Unidad 5

Anuncio
Unidad 5
• Herbert Spencer
HERBERT SPENCER
Herbert Spencer (1820-1903), el segundo padre fundador de la sociología,
pertenecía a una familia de la clase media. No asistió nunca a una escuela ordinaria,
recibió enseñanza en el hogar y por breves períodos en pequeñas escuelas
particulares. Su preparación, como él mismo lo reconoce en su autobiografía, sólo en
matemáticas fue buena. No estudió sistemáticamente materias tales como la historia
natural, la literatura o la historia, cosa sorprendente si se tiene en cuenta que escribió
tratados notable de biología y de psicología.
Siendo aún muy joven entró en los negocios, en el campo de la ingeniería
ferroviaria. Después pasó al periodismo y llegó a ser director de The Economist, una de
las publicaciones inglesas más importantes. Al cabo de algunos años dimitió ese cargo
y decidió ganarse la vida como escritor independiente. Nunca sufrió pobreza, pero sus
obras no lo enriquecieron. Sus principales tratados fueron publicados a plazos cuya
regularidad, por lo menos al principio, fue siempre precaria, ya que los ingresos
dependían de un número suficiente de subscriptores, la mayor parte de los cuales era
norteamericanos.
OBRAS DE SPENCER
La carrera literaria de Spencer comenzó con una serie de artíc ulos publicados el
año 1842 en The Nonconformist, el primero de los cuales se tituló “The Proper Sphere
of Government” (La esfera propia del gobierno), en el que exponía la opinión de que la
adaptación del hombre a sus funciones sociales se produce mejor cuando sus
relaciones con la sociedad no son artificialmente intervenidas. Esta teoría de laissez
faire siguió siendo uno de los motivos constantes de sus escritos sociológicos y
políticos. En 1850 apareció Social Statics (Estática social), su primer libro, en el que
ofrece un anticipo de su teoría sociológica: tanto en los organismos como en la
sociedad, el progreso es el paso de una situación en que partes iguales desempeñan
funciones diferentes, o sea, el paso de lo uniforme o lo multiforme. Algunos críticos
manifestaron la opinión de que el título del libro había sido tomado de Comte. Spencer
replicó enojado que en el tiempo en que lo había escrito Comte no era para él más que
un nombre y que el primer título de la obra había sido Demostática.
En los años que siguieron a la publicación de Estática social, Spencer hizo
algunas de las aportaciones más notables a la teoría biológica de su tiempo,
destacando el hecho de que el desarrollo de un organismo se caracteriza por el paso de
la homogeneidad o uniformidad de estructura a la heterogeneidad o multiformidad.
Como él dice en su autobiografía, a mediados de 1850 tuvo una inspiración:
súbitamente se dio cuenta de que el paso de la homogeneidad a la heterogeneidad era
la ley universal del progreso, tanto en el orden inorgánico como en el orgánico o el
superorgánico (social).
Unos años más tarde una nueva inspiración le permitió penetrar en el fondo
causal de esa tendencia: la inestabilidad de lo homogéneo. Esta idea le permitió dar un
paso decisivo hacia la que él llamó etapa totalmente deductiva de su investigación, en
otras palabras, hacia la formulación de una teoría. Esta teoría se fundó desde el
principio sobre la ciencia física.
En 1859 publicó Charles Darwin su Origen de las especies. Spencer se asimiló
rápidamente los nuevos conceptos darwinianos. Tenían algún parentesco con sus
propias ideas y observó, muy característicamente, que había sido el primero en
descubrirlos, refiriéndose a dos de sus artículos publicados el año 1852 en la
Westminster Review. En uno de ellos había dicho: “Cierta parte de la especie se hará
ligeramente más heterogénea.
En ausencia de cambios sucesivos en las
circunstancias, la selección natural actuará relativamente poco”. Éstas son, desde
luego, anticipaciones de las ideas de Darwin. En obras posteriores de Spencer se
encuentran expresiones como “supervivencia de los más aptos”, y afirmaciones como la
de que la conquista de un pueblo por otro ha sido en lo esencial la victoria de lo social
sobre lo antisocial, o del mejor adaptado sobre el peor adaptado.
