11 - WinPer

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LECTURAS
Lecturas del Domingo 11-enero-2015
BAUTISMO DEL SEÑOR
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10,34-38
Lectura del libro de Isaías 42, 1-4. 6-7
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
Así dice el Señor:
- «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la
justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando
la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el
bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret,
ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.
Palabra de Dios
Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el
derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado,
y te te hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de
la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»
Palabra de Dios
Sal 28, la y 2.3ac-4. 3b y 9b-10 llb)
R. Sal 28, la y 2.3ac-4. 3b y 9b-10 llb).
Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R.
La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz
del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica. R.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 7-11
En aquel tiempo, proclamaba Juan: - «Detrás de mí viene el
que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para
desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua,
pero él os bautizará con Espíritu
Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde
Nazaret de Galilea a que Juan
lo bautizara en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse
el cielo y al Espíritu bajar hacia
él como una paloma. Se oyó una
voz del cielo:
- «Tú eres mi Hijo amado, mi
predilecto.»
Palabra de Dios
El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: «¡Gloria!» El
Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor se sienta como rey eterno.
R.
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LECTURAS
Homilía de J.A. Pagola
EL ESPÍRITU DE JESÚS
Jesús apareció en Galilea cuando el pueblo judío vivía una profunda crisis
religiosa. Llevaban mucho tiempo sintiendo la lejanía de Dios. Los cielos
estaban "cerrados". Una especie de muro invisible parecía impedir la
comunicación de Dios con su pueblo. Nadie era capaz de escuchar su voz. Ya
no había profetas. Nadie hablaba impulsado por su Espíritu.
Lo más duro era esa sensación de que Dios los había olvidado. Ya no le
preocupaban los problemas de Israel. ¿Por qué permanecía oculto? ¿Por qué
estaba tan lejos? Seguramente muchos recordaban la ardiente oración de un
antiguo profeta que rezaba así a Dios: "Ojalá rasgaras el cielo y bajases".
Los primeros que escucharon el evangelio de Marcos tuvieron que quedar
sorprendidos. Según su relato, al salir de las aguas del Jordán, después de ser
bautizado, Jesús «vio rasgarse el cielo» y experimentó que «el Espíritu de Dios
bajaba sobre él». Por fin era posible el encuentro con Dios. Sobre la tierra
caminaba un hombre lleno del Espíritu de Dios. Se llamaba Jesús y venía de
Nazaret.
Ese Espíritu que desciende sobre él es el aliento de Dios que crea la vida, la
fuerza que renueva y cura a los vivientes, el amor que lo transforma todo. Por
eso Jesús se dedica a liberar la vida, a curarla y hacerla más humana. Los
primeros cristianos no quisieron ser confundidos con los discípulos del Bautista.
Ellos se sentían bautizados por Jesús con su Espíritu.
Sin ese Espíritu todo se apaga en el cristianismo. La confianza en Dios
desaparece. La fe se debilita. Jesús queda reducido a un personaje del pasado,
el Evangelio se convierte en letra muerta. El amor se enfría y la Iglesia no pasa
de ser una institución religiosa más.
Sin el Espíritu de Jesús, la libertad se ahoga, la alegría se apaga, la celebración
se convierte en costumbre, la comunión se resquebraja. Sin el Espíritu la misión
se olvida, la esperanza muere, los miedos crecen, el seguimiento a Jesús
termina en mediocridad religiosa.
Nuestro mayor problema es el olvido de Jesús y el descuido de su Espíritu. Es
un error pretender lograr con organización, trabajo, devociones o estrategias
diversas lo que solo puede nacer del Espíritu. Hemos de volver a la raíz,
recuperar el Evangelio en toda su frescura y verdad, bautizarnos con el Espíritu
de Jesús.
No nos hemos de engañar. Si no nos dejamos reavivar y recrear por ese
Espíritu, los cristianos no tenemos nada importante que aportar a la sociedad
actual tan vacía de interioridad, tan incapacitada para el amor solidario y tan
necesitada de esperanza.
ESCUCHAR LO QUE DICE EL ESPÍRITU
Los primeros cristianos vivían convencidos de que para seguir a Jesús es
insuficiente un bautismo de agua o un rito parecido. Es necesario vivir
empapados de su Espíritu Santo. Por eso en los evangelios se recogen de
diversas maneras estas palabras del Bautista: «Yo os he bautizado con agua,
pero él (Jesús) os bautizará con Espíritu Santo».
No es extraño que en los momentos de crisis recordaran de manera especial la
necesidad de vivir guiados, sostenidos y fortalecidos por su Espíritu. El
Apocalipsis, escrito en los momentos críticos que vive la Iglesia bajo el
emperador Domiciano, repite una y otra vez a los cristianos: «El que tenga
oídos, que escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias».
