Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 1 Oposición al imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 Mª del Carmen Salinas Sandoval* 2 1997 La colección Documentos de Investigación difunde avances de trabajos realizados por investigadores de El Colegio Mexiquense, A.C. con la idea de que los autores reciban comentarios antes de la publicación definitiva de sus textos. Se agradecerá que los comentarios se hagan llegar directamente al (los) autor(es). Los editores han mantenido fielmente el texto original del presente documento, por lo que el contenido, el estilo y redacción son responsabilidad exclusiva del(de los) autor(es).D.R. c 1997, El Colegio Mexiquense, A.C., Ex hacienda Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, México. Teléfonos: (72) 18-01-00 y 18-00-56; fax: 18-03-58; E-mail: [email protected] Correspondencia: Apartado postal 48-D, Toluca 50120, México. *E-mail: [email protected] Mª del Carmen Salinas Sandoval 2 Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 RESUMEN L a Independencia política de México se consumó después de once años de lucha, en septiembre de 1821. Los combatientes hicieron un pacto aceptando el Plan de Iguala propuesto por Agustín de Iturbide, Comandante del Ejército Realista del Sur. El compromiso fue elegir un sistema de gobierno que garantizara la independencia de España, el bienestar de los habitantes y la consolidación de una nueva nación. Frente a la indefinición política existente, el Plan de Iguala impulsó el gobierno monárquico constitucional, que fue encabezado por Iturbide, primero como Presidente de la Regencia del Imperio y después como Emperador del Imperio Mexicano (septiembre de 1821 a marzo de 1823). La monarquía ofreció un equilibrio de tres fuerzas: religión, unión e independencia. Los propósitos de unidad nacional no lograron salvar las profundas diferencias entre los grupos políticos. Los iturbidistas se enfrentaron a los republicanos, borbonistas e insurgentes, bajo la influencia de las logias masónicas. Las manifestaciones de descontento al gobierno de Iturbide se agudizaron a partir de su proclamación como Emperador. El Congreso y el Ejército Imperial fueron los principales reductos de la oposición, que orillaron a Iturbide a abdicar. Con ello, se terminó el primer intento monárquico para organizar el gobierno y se abrió la puerta para organizar el republicanismo federal plasmado en la Constitución de 1824. La lucha contra el gobierno de Iturbide permite apreciar las corrientes políticas producto de la época colonial frente a las nuevas tendencias liberales. Se inicia la serie de continuas pugnas en busca de implantar un proyecto para integrar la nación mexicana, lo que caracterizó las primeras cinco décadas de vida independiente del país ❐ 3 Mª del Carmen Salinas Sandoval 4 Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 OPOSICIÓN AL IMPERIO BIDE, 1821-18231 DE AGUSTÍN DE ITUR- El breve periodo de la actuación política de Agustín de Iturbide en el México Independiente comprendió del 27 de septiembre de 1821, fecha en que entró triunfante en la ciudad de México, hasta el 20 de marzo de 1823, cuando se vio obligado a abdicar. Fue una etapa histórica muy importante en el proceso de formación del Estado mexicano durante el siglo XIX; fue el primer intento de imponer un sistema de gobierno capaz de englobar los elementos sociales, políticos y económicos, en busca de la emancipación de la Nueva España de la paternal soberanía de la metrópoli española. El gobierno de Iturbide estuvo marcado por su participación decidida e implacable como jefe realista en el movimiento de Independencia. Por su audaz iniciativa se unieron los ejércitos realista e insurgente (con su último caudillo Vicente Guerrero), con el respaldo del Plan de Iguala, proclamado en febrero de 1821, para alcanzar la independencia política de España. El apoyo a este plan fue tan amplio que fue aceptado como bandera nacional, con leves modificaciones en los Tratados de Córdoba, en agosto del mismo 1 Este documento fue presentado como ponencia en el marco de los festejos del «175 Aniversario de la Consumación de la Independencia», el 21 de noviembre de 1996 en el Archivo General de la Nación. 5 año. A Iturbide se le atribuyó el mérito principal en la consumación de la Independencia y en el proyecto viable que podría dirigir la nueva nación. Este proyecto se basaba en un sistema de gobierno que adoptaba la monarquía constitucional y que invitaba a Fernando VII o a otros sucesores de la casa de los Borbones a ocupar el trono mexicano. Fue una etapa gubernativa compleja, en la cual Iturbide pregonó sus firmes convicciones monárquicas desde el principio de su actuación, que no abandonó a pesar de todas las contrariedades y adversidades que lo persiguieron. Llegó al poder por la euforia del pueblo que había sido estimulada por el grupo iturbidista (particularmente por los militares), que lo proclamó emperador de México el 18 de mayo de 1822; y renunció a este cargo por las alianzas entre los grupos