Hacia 1860 emprendió Spencer una empresa casi sobrehumana: la redacción de
un sistema de filosofía sintética, en el que unificaría todas las ciencias teóricas de su
tiempo. El primer volumen, titulado Los primeros principios, apareció en 1862. la parte
siguiente, sobre la evolución inorgánica, fue omitida, como relata en su autobiografía,
por miedo a no disponer de tiempo bastante para acabar las partes restantes y de
mayor importancia de su empresa. Esas partes fueron: Principios de biología (186467), Principios de psicología (1870-72),1 Principios de sociología (1876-96), y Principios
de ética (1879-93). La publicación de los Principios de sociología fue precedida de un
libro independiente titulado El estudio de la sociología (1873), el más legible de los
tratados sociológicos de Spencer.
En Los primeros principios Spencer descartó la teología como ciencia de lo
definitivamente incognoscible. (Esta frase, dicho sea de pasada, satisface tanto a los
hombres religiosos como a los ateos.) El libro trata primordialmente de fenómenos
físicos. No obstante, en esta obra el sistema sociológico de Spencer está casi
completo, y los Principios de sociología posteriores son esencialmente la elaboración de
ideas publicadas en 1862. Por esto hay que tratar a Spencer como uno de los primeros
sociólogos.
Después de publicados Los primeros principios, brotaron en la mente de Spencer
nuevas ideas relativas a la conexión entre la creciente integración de la materia y la
disipación concomitante del movimiento. En 1867 estaba completo su sistema de
ideas, que no sufrió después ningún cambio. Sus nuevas ideas fueron incorporadas a
ediciones revisadas de Los primeros principios y de Estática social.
1
Escritos originalmente en 1850 y tantos, y revisados completamente para que formasen parte de la
Synthetic Philosophy (Filosofía sintética)
LA TEORÍA EVOLUCIONISTA
La verdadera base del spencerismo es la teoría de la evolución. En Los primeros
principios se formulan tres leyes fundamentales: primera, la ley de la persistencia de la
fuerza, lo que significa la existencia y la persistencia de una causa última que
trasciende al conocimiento humano; segunda, la ley de la indestructibilidad de la
materia (éste era uno de los descubrimientos físicos recientes en aquel tiempo,
invalidado en la actualidad); y tercera la ley de la continuidad del movimiento, lo que
significa que la energía pasa de una forma a otra, pero perdura siempre. A ellas se
añaden cuatro proposiciones secundarias: la persistencia de la relación entre las
fuerzas, o la uniformidad de la ley; la transformación y equivalencia de las fuerzas; la
tendencia de todas las cosas a moverse siguiendo la línea de menor resistencia y de
mayor atracción; y por último, el principio de la alternación o ritmo del movimiento.
Algunas de estas proposiciones las tomó Spencer de la física de su tiempo.
Spencer había formulado siete leyes y advirtió que podía expresar unitariamente
su resultado. La tendencia de la época se dirigía a reducir la multitud de leyes
diferentes a algunas formas generales. Spencer pensó que el resultado unitario de
aquellas siete leyes podía formularse como la ley de la evolución, que en su opinión era
la ley suprema de todo devenir. La forma que Spencer dio a esta ley es una definición
muy engorrosa. “La evolución –dice- es una integración de la materia y una disipación
concomitante de movimiento, durante las cuales la materia pasa de una homogeneidad
indefinida e incoherente a una heterogeneidad definida y coherente, y el movimiento
que subsiste sufre una transformación paralela.”2
La parte importante de esta concepción es la que ya había sido expuesta en
Estática social, a saber, la tendencia de lo homogéneo o uniforme a hacerse
heterogéneo o multiforme. ¿Constituía esa tendencia una necesidad? Spencer creía
que sí. Sostenía que lo homogéneo es inestable por sí mismo, y que no puede
permanecer en ese estado a causa de que los efectos diferentes de fuerzas
persistentes sobre partes diversas de lo homogéneo tienen que producir diferencias que
se manifestarán en el desarrollo futuro.