La mutación cultural sin precedentes que estamos viviendo, nos está pidiendo
hoy a los cristianos una fidelidad sin precedentes al Espíritu de Jesús. Antes de
pensar en estrategias y recetas automáticas ante la crisis, hemos de
preguntarnos cómo estamos acogiendo hoy nosotros el Espíritu de Jesús.
En vez de lamentarnos una y otra vez de la secularización creciente, hemos de
preguntarnos qué caminos nuevos anda buscando hoy Dios para encontrarse
con los hombres y mujeres de nuestro tiempo; cómo hemos de renovar nuestra
manera de pensar, de decir y de vivir la fe para que su Palabra pueda llegar
hasta los interrogantes, las dudas y los miedos que brotan en su corazón.
Antes de elaborar proyectos pensados hasta sus últimos detalles, necesitamos
transformar nuestra mirada, nuestra actitud y nuestra relación con el mundo de
hoy. Necesitamos parecernos más a Jesús. Dejarnos trabajar por su Espíritu.
Sólo Jesús puede darle a la Iglesia un rostro nuevo.
El Espíritu de Jesús sigue vivo y operante también hoy en el corazón de las
personas, aunque nosotros ni nos preguntemos cómo se relaciona con quienes
se han alejado definitivamente de la Iglesia. Ha llegado el momento de aprender
a ser la «Iglesia de Jesús» para todos, y esto sólo él nos lo puede enseñar.
No hemos de hablar sólo en términos de crisis. Se están creando unas
condiciones en las que lo esencial del evangelio puede resonar de manera
nueva. Una Iglesia más frágil, débil y humilde puede hacer que el Espíritu de
Jesús sea entendido y acogido con más verdad.
José Antonio Pagola
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LECTURAS
Reflexión
En la visión bíblica, Dios presenta a su siervo como el escogido para anunciar e
implantar la justicia en la tierra. Esa justicia será la luz para todas las naciones,
y establecerá la alianza de Dios con todos los pueblos.
Obviamente, no podemos atribuirle a Isaías que estuviera pensando en Jesús
precisamente como ese siervo escogido, pero la visión utópica de Isaías casa
muy bien lo que el mismo Jesús vivió y anunció. La efusión del Espíritu con que
sueña Isaías, de alguna manera se cumplirá en Jesús, y deberá llevar la paz y
la justicia a las naciones, de forma discreta, humilde, como una ofrenda de Dios
mismo a toda la humanidad, y con fuerza efectiva.
El evangelio de Marcos presenta a Jesús como el Mesías esperado. Este
Mesías va a responder a la iniciativa providente de Dios mediante una vida de
obediencia perfecta. Su fidelidad realizará definitivamente la salvación; da
comienzo al tiempo del Espíritu. En la visión de Marcos, al aceptar el bautismo,
Jesús recibe oficialmente la investidura mesiánica; el Espíritu desciende sobre
él porque en él encuentra un terreno adecuado y fecundo, una persona
totalmente entregada a la Causa de la Utopía («el Reino» dirá él). Para la
reflexión teológica de los primeros cristianos, que están elaborando el
evangelio, Jesús ya “era” antes que Juan Bautista.
El bautismo de Jesús inaugura su vida pública y contiene en potencia todo el
itinerario que deberá recorrer. Parece un dato histórico cierto: Jesús, como
tantos otros jóvenes de su tiempo, se siente conmovido por la predicación de
Juan, y acude a recibir su «bautismo», con un rito de «inmersión» en las aguas
del Jordán, un rito casi universal que significa una decisión radical de entrega a
una Causa, por la que uno se declara ya decidido a dar la vida, a morir incluso.
Jesús, con la coherencia de su vida, hará homenaje a su decisión de hacerse
bautizar por Juan. Todo seguidor de Jesús está llamado a hacer suya esa
coherencia de vida y esa radicalidad de decisión, que se expresa y anticipa en
el rito del bautismo, y se debe hacer realidad todos los días.
Muchos son los que en la Iglesia Católica y fuera de ella reconocen que la
práctica bautismal típica de los tiempos de cristiandad, el bautismo masivo de
niños, como praxis generalizada y oficial -téngase en cuenta que la ley oficial
prohíbe a las diócesis establecer el bautismo de adultos como forma
preferencial- necesita una revisión. Para la significación de la admisión de los
niños/as en la comunidad puede hacerse cualquier otro tipo de celebración
«bautismal», pero si creemos realmente la seriedad y radicalidad de lo que
decimos que el bautismo significa, parece incoherente que la legislación insista
tercamente en cerrar la puerta incluso a los que quieren intentar una praxis más
coherente, más racional, y también más evangélica, al estilo de Jesús y de la
primitiva comunidad cristiana.
