Actividades creativas de lectura expresiva en Secundaria

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31/07/13
Proyecto de lectura para centros escolares
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Actividades creativas de lectura expresiva en Secundaria
Según la autora, las actividades de lectura expresiva en Secundaria son
necesarias porque muestran al alumno la parte lúdica del lenguaje y favorecen
su capacidad de exposición. Tales actividades deben realizarse de manera
continua y en un ambiente que permita superar las inhibiciones de los
adolescentes ante la lectura en voz alta. En el artículo se incluye un listado de
propuestas para trabajar la articulación, la vocalización, la entonación, la
recitación de poemas y la lectura de cuentos, entre otras muchas sugerencias.
Por Pilar Núñez Delgado
Profesora
Didáctica de la Lengua y la Literatura
Universidad de Granada .
Qué entendemos por lectura expresiva
La lectura expresiva es aquella cuyo objetivo primordial es reproducir con nuestra voz –y con el lenguaje
corporal que suele acompañarla– toda la «expresividad» de un texto: las emociones que el autor o la
autora han puesto en él, las imágenes que contiene, la textura de las palabras, la cadencia con que se
cuenta una historia o las variaciones de intensidad con que se expone una reflexión, etc. La entendemos,
pues, en un sentido amplio, que incluye, además de la lectura «enfática» de textos literarios, la lectura en
voz alta de cualquier tipo de texto con arreglo a unos parámetros de expresividad determinados por el
contenido, la forma y el género del propio discurso1 .
Valor educativo de las actividades de lectura expresiva
Las actividades de lectura expresiva, por su riqueza de posibilidades educativas, deberían tener una
presencia constante en las aulas de todas las etapas. Sin embargo, más allá de la Educación Infantil o
del primer ciclo de la Primaria, y conforme vamos ascendiendo niveles, se convierten cada vez más en
esporádicas.
La práctica de este tipo de lectura posee una doble dimensión estética y funcional: sirve ante todo para
acercar a los alumnos y a las alumnas a ese componente lúdico y estético del lenguaje cuyo disfrute
conforma la base de la afición lectora y de la educación literaria misma. Pero no hemos de olvidar
tampoco su contribución al desarrollo de la competencia discursiva –en tanto mejora las capacidades de
comprensión lectora, de escucha, de expresión oral, de integración de códigos distintos en la
elaboración y recepción de mensajes, etc.– y de aspectos como los siguientes:
La fluidez y la eficacia lectoras por medio del trabajo sobre las pausas, los signos de
puntuación, la entonación, la vocalización, etc.
El conocimiento de nuevos textos y de formas distintas de acercarse a ellos,
impregnándolos con las vivencias propias.
La práctica de nuevas posibilidades comunicativas combinando códigos distintos.
La captación y disfrute de efectos derivados de la explotación estilística de la lengua.
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La toma de conciencia de la seducción que la palabra hablada y la voz humana ejercen
en las personas desde la infancia y de las repercusiones que esto tiene en distintos
ámbitos.
La valoración de los elementos personales, sociales, geográficos que se reflejan en
nuestra forma de hablar (y de leer) como parte esencial de nuestras identidades
individuales y colectivas, fomentando así el respeto por todas las variedades de uso.
El desarrollo de la creatividad y la afectividad.
Actitudes de respeto y atención al escuchar, esforzándose por comprender a los
demás.
La superación de la timidez y la inhibición y el logro de un clima de confianza en el aula.
La colaboración con las compañeras y los compañeros en el desarrollo de tareas, lo
cual supone debatir, negociar, empatizar, aceptar críticas y correcciones, etc.
Algunas pautas para las aulas de Secundaria
Este listado de objetivos muestra que, si las actividades de lectura expresiva se utilizan únicamente para
rellenar esos momentos en los que (por falta de tiempo o por cansancio) no resulta adecuado iniciar
contenidos nuevos del programa, estamos desperdiciando muchas posibilidades. Para sacar el máximo
partido de estas prácticas consideraremos pautas como las siguientes:
1. Continuidad. Deben ocupar al menos diez o quince minutos de la sesión de clase y
realizarse un par de veces a la semana (Galera, 1998), pues así cansan menos que en
sesiones monográficas, las cuales se reservarán para proyectos de trabajo que lo requieran
(lecturas dramatizadas, recitales poéticos…).
2. Sistematicidad para consolidar la fluidez, la comprensión y el disfrute lectores. Se hará
mediante la preparación detallada de cada lectura, determinando los objetivos que se
pretende cubrir y los criterios de evaluación que se aplicarán. Es conveniente graduar la
actividad en tres fases:
Antes de leer
Presentación del texto y del autor. Motivos de su elección.
