el turismo sostenible en las islas canarias: situacin actual y

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“EL TURISMO SOSTENIBLE EN LAS ISLAS CANARIAS: SITUACIÓN ACTUAL Y
PERPECTIVAS FUTURAS”
Víctor O. Martín Martín
Departamento de Geografía de la Universidad de La Laguna
INTRODUCCIÓN
La transformación del Archipiélago Canario en uno de los destinos turísticos más
importantes del mundo se inicia hace apenas medio siglo. Durante ese período de
tiempo las islas han pasado de un modelo territorial basado en las actividades
agropecuarias en las que se producía una imbricación entre el policultivo de
subsistencia (cereales, frutales, patatas y ganadería), en las medianías y cumbres (por
encima de los 300-400 metros de altitud), con los cultivos de regadío de exportación
(plátanos y tomates), localizados en las escasas llanuras costeras.
La implantación de un modelo turístico de “sol y playa” provoca la
reorganización espacial en un doble sentido también, como el anterior modelo
productivo agropecuario, imbricado, pues los cultivos de exportación y áreas naturales
van siendo sustituidos paulatinamente por los “resorts” turísticos, mientras que el
impacto en las medianías y cumbres es el abandono, la subutilización y/o el consumo
de sus recursos en las nuevas áreas turísticas litorales. Desde entonces y durante
unas dos décadas y media el desencuentro entre medio ambiente, sociedad y
economía dieron lugar a un producto turístico insostenible. El cambio de modelo
económico transformó la realidad medioambiental, territorial y social, pues en sólo
cuarenta años (1960-2000) (FERNÁNDEZ PALACIOS, 2004):
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La población del archipiélago se ha duplicado (de 0,94 a 1,78 millones).
La densidad de población ha aumentado de 126 a 240 hab/Km2.
El número de visitantes anuales se ha multiplicado por 170 (de 0,07 a 12
millones).
La superficie cultivada se ha recortado en más de la mitad (de 95.000 a
46.000 hectáreas).
El porcentaje de la población activa del sector agrario disminuyó del 54% al 6%
actual.
El consumo de petróleo del mercado interior se ha multiplicado por 4 (de 0,827
a 3,155 millones de toneladas).
El consumo de energía eléctrica se ha multiplicado por 7 (de 890 a 6.292
Gigawatios).
El número de automóviles se ha multiplicado por 54 (de 20.000 a más de
1.000.000).
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El consumo de cemento se ha multiplicado por 3,5 (de 0,76 a 2,65 millones de
toneladas).
Con los albores de la década de los noventa, aunque con antecedentes en la
década anterior, comienzan los primeros intentos planificadores y de cambio en las
prácticas de los agentes que intervenían en la producción del espacio turístico canario,
con el objetivo de reconducir el producto turístico convencional por la senda del
desarrollo sostenible. Este capítulo intenta resumir los hechos más destacables que
este cambio de rumbo ha producido en los últimos tres lustros. Para ello, en primer
lugar definiremos el destino turístico regional, para, en segundo lugar, describir los
impactos “insostenibles” de la actividad turística. Finalmente, el tercer epígrafe explica
las medidas correctoras aplicadas, tanto por las políticas turísticas de las instituciones
locales como por los diferentes agentes que configuran el destino turístico canario. Una
primera aproximación a los resultados de quince años de aplicación de estrategias
turísticas sostenibles servirá de conclusión a este capítulo.
1. SÍNTESIS DEL MODELO TURÍSTICO CANARIO
Con una superficie total de 7.446 km2, Canarias cuenta con 1.114 kilómetros de
costa y 257 kilómetros de playa. La presión demográfica sobre este pequeño espacio
archipielágico es realmente alta: 1.995.833 habitantes (año 2006), con una densidad
media de 268 habitantes por kilómetro cuadrado. A esta cifra habría de añadir unos
330.000 habitantes más que saldrían de dividir los 12 millones de turistas entre los 10
días de estancia media de su visita al Archipiélago.
