el origen de la filosofía: del mito al logos

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EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA: DEL MITO AL LOGOS
Imaginemos una sociedad en la que cualquier intento personal o individual de pensamiento sea perseguido, debido a que este pensamiento propio pueda ser entendido como una amenaza al poder
establecido. En una sociedad en la que quien gobierna, por ejemplo,
lo hace legitimado por la única religión aceptada, la Filosofía no
puede nacer, o, si ya existe, no puede tener un gran desarrollo, al
margen de seguir legitimando la estructura existente. La razón es
bien sencilla, la Filosofía es el desarrollo del pensamiento con total
libertad, y el pensamiento libre es considerado peligroso, ya que
puede poner en duda dogmas necesarios para el status establecido.
La Filosofía3 nació en Grecia, alrededor del siglo VII a. C. ¿Por qué
no antes, o en otro lugar? En Egipto nace la matemática fruto de una
necesidad: las inundaciones periódicas del Nilo, tan vitales para su
supervivencia, hacen difícil establecer exactamente los límites de las
propiedades de las tierras. De esa necesidad nace el cálculo matemático: Quizás no podemos saber cuál es exactamente la parcela de tierra de un campesino concreto, pero con el cálculo matemático
podemos conocer cuánta tierra posee.
¿Por qué no surge el pensamiento filosófico en Egipto? Egipto es
una sociedad teocrática en la que quienes gobiernan lo hacen legitimados por motivos religiosos. El Faraón es considerado como un ser
divino ya que es hijo del dios Ra. La legitimidad de su poder político
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Hay que tener presente que los europeos somos tan egocéntricos que denominamos
Filosofía a la Filosofía Occidental.
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está claramente relacionada con su origen divino. Dejar libertad de
pensamiento para poner en duda la realidad divina del Faraón es
una auténtica amenaza al propio sistema político, por lo que no se
permite ni la más pequeña duda, y, sin posibilidad de duda, no hay
pensamiento filosófico. Otra forma de boicotear el pensamiento filosófico es considerar que no se puede avanzar en el conocimiento,
por lo que hay que aceptar la autoridad de los sabios antiguos, preservar sus obras, aprender su pensamiento, pero nunca pensar algo
nuevo.
Pero de nuestro trabajo, del trabajo de nuestra orden y en particular del
trabajo de este monasterio, es parte, incluso esencial, el estudio y la custodia
del saber. La custodia, digo, no la búsqueda, porque lo propio del saber, cosa
divina, es el estar completo y fijado desde el comienzo en la perfección del
verbo que se expresa a sí mismo. La custodia, digo, no la búsqueda, porque lo
propio del saber, cosa humana, es el haber sido fijado y completado en los siglos que sucedieron entre la predicación de los profetas y la interpretación de
los padres de la iglesia. No hay progreso, no hay revolución de las épocas en
las vicisitudes del saber, sino, a lo sumo, permanente y sublime recapitulación.
Umberto Eco4
En un principio el ser humano, debido a su naturaleza curiosa e
inteligente, intenta encontrar respuestas a los interrogantes planteados a lo largo de su vida, entre los que destacan las cuestiones referidas al inicio del universo y la razón de su existencia. Por eso se
intenta, desde un buen principio, llegar a resolver estas cuestiones que
siempre han fascinado a la humanidad. El ser humano por razones
psicológicas necesita darse una respuesta a la vez que se formula una
pregunta, aunque no tenga suficientes datos para resolverla, o bien
esta pregunta no tenga una respuesta clara, y, por ello, las primeras
respuestas que se darán a los problemas sobre el origen del universo
serán respuestas muy alejadas de la lógica propia del razonamiento
4
Eco, U. El Nombre de la Rosa, Ed. Lumen, Barcelona. 1980
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científico, en las que intervendrán los dioses y las fuerzas de la naturaleza para dar explicación a la existencia del universo y su
origen. Estas historias son llamadas Mitos y durante mucho tiempo
han sido el centro del razonamiento sobre la estructura del mundo
que nos rodea. En la Grecia Antigua del siglo VII a. C., se dieron una
serie de circunstancias históricas y geográficas que determinaron la
posibilidad de cambiar la forma de responder a los interrogantes de
carácter trascendente:
1. Grecia era un pueblo de comerciantes, lo que posibilitaba el contacto con otros pueblos y culturas, y, por tanto, con otros mitos, lo
que permitió contemplar el hecho mítico con ojos más relativistas.