Spencer intentó demostrar su fórmula evolucionista en el orden sintético,
sintético en el sentido de unificar todas las ciencias. Procuró demostrar que hay
redistribución de materia y de movimiento, la cual produce el paso de lo uniforme a lo
multiforme en todos los mundos del ser, en los cuerpos celestes, en los organismos y
en las sociedades, aunque reconocía que este proceso se realizaba de modos
diferentes. Spencer reforzaba su argumentación con ejemplos. Las sociedades
–decía- constantemente ajustan su población a los medios de subsistencia; había leído
a Malthus y le había impresionado mucho su Ensayo sobre la población (1798). En
general la oferta y la demanda se ajustan la una a la otra. Las instituciones políticas
están en armonía con los deseos del pueblo. Una sociedad de negocios, es, en la
2
Tomado de la edición en inglés de Los primeros principios, p. 407.
práctica, una unión en que la autoridad de uno de los socios es reconocida tácitamente
como superior a la de los demás.
El estudio de los escritos de Spencer suscita inevitablemente la cuestión de si
creía que la evolución, que es la ley del devenir, se dirigía en verdad hacia el progreso,
de si la evolución es en realidad la ley de todo devenir. Spencer negó algunas veces
esta interpretación. En la cuarta edición de Los primeros principios, publicada en 1880,
dice: “Se supone erróneamente que la teoría de la evolución implica un proclividad
intrínseca en cada especie hacia una forma superior. Análogamente, suponen muchos
que la transformación que constituye la evolución implica una tendencia intrínseca a
experimentar los cambios que expresa la fórmula de la evolución”.3 Pero –dice- el
avance de la evolución no es fatal, depende de ciertas condiciones. La frecuente
presencia del proceso de disolución, opuesto a la evolución, el movimiento de lo
multiforme hacia lo uniforme, revelan que, cuando no se dan las condiciones
esenciales, tiene lugar con igual facilidad el proceso contrario. El progreso de un
organismo social hacia estructuras más heterogéneas y más definidas se prosigue sólo
mientras siguen operando las acciones que producen esos efectos. A base de estas
afirmaciones, podría estar justificado concluir que a Spencer no se le puede culpar de
sostener la presencia incesante de la evolución ni de que ésta lleve siempre al
progreso. Pero veamos algunas otras de sus afirmaciones.
En El estudio de la sociología dice Spencer: “La evolución no modificará su
dirección general más en esta que en otras cosas; seguirá los mismos lineamientos que
hasta ahora”.4 En otro lugar dice: “Las semillas de la civilización existentes en el
hombre originario y distribuidas sobre la tierra era seguro que encontrarían en el
transcurso de tiempo acá y allá circunstancias favorables a su desarrollo”.5 En otras
palabras, creía entonces que el hombre estaba por su naturaleza predestinado al
progreso.
Estas contradicciones (que revela claramente la comparación de las ideas de Los
primeros principios en sus últimas ediciones con las de El estudio de la sociología y de
la Estática social) quizás puedan conciliarse. En principio, pueden darse condiciones
que dirijan el proceso del cambio hacia la disolución, opuesta a la evolución (de lo
multiforme a lo uniforme), mas de hecho han prevalecido condiciones que han dirigido
el proceso hacia el progreso. Pero la obra sociológica de Spencer está dominada por la
idea de que a través de todos los tiempos ha habido realmente evolución social, y que
esta evolución se ha movido incesantemente de lo uniforme a lo multiforme, es decir,
hacia formas cada vez más progresivas. Parece indudable que Spencer fue un apóstol
de la evolución unilineal hacia el progreso.
3
P. 481.
4
P. 309.
5
Tomado de la edición en inglés de Estática social, edición revisada, p. 238.
