X.- CRITERIOS, OBJETIVOS Y PROPUESTAS DE CARÁCTER

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LIBRO “II. CRITERIOS, OBJETIVOS, SOLUCIONES GENERALES PLANEAMIENTO”. Doc. “1. MEMORIA”.
AVANCE PLAN GENERAL. Octubre 2004
X.-
CRITERIOS, OBJETIVOS Y PROPUESTAS DE CARÁCTER SECTORIAL.
1.-
El medio físico-natural-rural.
Tal como se ha indicado en el anterior epígrafe “VI”, este Avance se elabora de conformidad
con un enfoque abierto, al tiempo que estructurante. O lo que es lo mismo, se trata de un
proyecto abierto a las diversas alternativas que, en su caso, pudieran plantearse en relación
con un mismo ámbito o materia, al tiempo que fundamentalmente centrado en las cuestiones
más relevantes que, de una u otra manera, pudieran ser consideradas como guías o directrices
inspiradoras del modelo de ciudad por el que apostar a futuro, y, precisamente por ello,
también del nuevo Plan General.
Ese carácter abierto y estructurante afecta, entre otros, al medio “físico-natural-rural” y a los
criterios y propuestas referidos al mismo, incidiendo en, entre otras, las cuatro cuestiones
generales que se indican a continuación.
La primera de ellas está relacionada con el hecho de que no se delimite en este momento y de
forma precisa el ámbito del suelo no urbanizable resultante. Las propuestas y alternativas
planteadas condicionan de forma directa dicha delimitación, impidiéndola en tanto en cuanto se
adopten las correspondientes decisiones en unas y otras materias. Así, algunas de esas
alternativas están incluso abiertas bien a la posible y futura clasificación de los terrenos
afectados como suelo no urbanizable, bien a su integración en el área urbana, con
independencia de su clasificación como suelo urbano o urbanizable. La elección de unas u
otras alternativas incidirá por lo tanto en la mayor o menor extensión de ese tipo de suelo,
además de en su propia delimitación. El proyecto definitivo del nuevo Plan General deberá
contener dicha delimitación, resultante de las decisiones que se adopten en lo referente a,
entre otras, las citadas alternativas.
La segunda de ellas afecta a la diferenciación en este Avance y en lo que a dicho medio se
refiere de zonas y ámbitos diversos, respondiendo a razones asimismo diversas. En algunos
casos, su identificación responde a razones positivas bien de protección de determinados
ámbitos y elementos -zonas de protección de una u otra naturaleza-, bien de destino de los
mismos a determinados fines -parques rurales-. Nos encontramos en esos supuestos ante
ámbitos equiparables a las denominadas zonas de uso global, resultantes de la calificación
global del territorio. En otros casos, su identificación tiene el objetivo fundamental de llamar la
atención bien en cuanto a unos u otros problemas existentes en los mismos, bien a las diversas
opciones de tratamiento de las que pudieran ser susceptibles, bien a su singularidad, etc., a los
efectos de su consideración de cara a la adopción en el futuro de las decisiones más
adecuadas posibles. Con alguna que otra salvedad, no se trata en este caso de ámbitos
equiparables a las citadas zonas de uso global. Es más, la adopción en el futuro de la
correspondiente decisión conllevará su eliminación como ámbito diferenciado y su integración
en la zona global más acorde con dicha decisión. Todo eso hace que la propia relación de esas
zonas y ámbitos sea un tanto singular, en la medida en que con ella se pretende reflejar o,
cuando menos, dar una muestra de las indicadas alternativas. También en este caso, el
proyecto definitivo del nuevo Plan General deberá contener las correspondientes
determinaciones de diferenciación y delimitación de las consiguientes zonas de uso global.
La tercera de ellas está relacionada con el hecho de que algunos de esos ámbitos resultan
afectados por, además de las propuestas que se efectúan desde la perspectiva del medio
“físico-natural-rural”, otras de naturaleza diversa que en mayor o menor medida chocan con las
anteriores. Así sucede con, por ejemplo, un determinado ámbito situado en la vega del
Urumea, cuyas características intrínsecas justificarían su preservación por razones agrícolas,
pero que resultan afectadas por grandes infraestructuras proyectadas -autovía del Urumea,
segundo cinturón y nueva red ferroviaria-.
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La cuarta y última de las citadas cuestiones afecta al hecho de que dichas propuestas y
alternativas se reflejen o no en los planos del proyecto. Con carácter general se incluyen en
esos planos las propuestas que por una u otra razón pueden ser consideradas como
estructurantes. En todo caso, las anteriores han de entenderse complementadas con aquellas
otras que, si bien no tienen ese reflejo gráfico, sí son mencionadas en este documento.
Los criterios, objetivos y propuestas que, de acuerdo con los parámetros generales anteriores,
se proponen en relación con el reiterado medio son los siguientes:
1.1.- Criterios y objetivos.
En atención a las conclusiones resultantes de los referidos diagnósticos de la situación actual,
así como a lo indicado en el Plan Estratégico de Donostia, en la “Estrategia Ambiental Vasca de
Desarrollo Sostenible-Programa Marco Ambiental”, en los trabajos relacionados con Agenda
Local 21, etc., a modo de posibles criterios y objetivos, complementarios de los generales
expuestos en el anterior epígrafe “IX”, e inspiradores y condicionadores del tratamiento del
medio natural y del conjunto del suelo no urbanizable en el nuevo Plan General cabe citar:
*
La ya apuntada puesta en valor del medio “físico-natural-rural”, considerado en su
globalidad y complejidad -económica, paisajística, ambiental, social, cultural, ...-, que ha de
dar pie a: la preservación de ese medio siempre que se considere un objetivo prioritario; la
determinación de criterios de intervención en el suelo no urbanizable que garanticen su
mantenimiento en las debidas condiciones de calidad, sostenibilidad, limpieza, etc.; la
mejora o recuperación de determinados espacios, en particular los más alterados o los más
amenazados; la adecuada y rigurosa justificación de las decisiones que conlleven su
afección por intervenciones o desarrollos urbanos, complementada con la evaluación de las
diversas alternativas posibles a ese respecto, y de los pros y contras de cada una de ellas, y
la determinación, en su caso, de las adecuadas medidas compensatorias; etc.