2. La estructura política de Grecia (pequeñas ciudades-estado) posibilitaba que en algunas de estas ciudades-estado apareciera una
cierta libertad de pensamiento que permitió poner en duda el pensamiento anteriormente aceptado sin el miedo a una persecución por
estas ideas nuevas.
3. La aparición de clases sociales acomodadas económicamente y
ociosas que no necesitaban trabajar para poder vivir, lo que permitía
la reflexión pura.
Estas razones, entre otras, posibilitaron el nacimiento de un pensamiento más libre en la Grecia de los siglos VII-VI a. C. , y que tuviera como fundamento básico la razón, y no una serie de respuestas
míticas sin trasfondo racional. Este proceso es conocido con el nombre de El paso del Mito al Logos. El primer autor del que se conoce el
nombre y su pensamiento es Tales de Mileto, que intentará resolver
el problema básico que ya intentaban resolver los autores del período
Mítico (Homero, Hesíodo): El origen del mundo. Así, creará un concepto importantísimo en Filosofía como es el concepto de Arjé. Se entiende por Arjé aquella sustancia origen del Universo, y que acabará
siendo el destino del Universo, al tener los griegos una visión cíclica
del tiempo.
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LOS PRIMEROS FILÓSOFOS
Tales de Mileto (639-545 a. C.) es el primer filósofo del que se conoce
su nombre y su pensamiento, aunque no llegó a escribir ninguna
obra. Es el iniciador de una escuela filosófica en Mileto donde destacarán Anaximandro y Anaxímenes. Es igualmente el creador del concepto de arjé como sustancia origen del universo y propondrá como
arjé el agua. Podemos encontrar varias razones que justifiquen el
hecho de que Tales haya escogido como arjé el agua. La primera sería
que el agua es casi sinónimo de vida. Donde hay agua hay vida, y la
vida sin ésta es imposible. Tales vivió una temporada en Egipto,
donde pudo darse cuenta de la importancia del agua para la vida
gracias a las crecidas del Nilo. Otra razón podría ser geopolítica, ya
que la Grecia Clásica tiene como centro el Mar Egeo; de ahí la importancia del agua.
Anaximandro (610-547 a. C.), discípulo de Tales, considera que
no es posible que el arjé forme parte de este universo y por ello considera que el arjé debería ser una sustancia no existente en esta realidad. Por eso lo llamará Apeiron (lo indeterminado). Se da cuenta de
que el tiempo tiene una sucesión cíclica debido a la lucha de contrarios: frío-calor, luz-oscuridad..., y afirma que el arjé sería una realidad
fuera de este universo donde estos contrarios convivirían. En un momento determinado, uno de los contrarios triunfa sobre el otro creando
una situación injusta, interviniendo la Justicia Cósmica para solucionar esta injusticia. La Justicia Cósmica hará triunfar el contrario derrotado anteriormente, iniciándose así el proceso cíclico de cambio
que caracteriza a esta realidad. Este pensamiento influirá notablemente sobre Heráclito.
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Anaxímenes (588-524 a. C.), discípulo de Anaximandro, considerará
que el arjé es el aire que por condensación crea el resto de la materia.