LA CIENCIA DE LA SOC IOLOGÍA
Como Comte, cuyas obras leyó en sus últimos años y criticó severamente,
Spencer admitía la posibilidad de una ciencia de la sociología, palabra ésta que
reconocía de mala gana haber tomado del maestro francés. ¿Por qué es posible una
ciencia de la sociedad? En la sociedad –dice Spencer- hay orden de coexistencia y de
progreso. Si hay orden, los fenómenos correspondientes pueden constituir el asunto de
una ciencia que, como él dice, puede ajustarse a la forma deductiva, en otras palabras,
puede ser una ciencia teórica. Pero –añadía- la materia de la sociología es muy
peculiar. Siendo único el proceso social, la sociología es una ciencia que debe explicar
el estado presente de la humanidad atendiendo a las fases iniciales de la evolución y
aplicándoles las leyes de la evolución. Esperaba explicar el presente conocido por
medio del pasado desconocido y conjetural. Esta actitud procedía de la opinión general
de Spencer según la cual la evolución era la ley suprema de todo devenir.
Es interesante que, aunque Spencer escribió varios tratados de sociología
–Estática social, El Estudio de la sociología y Principios de sociología- y que gran parte
de Los primeros principios es una introducción a la sociología, nunca hizo una definición
formal de esa disciplina. Para él, la sociología era la ciencia de los fenómenos
superorgánicos, o más exactamente, de la evolución superorgánica.
El concepto que Spencer tenía de lo superorgánico (palabra que todavía
emplean algunos escritores) es que ha habido continuidad de la evolución: primero,
evolución en el mundo inorgánico de la materia sin vida, después evolución en el
mundo orgánico o viviente, y por último evolución en las combinaciones de organismos
vivientes en sociedades. Evolución superorgánica es una expresión hermosa, pero sólo
tiene sentido si denota una clara concepción de la naturaleza de la sociedad, cuestión
que, infortunadamente, nunca aclaró Spencer.
Tampoco definió Spencer exactamente las relaciones entre sociología y las
demás ciencias. Creía que la sociología haría uso de las generalizaciones de las
ciencias particulares, como la economía, la ciencia política y la etnología. Sostuvo
también que la sociología difiere de la historia.
La historia es el relato de
acontecimientos sobrevenidos en las vidas de las sociedades; la sociología estudia la
evolución de éstas. En alguna ocasión observó Spencer que la sociología, tal como
ordinariamente se la concibe, trata exclusivamente de los fenómenos resultantes de las
cooperaciones de los ciudadanos. No pretendía él que estas observaciones fuesen una
definición formal de la sociología, ni se aplican a las voluminosas obras sociológicas del
mismo Spencer.
¿Qué método deben emplear los sociólogos? A esta pregunta respondía
Spencer:”Debemos aprender, por inspección, las relaciones de coexistencia y sucesión
en que los fenómenos sociales están unos con otros. Comparando sociedades de
diferentes tipos y sociedades en diferentes fases, debemos averiguar qué rasgos de
tamaño, estructura funciones, aparecen asociados entre sí”.6 Pero este principio no
6
Tomado de la 3ª edición en inglés de Principios de sociología, vol. I, p. 442.
guió sus propios procedimientos. Como material usó principalmente ejemplos tomados
de la etología, basándose en la hipótesis de que el hombre primitivo muestra etapas
atrasadas de evolución. Con la observación de los contemporáneos atrasados suponía
que podía reconstruirse la serie de transformaciones que habían producido la sociedad
avanzada de hoy. La importancia que Spencer concedía a la etnología se manifiesta en
el hecho de que la primera mitad del primer volumen de los Principios de sociología se
titula “Datos de etnología”, y está casi íntegramente consagrada a una reconstrucción
conjetural de la vida física, afectiva, intelectual y, especialmente, religiosa del hombre
primitivo.
