La Soja y el Girasol en el Noreste Argentino

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La Soja y el Girasol en el
Noreste Argentino
El sistema productivo agrícola del Chaco y Santa Fe se basa
hoy en la diversidad de cultivos. Esta situación ha generado
mayores posibilidades económicas para los productores
algodoneros de Chaco y Formosa
La región del noreste argentino se caracteriza por una gran variabilidad climática,
con precipitaciones promedios anuales de
950 y 1.250 mm para la zona agrícola chaqueña y norte de Santa Fe, respectivamente.
Sin embargo, varían de un año a otro, presentando excesos o deficiencias hídricas
marcadas. Las lluvias se concentran en el
verano, aunque hay sequías temporarias
estivales en coincidencia con muy altas temperaturas y baja humedad relativa. Los
Agr. Rubén Parra e
Ing. Agr. (M. Sc.)
María Ana Sosa
INTA Reconquista,
Santa Fe
inviernos son benignos, pero con frecuencia
las intensas heladas tempranas (abril) afectan a la soja y las tardías (septiembre-octubre) perjudican al girasol.
SOJA EN EL CHACO Y FORMOSA
A partir de la década del 60, el algodón, cultivo básico de la economía regional del
Chaco y Formosa, comenzó a tener dificultades por los bajos precios internacionales y
Cultivo de girasol afectado por tormenta de viento
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soja
Cultivo de girasol
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nacionales, y sus variaciones a través de los
años. En consecuencia el sistema productivo
de ambas provincias comenzó a diversificarse, incorporando principalmente en el Chaco,
trigo, soja, girasol, maíz, sorgo y cártamo,
entre otros. La suma de nuevos cultivos alentó a los productores, que formaron cadenas
productivas y obtuvieron flujo de dinero en
distintos momentos del año.
del período de siembra-cosecha en sus respectivas áreas; a la época de siembra tradicional, en noviembre-diciembre, se agregan
las recomendaciones para una época temprana que va del 10 de septiembre al 15 de octubre, y una tardía en enero. Los cultivares
mejor adaptados para la siembra temprana
son aquellos que responden al crecimiento
indeterminado, grupos IV largo a V largo.
En el Chaco la soja es un cultivo establecido
e integrado a la diversificación agrícola, con
sólido mercado en el ámbito nacional y en el
Mercosur. El aumento de la superficie sembrada fue en constante aumento, actualmente llega a las 600.000 ha, con un rendimiento promedio de 2.200 kg/ha; el cultivo se
distribuye principalmente en el centro y sudeste, y en pequeñas áreas en el este y noreste del Chaco. En Formosa, la superficie de
siembra se distribuye en la presente campaña, dentro de 5.000 hectáreas en el centroeste y sudeste.
Estas provincias poseen un clima subtropical,
con amplia variabilidad, precipitaciones y
temperaturas adecuadas para la soja. Las
condiciones ambientales favorables y las
razones económicas llevaron a la ampliación
En la época intermedia, entre fines de octubre y noviembre, hay posibilidades de buena
implantación, pero el período húmedo acompañado por elevadas temperaturas de marzo y
abril, limita la oportunidad de lograr buenos
resultados por deterioro en la calidad del
grano. La época de siembra tardía o convencional, comprendida entre diciembre y enero,
donde se utilizan cultivares de los grupos de
madurez VIII y IX, presenta mayor seguridad
de cosecha, ya que la madurez-cosecha se
concentra en mayo y principios de junio.
Los resultados de los ensayos comparativos y
demostrativos de los productores indican
buena respuesta varietal en los grupos de
madurez 8 y 9, con rendimientos de grano y
amplio período de resistencia al desgrane,
superior a los grupos menores.
soja
Cultivo de soja afectado por sequía
EN EL NORTE DE SANTA FE
El norte de Santa Fe comprende los departamentos de Gral. Obligado y San Javier al este,
y Vera y 9 de julio en el centro y oeste, respectivamente.