Pitágoras (580-524 a. C.), más que de un filósofo, se trata de un
líder de un grupo religioso (los Pitagóricos), los cuales tenían como
precepto más importante la creencia en la transmigración de las
almas. Así, consideran que el alma es una parte inmaterial unida al
cuerpo, siendo la parte más importante del ser humano, y capaz de
vivir fuera del cuerpo, por ser inmortal. El alma estaría prisionera en
el cuerpo. De este modo, Pitágoras tiene una visión dual del ser humano, dividiéndolo en cuerpo (material) y alma (inmaterial). Esta
idea influirá notablemente sobre el pensamiento de Platón. Pero el
pensamiento de los pitagóricos va mucho más allá de su teoría del
alma. Consideran que el número 1 es el origen del universo, y que el
número 10 es la perfección, pero ante el problema de encontrarse con
que sólo había nueve cuerpos celestiales, y no diez como debería ser,
se inventan un décimo planeta (La Antitierra) para poder continuar
la coherencia del argumento anterior. Para poder entender aún más
esta metodología anticientífica hay que decir que los pitagóricos escondieron al resto de filósofos la existencia de los números irracionales, que podían contradecir su visión del universo de forma
matemática y racional. Es decir, cuando algo de lo que descubrían
contradecía su pensamiento, en lugar de replantearlo (siguiendo el
método científico) intentan, a toda costa, ocultar este descubrimiento. En definitiva, el pensamiento pitagórico es importante no
por sí mismo, sino por la importancia histórica que tendrá al influir
sobre el pensamiento de Platón y sobre la Nueva Ciencia a partir del
siglo XVI.
Heráclito (540-470 a. C.), considerará que el universo está regido
por el enfrentamiento de contrarios, lo que determina que este
mundo sea un mundo totalmente dinámico. Tan dinámico es este
mundo, que su futuro es totalmente imprevisible, ya que los seres
cambian constantemente, dejando de ser lo que eran, sin seguir ningún tipo de orden establecido. Este pensamiento es expresado en la
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famosa sentencia: «Nunca te podrás bañar dos veces en el mismo río5».
Este dinamismo extremo tiene como consecuencia importante la imposibilidad del conocimiento por dos razones:
1. Todo proceso de conocimiento necesita un periodo de tiempo,
y durante este tiempo el objeto cambia, dejando de ser lo que era.
2. Durante este periodo de tiempo, también el sujeto cambia, pasando a ser otro ser.
Dentro de este dinamismo expresado en la lucha de contrarios, podemos encontrar la influencia del pensamiento de Anaximandro, y
como éste, también necesita la existencia de un elemento que sea encargado de posibilitar esta lucha de contrarios, así, afirma la existencia del
Logos, similar a la Justicia Cósmica de la que nos hablaba Anaximandro. Afirma la existencia de un arjé, el cual debe ser, naturalmente, un
elemento dinámico, y lo encuentra en el Fuego. Así pues, para Heráclito,
la sustancia material origen del universo dinámico es el fuego. Heráclito
será uno de los autores presocráticos más importantes, ya que influirá
notablemente sobre Platón y será uno de los elementos claves de una
polémica sobre el movimiento o el cambio, junto con Parménides, polémica que centrará el pensamiento filosófico cerca de 150 años, y que
no será solucionada definitivamente hasta la obra de Aristóteles.
Parménides (540-450 a. C.) inicia el pensamiento afirmando «El
Ser es y el No-ser no es». Esta afirmación la debemos tomar desde el
punto de vista siguiente: el Ser existe y el No-ser no existe. Pero,
como vemos, Parménides afirma la existencia de un único Ser que es
esférico, eterno, indiferenciado, inmutable y perfecto. El movimiento
(o el cambio) no es posible ya que éste sería el paso del Ser al No-ser
o del No-ser al Ser, y eso es totalmente imposible. Por lo tanto, todo
cambio o movimiento es totalmente imposible. Pero esta visión del
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Los textos de los filósofos presocráticos son sacados de Kirk, G.S., Raven, J.E. y
Schofield, M.: Los Filósofos Presocráticos. Gredos. Madrid, 1987.
