Violencia tolerada

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Violencia tolerada
Miren L. Ortubay Fuentes
Profesora de Derecho Público.
Escuela Universitaria de Trabajo
Social de Vitoria-Gasteiz de la
Universidad del País Vasco
[email protected]
ESTAMOS HABLANDO DE LA VIOLENCIA SIMBÓLICA, VIOLENCIA TOLERADA E INVISIBLE, VIOLENCIA QUE NO
SE VE PERO QUE SE PADECE.
Aquélla que repugna y se rechaza es
la que provoca heridas o la muerte,
pero la violencia simbólica es la que
marca el camino.
¿Y cuál es el recorrido para llegar a ese
nivel de violencia visible e intolerable?
Comienza en el momento de nacer,
con la filiación, que en lugar de otorgarse directamente a la madre por
ese indiscutible vínculo biológico que
es el parto, se sigue atribuyendo al
padre, haciéndose invisible a la única
persona de cuya filiación hay certeza,
la madre.
Esto seguramente se produce por
parte de las mujeres por rutina, por temor al conflicto o por tolerancia a que
nos subordinen; y por parte de ellos
por mantener un privilegio histórico.
La repercusión del nacimiento sobre
el cuerpo de los hombres es cero. Ni
controles, ni medicación, ni cuidados,
ni renuncia al alcohol y a la carne, ni
deformaciones en su cuerpo, ni pruebas dolorosas, ni reposos absolutos
por embarazo de riesgo…; y esto así
de entrada, otorgaría mejor derecho a
las mujeres.
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Azaroaren 25ean Emakumeenganako indarkeriaren
aurkako Nazioarteko Eguna izan zen. Bizkaiko
Batzar Nagusiko aretoan Miren Otarduy-k “Violencia
Tolerada” testua konpartitu egin zuen eta horren
ondoren Bilboko Plaza Zirkularrean errebeindikazioa
egin genuen: Emakumeei biolentzia gehiagorik ez!
Este año la ley Orgánica 1/2004 de
Medidas de Protección integral contra la
Violencia de género cumple 10 años.
Nos dotamos de esta norma pero a la norma no la
hemos dotamos de recursos para que su efectividad
fuera real; y nos encontramos, 10 años después, con
que el amplio catálogo de medidas de prevención
que contenía en los ejes de educación formal, medios
de comunicación y publicidad, son papel mojado.
Y ya sabemos que el aspecto coercitivo no es suficiente,
que sin una pedagogía social continúa imponiéndose
el paradigma de la mujer como ser subordinado,
y su imagen erotizada utilizada como reclamo
comercial de cualquier producto puesto a la venta.
A los pocos días de semejante concesión, se produce otro hecho normalizado y tolerado, pero no por eso
menos brutal: taladrar las orejitas de
un ser recién nacido para preparar ese
cuerpo a su destino último, agradar a
los hombres.
Ahí ya no hay confusión.
Si como dice Simone de Beauvoir no
se nace mujer, aquí ya está puesto en
marcha el proceso de fabricación que
consiste en tolerar la violencia sobre
nosotras hasta un grado indeterminado, que cada hombre concretará según su propio baremo.
La construcción del género femenino
pasa por naturalizar, justificar, ejercer
y aceptar distintos grados de violencia
según el momento de nuestras vidas.
Violencia tolerada es naturalizar el piropo como algo aceptable, cuando no
deja de ser un derecho de los hombres a evaluar nuestra imagen.
Violencia tolerada es dedicar más tiempo que los hombres a la actividad doméstica sin contraprestación ni reconocimiento personal ni social alguno.
Violencia tolerada es una jornada reducida para cuidar a nuestra prole, en
emakumea
Esa violencia velada, soterrada, invisible y
callada, esa violencia de la que la sociedad
es cómplice muda, a la que el poder público
no hace frente, y permite, y apuntala
con normas que no nos igualan, o nos
presentan como menores incapaces de
decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras
vidas, es la causa de la otra, de la visible,
de la insoportable, de la que despachan
acusándonos de no haber denunciado
apoyo de la carrera profesional de él y
en detrimento de la nuestra.