Objetivos de la lectura: ¿para qué vamos a leer este texto?
Activación de los conocimientos previos: ¿sabemos algo de este autor?, ¿hemos
leído textos similares a éste?, etc.
Durante la lectura
Primera lectura superficial para tomar contacto con el texto.
Lecturas sucesivas para garantizar la comprensión: aclarar dudas de vocabulario,
captar las ideas que expone el texto, los sentimientos y pensamientos que nos
evoca, el ritmo que requiere, la cadencia, la entonación. «Anotar» el texto para
entenderlo y para hacerlo propio, de modo que la lectura sea sentida y suene
sincera.
Ensayos para ajustar todos los elementos: tono, vocalización, pausas-signos de
puntuación, velocidad, etc.
Lectura final. El que lee debe reflejar la seducción que las palabras ejercen en él
o ella y sabérsela transmitir al auditorio.
Después de la lectura
Reflexión sobre las dificultades encontradas.
Comentario sobre lo que ha sugerido a cada persona, qué han sentido los
lectores y los oyentes, qué piensan que sintió el autor, etc.
Propuestas para profundizar en otras obras del autor, o en el mismo tema con
textos de otros escritores, etc.
3. Selección cuidadosa de textos. Variados (en tono, léxico, registro, épocas, tipo, etc.),
motivadores, ajustados a las capacidades de los alumnos, que den pie a otras actividades
escritas y orales, que despierten el interés por ampliar información sobre ellos... La literatura
de tradición oral, por su sencillez, su musicalidad y por el hecho de que forma parte del
entorno más cercano de los alumnos y las alumnas, ocupará un lugar destacado. Éstos
aportarán también textos y autores, en cuya búsqueda los orientará el profesor o la profesora.
4. Sonoteca variada que proporcione ejemplos, e incluso modelos, de lectura, además de
grabaciones con las propias intervenciones de los y las estudiantes.
5. Educar la escucha. Considerar la doble vertiente productiva y receptiva de la lectura,
trabajando también la comprensión oral como un proceso en tres fases (Pavoni, 1982)2 :
Fase de pre-escucha en la que se establece por qué se escucha y se crean
expectativas al respecto.
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expectativas al respecto.
Fase de escucha, durante la que se aplican consignas que mantienen la atención
viva.
Fase posterior a la escucha en la cual se verifica la comprensión y se integra el
proceso de escucha con otras actividades (valorar, escribir, debatir, comentar...).
6. Papel del profesorado. El docente debe actuar como dinamizador, coordinador y creador del
ambiente que permita superar las posibles inhibiciones que muchos adolescentes tienen a
la hora de leer en voz alta o de recitar, fomentando así la confianza en ellos mismos y entre
los miembros del grupo.
7. Reflexión sobre la lengua. En el segundo ciclo de la etapa se pueden aprovechar estas
actividades para propiciar la reflexión sobre las características de la lengua oral y de la
escrita, sobre los recursos lingüísticos usados para conseguir belleza, sobre los rasgos
formales de las tipologías textuales y los géneros literarios...
En cualquier caso, las tareas se orientarán en lo posible hacia el disfrute del uso lúdico y estético del
lenguaje, pues creemos que es una perspectiva que nunca hay que perder de vista en las aulas: además
de enseñar a usar el lenguaje, hay que enseñar a gozar de él.
La evaluación
Si las actividades han de tener una cierta periodicidad para incorporarlas plenamente a la dinámica del
aula, lo mismo cabe decir de su evaluación. Las dificultades se manifiestan a la hora de establecer
criterios y, sobre todo, instrumentos, por el propio carácter de la lengua oral –verb a volant– que implica el
uso de procedimientos de registro (grabaciones) que luego permitan volver sobre las intervenciones para
analizarlas y mejorarlas. Nos parece fundamental que los alumnos y las alumnas participen en la
gestión de su proceso de aprendizaje por medio de la autoevaluación y de la coevaluación, pues la
reflexión individual y en grupo sobre lo realizado favorecerá la responsabilidad hacia el propio trabajo y la
toma de conciencia de las dificultades y de los avances conseguidos.
Además de las herramientas que utilicen los estudiantes, el profesor puede usar instrumentos más
detallados que le permitan tomar nota de la aparición de deficiencias como la lectura silábica, las
vacilaciones, el seguimiento de los renglones con el dedo, omisiones o inversiones de sílabas, etc3 .
A modo de guía, se pueden proporcionar a los alumnos y alumnas unos ítems que les ayuden tanto a
preparar como a evaluar las lecturas expresivas. Éstos habrán de recordarse con frecuencia para
afianzarlos, insistiendo en que estas pautas les permitirán:
a. preparar sus intervenciones;
b. comprender mejor el texto (tanto la persona que lee como el auditorio);
c. evaluar las lecturas propias y las de los demás.
Proponemos algunas:
Proyectar la voz hacia el auditorio, no hacia el suelo o hacia el papel.
Mantener el contacto visual con los oyentes para facilitar la comprensión del texto.
Mostrar interés por lo que se lee; el aburrimiento es contagioso.
Leer a una velocidad adecuada. No se trata de leer siempre rápido, sino de saber
ajustar la velocidad al tipo de texto y al objetivo de la lectura controlando la respiración.
Regular el volumen ajustándolo al tipo de texto.
Leer con seguridad, sin vacilaciones, evitando volver atrás.
Entonar adecuadamente las palabras, marcando las sílabas tónicas.
Leer adecuadamente frases y párrafos con su correspondiente entonación enunciativa,
interrogativa, imperativa, dubitativa, irónica, etc.
Respetar la mayor o menor duración de las pausas indicada por los signos de
puntuación.
Poner énfasis en los momentos o palabras claves evitando la monotonía en el tono.
Modular la voz; tratar de expresar con ella los sentimientos y las actitudes del escritor.
Evitar los cambios de ritmo en la lectura si no están justificados y, por el contrario,
utilizarlos intencionadamente para llamar la atención del público.
Los aspectos básicos pueden presentarse en forma de escala (1= Nunca; 2= A veces; 3= Normalmente;
4= Casi siempre; 5= Siempre) sobre una tabla como ésta.
ALUMNOS
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CRITERIOS
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¿Interpreta bien las pausas?
¿La entonación es adecuada?
¿Vocaliza bien?
¿Ha captado bien el tono del texto y la intención
del autor?
¿Ha acompañado la lectura con algunos gestos
para enfatizar?
¿Ha mirado al auditorio para conectar con él?
¿La velocidad ha sido adecuada al contenido del
texto?
¿Ha enfatizado las palabras o momentos clave?
Propuestas de actividades
a) Actividades para trabajar la articulación, la vocalización y la velocidad
1. Leer textos sujetando un bolígrafo con los dientes para forzar la vocalización correcta.
2. Leer, memorizar y recitar trabalenguas y retahílas. Estos textos pueden ser aportados por los
propios alumnos y alumnas de entre los que recojan en su entorno.
3. Leer textos diversos siguiendo consignas distintas: no leer la vocal /o/, no leer el fonema /s/,
leer cambiando las vocales por una sola (todo con la /a/, o con la /e/, etc.). Se procurará
vocalizar bien y mantener la coherencia por medio de la entonación y las pausas.
4. Inventar y leer textos sin sentido. Reflexionar sobre cómo aumentan las dificultades de lectura
(se cometen errores, no se acierta a leer bien las pausas, ni las curvas tonales, etc.) y de
comprensión cuando se desconocen las palabras que se leen. Sin duda será, además, una
actividad divertida para los chicos y chicas.
5. Leer textos susurrando, o en voz muy alta, o con la voz engolada, o nasalizada como si
estuviéramos resfriados, o masticando las palabras, pero siempre intentando vocalizar muy
bien.
6. Leer textos cambiando la velocidad. Los párrafos impares se leerán muy despacio,
desgranando las palabras, y los pares muy rápidamente.
7. Anotar en los márgenes de textos diversos indicaciones sobre la velocidad de lectura
ajustándola a los contenidos respectivos. Se pueden usar, por ejemplo, un discurso
parlamentario, o el soneto «Desmayarse, atreverse, estar furioso…» de Lope de Vega.
8. «Traducir» textos de idiomas desconocidos por asociación de sonidos. Buscar imágenes
bonitas, ritmo y, si es posible, algún sentido. Luego, leer algunas «traducciones» en clase.
9. Escribir por parejas poemas con palabras inventadas que no signifiquen nada. El resultado
final tiene que sonar bien, con musicalidad e incluso se puede pedir que tenga rima.
b) Actividades para trabajar las pausas, el volum en y la entonación
1. Leer textos a los que se les han quitado los signos de puntuación. Colocarlos después y
contrastar las distintas formas de puntuar que han surgido, comentando los diferentes
matices que suponen. Leer de nuevo algunos de los textos ya puntuados. A modo de
ejemplo, remitimos a la propuesta que figura en VV. AA. (1988): Expresión oral. Madrid,
Alhambra, (p.19) sobre un chiste de Eugenio que luego puede «contarse» oralmente para
analizar las diferencias entre producir un texto enteramente oral y oralizar uno que en su
origen es escrito.
2. Lectura colectiva de un texto en prosa o en verso. Un alumno o una alumna empieza a leer y
se detiene en cuanto encuentre un signo de puntuación (puede ser uno cualquiera o uno
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se detiene en cuanto encuentre un signo de puntuación (puede ser uno cualquiera o uno
concreto determinado previamente), entonces continúa su compañero o compañera de al
lado y así sucesivamente. Una variante consiste en leer poemas de cierta extensión (por
ejemplo, romances) siguiendo la pauta de pararse al final del verso, haya o no pausa, de
forma que la siguiente persona que lee ha de ajustar la entonación para mantener la
coherencia y la cohesión.
3. Escribir palabras que sugieran peso, sabor, olor, oscuridad, sonido… Poner en común entre
todos a qué sabe, a qué huele, etc. cada una y leerlas con el tono que sugiere su significado,
que variará de unas personas a otras. Hacer frases con algunas y repetir la lectura con esa
misma consigna.
4. Pronunciar las siguientes palabras con el volumen de voz acorde con su significado: gritar,
vozarrón, a media voz, vocear, estallido, piano, susurro, en voz baja, estrépito, alarido, voz
apagada, pianísimo, portazo, a grito pelado, detonación, al oído, vocecita, fuerte, murmullo,
trueno, explosión, quedamente, debilitarse, fortísimo.
5. Escribir unas cuantas frases en la pizarra y leerlas en voz alta con distintos tonos siguiendo
pautas como: con tristeza, con alegría, como si no tuviéramos dientes, preguntando,
ordenando, como un militar, como un cantante de salsa, como un político, como un niño
pequeño, tartamudeando...
6. Adjudicar a los signos de puntuación de un texto un sonido percutido (un golpe en la mesa
para las comas, una palmada para los puntos y seguido, una patada en el suelo para el
punto y aparte, etc.) y practicar sobre distintos tipos aumentando progresivamente la
velocidad.
José Cañas (1993 y 1997) y Manuel Abril (2003) proponen más actividades de este tipo que
recomendamos.
c) Actividades de recitación de poem as y de lectura de cuentos
1. Escoger relatos cortos o cuentos tradicionales (que pueden recopilar los alumnos) y
preparar su lectura expresiva anotando en los márgenes cómo se debe leer cada parte («con
tono amenazante» o «con voz grave», «mirando al público», etc.). El profesor llamará la
atención sobre las pistas que ofrece el propio texto (signos de puntuación, expresiones que
indican el tono de voz, etc.). Se pueden leer varias versiones y contrastarlas. Luego, se
pueden contar algunos de los cuentos y reflexionar sobre las diferencias entre leer y contar.
2. Leer de forma dramatizada los fragmentos dialogados de algún cuento o relato. Las partes
narrativas las puede leer otra persona que actúa como narrador.
3. Buscar una leyenda mitológica que se cuente como narración literaria y luego buscar la
información sobre ese mito en un diccionario de mitología. Analizar cómo la intención
condiciona el tipo de texto y, por tanto, el tipo de lectura. Preparar, en consonancia, la lectura
de ambas versiones.
4. Leer fragmentos de prosa poética (Cernuda, Juan Ramón Jiménez, etc.) preparando
previamente la actividad, ensayando, etc. Resaltar sus caracteres especiales, el hecho de
que sean textos muy líricos pese a estar en prosa.
5. Recitar poemas de distinta extensión, de distinto tema (amoroso, épico, burlesco, didáctico,
moral, etc.), de distintos tono (por ejemplo, algún poema melancólico de El jardín extranjero
de Luis García Montero y alguno de los Cuentos en verso para niños perversos de Roal
Dahl), de distinta estructura (enumerativos, paralelísticos, con y sin rima, etc.) para trabajar
con las variables de ritmo, tono, contenido, longitud, velocidad, etc. Se pueden organizar
pequeños recitales para final de trimestre que se hagan ante un público más amplio que el
del aula.
6. Oír recitaciones de poemas y narraciones de cuentos (asistiendo a sesiones en directo o
recurriendo a grabaciones), evaluar las intervenciones, imitarlas, etc.
7. En parejas, seleccionar un poema o un cuento y trabajar su lectura. Buscar un fondo musical
y grabar el recitado añadiendo, si es preciso, efectos especiales (imágenes, sonidos).
Presentar el trabajo ante los compañeros y explicar por qué se han elegido ese poema y esa
música.
8. Hacer un montaje tipo diaporama o presentación de diapositivas con algún texto al que se le
busca un fondo en imágenes y una música; incluirá además, a modo de subtítulos, el texto.
La propuesta será leerlo como si se tratara de un karaoke.
9. «Calcar», es decir, imitar la estructura pero cambiando el contenido o algunas palabras.
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Continuar poemas. «Construir» poemas colectivos con la técnica dadaísta de meter palabras
en un sombrero y preparar luego su recitado.
d) Actividades de lectura dram atizada
1. Lecturas dramatizadas en público de textos de distinto tipo (cuentos, poemas, romances,
cómic, etc.) tras realizar el correspondiente «trabajo de mesa».
2. Lectura de textos teatrales repartiendo los papeles e incluso la lectura de las acotaciones.
3. Asistencia a representaciones teatrales tras las cuales se comentará lo visto.
4. Realizar juegos de mímica (adivinar gestos, estados de ánimo, etc.) para utilizar luego lo
aprendido en las dramatizaciones.
5. Organizar equipos de trabajo y preparar pequeños montajes teatrales.
e) Actividades de lectura que im plican integración de códigos
1. Buscar gestos y movimientos que se «esconden» en textos. En grupos, preparar la lectura
buscando gestos y movimientos corporales que ayuden a «trasmitir» mejor el contenido del
texto. Luego, mientras un narrador o narradora va leyéndolo despacio y vocalizando muy bien,
el resto del grupo lo representa con gestos, onomatopeyas, etc.
2. En grupos de cuatro, hacer una coreografía para un texto buscado por las alumnas y los
alumnos. Son apropiados los poemas de Canto negro de Nicolás Guillén.
3. Doblar fragmentos de películas, de informativos de televisión… Preparar primero los textos y
después leerlos acompasados con las imágenes.
4. Leer historietas de cómic de forma dramatizada (cada estudiante lee las intervenciones de un
personaje) y sonorizando todos los elementos que aparecen (onomatopeyas, ruidos, etc.).
Prestar atención a las vacilaciones al hablar, a las frases inacabadas, a las exclamaciones e
interrogaciones,…
5. Ilustrar textos. Escoger poemas, fragmentos teatrales o en prosa y que cada persona ilustre
el que ha elegido con la técnica que le parezca mejor (collage, manchas de color, dibujos,
etc.) Presentar a los demás los textos y las ilustraciones.
(1) M.ª V. Reyzábal (1993) habla de «oralización de discursos escritos» y distingue en ella lectura en voz
alta, recitación, canto y dramatización. Las tres modalidades últimas coinciden con lo que hemos
denominado «lectura enfática de textos literarios». No obstante, no queremos reducir el sintagma
«lectura expresiva» a estas variedades, pues la lectura en voz alta de textos no literarios también requiere
de una expresividad específica que hay que trabajar en escuelas e institutos como parte de la
competencia lectora y comunicativa en general.
(2) Citado por LUGARINI, E. (1997): «Le abilitá di ascolto e di parlato: criteri per una didattica della
communicazione orale in clase», en CANTERO, F. J. [et alt] (eds.): Didáctica de la Lengua y la Literatura
para una sociedad plurilingüe del siglo XXI. Barcelona: SEDLL-Universidad de Barcelona.
(3) Colomer y Camps incluyen en su obra Enseñar a leer, enseñar a comprender (Madrid, Celeste-MEC,
1996, pp. 225-226) una pauta detallada para evaluar la lectura en voz alta, a la cual remitimos.
Bibliografía
Expresión y comprensión oral y escrita: actividades creativas.
Abril, M.
Aljibe. Archidona (Málaga). 2003
Actuando. Guía didáctica para jugar contigo al teatro
Cañas, J.
Octaedro. Barcelona. 1993
Hablamos juntos. Guía didáctica para practicar la expresión oral en el aula
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Hablamos juntos. Guía didáctica para practicar la expresión oral en el aula
Cañas, J.
Octaedro. Barcelona. 1997
Lectura expresiva y comunicación oral
Galera, F.
Lenguaje y Textos nº 11-12. A Coruña. 1998
Las actividades de lectura y el desarrollo de la competencia discursiva oral en la educación
secundaria
Nuñez Delgado, P.
En HOYOS RAGEL, Mª C et alii (eds.): El reto de la lectura en el siglo XXI. Actas de VI Congreso de la
Sociedad Española de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Edición en CD.
Grupo Editorial Universitario. Granada. 2002
La comunicación oral y su didáctica
Reyzábal, M. V.
La Muralla. Madrid. 1993
Legal
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