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Ser tiene como consecuencia que el conocimiento sea totalmente imposible, ya que nosotros, si conocemos, lo hacemos por diferenciación,
y en cambio el Ser no tiene partes. Nosotros vemos diferentes seres y
partes diferenciadas, pero esto es pura apariencia, en realidad sólo hay
un Ser, el cual es totalmente indiferenciado, sin partes y, por tanto, el
conocimiento es del todo imposible. Esto pone el terreno filosófico en
un auténtico problema, ya que si se afirma, como hace Heráclito, que
el movimiento es posible, nada se puede conocer; y, en cambio, si afirmamos que el movimiento es imposible, como afirma Parménides,
tampoco se puede conocer nada. Esta será la clave fundamental de la
superación de la polémica Heráclito-Parménides, intentar hacer compatibles tres conceptos: Ser, movimiento y conocimiento. De hecho,
todos los autores posteriores deberán tener en cuenta esta polémica
para filosofar y deberán justificar la existencia del movimiento o el
cambio y la posibilidad del conocimiento. Esta polémica no será superada hasta bastante tiempo después, gracias a la obra de Aristóteles.
Los autores analizados hasta el momento consideran que existe
una única sustancia que sea el arjé, por eso son denominados Monistas. Los Pluralistas, por su parte, considerarán que no hay sólo un
arjé, sino que hay más de uno. Pero la novedad más importante es
que el arjé ya no será el elemento originario del mundo, sino el conjunto de elementos propios de la estructura de la materia. La pregunta a la que intenta responder la cuestión del arjé ya no es cuál es
el origen del universo, sino de qué está hecho el universo. Si nos hiciéramos esta pregunta hoy, diríamos que el arjé de los autores monistas sería el Big Bang, mientras que el arjé pluralista sería la tabla
periódica de elementos.
Empédocles (483-430 a. C.) afirma que la materia está formada por
cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego, de los cuales todos los
seres materiales están formados. Además afirma la existencia de dos
principios que posibilitan la existencia del movimiento: el Amor (o
fuerzas de atracción) y el Odio (o fuerzas de repulsión) originándose
un esquema temporal cíclico. En un primer momento tenemos los
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cuatro elementos unidos; en ese momento se inicia el proceso de separación, hasta quedar los cuatro elementos completamente separados,
iniciándose un proceso de unión, hasta quedar completamente unidos,
cerrándose el círculo temporal. Afirmará que el conocimiento es posible, ya que nuestros sentidos tienen la capacidad de distinguir la proporción de cada uno de los cuatro elementos en el objeto conocido,
diferenciando un objeto de los demás. Así, afirma que el conocimiento
es posible, y que este conocimiento se hace a través de la sensibilidad.
Anaxágoras (500-428 a. C.) considera que hay infinitos principios
que serían similares a átomos de energía, a los que Aristóteles llamó
Homeomerías. Estos principios se irían uniendo para formar los diferentes cuerpos materiales y separándose para deshacer los cuerpos. El
número de Homeomerías que hay en el universo es constante; es decir,
siempre son las mismas. El movimiento de las Homeomerías no es al
azar, sino que existe una entidad inteligente (Nous) que mueve
las Homeomerías para formar y deshacer los diferentes cuerpos materiales. Esta formulación de la Inteligencia, o Nous, que interviene en
el mundo es la primera aproximación a la idea cristiana de Dios y su
providencia. Afirma que el conocimiento es posible por diferenciación, y que la única fuente válida de conocimiento es el conocimiento
sensible. Este no es perfecto, pero es el único que tenemos y, por lo
tanto, ya nos está bien.
Demócrito (460-370 a. C.) afirma que la materia no puede ser dividida hasta el infinito y, por eso, esta materia debe tener unos principios
básicos indivisibles, por lo que los llamó átomos (indivisible). Afirma
que sólo existe la materia, por lo que el Ser es la materia formada por
átomos, y el No-ser es el espacio vacío que permite el movimiento
de los átomos para formar los diferentes cuerpos. No existe el azar,
sino que el universo tiene una serie de leyes físicas que pueden ser
conocidas por nosotros. El conocimiento es posible y basado en la
sensibilidad. Como podemos ver, el pensamiento de los pluralistas,
especialmente de Demócrito, es bastante moderno para la época en
que fue planteado. Sin embargo, su pensamiento no será el triunfante,
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