Esponsales en el Nuevo Código Civil y Comercial

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Diario Familia y Sucesiones Nro 86 – 30.09.2016
Esponsales en el Nuevo Código Civil y Comercial
Por Gabriel Rolleri
a) Introducción
La Real Academia Española define, en su primera acepción, a los esponsales como la mutua promesa
de casarse que se hacen y aceptan el varón y la mujer.
Evidentemente esa definición se encuentra desactualizada y resulta inaplicable, al menos en el actual
derecho argentino, especialmente a partir de la Ley 26.618, cuando al modificar el derogado artículo
172 del CC se señaló que “El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de
que los contrayentes sean del mismo o de diferente sexo”.
Por otro lado el nuevo artículo 402 dispone que “ninguna norma puede ser interpretada ni aplicada en el
sentido de limitar, restringir, excluir o suprimir la igualdad de derechos y obligaciones de los
integrantes del matrimonio, y los efectos que éste produce, sea constituido por dos personas de distinto
o igual sexo”.
En función a ello podemos actualmente referirnos a los esponsales como la promesa recíproca de
contraer matrimonio de dos personas, con independencia de su condición sexual.
Sin embargo, lo verdaderamente relevante de este instituto, no es precisamente el desconocimiento de
la promesa matrimonial para otorgarle consecuencias civiles, sino la discusión doctrinaria y
jurisprudencial que se ha venido generando sobre la ruptura intempestiva de esa promesa matrimonial
y la posibilidad, o no, de reclamar los daños por ella provocados.
b) Antecedentes
El Art. 166 del Código Civil original, (reproducido casi literalmente en el art. 8 de la Ley 2393 de
matrimonio civil) establecía que "La ley no reconoce esponsales de futuro. Ningún Tribunal admitirá
demanda sobre la materia, ni por indemnización de perjuicios que ellos hubiesen causado".
En esta primera etapa, se rechazó cualquier reclamo que esa ruptura pudiera causar. Un fallo por demás
esclarecedor, se produjo durante la década del 50 en la Sala C de la Cámara Nacional en lo Civil (LL
65-199), donde pese a quedar probados los daños y perjuicios provocados, los jueces, por lo dispuesto
en la normativa vigente, se encontraban encorsetados a reconocer este derecho, resaltando la injusticia
de la solución.
La reforma de la Ley 23.515, modificó el viejo artículo 166 y lo transformó en el artículo 165 que
disponía "Este código no reconoce esponsales de futuro. No habrá acción para exigir el cumplimiento
de la promesa de matrimonio".
Si bien mantuvo el desconocimiento legal de los esponsales y la negativa de la acción para exigir su
cumplimiento, implementó una importante modificación: la supresión de la expresa prohibición de
reclamos indemnizatorios, aunque nada dispuso respecto a la extensión que ese resarcimiento merecía.
En este período encontramos precedentes jurisprudenciales que, aunque con algunas limitaciones, han
reconocido algunos aspectos resarcitorios. (1° Inst. CivyCom Córdoba, 22aNom, 15/4/99, LLC 1999,
1367; CCivyCom Mar del Plata, Sala 2da. 18/5/2000 ED 188-528; CámApel Civil y Comercial de
Rosario (Santa Fe), Sala I, 14/5/2013 “L. P. A. c/. H. H. sobre daños y perjuicios”, Cita online
AR/JUR/34735/2013)
c) El nuevo Código Civil y Comercial
El artículo 401 del nuevo Código Civil y Comercial establece expresamente que “no hay acción para
exigir el cumplimiento de la promesa de matrimonio ni para reclamar los daños y perjuicios causados
por la ruptura, sin perjuicio de la aplicación de las reglas del enriquecimiento sin causa, o de la
restitución de las donaciones, si así correspondiera”.
Como puede observarse el flamante texto rechaza categóricamente el reclamo de indemnización por
daños que el cese del noviazgo puede provocar, volviendo de esta manera a la solución originaria del
Código de Vélez.
Si bien el criterio no está expresamente plasmado en los fundamentos del anteproyecto, puede deducirse
de la posición restrictiva del legislador de separar los daños de los vínculos de familia, al expresar que
“Los daños que pueden ser indemnizados a través del sistema general de la responsabilidad civil son
aquellos que no tienen su causa en el vínculo matrimonial en sí mismo ni en los deberes que de él
emanan, sino en la condición de persona. Se separa, así, lo relativo al vínculo matrimonial del derecho
de daños”.
Al respecto discrepamos con la solución incorporada la que consideramos un verdadero retroceso
normativo. Ningún reclamo indemnizatorio puede ser prohibido expresamente, toda vez que, amén de
atentar contra principios constitucionales básicos como el deber genérico de no dañar o alterum non
laedere, del artículo 19 de nuestra carta magna, dicho criterio vulneraría las normas regulatorias
previstas en el mismo texto legal, contenidas en los artículos 1737 y siguientes.
Finalmente, si bien prohíbe cualquier resarcimiento por la ruptura, el párrafo final del artículo 401
admite dos alternativas de reclamo:
1) la restitución de las donaciones: recogiendo de esta forma la posición de la doctrina y numerosos
fallos jurisprudenciales que admitían la restitución de las donaciones o los regalos que los novios se
hubieren efectuado, propter nuptias, entre sí. En ese mismo sentido, esta norma debe complementarse
con lo previsto en el artículo 1571 inc b) , referido a la revocación la las donaciones por ingratitud del
donatario, en caso de injuria grave o afectación del honor del donante.
2) el enriquecimiento sin causa: es decir que si un novio realizó gastos o erogaciones que beneficiaron
el patrimonio del otro, puede obtener el reintegro de lo aportado, todo ello en función a lo dispuesto en
los artículos 1794 a 1799, especialmente el primero de ellos que señala que “toda persona que sin una
causa lícita se enriquezca a expensas de otro, está obligada, en la medida de su beneficio, a resarcir el
detrimento patrimonial del empobrecido.”
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