*
La delimitación clara de los ámbitos a preservar por razones de un tipo u otro, impulsando
políticas de renovación y potenciación de los valores del paisaje más característicos, e
integrando y mejorando la accesibilidad y la interconexión de los espacios.
La delimitación de esos ámbitos ha de responder a todo tipo de objetivos y razones que se
estimen adecuados: naturalísticos o ecológicos; productivos, vinculados especialmente al
sector primario y a sus recursos naturales; paisajísticos; científico-culturales; relacionados
con la biodiversidad; etc.
El objetivo específico de preservación del valor agrícola del suelo, incluidas las actividades y
explotaciones agropecuarias existentes y posibles en el mismo, ha de ser considerado
desde una cierta complejidad, complementaria del reconocimiento general de su positiva y
activa función en el mantenimiento de la calidad tanto del medio natural como de la ciudad
en su conjunto.
Así, es razonable proceder con carácter general a la citada preservación, salvo que razones
de interés general superior debidamente contrastadas justifiquen su afección por desarrollos
urbanos de una u otra naturaleza. Y en este último supuesto, en línea con lo ya comentado,
las decisiones que dan lugar a esas afecciones deberían ser complementadas, además de
con la evaluación de las diversas alternativas posibles, con la definición de las medidas
compensatorias adecuadas, incluidas las de, en su caso, traslado y reubicación de las
explotaciones afectadas.
Desde una visión global del territorio y de la ciudad, resultaría razonable la
complementación de las decisiones que conlleven mayores o menores afecciones en suelos
de valor agrícola y en explotaciones agrícolas existentes en determinados emplazamientos
afectados por las mismas, con otras que impliquen la preservación de otras zonas de la
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ciudad que contando con el citado valor agrícola, sean aptas para el traslado a las mismas
de aquellas explotaciones.
*
La consolidación del modelo del Plan General de 1995 en cuanto a la delimitación de parques
y áreas recreativas en el medio natural, complementándolo en aquellas partes de la ciudad a
las que no se extiende la positiva influencia de los ya existentes y/o proyectados, y
sustentando las correspondientes propuestas en la preexistencia de valores naturales,
paisajísticos y medioambientales intrínsecos de los ámbitos afectados.
*
La ordenación de los espacios naturales y los parques rurales, y también los espacios libres
urbanos, en red, con la debida interconexión del conjunto, procurando, en lo posible, la
conformación de corredores continuos debidamente interrelacionados, tanto de naturaleza
ecológica como peatonal.
*
La potenciación de la capacidad vertebradora y generadora de nuevas centralidades de
elementos naturales insuficientemente aprovechados -ríos Urumea y Oria; Ulia; Lau
Haizeta; Igeldo; entorno Galarreta, Chillida Leku, Lore Toki; etc.-.
*
El tratamiento adecuado de los cauces fluviales y de sus márgenes desde, entre otras, las
perspectivas hidráulica, ambiental y urbanística.
*
La reconsideración de las previsiones reguladoras del régimen del suelo no urbanizable
establecidas en el Plan General de 1995 en aquellos extremos que, a lo largo de estos
años, han dado lugar a mayores o menores problemas.
*
La eliminación–prohibición de la caza en, entre otros, los ámbitos de uso público, incluidos
los parques rurales.
*
El tratamiento “supramunicipal” del medio natural y del suelo no urbanizable, considerado
tanto en su generalidad, como en los ámbitos específicos cuyas características y o
circunstancias particulares lo justifiquen.
*
La determinación de los adecuados criterios de minimización y/o eliminación de los
impactos ambientales derivados de instalaciones, usos, actividades, infraestructuras, etc.
existentes y/o que en el futuro puedan ser autorizados en el suelo no urbanizable.
*
La integración del objetivo de sostenibilidad en el conjunto de las políticas territoriales que,
además de inspirar de forma transversal todo tipo de propuestas y decisiones, tanto en el
medio natural como en el área urbana, ha de conllevar la incorporación de la idea de límite a
las nuevas políticas urbanas, entendida en el sentido de que los desarrollos urbanos no
pueden producirse indefinidamente.
1.2.- Propuestas.
A.- Delimitación del medio natural y del suelo no urbanizable.
Tal como ya se ha adelantado, este proyecto no delimita de forma precisa el suelo no
urbanizable. Es más, la futura adopción de unas u otras decisiones en torno a las
alternativas que se proponen o que incluso a futuro puedan proponerse en las diversas
materias, incidirá de forma directa tanto en la extensión de esa clase de suelo como en su
delimitación.
En todo caso, es conveniente apuntar en términos generales que procede la consideración
como tal medio natural del conjunto del suelo no urbanizable de la ciudad una vez
reajustada la actual delimitación del mismo, resultante de, entre otras, previsiones como las
siguientes:
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*
Las reclasificaciones de unos y otros ámbitos afectados por los nuevos desarrollos
urbanísticos y edificatorios propuestos en nuevos suelos, y que, precisamente por ello, el
nuevo Plan General clasifique bien como urbanos bien como urbanizables.
Algunos ejemplos vendrían a ser: “Antondegi”; “segunda ampliación del Casco de
Igeldo”; la parte del ámbito “Auditz-Akular-Landarro” hoy día clasificada como suelo no
urbanizable; etc.
