¿Identidad o igualdad y diferencia? Una respuesta a partir del análisis semántico (Gen 1,27) Dra. Lourdes García Ureña Prof. Adjunto del Dpto. Historia y Pensamiento Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación Universidad CEU-San Pablo [email protected] La aparición de la primera pareja humana sobre la tierra constituye una de las grandes incógnitas para el hombre. Tal es así que a lo largo de la historia han ido surgiendo distintos relatos que intentaban explicar el origen del primer hombre y la primera mujer. Piénsese en la gran epopeya babilónica el Enuma Elish, en el conocido mito griego de Prometeo y Pandora o en los dos relatos del Génesis (Gen 1-2,4a; 2,4b-3). A pesar del paso del tiempo, los relatos contenidos en el Génesis siguen siendo objeto de estudio de la exégesis contemporánea no sólo por el valor literario que encierra, sino porque la Biblia es el libro sagrado de las tres grandes religiones monoteístas: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Se entiende por libro sagrado aquél que contiene la palabra de Dios, de ahí que, en la actualidad cuando se discute y se piensa acerca de quién es el hombre y quién es la mujer, si se puede hablar de identidad, de igualdad o de diferencia, los relatos del Génesis adquieren una particular relevancia, pues se alzan con voz propia -la voz de Dios- para iluminar estas debatidas cuestiones. Como es sabido, los dos relatos del Génesis se redactan en distintas épocas, por lo que entre ambos existen notables diferencias en el estilo que emplean, en el tipo de imágenes que eligen, en la concepción de Dios, etc. Por esta razón, es necesario estudiar cada uno de los relatos por separado. Para la presente comunicación he elegido Gen 1-4b por ser el relato con el que comienza el texto sagrado y por la sencillez, concisión y claridad con que afronta la cuestión que nos ocupa: identidad o igualdad y diferencia. El 1 estudio se realizará partiendo del texto hebreo, ya que es la lengua original en que se escribe Gn 1-4a. El primer relato del Génesis, el denominado relato sacerdotal, siguiendo el estilo propio de la tradición a la que pertenece, narra en forma de lista la creación del mundo y de todos los seres creados. Según el autor sacerdotal, la creación tiene lugar durante siete días y es en el día sexto cuando acontece la creación del primer hombre y la primera mujer. A diferencia de lo que ocurre con los demás seres creados, la creación de la primera pareja humana aparece revestida de una cierta solemnidad. Dios se detiene a reflexionar, a pensar en voz alta cómo va a realizar ese nuevo acto creador, de ahí el discutido plural Khon hagamos. A través de las propias palabras de Dios, el oyente es informado de una verdad sorprendente para él: la persona humana, Mda ’adam, va a ser creada a imagen y semejanza de Dios. Hasta el momento el texto no menciona ni al varón ni a la mujer, pues el lexema utilizado por el autor es Mda ’adam que significa persona humana, hombre en sentido genérico. Es después, cuando el narrador cuenta que efectivamente Dios ha creado a la persona humana a su imagen (Gn 1,27), cuando se menciona al varón y a la mujer: wmlxb Mdah_ta Myhla arbyw wta arb Myhla Mlxb Mta arb hbqnw rkz Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó El narrador repite casi textualmente las palabras que Dios acaba de pronunciar (Gn 1,26): wmlxb Mdah_ta al hombre a su imagen y, para reforzarlo, se apoya en el paralelismo repitiendo la expresión (wta arb Myhla Mlxb a imagen de Dios lo creó), pero introduce un pequeño cambio: en vez del singular wta 1,27a), en Gn 1,27b recurre a la forma plural: Mta arb arb oto bara lo creó (Gn ota bara los creó. Y a 2 continuación explica quiénes están incluidos en ese plural: hbqnw rkz zakar uneqeba varón y mujer. Así pues, Dios en un único acto creador crea a dos personas humanas, el varón y la mujer. Mda a’dm, por tanto, no representa a un individuo en Gn 1,26-27, sino a dos: hbqnw rkz zakar uneqeba varón y mujer. Recientemente en algunas Biblias españolas hbqnw rkz zakar uneqeba son traducidos por hombre y mujer. Sin embargo, ni la Septuaginta ni la Vulgata traducen así, pues recurren respectivamente a ἄρσην καὶ θῆλυς y a masculus et fémina que equivaldrían a macho y hembra en castellano. Es preciso estudiar, pues, cuál es el contenido semántico de los lexemas hebreos, ya que le elección de los términos puede resultar relevante en la interpretación del texto. Tras realizar el análisis semántico de los lexemas siguiendo el Método de análisis semántico propuesto por el DGENT, se puede concluir que: a) rkz zakar posee dos sememas. El semema I, macho, varón, pone de relieve la dimensión sexual del individuo, y se aplica tanto a la persona como al animal. El semema II, hombre, varón, se aplica sólo al ser humano y tiene lugar cuando el factor contextual se refiere a actividades específicas del varón. b) hbqn neqeba también posee dos sememas. El más usado, (semema I) denota la condición sexuada, de modo que su significado es de sexo femenino. En alguna ocasión, cuando aparece el contexto militar, se hace presente el semema II, cuyo significado es individuo humano femenino, por lo que se puede traducir por mujer. Por tanto, el autor sacerdotal al elegir rkz zakar y hbqn neqeba, parece que desea poner de relieve la condición sexuada de los individuos. De manera que en el principio la persona humana, macho y hembra, es creada a imagen de Dios. Ambos son persona humana, tienen la misma naturaleza, y ambos poseen la misma dignidad, pues los dos son creados a imagen de Dios. Sin embargo, no son idénticos, hay algo que los diferencia porque uno es rkz zakar y la otra es hbqn neqeba. Es su condición sexuada la que los diferencia. 3 Tras el análisis filológico de Gn 1,27, se puede ahora desgranar algunas consecuencias teológicas. La primera es que la persona humana irrumpe en la tierra fruto de una intervención directa de Dios. En segundo lugar, Dios crea al hombre-varón y al hombre-mujer a su imagen, es decir, en ellos hay una impronta cierta de la semblanza divina. La persona humana es imago Dei. En tercer lugar la naturaleza humana, siendo una, se modaliza en dos sexos: varón y mujer. Las consecuencias, a su vez, de esta afirmación son numerosas: 1. Según Gn 1,27, la persona aparece como varón y como mujer. La sexualidad no se muestra como una realidad que depende de la decisión de la persona, o del papel que desempeña en la sociedad, ni tan siquiera de la educación que recibe. 2. La persona es persona-varón y persona-mujer, por lo que se puede afirmar que la sexualidad es esencial en el ser humano. 3. Si la sexualidad configura el ser de la persona, parece, pues, que el sexo no es un dato meramente fisiológico. 4. La persona-varón y la persona-mujer tienen en común un elemento. Ambas son ’adam, persona humana. Como consecuencia se puede afirmar la igualdad entre el varón y la mujer. 5. Sin embargo, no son idénticos, existe entre ellos una diferencia, porque uno es ’adam-varón y el otro ’adam-mujer. Existe pues una diferencia sexual que se presenta como originaria que los hace distintos. 6. La diferencia sexual pone de manifiesto la alteridad de la persona y la capacidad de autotrascenderse. 4