La mayor superficie de esta región se dedica
a la ganadería, principalmente de cría. La
agricultura ocupa entre 7 y 8 % de la superficie total - 400.000 a 450.000 ha -, y alrededor del 60 % de la superficie está cultivada con soja. La contribución histórica de la
agricultura al producto bruto agropecuario
regional supera el 50 %.
El incremento de la superficie de soja en la
región, fue aumentando año tras año a partir
de mediados de la década del 70. En la campaña 75/76 el norte de Santa Fe sólo contaba con 6.000 ha de soja llegando a las
255.000 ha en la última campaña. Las condiciones climáticas permiten un amplio período
de siembra, desde mediados de septiembre
hasta fines de enero; no obstante, el período
de siembra aconsejada por la seguridad de
cosecha y producción satisfactoria es desde
noviembre hasta mediados de diciembre.
En las siembras de primavera -septiembre a
principios de octubre- la cosecha y produc-
ción es aleatoria por falta o exceso de precipitaciones. En los escasos lotes donde se realiza siembra de primavera, se utilizan cultivares de los G.M. IV largo y V, de crecimiento
indeterminado. No obstante, debido a los
resultados de las experiencias de los últimos
10 años, no se aconseja esta siembra.
Las siembras posteriores al 15 de diciembre
tienen una pérdida promedio de rendimiento
de 30 kg/ha por cada día de atraso de la
siembra, los cultivares más utilizados en la
presente campaña (2001/2002) son de los
G.M. VII y VIII corto, ocupando el 80 % de la
superficie de siembra, el 10 % lo ocupan los
G.M. V y VI, y 10 % de los G.M. VIII largo y
IX. El rendimiento promedio de las últimas
once campañas en el norte de Santa Fe fue de
1.970 kg/ha, similar a las últimas cinco campañas con 1.950 kg/ha.
ENFERMEDADES
Hasta mediados de la década del 90, no
representaban graves problemas para los rendimientos en el norte de Santa Fe. En la campaña 96/97 aparece en forma de epifitia el
cancro del tallo de la soja, que produjo pérdidas económicas sumamente importantes, la
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soja
presencia de esta enfermedad obligó al
recambio varietal con cultivares resistentes;
estos en su gran mayoría, eran de grupos de
madurez más cortos que los utilizados hasta
ese momento.
Así, el uso de cultivares más precoces provocó el incremento de enfermedades que se
manifiestan a fines del ciclo del cultivo y
que no producían pérdidas importantes ni
generalizadas.
El problema del Cancro del tallo de la soja
fue solucionado, pero en cambio a partir de
la campaña 97/98, hubo una alta incidencia
de enfermedades fúngicas, presentes en los
últimos estadios reproductivos, que afectaron a los granos y por ende los rendimientos.
Algunos lotes sufrieron pérdidas totales.
Las enfermedades que aparecieron y se incrementaron en las últimas tres campañas en
los cultivos de soja, fueron: el tizón del tallo
y de la vaina, mancha marrón, mancha foliar
y mancha púrpura de la semilla, mancha
foliar por alternaria, oidio, y otras enfermedades de la semilla producidas por Fusarium,
Bacillus y Aspergillus.
SUELOS
Los suelos en la región dedicada principalmente al cultivo de soja en el área de
Reconquista, pertenecen a los órdenes
Molisol y Alfisol y contienen 19 a 25% de
arcilla, 23 a 30% de arena y 50 a 60% de
limo en la capa arable. En profundidad, se
destaca el elevado contenido de arcilla, que
en algunos perfiles puede alcanzar al 57%,
aunque son más comunes contenidos entre
45 y 50%. Desde el punto de vista químico
pueden diferenciarse dos zonas. Al este, en
el domo agrícola oriental, la mayoría de los
suelos son pobres en MO, N y P y de bajo pH
(5 a 5,5); mientras que al oeste, en el
Departamento 9 de Julio, los suelos mejoran
los valores de los parámetros mencionados y
su reacción (pH) se acerca a la neutralidad.