En 2006, el número de turistas extranjeros recibidos fue de 9.530.039, a los que
hay que sumar algo más de dos millones de turistas procedentes de la España
peninsular. Para tener una idea de la importancia turística mundial de esta región
española, si las Islas Canarias fueran un país independiente, sería la primera potencia
turística africana por el número de visitantes extranjeros recibidos (Sudáfrica es
actualmente la primera y recibe 6,1 millones, Egipto 5,1, Túnez 5,1 y Marruecos 4,1)
Para albergarlos, en una región que carece de estacionalidad y por tanto recibe
turistas todo el año, la planta alojativa oficial incluye 166.296 plazas hoteleras (en 575
establecimientos) y 228.603 extrahoteleras (en 2.482 establecimientos) ubicadas
fundamentalmente en centros turísticos y urbanizaciones litorales (Costa Teguise,
Puerto del Carmen y Playa Blanca en Lanzarote; Corralero, Caleta de Fustes y Morro
Jable en Fuerteventura; Maspalomas-Playa del Inglés y Mogán en Gran Canaria;
Puerto de la Cruz, Playa de las Américas-Los Cristianos y Los Gigantes en Tenerife;
Los Cancajos y Puerto Naos en La Palma; Tecina y Valle Gran Rey en La Gomera):
394.899 plazas turísticas (a las que habría que sumar más de 75.000 plazas ilegales)
en 3.057 establecimientos. Entre los servicios turísticos complementarios se
encuentran, entre otros, 20 campos de golf, 9 palacios de congresos, 6 casinos de
juegos y diversos miniparques temáticos.
La construcción de las grandes infraestructuras de aeropuertos y puertos (8
aeropuertos y 41 puertos entre los deportivos, las marinas y los puertos pesqueros)
está indisolublemente ligada a la actividad turística.
Por último, en este archipiélago superpoblado, enormemente transformado por
el proceso urbano-turístico y receptor de un 20% del turismo internacional que recibe
España, alberga cuatro parques nacionales, 141 espacios naturales protegidos y
cuatro Reservas de la Biosfera. Este algo más del 40% del territorio incluido en alguna
categoría de espacio natural protegido (parques nacionales, parques naturales,
parques rurales, paisajes protegidos, monumentos naturales, reservas integrales,
reservas especiales y sitios de interés científico), tratan de proteger el paisaje natural,
rural y el alto grado de biodiversidad local: de las 18.000 especies animales -12.500 en
el medio terrestre y 5.200 en el marino-, resulta que el 28%, es decir, 3.572 son
endémicas (únicas en el mundo). No es casualidad que Canarias esté catalogada
como una región dentro los 25 puntos calientes (hot spots) de biodiversidad del planeta
(esta catalogación se la dan a las afortunadas regiones que aportan, con apenas el 1,5
% de la superficie del planeta, cerca del 30% de los 1,5 millones de especies
catalogadas).
Los datos del año 2005, publicados en la Cuenta Impactur (Consejería de
Turismo), muestran el impacto socio-económico (PIB, empleo, exportaciones de
servicios, inversión, gasto público e impuestos) del turismo en las Islas Canarias,
dando una idea de la importancia de éste en la misma, ya que estos valores triplican
los índices referidos al conjunto de España.
RESUMEN de resultados de Impactur para 2005
30,4 % del total del PIB en Canarias
10.549 millones de euros
36,8 % del total del EMPLEO en Canarias
307.868 puestos de trabajo
89,4 % del total de las EXPORTACIONES de servicios en Canarias
8.270 millones de euros de Consumo Turístico Receptor de extranjeros y españoles no residentes
21,2 % del total de la INVERSIÓN en Canarias
2.020 millones de euros de Formación Bruta de Capital (Inversión)
14,1 % del total del GASTO PÚBLICO en Canarias
1.170 millones de euros de Gasto Público
34,4 % del total de los IMPUESTOS recaudados en Canarias
2.033 millones de euros de Recaudación
La actividad turística en Canarias tiene un claro componente transnacional en un
doble sentido: por el carácter de las áreas emisoras, siendo el Reino Unido y Alemania
sus principales clientes (75% de los visitantes anuales), y por el control que muy pocas
empresas ejercen sobre la explotación de este destino (5 grupos multinacionales
explotan las tres cuartas partes de los mercados emisores).
2. LOS IMPACTOS “INSOSTENIBLES” DE LA ACTIVIDAD TURÍSTICA EN
CANARIAS
La falta de concienciación y sensibilización que caracterizó de forma mayoritaria
a un gran número de empresas turísticas preocupadas en la obtención de beneficios,
así como la falta de control administrativo ha favorecido que muchas zonas hayan
desarrollado actuaciones turísticas sin control que degradan el propio recurso que
posibilita dicho desarrollo.