*
La posible integración en el área urbana de determinados ámbitos singulares que se
mencionan e identifican en este mismo epígrafe, en atención a la naturaleza,
características, etc. de las propuestas que, en su caso, incidan en los mismos.
A modo de mero ejemplo cabría citar: el conjunto vinculado a las instalaciones deportivas
de la Real Sociedad en Zubieta; ámbitos en los que pudieran reubicarse equipamientos e
instalaciones -“Cuarteles de Loiola”; “Cárcel de Martutene”; etc.- que se proponen
trasladar de sus actuales emplazamientos; etc.
*
Reajustes que, en comparación con los anteriores, pudieran considerarse como
“menores”.
A modo de ejemplo de los mismos cabría citar: posible reclasificación de las actuales
“islas” rurales en el medio urbano; posibles reajustes en el límite de, por un lado, el suelo
no urbanizable y, por otro, el área urbana en determinadas partes de la ciudad como
“Ulia” -entorno de las casas “Etxe Alai” y “Peruene”, y de las edificaciones del paseo de
Ulia 124, 126 y 128; etc.-, “Igeldo” -entorno de “Etume”, etc.-, Añorga -junto a la carretera
de acceso a Hernani, etc.-.
Los planos de este proyecto contienen una idea de aproximación a una posible delimitación
de dicho suelo. No es más que una primera imagen de territorialización de esa idea que,
progresivamente y a lo largo de este proceso de revisión, deberá ser debidamente definida
con el necesario rigor.
En ese sentido, tal como ya se ha comentado, es razonable pensar que a lo largo de este
proceso se plantearán y acordarán decisiones que conlleven, bien la integración en el área
urbana de terrenos a los que se hace referencia en este epígrafe, o bien la consideración
como no urbanizables de terrenos que no son objeto de atención en el mismo.
B.- Delimitación e identificación de ámbitos y elementos en atención a su mayor o menor interés
específico o genérico.
Las propuestas del proyecto definitivo del nuevo Plan General referidas a los terrenos
rurales deberán ajustarse a los criterios establecidos, en su caso, bien en la legislación
vigente, bien en los instrumentos de ordenación territorial. Ese ajuste deberá afectar, entre
otros extremos, a la integración de esos terrenos en unas u otras zonas de uso global,
incluida la propia identificación de éstas, y a la determinación de los correspondientes
criterios de intervención en las mismas.
En este momento, en atención a las razones generales expuestas al comienzo de este
mismo epígrafe, la delimitación y/o diferenciación de ámbitos y zonas diversas responde a
criterios de orden asimismo diverso, en algún que otro caso un tanto singulares. Como
también se ha indicado, dicha diferenciación no responde necesariamente a criterios que
justifiquen la consideración de los correspondientes ámbitos como zonas de uso global
diferenciadas. En unos casos sí, en otros no. Esa identificación no resultaría correcta ni
siquiera en el caso de las diversas modalidades de zonas de protección que se plantean,
entre las que se mezclan ámbitos que reúnen las condiciones necesarias para su
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consideración como tales zonas de uso global, con otros que tienen más bien la condición
de elementos que, en su caso, deberán ser protegidos bien en el contexto del patrimonio
urbanístico catalogado bien en otro análogo. El proyecto definitivo de Plan General deberá
asimismo determinar los criterios adecuados a ese respecto.
La relación de zonas y ámbitos que, de acuerdo con todos esos criterios, se propone en
este momento es la siguiente:
a) Zonas de protección del litoral (propias de la categoría de ordenación de “especial
protección” de las Directrices de Ordenación del Territorio).
Se propone la consideración como tales de los ámbitos “Acantilados de Ulia”, “Frente
Costero de Igeldo” y las playas de la ciudad.
Se trata, en los tres casos, de proteger y preservar el indicado litoral, teniendo en cuenta
las características y las circunstancias específicas del territorio afectado en cada
supuesto.
Esas características y circunstancias justifican la extensión de esa preservación más allá
de la zona de protección derivada de la legislación vigente en materia de costas, sin
perjuicio de que en esa zona deban respetarse los criterios establecidos para la misma
en dicha legislación.
En el caso del ámbito de los “Acantilados de Ulia”, la delimitación propuesta se
corresponde con la planteada en el contexto de la “Red Natura 2000”. Dicho ámbito está
declarado como “LIC (ES2120014)”. Por su parte, en el supuesto del “Frente Costero de
Igeldo”, se consolida la previsión ya incluida a ese respecto en el propio Plan General de
1995.
Por su parte, en el caso de las playas, con independencia de su clasificación urbanística
de un modo u otro, resulta conveniente su protección y preservación en atención a sus
características y cometido. Esas mismas características pudieran justificar su
consideración como espacios libres.
En el plano “II.1 Propuesta Urbanística General” del documento “2. Planos” de este Libro
se delimitan esos ámbitos.
b) Zonas de protección paisajística y ecológica (propias de la categoría de ordenación de
“especial protección” de las Directrices de Ordenación del Territorio).
Se propone la consideración como tales de los ámbitos que se exponen a continuación:
*
*
*
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*
*
*
*
*
*
Arroyos de Mendizorrotz.
Bosques de Agiti.
Sistema de charcas protegidas de la ranita meridional.
Ladera sureste de Igeldo (Erregenea).
Campiñas y robledales de Zabalegi y Lore-Toki.
Vaguada de Barkaiztegi.
Regata de Atxulondo-Abalotz.
Cerrado del Oria.
Zona de cumbres de Landarbaso.
Arroyo de Landarbaso.
En el plano “II.1 Propuesta Urbanística General” del documento “2. Planos” de este Libro
se refleja una primera y genérica idea de delimitación de esos ámbitos.