Si se considera que en más de un 80 % de la
superficie destinada a soja, el cultivo anterior fue otro cultivo de verano o la propia
soja, se realiza como primera labranza una
pasada de rastra de disco (dos o más con
girasol como antecesor) para borrar surcos y
acondicionar el volumen de malezas existente en superficie. Luego se pueda realizar la
labranza principal, que normalmente es un
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cincel, si los restos de rastrojos y malezas
son escasos, y para refinar o preparar la
cama de siembra, en todos casos se utilizan
rastras de discos o cultivadores de campo. En
los últimos años se incrementó el uso de
siembra directa y labranza mínima en siembras de soja sobre trigo o verdeos de invierno, que representan del 50 al 70% de la
superficie total ocupada con soja.
Entre los insectos perjudiciales en el norte
santafesino se destacan el complejo de orugas defoliadoras, predominando la oruga de
las leguminosas y las de chinches. Entre los
hemípteros, la especie predominante fue la
chinche verde, pero en las últimas campañas
se está observando un cambio pues prevalece la chinche de la alfalfa, incluso con dificultades para su control. Una nueva plaga se
está dispersando en la región: el picudo de
la soja.
GIRASOL EN EL CHACO
El sudoeste chaqueño tiene una importante
tradición agrícola-ganadera, el centro de la
actividad es la localidad de Las Breñas, en
un radio de 100 km. Allí se produce más del
70 % del total de la provincia. Existe una
alta diversificación de cultivos: algodón,
soja, maíz, trigo, cártamo, sorgo granífero y,
especialmente, girasol.
Como en el resto de la región tradicional
girasolera, en la superficie sembrada se
observaron cambios en los 20 años, relacionados con las expectativas de precios cada
vez menores para esta oleaginosa respecto
de la soja, que fue avanzando sobre áreas
netamente dedicadas al girasol. Esto se debe
a su intenso mejoramiento, que permitió que
los grupos de maduración aptos para la zona
se adaptaran sin inconvenientes, también
influyen las condiciones pobres de humedad
edáfica al momento de la siembra, que dificultan la obtención de mayores rendimientos. En la campaña 99/00 se sembraron
170.000 hectáreas y se estima que una cantidad similar se sembró en la temporada
00/01, el rendimiento promedio de los últimos 10 años se ubica en 1.300 kg/ha.
Debido a que la relación entre rendimiento y
materia grasa es inversamente proporcional,
los bajos rindes permiten lograr granos con
porcentajes de materia grasa elevados, sobre
todo con la utilización de los híbridos de
soja
Cultivo de soja
alto potencial. Estos suelen superar la base
de comercialización en por los menos 2-3
puntos.
RENTABILIDAD
El déficit hídrico anual muy marcado y el
bajo contenido de materia orgánica de los
suelos son los dos factores limitantes más
importantes para que los híbridos mejor
adaptados a la zona alcancen su rendimiento
potencial, por lo tanto, el óptimo manejo del
girasol implica un desafío para lograr producciones que aseguren una rentabilidad
aceptable. La distribución de las lluvias no es
pareja durante el año, con dos estaciones
bien marcadas: una húmeda, estivo-otoñal y
otra seca, invernal. El balance indica que hay
déficit hídrico al menos unos diez meses por
año, en el área no existen ríos y la napa freática se ubica, en promedio, entre los 6 y 10
m de profundidad. La marcada falta de agua
hace que los acuíferos de la zona no resulten
aptos para realizar riegos complementarios,
de allí el constante esfuerzo de acumular la
mayor cantidad de humedad en el suelo, que
permita una buena implantación y emergencia del cultivo, con creciente importancia en
los últimos años, que fueron más secos.