Los indicadores sobre el desarrollo turístico sostenible comienzan a convertirse
en termómetros que miden las tendencias de los productos turísticos en el corto y
medio plazo. Los diferentes autores tienden a converger en que estos indicadores
deben contener datos precisos de la actividad económica, del impacto sobre el medio
ambiente y de las implicaciones en las sociedades receptoras. Los indicadores más
utilizados están siendo los siguientes:
1) Protección del sitio
2) Presión sobre el sitio (turistas por año)
3) Intensidad de uso (personas por unidad de superficie)
4) Impacto social (ratio turistas/residentes)
5) Control del desarrollo (revisión del sitio)
6) Gestión de desechos (aguas residuales, residuos sólidos)
7) Proceso de planificación (plan regional)
8) Ecosistemas críticos
9) Satisfacción del turista
10) Satisfacción de la población local
11) Contribución del turismo a la economía local
En relación con la anterior lista de indicadores de desarrollo sostenible,
pasamos a detallar los impactos no sostenibles más importantes que el turismo ha
tenido y tiene en las Islas (todos los datos aportados a continuación están
entresacados de la bibliografía consultada, cuya referencia exacta se encuentra al final
de este capítulo):
1. La especulación del suelo y el desarrollo urbanístico masivo de la costa, de las áreas
rurales, de los espacios de alto valor natural y con un gran patrimonio histórico-cultural.
Constituye ésta el principal impacto sobre la sostenibilidad insular. Los visitantes
necesitan alojamiento (entre 2000 y 2006 se ha pasado de 47,6 a 53 plazas por
kilómetro cuadrado) y su construcción consume territorio, paisaje y materiales de
construcción locales, pero también recursos como agua (riegos de jardines, consumo
humano, piscinas, etc.). Entre 1987 y 2002, la superficie edificada en Canarias creció el
54%, pasando de 6.476 hectáreas a 9.976. Esto quiere decir que en quince años se
edificó en el Archipiélago sobre una superficie equivalente a la mitad del espacio
urbanizado durante los quinientos años anteriores. A ello hay que sumar miles de
hectáreas de suelo urbanizable y apto para urbanizar. En la oferta de alojamiento,
Canarias creció un 11,5% el plazas turísticas entre el año 2000 y 2006, pasando de
354.131 a 394.899 y un 17% en establecimientos turísticos hoteleros y extrahoteleros
(de 2.609 a 3.057 entre esas mismas fechas). La presión sobre el territorio se
manifiesta en índices como los 1.617 turistas por kilómetro cuadrado, los 42 turistas
por kilómetros cuadrado y día. En la actualidad, la expansión urbanística ha provocado
que una tercera parte del agua consumida en las Islas deba ser “fabricada”
artificialmente a través de métodos de desalación, cuando hace una década sólo era la
mitad. Además, al inventario de realidades opuestas a la sostenibilidad del modelo de
desarrollo regional, hay que añadir que en Canarias hay 119 especies en peligro de
extinción y otras 331 amenazadas, a lo que se debe incluir la introducción de especies
foráneas que están teniendo un alto impacto en los ecosistemas insulares.
2. Contaminación. La accesibilidad a los productos turísticos insulares tanto de los
turistas como de los trabajadores del sector exige:
a) Medios de transporte como el avión, el barco o el coche (1,3 millones de vehículos,
lo que significa 65 unidades por cada 100 habitantes) en relación a consumo
energético/contaminación ambiental: el consumo energético se ha disparado (enorme
peso de la electricidad producida por derivados del petróleo, pues el 88,24% de la
energía eléctrica que se produce en Canarias -año 1999- se realiza en centrales
térmicas, siendo la producción eléctrica mediante energías renovables de tan sólo un
4,2% en 2003);
b) Infraestructuras de transporte ejemplificadas en los puertos, aeropuertos, vías de
comunicación terrestre (4.247 kilómetros de carreteras, lo que significa 57 kilómetros
de viario por cada 100 kilómetros cuadrados de territorio) que consumen un territorio
insular escaso de forma directa.