De hecho, Spencer seleccionó materiales de las culturas más diversas,
ampliamente separadas entre sí en el tiempo y en el espacio. Tomó datos de acá y de
allá y los unió de suerte que sirvieran de apoyo a su hipótesis evolucionista; los
materiales combinados de modo tan arbitrario los usó para confirmar su hipótesis. Tal
procedimiento, naturalmente, no guarda la menor armonía con las reglas de la lógica y
los principios del método científico.
LA ANALOGÍA ORGÁNICA
La base de la teoría sociológica de Spencer es la teoría de la evolución. Sin
embargo, formuló una teoría secundaria que representó también un papel importante en
su sistema de ideas: la analogía orgánica, es decir, la identificación, para ciertos fines,
de la sociedad con un organismo biológico. Spencer sostuvo explícitamente en la
edición revisada de Estática social que el reconocimiento del paralelismo entre la
generalizaciones relativas a los organismo y las relativas a las sociedades era el primer
paso hacia la teoría general de la evolución.
Spencer formuló la analogía orgánica en los siguientes términos: “Tan por
completo está la sociedad organizada según el mismo sistema de un ser individual, que
podemos percibir algo más que analogías entre ellos; la misma definición de la vida es
aplicable a ambos.
Únicamente cuando se advierte que las transformaciones
experimentadas durante el crecimiento, la madurez y la decadencia de una sociedad se
conforman a los mismos principios que las transformaciones experimentadas por
agregados de todos los órdenes, inorgánicos y orgánicos, se ha llegado al concepto de
la sociología como ciencia”. Más específicamente, observó diversas analogías entre los
organismos biológicos y sociales:
Primero: tanto la sociedad como los organismos se diferencian de la materia
inorgánica por un crecimiento visible durante la mayor parte de su existencia. Un niño
crece hasta llegar a ser hombre, una pequeña comunidad se convierte en una gran
ciudad, un pequeño Estado se convierte en un imperio.
Segundo: así como las sociedades y los organismos crecen de tamaño, así
también aumentan en complejidad y estructura. Aquí tenía presente Spencer no tanto
la comparación del desarrollo de una sociedad con el crecimiento de un organismo
individual como la afinidad del desarrollo social con la supuesta sucesión evolutiva de la
vida orgánica. Los organismos primitivos son simples, mientras que los organismos
superiores son muy complejos.
Tercero: en las sociedades y en los organismos la diferenciación progresiva de
estructura va acompañada de una diferenciación progresiva de funciones. Esto es poco
más que una tautología: si hay un organismo con órganos complejos, cada órgano
desempeña una función específica; si hay una sociedad subdividida en muchas
organizaciones diferentes, éstas tienen funciones diferentes.
Cuarto: la evolución crea para las sociedades y para los organismos diferencias
de estructura y de función que se hacen posibles unas a otras.
Quinto: así como un organismo vivo puede ser considerado como una nación de
unidades que viven individualmente, así una nación de seres humanos puede ser
considerada como un organismo. Spencer siguió esta línea peculiar de razonamiento
hasta llegar a una nueva analogía: En los organismos y en la sociedad puede ser
destruida la vida del agregado o conjunto, pero las unidades seguirán viviendo durante
algún tiempo por lo menos.
Spencer era un individualista, rasgo difícil de conciliar con el organicismo, y
admitía diferencias importantes entre las sociedades y los organismos. La primera de
ellas es que en un organismo las partes forman un todo concreto, y en una sociedad las
partes son libres y están más o menos dispersas. La segunda es que en un organismo
la conciencia se concentra en una pequeña parte del agregado, y en una sociedad está
difundida por todos los miembros individuales. Y la tercera es que en un organismo las
partes existen para beneficio del todo, y en una sociedad el todo existe meramente para
beneficio del individuo. (He ahí un ejemplo importante del individualismo de Spencer.)
