LA FAMILIA REAL - Gran Carpa Catedral

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LA
FAMILIA
REAL
Miércoles, 13 de enero de 2010
San José de los Campos, Brasil
NOTAS
NOTA AL LECTOR
Es nuestra intención hacer una transcripción fiel y exacta de
este Mensaje, tal como fue predicado; por lo tanto cualquier
error en este escrito es estrictamente error de audición,
transcripción e impresión; y no debe interpretarse como errores
del Mensaje.
El texto contenido en esta Conferencia, puede ser verificado
con las grabaciones del audio o del video.
Este folleto debe ser usado solamente para propósitos
personales de estudio, hasta que sea publicado formalmente.
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REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
por toda la eternidad en el Reino del Señor Jesucristo, en el
Reino de Dios, porque pertenecemos a la Familia real.
Dejo al reverendo, doctor Gian del Corto, para que les
indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre
del Señor Jesucristo, y en las demás naciones dejo al ministro
correspondiente para que haga en la misma forma, conforme
a la Escritura.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las
bendiciones del Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto.
“LA FAMILIA REAL.”
LA FAMILIA REAL
Rev. William Soto Santiago Ph.D.
Miércoles, 13 de enero de 2010
San José de los Campos, Brasil
uy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes
y los que están a través del satélite Amazonas o de
internet en diferentes naciones. A todos los ministros en todos
los países y sus congregaciones, que las bendiciones de Cristo,
el Ángel del Pacto, sean sobre ustedes, y sobre ustedes que
están aquí presentes. Para esta ocasión, leeremos en
Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 al 14, y dice de la siguiente
manera:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el
trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete
sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién
es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la
tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno
digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el
León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para
abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres
vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un
Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos,
los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la
tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba
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sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes
y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero;
todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son
las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de
tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado,
y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra.
Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono,
y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era
millones de millones,
que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es
digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y
debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en
ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al
Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por
los siglos de los siglos.
Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro
ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que
vive por los siglos de los siglos.”
Y ahora, tomando en cuenta este pasaje en donde nos dice
en el verso 9 y 10:
“...y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes,
y reinaremos sobre la tierra.”
Nuestro tema es: “LA FAMILIA REAL.”
La familia real viene a ser la familia del nivel más alto en
un reino, es el rey, la esposa y sus hijos; y de entre todos los
hijos del rey, el mayor, el primogénito es el príncipe, el
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de Cristo, que lo reciban como Salvador y luego sean
bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y
Cristo todavía sigue bautizando con Espíritu Santo y Fuego a
los que lo reciben como su Salvador.
El bautismo en agua no quita los pecados, es la Sangre de
Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en
agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. Cuando la
persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y
cuando es sumergido en las aguas bautismales,
tipológicamente está siendo sepultado, y cuando el ministro lo
levanta de las aguas bautismales, tipológicamente está
resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en
Su Reino eterno. Tan sencillo como eso es el bautismo en
agua, el simbolismo del bautismo en agua; porque el bautismo
en agua es tipológico.
Por lo tanto, entendiendo esta tipología, este significado,
entonces los que han recibido a Cristo como Salvador, bien
pueden ser bautizados como sucedió en el Día de Pentecostés
que como tres mil personas recibieron a Cristo y fueron
bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y
fueron añadidos a la Iglesia como tres mil personas. Así es
como Dios añade a la Iglesia las personas, se nace en la Iglesia
del Señor por medio del nuevo nacimiento.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les
bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el
nuevo nacimiento, y vengan a formar parte de la Familia real,
de la Familia de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo, es
la Casa de Dios; no una casa de paredes de piedra o de
madera, sino una Casa compuesta por seres humanos, una
Casa, una Familia, la Familia de Dios, la Familia real.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en
esta ocasión. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del
Pacto, sean sobre todos ustedes; y nos continuaremos viendo
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REV . WILLIAM SOTO SANTIAGO , PH .D.
¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!
¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!
¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!
Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros
pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado,
porque ustedes le han recibido como vuestro único y
suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado
en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto
posible,” porque Él dijo: “Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado,
será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San
Marcos capítulo 16, versos 15 al 16).
“¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo
profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído
en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados; y que
Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en
ustedes el nuevo nacimiento.
Cristo en una ocasión en que Juan estaba predicando y
bautizando a todos los que creían allá en el Jordán, Jesucristo
fue allá al Jordán, entró a las aguas del Jordán y se presenta a
Juan el Bautista para que lo bautizara, y Juan le dice: “Yo
tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí
para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Nos conviene cumplir
toda justicia.” Y entonces él oró y lo bautizó, no lo molestó.
Si Cristo para cumplir toda justicia tenía que ser bautizado,
porque el Cordero tenía que ser lavado para más adelante ser
sacrificado, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados
en agua en el Nombre del Señor.
Así ha estado sucediendo por estos dos mil años que han
transcurrido de Cristo hacia acá y todavía sigue sucediendo en
la misma forma, se sigue predicando el Evangelio de Cristo y
dándole la oportunidad a las personas en las cuales nace la fe
LA FAMILIA REAL
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heredero a la corona del rey y trono de ese reino; y por
consiguiente los descendientes de ese príncipe, luego que ese
príncipe obtiene el trono, luego los hijos de ese rey son la
realeza también. Y el primogénito de ese rey es el heredero a
la corona real y por consiguiente al trono; y así sigue de
generación en generación.
Ahora, encontramos en el libro del Éxodo, por el capítulo
19, versos 1 en adelante... y sobre todo vamos a ver algo en el
capítulo 17, verso 16, que dice:
“...y dijo (Dios): Por cuanto la mano de Amalec se levantó
contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec
de generación en generación.”
El Trono de Dios celestial está representado en la tierra, y
tiene que estar en medio del pueblo primogénito de Dios; y
por consiguiente las Palabras que Dios habla al profeta Moisés
para que las hable al faraón, son muy importantes para poder
conocer la Familia real. Capítulo 4 del Éxodo, verso 22 dice:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo,
mi primogénito.”
Ahora, podemos ver porqué es tan importante Israel para
Dios; de todas las naciones terrenales, Israel es la nación o el
pueblo primogénito de Dios y por consiguiente es el pueblo
heredero al Reino de Dios; y en medio de ese pueblo Dios
establecerá Su Reino, ahí estará Su Trono, lo cual será el
Trono de David, y el Reino es conocido como el Reino de
David. Por eso, el Mesías Príncipe es mencionado en la
Escritura como el Hijo de David y por consiguiente heredero
al Trono de David y Reino de David.
Ese Reino de David era el Reino de Dios terrenal, o sea,
que ese reino terrenal estaba representando al Reino celestial
de Dios, y el trono terrenal, Trono de David, estaba
representando al Trono celestial de Dios. Cuando el Ángel
Gabriel le aparece a la virgen María, le habla de ese Reino y
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de ese Trono, en San Lucas, capítulo 1, versos 30 en adelante;
y dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has
hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y
llamarás su nombre JESÚS.”
El Verbo que era con Dios, es el Ángel del Pacto, el Ángel
de Dios, o sea, el Espíritu Santo, recordando que un espíritu
es un cuerpo de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo
pero de otra dimensión; ese es el Ángel del Pacto que aparecía
a los profetas en el Antiguo Testamento.
Y ahora, dice en el verso 18 de este mismo capítulo de San
Juan [capítulo 1]:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en
el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Lo que vieron los profetas del Antiguo Testamento, y
decían que vieron a Dios cara a cara, la Escritura dice que
nadie jamás ha visto a Dios; lo que ellos vieron fue el cuerpo
angelical de Dios, que es Ángel del Pacto, o sea, el cuerpo
angelical de Cristo, por lo cual Cristo podía decir: “Antes que
Abraham fuese, Yo soy.” (San Juan, capítulo 8, verso 58).
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Era el Ángel del
Pacto, el Ángel de Dios, o sea, el Espíritu Santo, el varón con
las vestiduras blancas y con el tintero de escribano en Su
cintura (en Ezequiel, capítulo 9).
