¡Gracias! Y buen viaje, Padre Neftalí

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¡Gracias! Y buen viaje, Padre Neftalí
“Tú eres sacerdote para siempre”. En el salmo 110 podría resumirse la historia del hombre que
acompañó por tanto tiempo a tantas almas, al igual que aquél
pastor que celosamente guía sin cansancio y con amor a cada una de sus ovejas: el P.
Neftalí.
Un día y otros más han transcurrido desde su partida y aun cuesta un poco entender y aceptar
que aquél sacerdote de paso lento y firme, aquél hombre
de hablar profundo y lleno de sabiduría, aquél amigo de voz pausada pero
animosa que siempre dio refugio a nuestros pesares, ha dejado este mundo
para nacer a la eternidad.
Y es que la huella que ese gran sacerdote de cabellos blancos y sonrisa serena ha dejado, ha
hecho un hueco profundo en nuestros corazones que será muy
difícil llenar.
Tanhuato es el municipio que le vio crecer, sin embargo siendo un adolescente se fue a
estudiar a la Universidad de Comillas y la Gregoriana de Roma.
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Fue en Roma también donde recibió la ordenación sacerdotal de manos del Cardenal Luigi
Traglia en la Basílica de San Pedro.
Por más de dos décadas el p. Neftalí sirvió a la Universidad Vasco de Quiroga, como
representante del Arzobispo de Morelia ante la Junta de Gobierno, sin
dejar de lado su ayuda espiritual y sacramental a la comunidad universitaria.
Su misión evangelizadora le llevó a impulsar la construcción de varios templos en la
Arquidiócesis y a colaborar en la fundación de algunas órdenes religiosas.
Un libro no bastaría para hablar de su vida, sus enseñanzas y su compañía, sin embargo me
es grato relatar lo que en un entrevista externó acerca de su
ministerio sacerdotal:
“Echando la mirada atrás hay tantas experiencias y emociones tan hermosas y satisfacciones
pero las más legítimas están asociadas a lo que es ese regalo
invaluable de Dios nuestro Señor, el trato con las almas, donde siempre le digo
al Señor, algo debe de traer allí, si es una duda, un problema, si es un dolor,
Señor, que no lo defraude, habla tú por mí, y dame lo que pueda ser para él su
medicina, su coraje y su fuerza para que te descubra también a ti”.
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El sacerdocio es eterno repetía constantemente el padre Neftalí y disfrutaba mucho el que Dios
le hubiera regalado esa vocación. Después de haber
cumplido sus 50 años de sacerdote con mucha satisfacción decía: Lo que
queda hoy que volteo atrás, es una alegría pero sobre todo una paz, y por más
que uno quiera no alcanza a abarcar todo el contenido de ese amor de Dios,
Él me puso tan dentro en el corazón lo que me pareció que superaba cualquier
otro proyecto, cualquier otra ilusión en la vida, Él llama y acompaña a uno y
además le da todo”.
A decir de muchos el padre Neftalí era ya un santo y es que para algunos significaba un guía,
un amigo, un padre, alguien con quien cualquiera
disfrutaría caminar a su lado escuchando un buen consejo, a su ritmo, a su
paso, a su tiempo.
“Dios es amor”, reiteraba constantemente en sus homilías el p. Neftalí, y al referirse a su
vocación sacerdotal externó: “lo veo reflejado en mi sacerdocio, lo
siento muy cerca y siento que no debo preocuparme en cómo será un mañana.
En su ordenación sacerdotal escogió como patrono a San Pablo de quien repetía con ilusión
aquellas palabras que se grabaron en su mente y corazón
hasta el día de su partida: ‘he combatido el buen combate, he recorrido el buen
camino he mantenido firme mi fe, ahora solo me queda recibir la corona que
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Dios tiene preparada para mí y todos los que esperan su venida”.
Dos expresiones pueden hoy, a días de su partida, cifrar el deseo de la gente que le
conocimos: ¡Gracias! Y buen viaje, padre Neftalí.
“Yo le pido al Señor que mi sacerdocio sea un puente entre las almas y Dios”.
P. Neftalí
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