Desde el Archipiélago se emiten a la atmósfera 12.000.0000 toneladas de CO2
(76% por la producción de electricidad y 23,3% por la circulación de automóviles), sin
contar con refinerías, desaladoras y aeronaves. Por término medio, cada canario
contribuye al efecto invernadero con más de 6,1 toneladas de CO2 al año, unos 17 Kg
diarios. Canarias ha aumentado sus emisiones de efecto invernadero, convirtiéndose
en la comunidad del Estado que más ha aumentado, incumpliendo el Protocolo de
Kyoto en el país de la Unión Europea de los Quince que más lo incumple. Si las
emisiones de efecto invernadero no debían aumentar más de 15%, hasta 2012, lo
cierto es que, entre 1990 y 2004, aumentaron más del 76%. Por lo tanto, se puede
afirmar que Canarias contribuye al cambio climático.
3. El aumento de vertidos y en la producción de residuos. El 57% de las aguas
residuales del Archipiélago van al mar sin depurar. Greenpeace afirma que Canarias es
la segunda Comunidad Autónoma española que menos recicla sus residuos. No
existen infraestructuras necesarias para su almacenamiento y tratamiento, sobre todo
teniendo en cuenta que se trata de un territorio insular limitado, en el que los residuos
deberían ser uno de los problemas más importantes a resolver.
4. Alimentación. Los destinos turísticos de sol y playa como el canario soportan una
población muy superior a la habitual que demanda una gran cantidad de alimentos que
no suministra la población local. En las Islas, además, el sector primario representa
cada vez menos en el P.I.B. (4%), en la población activa (6%), en la producción de
alimentos básicos (17.000 de las 24.000 has del secano se dedican al monocultivo de
la viña), en la superficie cultivada (sólo existen 256 metros cuadrados de superficie
cultivada por habitante) y en la dedicación de las mejores tierras a la producción de
alimentos para la exportación (tomates y plátanos suponen casi el 50 % de la superpie
de regadío). La introducción en un territorio pequeño de grandes cadenas de
comercialización agroalimentaria unida a la ausencia de políticas de desarrollo agrícola
internas está provocando el abandono de tierras y actividades agropecuarias
tradicionales (policultivo de subsistencia), la erosión de los suelos (el 43% de la
superficie del Archipiélago está sometida a una intensa erosión, que supone pérdidas
anuales de 12 toneladas de tierra fértil por hectárea). Otras consecuencias son la
contaminación excesiva de los suelos y acuíferos, la pérdida de paisajes asociados a
esas prácticas tradicionales, el despoblamiento y la infrautilización de los recursos
naturales.
5. Consumo de otros bienes y productos manufacturados cuya materia prima y
elaboración procede o es realizada muchas veces fuera del destino turístico: souvenirs,
vestido, calzado, maquinaria y otras manufacturas, etc. La industria local apenas
abastece al destino turístico.
6. Actividades de ocio ofrecidas en los destinos turísticos como oferta complementaria
de los destinos de sol y playa: excursiones (a pie, animales, bicicleta, autobús,
vehículos todoterreno, barco, moto acuática), caza, pesca, submarinismo, etc. A ello se
une el hecho de que muchas de estas actividades complementarias se realizan en
espacios naturales protegidos, provocando impactos sobre en el paisaje, en la flora y
fauna local o en los acuíferos y el suelo, dificultando la gestión de estos espacios de
gran fragilidad.
En resumen, la contribución de Canarias al cambio climático, el creciente
consumo de petróleo, la tasa de urbanización y ocupación del suelo con
infraestructuras de gran impacto, el modelo de transporte, el proceso de desertificación
y agotamiento de los acuíferos, la degradación biológica del suelo, el escaso nivel de
reciclado, los vertidos de aguas residuales e hidrocarburos, los años perdidos en la
implantación de energías renovables y las especies amenazadas muestran una
evidente degradación medioambiental, a la vez que coloca en una situación crítica la
viabilidad futura de la economía regional.
3. LAS MEDIDAS CORRECTORAS: HACIA UN TURISMO SOSTENIBLE
El turismo sostenible es una necesidad sentida y reconocida por el propio sector
en las Islas. Tanto la Administración como muchos empresarios admiten que el factor
ambiental es clave para la supervivencia de la actividad turística. Las buenas prácticas
ambientales y sociales se traducen en beneficios para las empresas (reducen costes
internos, mejoran la imagen exterior y garantizan el atractivo permanente del destino),
el medio ambiente (conservación de los recursos naturales) y la comunidad que las
acoge (aumenta el bienestar de sus habitantes). ¿Cuál ha sido el camino recorrido por
las Islas en la búsqueda de la sostenibilidad?