Y ahora, podemos ver quién es Cristo. En Hebreos, capítulo
1 dice el apóstol Pablo, hablando de Cristo, capítulo 1 de
Hebreos, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo.”
LA FAMILIA REAL
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reciba y les dé la Salvación y Vida eterna, para lo cual pueden
pasar allá al frente donde ustedes se encuentra para que
queden incluidos en la oración que estaremos haciendo.
Dios tiene mucho pueblo en San José de los Campos, en
todo el Estado de San Pablo y en toda la República del Brasil,
y los está llamando en este tiempo final; y tiene mucho pueblo
en toda la América Latina y en todas las naciones, y los está
llamando en este tiempo final para producir en esas personas
el nuevo nacimiento, o sea, para que nazcan en la Familia real
que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
La Escritura nos dice que la Iglesia es la Casa de Dios, la
Iglesia es la Familia real; por eso los miembros de la Iglesia
reinarán con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que
han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Con nuestras
manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados,
los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos,
repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio
y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma,
creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en
que podemos ser salvos, creo en Tu primera Venida y en Tu
muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de
Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, me
rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo y te recibo como mi
único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados
y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices
con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en
agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo
nacimiento. Sálvame Señor, te lo ruego en Tu Nombre
eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos:
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con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho
para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos sobre la
Tierra.
Vean, el primogénito es el que hereda el reino, hereda el
trono y hereda el sacerdocio; por eso ustedes pueden ver que
Dios por medio de Cristo nos ha hecho Reyes y Sacerdotes; y
también les corresponde la parte en el Poder Judicial, por eso
son Jueces también, por eso la Escritura dice que los santos
juzgarán al mundo y aun a los ángeles, juzgarán al mundo y
también juzgarán a los ángeles.
Los miembros de la Familia de Dios, de la Realeza, son
esas personas creyentes en Cristo, o sea, que es grande la
bendición que le ha tocado a los primogénitos de Dios escritos
en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y han entrado
al Nuevo Pacto y han quedado cubiertos con la Sangre del
Nuevo Pacto, la Sangre del Pacto eterno, que es la Sangre de
Jesucristo nuestro Salvador.
“LA FAMILIA REAL.”
Es el privilegio más grande que una persona puede tener en
la Tierra: ser miembro de la Familia real; no hay otra Familia
más importante que la Familia real, la cual tiene un Reino
eterno, y está dentro de un Pacto eterno, cubierta con la
Sangre del Pacto eterno derramada en la Cruz del Calvario por
Jesucristo.
Y ahora, comprendiendo este misterio de la Familia real,
podemos darle gracias a Dios por haber nacido en la Familia
real por medio del nuevo nacimiento.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo
como Salvador para entrar a formar parte de la Familia real,
puede recibirlo ahora como su Salvador y estaremos orando
por usted en esta ocasión, para lo cual puede pasar acá al
frente y oraremos por usted; y los que están en otras naciones
también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les
LA FAMILIA REAL
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Y ahora, “Dios habiendo hablado muchas veces por medio
de los profetas (dice el apóstol Pablo), en estos postreros días
nos ha hablado por el Hijo.”
Desde los días de Cristo y los apóstoles comenzaron los
días postreros, que son para Dios tres días postreros, los
cuales para los seres humanos son los tres milenios postreros:
quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. “Porque un
día delante del Señor es como mil años, y mil años como un
día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo
90, verso 4.
Ahora, podemos comprender porqué San Pedro y San Pablo
dicen que aquellos días del Señor y el día de los apóstoles y el
Día de Pentecostés corresponde a los días postreros. Él les
había prometido que derramaría de Su Espíritu sobre toda
carne en los días postreros, conforme a Joel, capítulo 2, versos
21 al 29; y también en el libro de los Hechos, capítulo 2,
versos 14 al 29: “Y todo el que invocare el Nombre del Señor,
será salvo.”