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En todo caso, la definitiva delimitación de algunos de ellos requerirá su correcta y global
consideración junto con otro tipo de propuestas planteadas en el entorno afectado. Así,
tal como ya se ha apuntado, la definitiva delimitación del ámbito “Campiñas y robledales
de Zabalegi y Lore-Toki” deberá adecuarse a lo que resulte de la consideración global
del entorno Añorga-Rezola a los efectos de su futura transformación y destino a nuevos
desarrollos urbanísticos.
Además, la relación de ese tipo de ámbitos deberá entenderse complementada con
aquellos otros que a lo largo del proceso de revisión del Plan General se considere
conveniente incluir en la misma.
Las razones que justifican la protección de esos ámbitos están suficiente y
detalladamente expuestas en el “Diagnóstico referido al medio físico y natural del término
municipal de Donostia-San Sebastián” integrado en el Libro “I” de este proyecto, por lo
que a ellas nos remitimos en este momento.
Eso sí, es conveniente recordar que en esa relación se incluyen ámbitos de naturaleza
diversa, cuya protección responde asimismo a razones de orden diverso.
En algunos casos, la protección tiene su origen en disposiciones expresas -Orden Foral
de 23 de mayo de 2003, en lo referente al “Sistema de charcas protegidas de la ranita
meridional”; etc.-, o en previsiones contenidas en unos u otros documentos vigentes Directrices de Ordenación del Territorio, en cuanto a los “Arroyos de Mendizorrotz, la
regata de Atxulondo/Abalotz; etc.-. En otros, se propone la consolidación de las
previsiones contenidas en el propio Plan General de 1995 -ladera sureste de Igeldo
(Erregenea); etc.-. Coexisten con las anteriores nuevas propuestas de preservación que,
con carácter general, se plantean en este momento -“Campiñas y robledales de Zabalegi
y Lore Toki”; etc.-.
En todos los supuestos, la protección conllevaría la necesaria adecuación de las posibles
intervenciones a las condiciones específicas definidas en cada caso. Eso sí, en atención
a esas mismas condiciones de protección, el margen de realización de un mayor o
menor número de actuaciones podría ser más reducido o más amplio. Así, en casos
como los de los “Arroyos de Mendizorrotz”, el “Sistema de charcas protegidas de la
ranita meridional”, la “Regata de Atxulondo-Abalotz”, etc. nos encontraríamos ante una
protección más o menos estricta. Y en otros, como los de las “Campiñas y robledales de
Zabalegi y Lore Toki”, etc., el objetivo vendría a ser el de actuar de manera que la
implantación de las edificaciones e instalaciones que, en su caso, pudieran ubicarse y
construirse en los mismos se realizase en las debidas condiciones de respeto de sus
valores intrínsecos, sean paisajísticos o de otra naturaleza.
c) Ámbitos de alto valor para actividades agrícolas (asimilables en mayor o menor medida,
y al mismo tiempo, a dos categorías de ordenación diversas de las Directrices de
Ordenación del Territorio: “especial protección”; “agroganadera y campiña”).
Se propone la consideración como tales de los ámbitos que se exponen a continuación,
de acuerdo con la delimitación que, a modo de una primera aproximación, se refleja en el
plano “II.1.Propuesta Urbanística General” del documento “2. Planos” de este Libro:
*
*
*
Vega del Urumea.
Vega del Oria.
Ladera norte de Igeldo.
Las razones que justifican la protección de esos ámbitos están suficiente y
detalladamente expuestas en el “Diagnóstico referido al medio físico y natural del término
municipal de Donostia-San Sebastián” y el “Diagnóstico referido a las explotaciones
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agrarias de Donostia-San Sebastián”, integrados en el Libro “I” de este proyecto, por lo
que a ellos nos remitimos en este momento.
En todo caso, tal como ya se ha comentado, el ámbito de la vega del Urumea resulta
afectado por, además de esa idea de preservación por razones agrícolas, otras
enfrentadas a la misma relacionadas con la construcción de relevantes infraestructuras.
d) Otros ámbitos y elementos de protección específica.
Si bien no están identificados en su integridad en los planos de este proyecto, también
han de ser objeto de protección específica otros ámbitos y elementos como los
siguientes:
*
El dominio público marítimo-terrestre y las zonas de protección del mismo,
considerados en toda su extensión.
El tratamiento de esos dominios y zonas se ha de adecuar a los criterios establecidos
tanto en la legislación vigente en la materia como en los correspondientes
instrumentos de ordenación territorial. Además, las partes concretamente integradas
en la citadas “zonas de protección del litoral” se han de sujetar a las condiciones
establecidas para las mismas.
*
Los cauces fluviales y los márgenes de los mismos, de acuerdo con los criterios
establecidos en el “Plan Territorial Sectorial de Ordenación de márgenes de ríos y
arroyos de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Vertiente Cantábrica”
(asimilables a la categoría de ordenación “protección de aguas superficiales” de las
Directrices de Ordenación del Territorio).
A los anteriores han de añadirse, a su vez, los ámbitos y/o elementos situados en los
parques rurales y no identificados hasta el momento que, por cualquier razón específica
o genérica, sean susceptibles de protección. Su integración en esos parques hace
innecesaria su delimitación en este documento, sin perjuicio de que en fases posteriores
de los trabajos de revisión deban ser identificados.
En ese mismo sentido, también han de añadirse los elementos más o menos específicos
y/o singulares que por cualquier circunstancia, incluido su valor naturalístico, deban ser
protegidos -vegetación, fauna, elementos de valor arqueológico, etc.-, e incluso
integrados en el Patrimonio Urbanístico Catalogado. Entre ellos se encuentran los
denominados árboles singulares, entre los que se encuentran un roble y una encina,
ubicados respectivamente en Igara y Berio, declarados como tales mediante Decreto de
11 de febrero de 1997.
e) Los parques y áreas recreativas rurales.