3.1. La política turística regional y la ordenación del territorio
Sin duda alguna, la génesis y naturaleza del problema del desarrollo
insostenible de Canarias, en general, y del turismo como actividad dominante, en
particular, está directamente vinculada a la especulación del suelo y el desarrollo
urbanístico que se ha generalizado a todo el territorio insular. No es casualidad que la
política turística haya estado ligada a la planificación, ordenación y gestión del territorio
archipielágico y que la base sobre la que se ha articulado la normativa en pro de la
consecución del desarrollo sostenible tenga como marco de actuación el control del
suelo y de la producción de espacio urbanizado y la conservación de los recursos
naturales, la biodiversidad y el paisaje. Por ello, pasamos a analizar las actuaciones de
la Administración regional en materia de urbanismo, ordenación del territorio y espacios
naturales en relación al turismo como actividad económica principal en Canarias.
Al margen o en relación con las normativas estatal y de la Unión Europea, la
Comunidad Autónoma canaria se ha ido dotando, entre 1985 y 2003, de una serie de
mecanismos de protección de las partes ambientalmente más valiosas de su territorio,
y de instrumentos para lograr un uso más cuidadoso y eficiente para el resto del
territorio insular. Las más importantes leyes y decretos regionales han tenido y tienen
que ver con la causa del principal impacto medioambiental en el Archipiélago: la
urbanización generalizada del territorio a partir de la especialización turística:
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Ley 3/1985, de 29 de julio, de Medidas Urgentes en Materia de Urbanismo y
Protección de la Naturaleza
Ley 1/1987, de 13 de marzo, reguladora de los Planes Insulares de Ordenación
Ley 5/1987, de 7 de abril, sobre la Ordenación Urbanística del Suelo Rústico de
la Comunidad Autónoma de Canarias
Ley 6/1987, de 7 de abril, sobre Sistemas de Actuación de Urbanización Diferida
Ley 7/1990, de 14 de mayo, de Disciplina Urbanística y Territorial
Ley 11/1990, de 13 de julio, de Prevención del Impacto Ecológico
Ley territorial 12/1990, de 26 de julio, de Aguas
Ley 9/1991, de 8 de mayo, de Carreteras de Canarias
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Ley 12/1994, de 19 de diciembre, de Espacios Naturales de Canarias y Ley
13/1994, de 22 de diciembre, de Modificación del Anexo de la Ley de Espacios
Naturales de Canarias
Ley 4/1994, de 25 de abril, de Ordenación de la Actividad Comercial de
Canarias
Decreto 35/1995, de 24 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de
Contenido Ambiental de los Instrumentos de Planeamiento
Ley 7/1995, de 6 de abril, de Ordenación del Turismo de Canarias
Decreto 6/1997, de 21 de enero, por el que se fijan las directrices formales para
la elaboración de los Planes de Ordenación de los Recursos Naturales
Decreto 161/97, de 11 de julio, sobre delegación de funciones de la
Administración de la Comunidad Autónoma de Canarias a los Cabildos
Insulares, en materia de servicios forestales, protección del medio ambiente y la
gestión y conservación de Espacios Naturales Protegidos.
Ley 1/1999, de 29 de enero, de Residuos de Canarias
Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias
Ley 9/1999, de 13 de mayo, de Ordenación del Territorio de Canarias
Decreto Legislativo 1/2000, de 8 de mayo, texto refundido de las leyes de
Ordenación del territorio de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias
Decreto 4/2001, de 12 de enero, aprobación de la formulación de las Directrices
de Ordenación General y del Turismo
Decreto 126/2001, de 28 de mayo, suspensión de la vigencia de las
determinaciones turísticas de los Planes Insulares de Ordenación en las islas de
Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, y de los instrumentos de planeamiento
urbanístico en las mismas islas, además de Lanzarote.
Decreto 127/2001, de 5 de junio, publicado en el B.O.C. de 8 de junio, que
regula a nivel reglamentario el contenido y procedimiento para la formulación,
tramitación y aprobación de las Directrices
Ley 6/2001, de 23 de julio, de Medidas Urgentes en materia de Ordenación del
Territorio y del Turismo de Canarias
Decreto 176/2001, de 6 de septiembre, sobre el inicio de la elaboración de las
Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias
Decreto 187/2001, de 3 de octubre, por el que se regulan las condiciones
especiales que han de cumplir los hoteles de cinco estrellas para entenderse
comprendidos en el supuesto previsto en el artículo 2.4.e).2) de la Ley 6/2001,
de 23 de julio.