A pesar de este complicado esfuerzo para establecer las analogías y las
diferencias entre la vida orgánica y la social, y no obstante el empleo de la analogía
orgánica como tema central de la segunda parte de sus Principios de sociología,
Spencer negaba que sustentara esta teoría. Contestando a los críticos, hacía
afirmaciones como la siguiente: “He usado las analogías, pero sólo como un andamio
que me ayudara a construir un cuerpo coherente de inducción sociológica. Quitemos el
andamiaje: las inducciones se sostendrán por sí mismas”.7 Pero, desgraciadamente,
usó de manera consecuente y notoria la termino logía del organicismo. Por lo demás,
un capítulo de los Principios de sociología se titula “La sociedad es un organismo”.
Desde luego que no fue Spencer el creador de la analogía orgánica. La
emplearon algunos filósofos antiguos, y con frecuencia estuvo también representada en
la filosofía y en la ciencia política alemanas, especialmente durante la primera mitad del
siglo XIX. Pero Spencer fue el primero en dar a esa analogía el valor de una teoría
científica, y en definitiva fue prisionera del mismo fantasma a quien había invocado.
Comprendía que realmente la sociedad no es un organismo, puesto que había
diferencias esenciales entre ambas cosas, y sin embargo persistió en la tesis analógica.
Decía que la analogía era un mero andamiaje, pero al construir su teoría procedió como
si el andamiaje fuera la verdadera construcción.
7
Ibid., vol. I, pp. 592-593.
Hoy se ha aclarado la fuente de donde dimanaron las dificultades de Spencer, y
la sociología se ha abierto camino lejos de las falacias que acosan a la mente humana
en el uso de la analogía orgánica. La sociología actual sostiene que la sociedad es un
sistema, y entiende que un organismo también es un sistema. Este concepto de
sistema es uno de los conceptos claves usados en la ciencia. Se habla de sistema en
relación con muchas y muy diferentes cosas: el sistema estelar, del cual forma parte el
Sol, el sistema solar, del que forman parte la madre Tierra y los demás planetas. El
átomo es un sistema formado por el núcleo y los electrones. Y hay sistemas de ideas:
el sistema filosófico de Platón, el sistema jurídico romano, el sistema de la física
newtoniana. La palabra sistema designa todo lo que puede concebirse como un todo,
formado por partes interdependientes y semiautónomas. Esto es exacto de la sociedad
y del organismo en cuanto
Falta página 58 y 59
tirse que la antropología que pudo conocer Spencer todavía no había señalado la
relativa importancia de la mezcla de razas y la importancia fundamental de los
contactos culturales en la teoría de los cambios sociales. Hecha esta corrección
necesaria, es exacta la idea de Spencer acerca de la mezcla de razas.
EL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN
Aunque el tratamiento que Spencer dio a la sociología fue primordialmente
teórico, la disciplina en que él pensaba debía servir también para suministrar principios
de política social. Se recordará que Comte destinaba la sociología a servir de guía a los
hombres para organizar una sociedad mejor: Spencer, por el contrario, quería que la
sociología demostrase que los hombres no deben intervenir en el proceso natural que
se opera en una sociedad. Creía en la existencia de un instinto innato de libertado y
que toda interferencia en ese instinto producía reacciones perjudiciales. Creía, también,
que la naturale za estaba dotada de una tendencia providencial a librarse de los ineptos
y acoger a los mejores. ¿Quiénes son los mejores? Spencer dice que no son los
superiores moralmente, sino primordialmente los más sanos y más inteligentes. El que
malgasta la vida por estupidez, vicio y holganza, es de la misma clase que las víctimas
de enfermedades o de deformidades de los miembros. En realidad, los enfermos y los
lisiados no debieran ser protegidos.
La teoría del progreso revelada por el estudio de la sociología –añade Spencermodera mucho las esperanzas y los temores de los partidos extremistas. En la medida
en que una doctrina puede influir en la conducta general, la doctrina de la evolución
está calculada para producir un efecto calmante sobre el pensamiento y sobre la acción.
Los hombres del tipo superior pueden ver lo poco que puede hacerse y, sin embargo,
creerlo digno de ser hecho. Insistía en que uno debe combinar la energía filantrópica
con la calma filosófica.
