FUNDACIONES Y FRAUDES Guillermo S. Edelberg DBA Profesor

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FUNDACIONES Y FRAUDES
Guillermo S. Edelberg DBA
Profesor Emérito
Su esperanza no la cifren
Nunca en corazón alguno;
En el mayor infortunio
Pongan su confianza en Dios;
De los hombres, sólo en uno,
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Con gran precaución en dos.
En septiembre de 1997 John G. Bennett Jr., director de la Foundation for New
Era Philantropy, fue condenado en Filadelfia a 12 años de prisión. El motivo de la
sentencia fue el fraude que perpetrara en su organización el cual, según el juez que lo
condenara, le había causado un daño incalculable a las instituciones de caridad de los
Estados Unidos.
Bennett inició las actividades de New Era en 1989 y las dirigió hasta 1995, año
en que su organización se declaró en quiebra. Durante este período recaudó alrededor
de 350 millones de dólares, aportados por unas 180 instituciones y 150 de los donantes
más destacados del país. Según los expertos, el fraude fue el más grande de los
cometidos hasta ese entonces en los Estados Unidos las pérdidas se estimaron en 135
millones de dólares en perjuicio de una organización sin fines de lucro. El esquema que
Bennett puso en práctica prometía a los donantes un cien por ciento de interés al cabo de
seis meses y luego volcar el total de la operación a las instituciones o los fondos
caritativos indicados por éstos. El cien por ciento de interés, decía, se originaba en los
aportes de donantes anónimos. Luego se demostró que en realidad era un esquema de
Ponzi: lo que aparentaba ser intereses era dinero que provenía de donantes recientes.
Las organizaciones sin fines de lucro, como ilustra el ejemplo, no están exentas
de sufrir fraudes y manipuleos financieros. Si bien en el pasado estos hechos no
recibieron demasiada publicidad, un mayor número de instituciones y la notoriedad de
ciertos fraudes y abusos aumentaron el interés por su control. Un artículo aparecido en
The New York Times en junio de 2004 decía así: “... el Internal Revenue Service informó
que investigará unas 400 fundaciones para determinar si las instituciones filantrópicas,
que controlan billones de dólares exentos de impuestos cumplen con la legislación
impositiva” (toda relación con nuestro medio es, como dicen las películas, «pura
coincidencia».)
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José Hernández (1834-1886), La vuelta de Martín Fierro
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¿Cuáles son las causas que dan lugar a fraudes en organizaciones sin fines de
lucro?
La respuesta inmediata es señalar la falta de controles adecuados; pero ello no
es suficiente. Ha habido fraudes en organizaciones de este tipo donde se hubiera
esperado lo contrario que contaban con juntas directivas integradas por destacados
hombres de empresa.
Algunas de las razones que se citan, y que observé en mi experiencia
profesional, son las siguientes:
o
un ambiente de confianza y la creencia de que quienes comparten los
objetivos de una institución sin fines de lucro son incapaces de cometer
fraudes;
o
la presencia en la organización de un dirigente dominante que la maneja
en forma excluyente y a quien no le interesa demasiado el tema de los
controles financieros;
o
un gran énfasis en los objetivos de la institución en desmedro de
actividades de tipo administrativo, vistas como menos prioritarias;
o
la carencia de conocimientos contables debido a que los dirigentes
poseen otras especialidades. En ocasiones, hasta se tiene una actitud
negativa hacia todo lo que implique una contabilidad más elaborada;
o
la falla en manejar la organización tal como se hace con una empresa; y
o
la presencia de voluntarios, quienes no disponen de mucho tiempo para
ocuparse de la organización, en las juntas directivas.
Estas consideraciones conducen a resaltar la importancia de los comités de
auditoría. J. R. Owen III lo señala así: “… en el mundo de las organizaciones sin fines de
lucro, muchas juntas directivas funcionan sin comités de auditoría en la creencia
equivocada de que no los necesitan. Estas organizaciones, tanto como las empresas,
necesitan juntas directivas fuertes e independientes para prevenir y detectar malos
manejos financieros en su seno y, en casos extremos, evitar desastres. Las juntas
directivas deben contar con comités de auditoría que hagan bien su trabajo y cuyos
integrantes comprendan tanto el papel que desempeñan al llevar a cabo la función de
vigilancia como las responsabilidades de los directores si no cumplen con sus
obligaciones” (Nonprofits without Audit Committees: Risk Disaster. Non Profit World.
Madison: marzo-abril de 2004).
Tal como lo recomiendan los especialistas, un comité de auditoría no debe
delegar en el «dirigente dominante» la designación o contratación de un auditor, para que
no pase lo que en New Era. En el transcurso de las investigaciones se descubrió que
esta última había donado 15.000 dólares a la campaña de un contador para su elección a
la asamblea estatal. Éste resultó ser su auditor independiente el cual, poco antes de
declararse en quiebra, le había firmado un certificado de ‘buena salud financiera’”.
Las enseñanzas que se derivan del escándalo en New Era son, según R. Allen
y M. B. Romney, las siguientes: a) mantener una actitud de «escepticismo profesional»
ante un esquema como el de Bennett, tal como lo hiciera el contador que lo puso en
evidencia; b) investigar lo que no tenga sentido; c) tener en cuenta que lo que es
demasiado bueno para ser cierto posiblemente no lo sea; d) tener presente que la
magnitud de un fraude comienza a escala reducida y luego crece; e) tener cuidado si se
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antepone la confianza a la razón; f) tener cuidado con las ofertas por tiempo limitado o de
carácter exclusivo; g) no precipitarse a hacer lo que hacen los demás; h) tener presente
que el carisma no reemplaza el fondo de una cuestión; y i) tener en cuenta que en
algunos casos las pérdidas pueden llegar a superar los aportes (The Internal Auditor.
Altamonte Springs: octubre de 1998).
En síntesis: las instituciones sin fines de lucro son vulnerables al fraude. No les
viene mal seguir los consejos de la estrofa citada al comienzo.
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