Ley 6/2002, de 12 de junio, sobre Medidas de Ordenación Territorial de la
Actividad Turística en las islas de La Gomera, El Hierro y La Palma
Ley 19/2003, de 14 de abril, por la que se aprueban las Directrices de
Ordenación General y las Directrices de Ordenación del Turismo de Canarias
El primer grupo de normas, aprobadas entre 1985 y 1987, supusieron un hito en
la historia de la ordenación territorial de Canarias por los temas candentes sobre los
que se trataba de legislar: ordenación insular, espacios naturales protegidos, suelo
rústico y vivienda. La coyuntura económica fue la del segundo “boom” inmobiliario
turístico (1985-89: incorporación a la Comunidad Europea). La declaración, bajo
diferentes figuras de protección, de algo más del 40% del territorio de las Islas fue una
decisión administrativa polémica y de gran alcance para el futuro medioambiental,
anticipándose incluso a la definición del concepto de desarrollo sostenible (Informe
Burtland, 1987) y a los objetivos de la Conferencia de Río de 1992 que estableció los
principios y bases programáticas para la promoción del desarrollo sostenible.
Justamente el concepto de desarrollo sostenible comenzó a marcar el grupo de
leyes y decretos que fueron aprobados entre 1990 y 1998, en una coyuntura de
recesión inmobiliaria y turística, en el sentido de pasar de normativas declarativas a
normativas de gestión vinculadas claramente a la conservación, restauración y mejora
de los recursos naturales y del medio ambiente (espacios naturales, patrimonio o
residuos). Además, durante este período de la década de los noventa, las diversas
leyes sectoriales aprobadas introducen la necesidad de prever y atenuar los impactos
medioambientales de la actividad económica (turismo y comercio) y de la construcción
de grandes infraestructuras (agua y carreteras).
El último gran grupo de normas aprobadas en la Comunidad Autónoma canaria
viene marcado por la inminente entrada de España en la Unión Económica y Monetaria
-la Europa del euro-, lo que supuso el inicio del tercer “boom” inmobiliario-turístico. En
este marco, la crisis medioambiental y la respuesta de diversos colectivos sociales
provocada por un desarrollo insostenible llegó a plantear por parte de la Administración
autonómica la necesidad de una “moratoria turística” (suspensión de licencias
urbanísticas de obra nueva de establecimientos turísticos alojativos, con determinadas
excepciones) que plasmará en diversos decretos y leyes a partir de 2001 y que van a
culminar con la aprobación de la Ley de las Directrices de Ordenación General y de las
Directrices de Ordenación del Turismo, que por su interés y cercanía temporal
pasamos a detallar.
Las Directrices de Ordenación constituyen el instrumento de planeamiento
propio del Gobierno de Canarias, que integra la ordenación de los recursos naturales y
el territorio, referida a uno o varios ámbitos de la actividad social o económica,
conforme establece el artículo 15 del Texto Refundido de las Leyes de Ordenación del
Territorio de Canarias y de Espacios Naturales de Canarias, aprobado por el Decreto
Legislativo 1/2000, de 8 de mayo.
El objeto de las Directrices es:
1. Articular actuaciones que garanticen el desarrollo sostenible de Canarias
2. Definir criterios básicos para la ordenación y gestión de los recursos naturales
3. Fijar los objetivos generales de las intervenciones con relevancia territorial
4. Establecer estrategias de acción territorial para la definición del modelo básico
de Canarias
5. Establecer un marco referencial para las Directrices de Ordenación sectorial que
se formulen (como desarrollo de estas directrices generales)
6. Articular las actuaciones sobre la base del equilibrio interterritorial y la
complementariedad de los instrumentos que conforman el sistema de
ordenación territorial.
Las Directrices de Ordenación General y del Turismo prohibían en los siguientes
tres años conceder más licencias turísticas. Además quedaba desclasificado todo el
suelo que, aunque contaba con licencia de este tipo, no había sido desarrollado,
pasando a formar parte del suelo urbanizable, no sectorializado urbanizable o apto
para urbanizar.
La ley propone que la inversión se dirija a renovar la planta de alojamientos
turísticos obsoletos, a la construcción de viviendas y a las infraestructuras. La
protección del suelo rústico, la conservación del paisaje y la oferta turística de calidad
son algunos de los objetivos de la ley.