Para Spencer, la sociedad era una compañía por acciones para la mutua
protección de los individuos. Especificaba las actividades que debían prohibírsele al
Estado, entre ellas la educación, las medidas sanitarias, la reglamentación y acuñación
de moneda, el servicio de correos, la construcción de faros, la mejora de los puertos.
Cuando el gobierno intervenía en uno de esos campos, escribía al director de un
periódico (sus cartas se publicaban a causa de su fama) denunciando la estupidez de
un gobierno que interfería en la evolución natural. Creía que la naturaleza es más
inteligente que el hombre: la naturaleza sabe adónde va y prepara un futuro mejor para
la humanidad.
En opinión de Spencer aún no había llegado la etapa final de la evolución,
aunque en gran parte su teoría era una especie de escatología victoriana que
consideraba que el summum era el tipo victoriano de la sociedad del laissez faire.
Pensaba, sin embargo, que habría todavía más progreso, y que con él desaparecería el
pequeño residuo de coacción que aún existía. Parecía creer que la etapa final de la
evolución sería una especie de anarquismo. Pero, en 1884, publicó un artículo en el
que admitía que, aunque esta concepción se adelantaba mucho a su tiempo, quizá la
utilizaran los futuros sociólogos.
JUICIO RETROSPECTIVO DE SPENCER
¿Cuáles eran las soluciones que Spencer daba a los problemas fundamentales
de la teoría sociológica que formulamos en el primer capítulo? Para Spencer, la
sociedad es un superorganismo nacido de la combinación de organismos individuales.
Como podía esperarse, está ausente de sus escritos la moderna concepción de la
cultura como sistema de modos de pensar y de obrar relacionados entre sí. Pero este
concepto actual de la cultura le hubiera llevado a ver las insuficiencias de su método.
Uno de los corolarios más importantes de ese concepto es que cada sector cultural
debe ser considerado en su contexto, que no puede ser entendido aisladamente. En
contraste con este sus contextos y los encajaba en sus patrones preconcebidos.
El problema de la relación entre el hombre y la sociedad lo resolvió Spencer de
acuerdo con un individualismo extremado: el individuo es lo fundamental, la sociedad no
debe interferirse en la vida de los hombres, el individuo tiene que actuar y, al actuar,
hará lo mejor para él y para la sociedad.
Spencer no fue un sociólogo monista. No aísla uno solo de los factores que
impulsan a la sociedad hacia delante a través de las diferentes etapas de su evolución.
El proceso evolutivo total era para Spencer la fuerza primera, el motivo impulsor que lo
explica todo, fuerza incognoscible e impersonal, que determina todo el devenir en todas
las esferas del ser. Pero sus ideas relativas a las perturbaciones de la evolución, ideas
que no desarrolló extensamente, muestran que se inclinaba a creer que no había un
solo factor determinante de los cambios sociales.
El método de investigar la sociedad y sus cambios que Spencer decía emplear
era en parte comparativo, en parte funcional. El investigador que lo usa primero
compara las sociedades; después se explican, en relación con su significado para el
conjunto de la evolución, los aspectos individuales sacados a luz por el estudio
comparativo. Pero, en realidad, Spencer procedía por deducción. Empezaba con un
esquema evolutivo al cual había llegado deductivamente; de ese esquema derivaba la
necesidad de ciertas fases, y después prestaba carne y sangre a esas fases abstractas
por el método del ejemplo, tomando de acá y de allá los que parecían ajustarse a su
sistema.
Spencer presenta sus tipos principales de sociedad –simple, compuesta,
doblemente compuesta y triplemente compuesta- con subdivisiones relativas a las
formas de jefatura, por una parte, y relativas a los tipos de vida nómada,
semi-sedentaria y sedentaria, por la otra. Después de haber localizado diversas
sociedades de que tuvo conocimiento mediante lecturas, probablemente averiguaría si
las sociedades doblemente compuestas, pongamos por caso, presentaban analogías
en política, religión, derecho, artes y así sucesivamente. Pero es seguro que no habría
tenido resultados positivos porque, como se ve en su clasificación, el mismo tipo de
sociedad, el tipo doblemente compuesto, por ejemplo, puede carecer de jefatura, tener
una jefatura inestable, o tener la jefatura más estable, lo que significa las mayores
diferencias posibles en su política. Los pueblos pueden ser nómadas, semi-sedentarios
o sedentarios, lo que significa también una gran diversidad de organizaciones
económicas.