Violencia tolerada es tener la certeza
de estar siempre nosotras más cerca
de la pobreza.
Violencia tolerada es infravalorar nuestras aficiones, y nuestros intereses
mientras las de ellos se imponen con
megaconstrucciones de campos de
fútbol o plazas de toros a los que las
mujeres solo acudimos como espectadoras para admirar a los hombres.
Violencia tolerada es la exigencia de
un rol maternal alienante lleno de obligaciones, socialmente ensalzado en el
plano teórico y devaluado y sojuzgado
en la práctica, y al que se atribuyen
unos niveles de sacrificio y renuncia
en nada comparables a los del padre.
Violencia tolerada es que recaiga la
sospecha de la culpa de la provocación sobre nosotras, en todos aquellos procesos en que siempre somos
víctimas y ellos agresores.
Violencia tolerada es la hipersexualización de todo como si fuera un interés
compartido y aceptado por nosotras.
Violencia tolerada es fabricar y prescribir solo a mujeres los tratamientos
anticonceptivos, y llamar a ese atiborrarnos de hormonas liberación sexual
femenina; o la hipermedicalización
generalizada de la menopausia, también es violencia tolerada.
Violencia tolerada es tener en cuenta
la opinión de un hombre por el hecho
de serlo, respetar sus valores como
dignos de tal e infravalorar los nuestros como cuestiones banales, secundarias o frívolas.
Violencia tolerada es asumir como cierto que es más importante el dinero que
la vida, la economía que los cuidados.
Violencia tolerada es estudiar unos
textos en los que las mujeres y su historia han sido borradas.
2015ko abendua |
Es que nuestras calles y plazas tengan nombres de hombres con valores
de hombres por méritos de hombres.
Violencia tolerada es la cosificación
de las mujeres, utilizadas como parte de la decoración, como reclamo
comercial, como ser “al servicio de”,
como carne mercantilizada y carente
de emociones.
Violencia tolerada es crear un género, el nuestro, el de las mujeres, con
menos valor, y no repararlo a pesar de
las evidencias y de las leyes que nos
protegen.
Quizá después de todo esto, y muchas cosas más que no menciono,
podamos entender cómo se ha naturalizado e invisibilizado esa violencia
que hasta nosotras aceptamos sin ser
conscientes de ella.
Y ¿qué pasa si un hombre, sintiéndose socialmente avalado para violentar
a una mujer, sobrepasa esos niveles
convencionales de violencia tolerada?
Pues pasa que no tiene muy claro si
puede permitírselo.
¿Y qué le pasa a ella? Que no tiene
muy claro si ese nivel debe tolerarlo.
Porque, antes de las agresiones físicas y de las vejaciones psicológicas
más brutales, hay unos escalones que
son tierra de nadie, y que a nosotras
nos duelen sin estar seguras de que
podamos quejarnos.
te gaiak | índice
El control, el aislamiento, el dirigir
nuestra vida…, ¿qué nivel de toda
esta violencia es aconsejable tolerar?
¿En qué momento es ya alarmante, y
entonces nos culpabilizan por haberlo
soportado?
Esa violencia velada, soterrada, invisible y callada, esa violencia de la
que la sociedad es cómplice muda,
a la que el poder público no hace
frente, y permite, y apuntala con
normas que no nos igualan, o nos
presentan como menores incapaces de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, es la causa de
la otra, de la visible, de la insoportable, de la que despachan acusándonos de no haber denunciado.
Creo que después de esta reflexión,
la conclusión es inequívoca, no pueden pasar otros 10 años sin que se
cumplan las medidas preventivas
que establece la ley1/2004: Prevención en los ejes de la educación formal, los medios de comunicación y
la publicidad.
Para que no haya violencia visible e
intolerable, la tolerancia de la violencia
sobre las mujeres tiene que ser cero,
porque cuando se ha recorrido tanto,
se ha permitido tanto, socialmente se
ha ninguneado tanto el dolor de las
mujeres, es muy fácil recorrer otro pasito más, hasta quizá matarnos.
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