Para conseguir sus objetivos de sostenibilidad las directrices se orientan por los
siguientes criterios:
1. La preservación de la biodiversidad
2. La armonización de los requerimientos de desarrollo social y económico con la
preservación del medio
3. La utilización del suelo con su aptitud natural
4. La definición de un marco territorial donde contener el crecimiento respecto de la
capacidad de carga ambiental
5. La conservación de patrimonio y paisaje
6. El re-equilibrio entre islas y áreas dentro de islas
7. El ahorro y uso eficiente de recursos
8. La prevención de riesgos naturales
9. El mantenimiento de la actividad turística como motor económico insular
mediante su renovación, diversificación y extensión de energías renovables
10. La disminución en la producción de residuos
11. El uso eficiente de las infraestructuras existentes, su adaptación y mejora
12. La potenciación del transporte entre islas y con el exterior, especialmente
aquéllos definidos como colectivos y no contaminantes.
Las Directrices se estructuran en los siguientes contenidos: 1. Recursos
naturales, 2. Energía y Residuos, 3. Ordenación Territorial, 4. Transportes y
comunicaciones, 5. Patrimonio cultural y paisaje, 6. Actividad económica y territorio.
Para su aplicación y desarrollo, las Directrices prevén determinaciones de
aplicación directa (NAD), y un segundo grupo de aplicación a través de Directrices de
Ordenación Sectoriales, Planes Insulares de Ordenación, Planes y Normas de
Espacios Naturales Protegidos, Planes Territoriales Parciales y Especiales, Planes
Generales de Ordenación, y otras figuras existentes ya en el sistema de la ordenación
territorial y sectorial. Se considera además la conformación de unas Directrices de
Ordenación sectoriales, para la ordenación de la calidad ambiental, infraestructuras,
energía, residuos, patrimonio, paisaje, etc. Su vigencia en principio es indefinida, y con
revisión fijada, al menos, en cinco años.
Finalmente, la ley recoge el desarrollo de las Agendas 21 Locales y los Sistemas
de Gestión Ambiental de los Ayuntamientos, haciendo especial hincapié en los
municipios turísticos. Sin embargo, a pesar de que 64 de los 85 municipios canarios se
han acogido a los presupuestos de la Agenda 21, son muy pocos los ayuntamientos o
mancomunidades canarias que han apostado de manera comprometida por la
aplicación de la misma.
Aún es pronto para evaluar el impacto de la Ley de aprobación de las Directrices
y concluir si las Islas han tomado finalmente la senda del desarrollo sostenible, aunque
veremos al final de este capítulo que los primeros resultados no son muy halagüeños.
En resumen, este conjunto de normas legales sobre espacios naturales,
territorio y ordenación, fueron aprobadas para orientar el desarrollo territorial del
Archipiélago en la dirección de los límites del crecimiento, la contención del consumo
de suelo, la preservación del suelo no utilizado, la mejora del paisaje y el uso eficiente
del suelo ya utilizado, mediante el reciclaje urbano.
3.2. La empresa turística y la sostenibilidad
Los comportamientos social y ambientalmente éticos se presentan como clave
de éxito de la sostenibilidad para el siglo XXI, por lo que las empresas que deseen
permanecer en el mercado deberán incorporarlos; al contrario de lo que sucedía hasta
hace poco tiempo en que las empresas consideraban que la introducción de la variable
ambiental podía afectar a su posición en el mercado.
Efectivamente, en los últimos años las empresas del sector han comenzado a
impulsar Sistemas de Gestión Ambiental (SGA basados en las normas ISO 14001 y el
Sistema Comunitario de Gestión y Auditoría Medioambientales conocido por las siglas
EMAS), como por ejemplo Biosphere Hoteles, desarrollado por la Asociación de
Empresarios de Hoteles y Apartamentos de Lanzarote (ASOLAN) en colaboración con
ITR, Instituto de Turismo Responsable (institución independiente colaboradora de la
UNESCO), en la Reserva de la Biosfera de Lanzarote. Se debe recordar que en esta
isla tuvo lugar la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible en 1995 durante la cual
se aprobó la Carta del Turismo Sostenible y que generó la creación del ITR. En 2005
existían en Canarias 181 empresas certificadas en alguno de los esquemas de Gestión
Ambiental, de las que sólo 11 eran empresas turísticas.