Se propone la consideración como tales de los ámbitos que se exponen a continuación,
delimitados con mayor o menor detalle o generalidad en el plano “II.1 Propuesta
Urbanística General” del documento “2. Planos” de este Libro:
*
*
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*
*
*
Parque de Ulia.
Parque de Lau Haizeta.
Parque de Oriamendi.
Parque de Mendizorrotz.
Parque Natural de Peñas de Aia (Urdaburu y Landarbaso).
Parque de Unanue (Añorga).
Sin descartar posibles reajustes en su delimitación, los cuatro primeros se corresponden
con parques delimitados en el propio Plan General de 1995.
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El enclave de “Urdaburu” ya está de hecho y de derecho integrado en el Parque Natural
Aiako Harria.
No sucede así en el supuesto del enclave de “Landarbaso”. En todo caso, en atención a
sus propias características y a su ubicación en el territorio, resulta razonable su
integración en el citado Parque Natural. De ahí que, desde este Avance se sugiera la
realización de los trámites y la adopción de las decisiones necesarias para llevar a cabo
dicha integración.
Por su parte, la delimitación del “Parque de Unanue (Añorga)” responde a dos razones
básicas ya apuntadas. La primera de ellas está relacionada con la conveniencia de
extender el modelo de parques rurales del Plan General de 1995 a aquellas otras partes
de la ciudad no afectadas por la positiva influencia de los proyectados en el mismo. La
segunda de esas razones está relacionada con la conveniencia de apoyar ese tipo de
propuestas en la preexistencia de valores naturales, paisajísticos y medioambientales
intrínsecos. Y en el caso que ahora nos ocupa coexisten ambas razones.
f) Ámbitos de reajuste del límite de parque rural y del suelo no urbanizable.
Se propone la consideración como tales de los ámbitos que se exponen a continuación,
delimitados en el plano “II.1 Propuesta Urbanística General” del documento “2. Planos”
de este Libro:
*
*
Ladera Sur de Ulia.
Uba.
El primero de esos ámbitos se corresponde con la zona rural de protección especial que
el Plan General de 1995 delimita en ese entorno. El segundo, a su vez, con la zona de
esa misma naturaleza que dicho Plan delimita entre el parque de “Lau Haizeta”, los
“Cuarteles de Loiola” y el río Urumea.
Conforme a lo indicado, se trata de dos ámbitos susceptibles de diversas alternativas de
tratamiento.
Así, ambos ámbitos podrían resultar afectados por reajustes en la actual delimitación de,
por un lado, el suelo no urbanizable y, por otro, el área urbana en dichos entornos. A su
vez, los terrenos rurales resultantes de esos reajustes podrían ser objeto de dos posibles
tratamientos alternativos. Uno de ellos implicaría su consideración como “zonas de
protección paisajística y ecológica”, consolidando su tratamiento actual. El segundo su
inclusión en el parque rural colindante, el de “Ulia” en un caso, y el de “Lau Haizeta” en el
otro.
En atención a las razones que justifican su delimitación en este proyecto, se trata de una
modalidad de ámbito que deberá desaparecer como tal en el futuro proyecto definitivo.
La decisión o decisiones que se adopten en torno a las alternativas expuestas
condicionarán su futuro tratamiento urbanístico, incluso a los efectos de su calificación
global.
g) Ámbitos susceptibles de destinos alternativos diversos.
Se propone la consideración como tal del ámbito “Zona alta de Antondegi”.
En el plano “II.1.Propuesta Urbanística General” del documento “2. Planos” de este Libro
se refleja una primera y genérica idea de territorialización del mismo.
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Se corresponde con la cima de Antondegi, no afectada por los desarrollos urbanísticos
propuestos en ese mismo entorno, si bien a una cota más baja.
Se trata de un ámbito que pudiera ser objeto de destinos urbanísticos diversos entre los
que cabría citar: mantenimiento de sus actuales condiciones rurales; ubicación de
equipamientos e instalaciones singulares; parque o espacio libre; implantación de una
planta de compostaje; etc.
También en este caso, en atención a las razones que justifica su delimitación en este
Avance, se trata de una modalidad de ámbito que deberá desaparecer como tal en el
futuro proyecto definitivo. La decisión o decisiones que se adopten en torno a las
alternativas planteadas condicionarán su futuro tratamiento urbanístico, incluso a los
efectos de su calificación global y su clasificación.
h) Ámbitos destinados a usos singulares, de naturaleza no agraria, en el suelo no
urbanizable.
Se consideran como tales los ámbitos que se exponen a continuación, también
delimitados en el citado plano:
*
*
*
*
*
Hípica y EDAR de Loiola.
Golf de Basozabal.
Vertedero de Arizmendi.
Cantera de Aranburu.
Instalaciones deportivas de la Real Sociedad en Zubieta.
Es ésa una mera muestra de algunos de los ámbitos más relevantes de la ciudad
situados en el suelo no urbanizable y destinados a usos y actividades no agrarios. La
relación podría ser más amplia. Un ejemplo concreto es el del vertedero de San Marcos,
que no se ha incluido en esa relación en atención a su integración en el ámbito del
parque “Lau Haizeta”.
También podría ampliarse esa lista con la integración en la misma del ámbito vinculado a
la “incineradora” proyectada en el entorno de “Aritzeta”.
La mayor parte de esos usos y actividades tienen, en el contexto del Plan General de
1995, la condición de “usos no rurales susceptibles de autorización” en el indicado suelo,
en atención a, por un lado, la necesidad de su implantación en el medio rural y, por otro,
su utilidad pública o interés social.
Algún otro uso -cantera de Aranburu- tiene la condición de uso extractivo.
Tratándose de ese tipo de realidades o previsiones, una de las primeras cuestiones a las
que deberá dar una adecuada respuesta el nuevo Plan General está relacionada con la
consolidación o no de las mismas, teniendo en cuenta, eso sí, que las circunstancias de
unos y otros supuestos son diversas.
Así, cabe pensar en la consolidación de la Hípica y la EDAR de Loiola, así como del Golf
de Basozabal. Algo similar puede decirse en cuanto a las instalaciones deportivas de la
Real Sociedad en Zubieta, sin descartar la clasificación urbanística de los terrenos
vinculados a las mismas como suelo urbano. La conveniencia o no de mantener la
previsión de la cantera de “Aranburu”, al tiempo que la posibilidad o no de alterar la
misma en atención a los condicionantes derivados de la legalidad vigente puede plantear
mayores interrogantes.
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Por su parte, el vertedero de “Aizmendi” requiere la determinación del destino y del
tratamiento que a futuro deba darse a ese ámbito, una vez que finalice su uso como tal
vertedero.
Algo similar cabe indicar en cuanto al vertedero de San Marcos. Complementariamente a
su clausura en condiciones adecuadas, ha de determinarse el destino y tratamiento
futuro del mismo.
Además, suelos rurales diversos de los anteriores podrían resultar afectados en el futuro
por decisiones de implantación de infraestructuras de orden diverso. Así, el hecho de
que el “Vertedero de Arizmendi” tenga un periodo de uso o vida limitado justifica la
identificación y delimitación de otro ámbito sustitutorio para su destino a vertedero de
inertes.
i) Terrenos rurales de interés genérico.
En términos generales, se han de considerar como tales el conjunto de los terrenos que
el nuevo Plan General clasifique como no urbanizables y que, al mismo tiempo:
*
No se incluyan en ámbitos que por una u otra razón justifiquen su protección y/o
preservación.
*
No se incluyan en los parques rurales y áreas recreativas que se delimiten en el
mismo.
*
No se integren, por cualquier circunstancia -destinos singulares o cualesquiera otras
razones-, en zonas de uso global diferenciadas.
La consideración de estos terrenos rurales como de valor genérico responde a la,
repetidas veces mencionada, idea de puesta en valor del conjunto del suelo no
urbanizable de la ciudad, a modo de parámetro general y activo de la calidad de la
misma.
C.-Tratamiento “supramunicipal” de mayores o menores supuestos.
En línea con lo expuesto a ese respecto, también algunas de las propuestas planteadas en
las materias objeto de este epígrafe requieren un tratamiento y una visión supramunicipal.
Sin perjuicio de que el conjunto del suelo no urbanizable requeriría con carácter general ese
tratamiento supramunicipal, justifican una particular atención a ese respecto:
*
La determinación del régimen urbanístico y de los criterios de intervención en los ámbitos
de protección colindantes y/o compartidos con otros municipios: “Campiñas y robledales
de Zabalegi y Lore-Toki”; “Regata de Atxulondo-Abalotz”; los ámbitos de alto valor
agrícola de las vegas del Urumea y del Oria; etc.
*
Los parques rurales de “Ulia”, “Lau Haizeta”, “Mendizorrotz”, etc., además de los
enclaves de “Urdaburu” -en cuanto que parte del Parque Natural de Peñas de Aia- y
“Landarbaso” -en cuanto que se propone la inclusión del conjunto del enclave en este
último parque-.
*
El conjunto del suelo no urbanizable de Zubieta.
Y eso, tal como se ha señalado anteriormente, sin perjuicio de que el Ayuntamiento pueda
adoptar las medidas oportunas en orden a alcanzar los objetivos planteados.
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D.-Disponibilidad de suelos susceptibles de desarrollo agropecuario para, entre otros fines,
realojar las explotaciones agrarias que deban trasladarse de sus actuales ubicaciones por
resultar afectadas por desarrollos urbanos de una u otra naturaleza, incluidas instalaciones
e infraestructuras también de cualquier naturaleza -viaria, ferroviaria, saneamiento; etc.-.
Ello justificaría la puesta en marcha de políticas de adquisición por parte de la
Administración de suelos adecuados para esa finalidad, a modo de reserva de terrenos
aptos para su desarrollo agrario.
En todo lo referente a la disponibilidad de ese tipo de suelos y reservas deberían tenerse
presentes, entre otros, dos extremos diversos, al tiempo que complementarios. Por un lado,
el tratamiento supramunicipal de dicha cuestión y problemática, considerada tanto desde la
perspectiva de los necesarios acuerdos con otras Administraciones, como desde la de la
viabilidad de que puedan estar ubicados en uno u otro municipio. Por otro, la conveniencia
de apoyarse en ámbitos de valor para actividades agrarias.
Sin descartar otros que asimismo pudieran ser de interés, resultaría razonable dirigir la
atención con ese fin a los terrenos integrados en los citados “ámbitos de alto valor para
actividades agrícolas” no afectados por otro tipo de previsiones y que, precisamente por
ello, real y efectivamente pudieran tener ese destino.
E.- En línea con lo ya apuntado, es conveniente la determinación de criterios de minimización
y/o eliminación de los impactos ambientales derivados de instalaciones, usos, actividades,
infraestructuras, etc. existentes y/o nuevos en el suelo no urbanizable.
Han de ser objeto de particular atención a ese respecto los ámbitos en los que, por
cualquier razón, pueda ponerse fin a su uso o destino actual -canteras; vertederos; etc.-, a
los efectos de la determinación bien de las medidas de recuperación de los mismos, bien de
su futuro destino.
Ese tipo de medidas ha de extenderse a todos aquellos otros elementos tanto existentes,
como que pudieran implantarse en el futuro -antenas; instalaciones e infraestructuras de
cualquier naturaleza; huertas periurbanas; etc.- cuya existencia y/o futura implantación
conlleve impactos de una naturaleza u otra en el territorio natural.
F.- El dominio público marítimo-terrestre y los cauces fluviales.
Con carácter general, tanto el dominio público marítimo-terrestre como los cauces fluviales
se han de ajustar a los criterios establecidos en la legislación vigente y en los instrumentos
de ordenación territorial vigentes en la materia.
En ese contexto, dichos cauces han de ser objeto de la debida y activa atención global
resultante de su consideración desde la triple perspectiva hidráulica, ambiental y
urbanística.
Así, el tratamiento y la ordenación de sus márgenes ha de ser definido a partir de premisas
que, sustentadas en el respeto a dichos cauces, tomen en consideración el papel activo y
vertebrador que los mismos pueden y deben tener en ese contexto. Y eso sin descartar
intervenciones en la configuración del propio cauce siempre que sean ejecutadas con el
debido rigor, estén debidamente complementadas con todas aquellas medidas que resulten
necesarias para salvaguardar su función y su vertiente hidráulica, y resulten necesarias para
la ejecución de determinados desarrollos urbanísticos.
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G.-Reajustes en la normativa.
De conformidad con lo indicado en los diagnósticos realizados en esta materia, se proponen
diversos reajustes del régimen urbanístico hoy día vigente en el suelo no urbanizable.
Algunos de ellos son concretamente los siguientes:
a) Reajuste de los actuales criterios de autorización de usos diversos de los vinculados a
las explotaciones agrarias, y en concreto de los amparados en su utilidad pública o
interés social, en particular en la hoy día denominada zona rural común.
En aras a eliminar y/o minimizar la tensión existente entre unos y otros usos, que
perjudica en particular a las explotaciones agrarias, resulta razonable:
*
Bien la delimitación de zonas en las que la implantación de explotaciones agrarias
tenga un carácter preferente.
*
Bien la delimitación de unas concretas zonas en las que sea posible la implantación
de usos amparados en su interés social o utilidad pública, prohibiéndola en las
restantes.
*
Bien la compatibilización de los dos tipos de soluciones anteriores.
Complementariamente, ha de ser objeto de la debida atención la propia determinación e
identificación de esos usos diversos de los vinculados a las explotaciones agrarias de
posible implantación en el medio rural, así como de las condiciones de implantación de
los mismos. Sin con ello restar importancia alguna a otros posibles usos, han de ser
objeto de la debida atención a ese respecto los campings, con el fin de disponer de una
adecuada oferta de calidad en la ciudad y/o en su entorno.
b) Posible regulación de dos regímenes generales de edificación y uso diferenciados, uno
de ellos asociado a las nuevas edificaciones que, en su caso, sean autorizables en ese
suelo, y el segundo a las edificaciones existentes y consolidadas.
Es conveniente la determinación, con carácter general y sin perjuicio de mayores o
menores salvedades, de dos regímenes generales de edificación y uso en el suelo no
urbanizable.
Uno de ellos asociado a las nuevas edificaciones que, en su caso, sean autorizables en
ese suelo. El segundo asociado a las edificaciones existentes y consolidadas.
Cada uno de esos regímenes debería llevar asociadas sus particulares y diferenciadas
pautas de intervención en todos aquellos extremos justificados en sus particulares
circunstancias -aprovechamiento edificatorio; distancia a otras edificaciones;
posibilidades de reconstrucción incluso en el caso de derribo; etc.-.
Y en ese contexto han de determinarse con la necesaria precisión los criterios de
intervención tanto en lo referente a las edificaciones como a los usos posibles y
autorizados, diferenciando en cada caso las diversas modalidades que se estimen
razonables, y dando respuesta a los problemas detectados a lo largo de estos años.
c) Reajuste de los criterios de autorización de viviendas auxiliares de las explotaciones
agrarias.
Reconsideración de las previsiones vigentes en la materia, sustituyéndolas por otras
que, por un lado, desvinculen la autorización de explotaciones agrarias y viviendas
auxiliares y, por otro, condicionen la posible autorización de estas últimas a la efectiva
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demostración de la puesta en marcha y de la existencia de la explotación tras el
transcurso de un determinado período de tiempo o, incluso, a la justificación de la
necesidad de la vivienda en atención a la naturaleza concreta de la explotación.
d) Clarificación y reajuste del régimen urbanístico de las edificaciones existentes, previa
identificación de las mismas, en extremos diversos como los siguientes:
*
Definición.
Es conveniente una mínima definición de lo que ha de entenderse por edificación
existente y consolidada. Posible consideración como tales de las edificaciones que
cumplan, como mínimo, estas dos condiciones:
-
Haber sido construidas previa la o las correspondientes licencias municipales.
Encajar en el régimen urbanístico definido en el nuevo Plan General.
Esa solución implicaría la consideración como “inexistentes” o “fuera de ordenación”
de las edificaciones carentes de la correspondiente licencia.
En todo caso, conocer qué edificaciones han sido construidas con la correspondiente
licencia y cuáles otras no, puede ser, en sí misma, una tarea más difícil de lo que en
teoría pudiera parecer.
*
Las edificaciones existentes y consolidadas consideradas desde una perspectiva
física:
-
En principio y con carácter general, cabría entender que las características físicas
de esas edificaciones son:
.
Bien las resultantes de la o las correspondientes licencias municipales.
.
Bien las de la edificación existente en el momento de aprobación del nuevo
Plan General, incluso en el caso de que no sean coincidentes con las
resultantes de la correspondiente licencia.
La primera de esas soluciones implicaría la consideración como “inexistentes” o
“fuera de ordenación” de aquellas partes de esas edificaciones no amparadas en
la correspondiente licencia, o incluso de toda la edificación si carece de licencia.
-
Posible ampliación de esas edificaciones. Resulta razonable la eliminación y/o
reajuste de la previsión actual de autorización, más o menos genérica y
automática, de una ampliación de 60 m²(t). Sin descartar su eliminación, un
posible reajuste de esa previsión podría asociarse a pautas como éstas:
.
La ampliación no puede ser superior a un determinado porcentaje de la
edificación preexistente.
.
La ampliación ha de asociarse al uso al que se destina la edificación
preexistente, y justificarse en el contexto de las necesidades de ese mismo
uso. No todos los usos requieren y/o justifican la ampliación de la
correspondiente edificación.
.
La ampliación no es posible, cuando menos de forma automática, en el caso de
transformación del uso de la edificación.
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-
Transformación del uso de esas edificaciones, sin derribo de las mismas. Sin
perjuicio de mayores o menores salvedades, puede resultar razonable el
condicionamiento de esa transformación a un reajuste físico de la edificación de
acuerdo con criterios como los siguientes:
.
.
-
Autorización del nuevo uso en la “edificación principal”.
Regeneración y limpieza del entorno, incluido el derribo de los anejos,
añadidos, etc., existentes, incluso en el supuesto de contar con la
correspondiente licencia municipal.
Derribo y posible sustitución de esas edificaciones.
Con la salvedad de los supuestos en los que la ejecución de las propuestas
urbanísticas planteadas justifique la eliminación de la edificación -viario, …-,
resulta razonable regular de forma expresa la posibilidad de la sustitución de esas
edificaciones incluso en el caso de derribo de las mismas, sin perjuicio de la
determinación de los condicionantes que para ello se consideren razonables.
Esa idea de sustitución ha de ser asociada a la regulación de los dos regímenes
de uso y edificación antes mencionados.
*
Las edificaciones existentes y consolidadas y su destino a unos y otros usos.
-
Como criterio genérico cabría entender que las edificaciones se destinan en
origen:
.
Bien a los usos autorizados mediante la o las correspondientes licencias
municipales.
.
Bien a los existentes en el momento de aprobación del nuevo Plan General,
incluso en el caso de carecer de licencia para el correspondiente uso.
La primera de esas soluciones plantearía mayores o menores problemas en el
supuesto de las edificaciones destinadas en la realidad a usos diversos de los
autorizados en origen conforme a la licencia otorgada.
-
Régimen de uso de esas edificaciones en el futuro. Posibles soluciones:
.
Destino de la edificación al uso autorizado mediante la o las correspondientes
licencias.
.
Destino de la edificación al uso existente en el momento de la aprobación del
nuevo Plan General.
.
Destino de la edificación a usos diversos del autorizado y/o existente, siempre
dentro de las condiciones que para ello se consideren razonables.
Por ejemplo: una edificación destinada desde su origen a usos secundarios o
auxiliares -txabola, etc.- no podría destinarse a usos principales -vivienda,
hostelería, …-; y otra destinada en origen a determinados usos “principales” vivienda, hostelería, …- podría ser destinada a otros usos también “principales”
-caserío a vivienda o viviendas, etc.-.
Sin perjuicio de las necesarias salvedades, condiciones, etc., la última de esas
tres posibles soluciones pudiera ser la más razonable.
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e) Las edificaciones fuera de ordenación.
Tratándose de esta cuestión, resulta conveniente:
*
*
La diferenciación de supuestos diversos:
-
Edificaciones fuera de ordenación por necesidades de desarrollo y ejecución de
determinado tipo de propuestas urbanísticas: viario, etc.
-
Edificaciones fuera de ordenación por no encajar en el concepto de edificaciones
existentes y consolidadas. Ejemplo: edificaciones construidas sin licencia.
-
Edificaciones no acordes con el régimen general establecido, bien para las
edificaciones preexistentes y consolidadas, bien para las nuevas.
La identificación gráfica, en lo posible, de las edificaciones fuera de ordenación.
La elaboración de un plano con esa identificación es un objetivo teóricamente
deseable y necesario. En todo caso, en la realidad, esa elaboración puede llegar a
ser realmente dificultosa.
f) La segregación y/o parcelación de terrenos.
Se han de reconsiderar y clarificar los criterios establecidos en el Plan General de 1995,
reguladores de la superficie mínima de la parcela, según se pretenda implantar en la
misma una u otra actividad o edificación -nueva explotación agraria; vivienda auxiliar;
usos agrarios no profesionalizados; etc.-, adecuando las nuevas propuestas a las
disposiciones generales vigentes en la materia.
También se ha de reconsiderar la necesidad o no de determinar en el planeamiento
urbanístico criterios generales de segregación disociados de usos, edificaciones,
instalaciones, etc. específicos.
g) Las antenas y otras instalaciones en el medio rural.
Es ésta una cuestión necesitada de una particular atención, dada la cada vez mayor
proliferación de antenas.
Esa atención ha de extenderse a extremos de orden diverso.
Por un lado, resulta conveniente la determinación de los criterios de implantación de las
mismas en unos u otros emplazamientos, bien del medio urbano, incluidas las cubiertas
de las edificaciones, bien del medio rural, complementados con aquéllos que garanticen
la eliminación y/o minimización de los impactos derivados de los mismos.
Por otro, también es conveniente la determinación de criterios técnicos que contribuyan a
minimizar la excesiva proliferación de antenas, al tiempo que los correspondientes
impactos: utilización de unas mismas instalaciones básicas por parte de una pluralidad
de antenas; mástiles que den servicio al mayor número de antenas posible; etc.
h) Las huertas periurbanas.
Es ésta una cuestión que pudiera requerir la determinación de los criterios de
intervención en la materia que se estimen adecuados, complementados con la propia
identificación y delimitación de los ámbitos de implantación de las mismas.
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