No codiciarás los bienes ajenos. CEC nn. 2534-2557 “No codiciarás… nada que sea de tu prójimo.” (Ex 20,17) “No desearás… su casa, su campo, su siervo, su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo.” (Dt 5,21) “Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Ex Mt 6,21) 1. Prohíbe la codicia del bien ajeno, raíz del robo, la rapiña y el fraude. (7° mandamiento, no robarás) 3. La codicia tiene su origen en la idolatría (1°, 2° y 3er mandamientos.) 2. Nos advierte sobre la “concupiscencia de los ojos” que lleva a la violencia y la injusticia (5° mandamiento, no matarás) 4. SE REFIERE A LA INTENCIÓN DEL CORAZÓN. Resume, junto con el noveno, todos los mandamientos del Decálogo. Nos impulsa a desear las cosas agradables que no poseemos. Comer cuando tenemos hambre o calentarnos cuando hay frío. Estos deseos son buenos en sí mismos…. Pero a menudo no guardan la medida de la razón y nos empujan a “necesitar” o a creer que necesitamos lo que realmente no es necesario. Dios no está en contra del desear tener lo necesario para una vida digna. Pero… ¿REALMENTE NECESITO TODO ESTO?, y… ¿Es justificable cualquier medio para obtener aquello que deseo o creo que necesito? El problema es aún más serio cuando nuestros deseos nos empujan a codiciar injustamente lo que no es nuestro y pertenece o es debido a otra persona. Hasta el momento no estamos hablando de apropiarnos de lo que no es nuestro… sino desearlo, querer tenerlo para nosotros, codiciarlo… El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales.