Siglo nuevo opinión Reflexión de cumpleaños Adela Celorio La que no sienta ganas de ser más, llegará a no ser nada. Miguel de Unamuno T al vez lo que me pone un poco ‘chípil’ sea la proximidad de mi cumpleaños. Después de todo, cumplir años cuando éstos ya no fluyen alegremente sino se acumulan, provoca cierta nostalgia. Sé que mañana saldrá el Sol, pero esta tarde lluviosa, aquí frente a la hoja en blanco, tengo la sensación de flotar en el vacío; sensación que sin embargo no me excusa de escribir puntualmente esta nota que aprovecho para hacer un ejercicio de reflexión: ¿dónde estoy y hacia dónde quiero dirigirme ahora que, cumplidas ampliamente mis tareas de madre y esposa, dispongo de tiempo y libertad aunque sólo sea condicional? -sólo mientras a mi Querubín no se le ofrezca cosa alguna. Mis deseos son un avispero alborotado (quiero esto y lo otro y todo lo demás). Empiezo a concebir ambiciones que nunca antes me permití, tal vez porque hasta hace bien poco ser ambiciosa era cosa mal vista. “La ambición siempre se vuelve contra quien la practica, especialmente si se trata de una mujer”, repetía papá. Tenemos al éxito en un gran concepto, se trata de algo agradable, honorable y deseable. La ambición en cambio, especialmente la rar refugio -de preferencia grande y cófemenina, se considera una vagabunda modo, ¡faltaba más!- educación, y una más que una dama, una bruja antes que despensa bien surtida para nuestra prole. una virtud. Hasta hace bien poco, la única forma de Tal vez lo que la ambición femenina conseguir todo eso era casarnos con un necesitaría es otro agente de prensa, por- buen proveedor. Nuestras ambiciones no que vamos a ver: ¿qué tal si serlo forma llegaban más lejos. De ahí debe provenir parte del paquete de dotes que se nos con- el gran atractivo que han ejercido sobre cedieron? Ya sé que reconocerlo resulta nosotras los hombres ricos. Debe ser por poco femenino y hasta amenazante: Des- eso que mi amiga Bagatela, experta en maconfía del hombre que no tiene ambiciones, trimonios -va por el sexto- reconoce con advierte Stephen Crane; pero nada dice toda naturalidad: “nadie me enseño otra de las mujeres que, muy pronto en la vida, cosa, lo único que soy capaz de hacer, es aprendimos que lo nuestro es la agradeci- casarme bien”. Y por lo de ‘bien’ entiénda aceptación de lo que buenamente la so- dase con hombres ricos. ciedad quiera concedernos. Menos mal “¿Pero por qué hablas ahora de estreque la condición femenina, tanto tiempo nar ambiciones, si siempre has reconocial ras de tierra por imposición de los due- do que eres una chica material?”, podría ños y señores de este mundo, ha despe- preguntarme cualquiera que tenga regugado con gran ímpetu y comenzamos ya lar memoria. Por supuesto que lo soy -resa vislumbrar lo que se consigue cuando pondería-, pero favor de no confundir. Mi nos atrevemos a tomar en serio las ambi- parte material es frívola y consumidora, ciones para transformar con ellas nues- siempre con dinero ajeno. Nunca he contra existencia. tado con capital propio, ni negocio, ni inSi bien un hombre ambicioso es consi- versiones de ninguna índole, porque -sin derado ciudadano respetable, esa misma ambiciones- me he pasado la vida trabacaracterística todavía suscita desconfian- jando gratis. za y temor en la mujer, porque se piensa Ahora que cumplo un año más, me esque traiciona la abnegación y el altruismo treno de ambiciosa y que se salve quien ‘inherente’ a su naturaleza. Y sin embargo, pueda. § es congénito de nuestra condición procu- Correo-e: [email protected] Sn • 23