Ya llevamos dos días delante del Señor, que para los seres
humanos son dos mil años de Cristo hacia acá; y han estado
invocando el Nombre del Señor millones de seres humanos,
cuando se ha estado predicando el Evangelio de Cristo y ha
nacido la fe de Cristo en el corazón de las personas, y
confesando el Nombre del Señor para salvación, recibiéndolo
como Salvador, han estado recibiendo salvación y Vida eterna
millones de seres humanos en los días postreros, en los dos
primeros días postreros que han transcurrido de Cristo hacia
acá, que son dos milenios, o sea, dos mil años; y ya hemos
entrado al Día Postrero, o sea, al tercer milenio de Cristo hacia
acá, o sea, al último de los días postreros, de los milenios
postreros para los seres humanos.
Y ahora, no solamente estamos en los días postreros, sino
que podemos definir en cuál de los días postreros estamos
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viviendo: en el Día Postrero, en el último de los tres milenios
postreros. Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 1, versos
10 al 11, dice que él fue en el Espíritu en el día del Señor, y
escuchó detrás de él una gran Voz como de Trompeta, que
decía: “Yo soy el Alfa y Omega, el primero y el último.” ¿Y
quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último?
El Señor Jesucristo, el Mesías.
Y ahora, esto es en el Día Postrero, en el día del Señor, o
sea, que el apóstol Juan fue transportado por el Espíritu y en
Espíritu al Día Postrero, o sea, al séptimo milenio de Adán
hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Y nosotros
hemos sido colocados en este planeta Tierra para vivir en el
Día Postrero y recibir la bendiciones de Dios; todas las
personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo
y lo reciben como único y suficiente Salvador, y son
bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con
Espíritu Santo y Fuego y produce en ellos el nuevo
nacimiento, esas personas han nacido en el Reino de Dios a la
Vida eterna, que es la vida a la cual se nace en el Reino de
Dios.
Esas personas son aquellos han sido redimidos por la
Sangre de Cristo, limpiados con la Sangre de Cristo de todo
pecado, y han sido hechos para nuestro Dios Reyes y
Sacerdotes; esa es la Familia real, los miembros de la Iglesia
del Señor Jesucristo, esas personas son bienaventuradas, ellas
no escogieron nacer en la Casa de Dios, ellas no escogieron
ser de la Realeza divina; como tampoco usted escogió nacer
en esta tierra en la familia que usted nació; hay un Programa
Divino que se está llevando a cabo en este planeta Tierra, y
usted vino a la tierra conforme a ese Programa Divino, por lo
cual le damos gracias a Dios por estar en este planeta Tierra
y estar escuchando la Palabra de Dios y reconociendo que
pertenecemos a la Familia real, a la Familia de la Realeza
LA FAMILIA REAL
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Divina. De eso es que nos habla San Pablo en Efesios,
capítulo 2, versos 17 en adelante, cuando dice:
“Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que
estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos
entrada por un mismo Espíritu al Padre.
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino
conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de
Dios.”
Si una persona nace en la realeza por medio del rey y la
reina, pertenecen a la familia real de la nación de ese rey; y
todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo han nacido en
la Casa de Dios, en la Familia de Dios y por consiguiente
pertenecen a la Realeza divina, porque han nacido del Rey
celestial.
Y ahora, continuamos leyendo lo que nos dice, nos dice que
somos miembros de la Familia de Dios, y la Familia de Dios
es la Realeza, porque Dios es el Rey de los Cielos y de la
Tierra; y pertenecer a la Familia de Dios es pertenecer a la
Realeza, la Realeza genuina, la Realeza de la cual Dios es el
Rey.
Y ahora, el primogénito que le nacía al rey es heredero al
reino, al trono de la corona; y por esa causa los primogénitos,
que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, de la
Casa de Dios, de la Familia de Dios, encontramos que son la
Familia real.
Por medio del Espíritu de Dios ha estado llevándose a cabo
el nuevo nacimiento, naciendo hijos e hijas de Dios en la
Familia de Dios, en palabras más claras: Dios por medio de
Jesucristo el Primogénito y el Unigénito de Dios, ha estado
creando una nueva raza con Vida eterna, y esos son los
miembros de la Familia de Dios, son los miembros de la
Realeza; por eso es que dice en el libro del Apocalipsis que Él
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