No deberíamos dejar de señalar un hecho grave, absolutamente novedoso: el
pequeño pero a la vez creciente y significativo movimiento de solicitudes de
anulación de bautismo que se dan en el ámbito de las Iglesias europeas. Es
cierto que muchas de tales solicitudes, más que de «anulación de bautismo»
son «solicitud de baja administrativa en la Iglesia». Lo común es que las
personas no tienen en realidad quejas contra el bautismo como decisión
religiosa humana radical (¿quién negaría su valor y su dignidad a semejante
decisión?) sino contra el hecho de que es registrado y contabilizado
estadísticamente como incorporación a la Iglesia. Es importante señalar que,
aunque mínimamente, este fenómeno ha comenzado a darse también en
algunos países latinoamericanos: es un problema «estrictamente europeo».
El bautismo no sólo se sitúa en el camino de la propia aventura espiritual, sino
que implica una responsabilidad para con los demás, una misión universal: la
construcción de un mundo nuevo, la edificación, aquí y ahora, de la Utopía («el
Reino», como la llamaría Jesús). El bautizado cristiano, como «seguidor», como
inspirado por el Jesús que se hizo bautizar por Juan muy conscientemente, muy
adulto, está llamado a ser, con él, salvador de la humanidad y de la creación,
del planeta, puesto en riesgo grave por las políticas antiutópicas de la
civilización capitalista industrial ecológicamente irresponsable.
Para la revisión de vida
Hoy es el primer domingo del “tiempo ordinario”; se acabaron los
“tiempos fuertes” de la liturgia, el adviento y la navidad; vuelve la vida
ordinaria… Un adagio clásico de ascética decía: “in ordinariis, non
ordinarius”, para expresar la meta de quien quiere ser santo (‘extraordinario’)
en las cosas ordinarias, en la vida diaria… Al comenzar el “tiempo ordinario”
debemos renovar nuestro deseo de vivir “extraordinariamente”.
Para la reunión de grupo
La misión del mesías puede leerse como “implantar el Derecho”.
Reflexionemos: ¿Qué relación tiene el Derecho con la misión de
todo un Mesías? ¿Qué relación puede tener el Derecho con la
misión de todo un cristiano?
¿Cómo está nuestro mundo desde la óptica del Derecho? ¿Es el
Derecho (Internacional, mundial) el que rige el “orden” del
mundo? ¿Estamos avanzando hacia un ordenamiento jurídico
mejor, o hemos retrocedido hacia la ley de la selva, la ley del más
fuerte, la justicia (o venganza) por la mano propia…? ¿Puede ser
la promoción del derecho y la exigencia de un nuevo Derecho
Mundial uno de los grandes deberes de los cristianos, para hacer
efectiva en nosotros la misión del Mesías en el mundo actual?
¿Guarda el bautismo de Jesús alguna relación con nuestro
bautismo?
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LECTURAS
Para la oración de los fieles
Para que todos los hombres y mujeres, sean de la religión que
sean, acepten y fomenten el Amor, la Justicia y el Derecho,
roguemos al Señor…
Por todos los seguidores de Jesús, para que se distingan siempre
–como el Mesías en el que creen- por su amor a la paz, a la
concordia, a la justicia y al derecho…
Para que aprendamos de todos los hombres y mujeres, de
cualquier religión, que han descubierto el imperativo absoluto de
los derechos humanos, que vienen a ser “derechos divinos”…
Para que todos renovemos nuestro bautismo: nuestra decisión de
seguir a Jesús y comprometernos con su proyecto mesiánico de
“implantar el Derecho en el mundo”…
Para que la Iglesia resuelva de la mejor manera posible la
problemática inherente a la pastoral del bautismo de niños…
Oración comunitaria
Dios Padre nuestro, que en el bautismo de Jesús lo has proclamado
como tu “Hijo muy amado, el predilecto”; te suplicamos nos cobijes bajo su
nombre y nos concedas conformarnos cada día más cercanamente a su
imagen, haciendo nuestra su Causa y prosiguiendo su misión de ser “luz de
las naciones” y de “implantar el Derecho en la tierra”. Te lo pedimos por el
mismo Jesucristo nuestro Señor…
Dios Padre-Madre, nuestro y de todos los seres, de la entera creación.
Inspirados por la memoria de Jesús, que optó radicalmente por entregar su
vida a la Causa de la Utopía, que él llamaba emocionadamente «Reino de
Dios», ayúdanos a entregar también nuestra vida, radical y
apasionadamente, a la Causa de la misma Utopía, para que también a
nosotros, como a él en el momento de su bautismo por parte de Juan, nos
envíes a la misión de hacer que el Derecho sea implantado entre las
Naciones. Nosotros te lo pedimos inspirados por Jesús, hijo tuyo y hermano
nuestro. Amén.
(Extractado del Servicio “koinonía”)
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