburos, y otros.
En definitiva, es necesario que la industria contribuya al desarrollo de un modelo de
crecimiento económico basado en el Desarrollo Sostenible y, puesto que quizás vivamos
inmersos en una nueva crisis histórica denominada Crisis Ambiental, y las sociedades
humanas transforman sus modelos productivos en tales circunstancias, hemos de pensar
que existen respuestas técnicas a los problemas (nuevos materiales, motor de hidrógeno,
procesos de gestión de residuos, etc.), y que el impulso deberá tomarse mediante la
conciencia de los consumidores y la educación ambiental de las nuevas generaciones.
José Ángel Barra Aznar. IES Vecindario (Gran Canaria)
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A una escala menor, y con las prevenciones oportunas, podríamos valorar la eliminación de
instalaciones industriales y de almacenamiento ubicadas en las áreas de Guanarteme, Pilar y Chile de la
ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
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