Comienzan a proliferar también los sellos de calidad y responsabilidad ambiental
(Ecoetiqueta Europea, Q Calidad Turística, etc.) para las empresas que deseen limitar
el consumo energético, limitar el consumo de agua, limitar la producción de residuos,
favorecer el uso de fuentes de energía y recursos renovables y promover la
comunicación y educación sobre temas ambientales.
A las empresas canarias les queda un largo camino que recorrer para hacer
compatibles el beneficio económico con la sostenibilidad, ya que todavía es incipiente
la gestión, aunque han comenzado a aparecer guías de buenas prácticas ambientales
a las que puede acogerse el sector empresarial.
CONCLUSIONES: 15 AÑOS DE ESTRATEGIAS TURÍSTICAS SOSTENIBLES
Los productos turísticos sostenibles son mercancías que son ofrecidas en
armonía con el medio ambiente, la comunidad y la cultura local, de forma que éstos se
convierten en los beneficiarios permanentes y no en víctimas del desarrollo turístico.
Si se tiene en cuenta que plasmación de los principios deseables del turismo
sostenible significarían que esta actividad debería satisfacer las necesidades de
turistas y residentes, y simultáneamente proteger y mejorar las oportunidades para el
futuro, y que, por tanto, hace referencia a una gestión de todos los recursos de tal
forma que las necesidades económicas, sociales y estratégicas puedan ser satisfechas
mientras se mantienen la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la
biodiversidad biológica y los sistemas de apoyo a la vida, debemos concluir que a
Canarias le queda un largo camino por recorrer aún, ya que el impulso dado en este
sentido, sobre todo en el primer lustro del presente siglo, parece haber chocado con los
intereses opuestos de algunos de los agentes tradicionales en la producción del
espacio turístico (grandes propietarios de la tierra y/o promotores inmobiliarios, tanto
locales como foráneos en connivencia con algunas Administraciones locales) que
intentan seguir desarrollando este destino turístico como si de una colonia se tratase.
Desde el lado de la aplicación de las políticas públicas de las Administraciones
locales, que deberían ser las primeras en dar ejemplo, en materia de ordenación
territorial y turismo, y en palabras de uno de sus más firmes defensores, “en los últimos
años los objetivos del desarrollo sostenible han desaparecido de nuevo, propiciando un
rearme de los depredadores del territorio, mediante la inaplicación y paralización del
desarrollo de los preceptos legales y renovadas olas de indisciplina, reforzadas ahora
por el revisionismo de los principios y las disposiciones legales, justificado en una
necesidad de viviendas para cuya satisfacción no se utilizan los instrumentos más
precisos y cuidadosos diseñados en la normativa vigente, sino el martillo de la
clasificación extensiva de nuevo suelo y el disolvente de las amnistías de las
infracciones cometidas, pero auspiciando, sobre todo, una decidida voluntad de
implantación de grandes operaciones urbanísticas y faraónicas infraestructuras”
(Faustino García Márquez, 2005, Coordinador del equipo redactor de las Directrices).
Nuestro punto de vista, desde la disciplina de la Geografía, nos lleva a la
conclusión de que, en líneas generales, el Archipiélago ha iniciado diversas acciones
conducentes al logro de un desarrollo turístico sostenible. Veamos, para finalizar,
algunos de ellos, así como los déficits pendientes.
No cabe duda de que el Archipiélago ha sido pionero en la integración de
materias tales como la planificación y gestión de espacios naturales protegidos, el
control del proceso urbanístico en general y del turístico en particular, mediante las
técnicas de ordenación del territorio objetivadas en diversas leyes y decretos. En este
punto, sólo se podría decir que existen algunas normativas contradictorias con
respecto a las que claramente caminan hacia la sostenibilidad.
Pero si la normativa territorial se encuentra bastante avanzada, de cara al futuro
quedan pendientes otros aspectos del desarrollo sostenible en los que es necesario
avanzar: mejora de los datos de los indicadores de sostenibilidad, investigación
universitaria avanzada sobre la sostenibilidad del destino turístico canario (definición de
la capacidad de carga turística-urbanística-infraestructural de los territorios insulares),
tratamiento de residuos, menor dependencia de recursos naturales no renovables y
desarrollo de la producción de energías alternativas, planes y puesta en
funcionamiento de una política agraria sustentable que camine hacia la seguridad
alimentaria, y una decisiva incorporación del sector empresarial hacia los sistemas de
gestión ambiental.
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