Muchos productores practican labranza reducida y siembra directa para conservar la
humedad, cortar el efecto de años de remoción del suelo y así minimizar los efectos
negativos de la degradación. Es importante
ubicar las fechas de siembra en la época
correcta, procurando evitar que la floración
coincida con mayores temperaturas y precipitaciones durante el verano.
La fertilización con urea durante la etapa de
crecimiento activo de girasol, coincidente
con el escardillo, es una práctica recientemente incorporada. Experiencias realizadas
en establecimientos productores de girasol
del área de la Estación Experimental
Agropecuaria Las Breñas del INTA señalan
que con aplicaciones de 90-100 kg/ha de
urea y buena disponibilidad hídrica, es posible incrementar en 300 kg/ha los rendimientos; pero los estudios revelaron un descenso
en el porcentaje de materia grasa, que oscila entre 1 y 2 puntos.
El sistema de una secuencia tradicional es:
girasol(agosto)-girasol; maíz temprano o de
primera (agosto)-girasol; y soja temprana o
primavera(septiembre)-girasol. Los mejores
rendimientos de la zona se logran en fecha
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soja
de siembra óptima (mediados de julio hasta
fines de agosto con humedad acumulada),
debido a que recibe las lluvias de fines de
primavera y se puede desarrollar bien. Por
otra parte, librando el lote temprano hacia
principios del verano permite la recarga del
perfil con las lluvias de fin de verano-otoño
y una nueva siembra en invierno. El hecho de
pasar el invierno sin agua no favorece la
emergencia generalizada de malezas. Con la
siembra del antecesor efectuada a tiempo, el
próximo cultivo que se va a sembrar (girasol
de 1a) también entrará en el lote en fecha y
encontrará el suelo con un adecuado nivel de
humedad y buena fertilidad actual.
noa y nabo, pasando una rastra de dientes,
una rastra rotativa si el semilister lo permite
o un escardilllo en el entresurco.
Dado que el girasol no está muy avanzado en
su desarrollo, se pueden obtener niveles de
control muy satisfactorios sin incurrir en
controles químicos, que son más costosos.
En caso de un fuerte enmalezamiento en
postemergencia, se pueden efectuar aplicaciones de herbicidas selectivos, mientras que
hacerlo en presiembra o posemergencia temprana, no es una práctica usual por la falta
de humedad.
EL FANTASMA DE LA SIEMBRA TARDÍA
El norte santafesino pertenece a la región
girasolera III y difiere de la anterior porque
la fecha de siembra puede retrasarse hasta
mediados de septiembre, aunque la óptima
sigue siendo agosto. La región incluye dos
subregiones: IIIC o nordeste con 1250 mm de
precipitaciones anuales promedio y la IIIB o
noroeste con 800 mm.
El girasol es el segundo cultivo en importancia en el norte por su superficie de siembra
(después de la soja), abarca una superficie
aproximada a las 80.000 hectáreas. El rendimiento promedio de las últimas 11 campañas
es de 1.270 kg/ha y aumentó a 1.442 kg/ha
en los últimos 5 años. La baja fertilidad de
los suelos y la alta incidencia de enfermedades en el nordeste son las principales causas
de mermas en el rendimiento; mientras que
las inclemencias climáticas en el noreste son
las responsables de las pérdidas, aunque en
esa región el cultivo tiene mayor inseguridad
de cosecha y menor rendimiento, por menor
promedio de precipitaciones y porque las lluvias ocurren con mayor frecuencia en postfloración.
La fertilización de girasol es una práctica
limitada, a pesar de ser necesaria para
aumentar la productividad y de contar con un
método de diagnóstico en el noreste de
Santa Fe. Los suelos del nordeste (IIIC), presentan un valor promedio bajo de materia
orgánica (1,5%) y de fósforo (6-7 ppm). La
práctica utilizada es aplicar a la siembra, 30
a 50 kg/ha de fosfato diamónico al costado
de la semilla, luego al estado de V5 o V6
entre 25 a 50 kg/ha de urea al voleo incorporado con escardillo. Al contar con mayor
humedad en esta subregión se utiliza, como
La mayoría de los productores con tradición
girasolera de la zona son renuentes a incursionar en otras alternativas como el algodón,
además, la escasa humedad no deja efectuar
demasiados cambios en cuanto al esquema
de rotación. Se implanta un cultivo tras otro
sin efectuar un descanso o un adecuado barbecho.