Spencer habría comprobado que sociedades que están en la misma etapa de
evolución no poseen necesariamente, de acuerdo con el principio de la diferenciación
de la estructura social, analogías en política, religión, moral, arte, y otras
manifestaciones culturales, y que, por el contrario, se encuentran tipos análogos de
gobierno y de religión en tipos de sociedad estructuralmente diferentes. Pero Spencer
no consideró esencial la prueba empírica para el procedimiento científico.
La teoría de Spencer, al contrario de la de Comte, no es teoría sociológica tal
como hoy se entiende ésta. Comte había formulado una teoría fundamental que
explicaba el segmento social de la realidad, y procuraba describir y explicar los hechos
sociales de acuerdo con aquella teoría limitada.
Pero Spencer tuvo mayores
ambiciones. Formuló una teoría integral de toda la realidad. Su ley de la evolución es
una ley cósmica. Su teoría, en consecuencia, es esencialmente filosófica, no
sociológica y, estrictamente hablando, son los filósofos quienes deben decidir acerca de
su validez.
Debe advertirse, sin embargo, que la filosofía de Spencer era
fundamentalmente una sublimación de la física de su tiempo, la cual se hallaba en una
fase de transición. Los físicos actuales han rechazado muchas de las opiniones del
siglo XIX. Como la teoría de Spencer se basaba en esas opiniones, es comprensible
que gran parte de su sistema tenga que ser dejado a un lado. Éste es siempre el
peligro, cuando se formula un sistema de ciencia empírica sobre la base de una teoría
filosófica, y la teoría filosófica misma hunde sus raíces en conclusiones empíricas
provisionales a que llegaron los hombres en determinada época.
No obstante, a diferencia de las de Comte, las opiniones de Spencer tuvieron
enorme aceptación de su tiempo. Dominaron las inteligencias de muchos profesores y
de otra gente de 1865-1895. Durante tres décadas fue casi imposible que un intelectual
declarara no haber leído a Spencer. Tuvo adversarios, sin duda; pero todo el mundo lo
tenía en cuenta. Así ocurrió especialmente en Inglaterra, en los Estados Unidos y, de
un modo peculiar, en Rusia. Su influencia se hizo sentir menos en Francia y Alemania.
La atracción de Spencer fue poderosa, porque sus teoría s respondían a dos
necesidades de la época: una, el deseo de unificar los conocimientos (esto lo reconoció
el mismo Spencer en su autobiografía); otra, la necesidad de justificar científicamente el
principio de laissez faire, nota dominante en el clima ideológico de aquel tiempo en
Inglaterra y en los Estados Unidos. En Rusia atraía la teoría porque concedía
importancia a la libertad, y en aquellos días Rusia luchaba por conquistarla.
Spencer alcanzó la cima de su popularidad en 1882, cuando visitó los Estados
Unidos. Se le recibió con gran entusiasmo y muchas veces los grandes capitanes de la
industria lo proclamaron el hombre más grande la época porque justificaba sus
actividades. Después de aquel viaje triunfal, su popularidad declinó constantemente.
Nuevas ideas aparecieron en el horizonte. Se empezaba a pensar que la sociedad
debía ejercer algún control racional y político. Además, la filosofía pragmática iba
ganando ascendiente y no tardó en reemplazar a la una tanto ingenua filosofía
naturalista de Spencer. En su ancianidad Spencer se dio cuenta de que las corrientes
de los tiempos iban contra sus enseñanzas. Murió triste, según se dijo, al advertir que
la obra de su vida no había alcanzado la meta que se había propuesto.
Descargar