El exceso de años utilizando labranza tradicional fue en desmedro del nivel productivo
de los cultivos, en particular del girasol,
debido al deterioro del suelo; como resultado, hay un nivel muy bajo de nitrógeno, por
el poco aporte de materia orgánica, aunque
los suelos se encuentran bien provistos de
fósforo, calcio, potasio y magnesio. Se pone
especial énfasis en las siembras realizadas
fuera de la época adecuada, situación altamente influida por el régimen de precipitaciones que, en promedio, rondan los 945 mm
anuales.
No es conveniente retrasar la siembra porque
la floración coincide con períodos de mayores temperaturas y precipitaciones abundantes, que favorecen la proliferación de la roya
negra y Sclerotinia del capítulo, provocando
mermas en la producción. Hay otro riesgo,
las lluvias de verano a veces muy intensas,
con tormentas y fuertes vientos que ocasionan el vuelco y quebrado de las plantas. Otro
inconveniente del atraso en la siembra son
las malezas, porque como hay mayor humedad a la siembra (lluvias de primavera) emergen especies tardías que compiten fuertemente con el girasol por el uso del agua. Con
siembras tempranas es posible controlar qui-
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GIRASOL EN SANTA FE
soja
excepción, trifluralina en presiembra o preemergencia temprana para control de sorgo de
alepo y otras gramíneas.
SIEMBRA EN FECHA ÓPTIMA
Es clave para lograr alta producción de materia grasa, ya que los rendimientos son relativamente bajos en la zona, 1500 kg/ha de
grano promedio. Atrasar la siembra tiene
varias desventajas: riesgo de un verano lluvioso, vuelco de plantas, altas temperaturas
a madurez que tienen efecto negativo sobre
el girasol. Las malezas son más vigorosas y
difíciles de controlar (sorgo de alepo, yuyo
colorado y cebollín) y la presencia de la polilla del girasol a partir de mediados de octubre o noviembre puede causar pérdidas
importantes de rendimiento.
Una labranza profunda antes de finalizar el
verano permite incrementar la captación de
lluvia y son esenciales los controles periódicos de malezas. Cuando las condiciones de
humedad retrasan la siembra, se presentan
graves problemas para la emergencia de girasol y entonces esos lotes se destinan a soja,
con lo que el atraso se convierte en un círculo vicioso.
Como estrategia innovadora para reducir la
degradación hay que mejorar la estructura de
los suelos con la incorporación de grandes
volúmenes de rastrojo y aumentar la fertilidad si se siembra maíz de "tercera" con muy
buenos resultados. El "cultivo de tercera" es
aquel que se siembra seguido de uno primavero-estival, como es el girasol. Se hace con
labranza reducida o siembra directa a principios de febrero, luego del girasol sembrado
en septiembre.
PLAGAS
Las plagas del girasol que atacan principalmente en la etapa inicial de crecimiento son
el complejo de insectos de suelo y gusanos
cortadores. En las últimas campañas se observó la aparición de plagas inusuales como los
caracoles, asociadas con la introducción de la
siembra directa. Entre las especies dañinas se
destacan las larvas de gorgojos que se alimentan de la raíz y de isocas cortadoras de
plantas. Las poblaciones de la isoca medidora del girasol se incrementan hacia la floración, pero cuentan con numerosos enemigos
naturales, que difícilmente alcancen niveles
que justifiquen una aplicación de insecticidas. Si no se efectúan siembras tardías se
evita el ataque de la polilla del girasol, una
plaga para tener en cuenta.
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