políticos que le fueron cerrando las posibilidades de gobernar y de defender el Imperio. Nos interesa en este trabajo empezar a vislumbrar las oposiciones al gobierno de Iturbide como la posibilidad para conocer las diversas tendencias políticas que lucharon por darle dirección gubernativa al nuevo país. El texto está dividido en cuatro apartados: instalación de la monarquía, condiciones económicas del imperio, grupos políticos y oposición. Mª del Carmen Salinas Sandoval 1. Instalación de la monarquía Las ideas monárquicas que plasmó Iturbide en el Plan de Iguala y posteriormente en los Tratados de Córdoba estuvieron centradas en tres principios fundamentales: religión, independencia y unión. Éstos se manifestaron de la siguiente manera: a) en el sostenimiento de la religión católica, con el mantenimiento de todos sus privilegios; b) en la independencia de la América Septentrional; y, c) en el llamamiento de Fernando VII o de alguno de sus hermanos para ocupar el trono de la nueva nación, consolidándose con ello la unión entre europeos y americanos. El Plan de Iguala logró unir a las clases altas criollas, los cuerpos del ejército realista, los insurgentes, los cabildos, el alto clero y los propietarios. No pugnó por ninguna transformación esencial en el antiguo régimen, por el contrario, reivindicó las antiguas ideas frente a las innovaciones del liberalismo. El gobierno imperial que se estableció después del triunfo militar prolongó el gobierno colonial con las personas que constituyeron la Regencia del Imperio: el último Virrey, Juan ODonojú; el secretario del virrey, Velázquez de León; el oidor, José Isidro Yáñez; Manuel de la Barcena, del alto clero, e Iturbide como presidente. La Regencia representó al poder Ejecutivo, que apoyó a Iturbide, aunque se presentaron fricciones entre sus miembros2. Los cambios importantes que marcaron el primer gobierno del país fueron dos, primero que los europeos perdieron la dirección política en favor de los criollos, y segundo que funcionó una «Junta Provisional Gubernativa» como Poder Legislativo, que instaló la Regencia y convocó a las elecciones de los diputados. Esta junta la integró Iturbide con 38 individuos con los que compartía principios monárquicos; el 28 de septiembre de 1821, eran representantes del alto clero, de la nobleza criolla, y abogados. Hubo una notable ausencia de los insurgentes, a excepción de Anastasio Bustamante, partidario de la Independencia desde varios meses atrás. La Junta 2 Ver Anna, 1991, pp. 39-49. 6 Gubernativa terminó sus funciones el 24 de febrero de 1822, fecha en que tomó posesión el nuevo Congreso Constituyente, integrado por 102 diputados electos (después se integraron otros hasta alcanzar 156), en su mayoría liberales poco adictos a Iturbide3. La manera como fueron elegidos dependió de la propuesta que hizo Agustín de Iturbide, como presidente de la Regencia, a la Junta Provisional. Sugirió cambios a lo estipulado en la Constitución de Cádiz de 1812, vigente mientras se expedía la nueva constitución, con el fin de guiar el triunfo de las elecciones a un grupo selecto de la población. La Junta aprobó que cada provincia elegiría un diputado por cada 50 mil habitantes; las provincias que alcanzaran más de cuatro elegirían un eclesiástico, un letrado, magistrado o juez, y un militar y los restantes se escogerían de las demás «clases del Estado». Fue una combinación de fuertes principios coloniales con débiles ideas liberales, ya que se basaba la fortaleza colonial en esos tres estamentos y se dejaba un pequeño espacio al resto de la sociedad4. A pesar de ese proceso electoral, el Congreso elegido fue el principal opositor de Iturbide, directamente porque la mayoría de los diputados no compartían los ideales monárquicos, e indirectamente porque otros grupos políticos se postularon como defensores de la soberanía nacional representada en el Congreso. La primera medida que hizo evidente el distanciamiento de los diputados con las ideas de Iturbide fue la disposición del Congreso de actuar como soberano y fundamento real de la sociedad. Mientras que para Iturbide ese fundamento era el Plan de Iguala. Desde que se instaló el Congreso, el 24 de febrero de 1822, hasta que se disolvió ocho meses después, existió un constante enfrentamiento entre Iturbide y los representantes del pueblo5. El Congreso objetó su poder de veto, obstruyó el despacho eficaz de la economía, bloqueo la 3 CONDUMEX, fondo CCLXXV, carpeta 24, legajo 1173, documentos 8172-8176. 4 Ver Rocafuerte, 1984, pp. 127-128. 5 Ver Chávez, 1962, pp. 125-131. Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 designación del Supremo Tribunal de Justicia y pospuso el debate sobre una nueva constitución6. Al negarse España a reconocer un heredero al Imperio de México, la solución fue elegir emperador a Agustín (el 21 de mayo de 1822), con apoyo unánime de las provincias y con el recelo del Congreso. La ambición de Iturbide se combinó con su falta de interés en gobernar. Manifestaba su desencanto por ocupar la Corona a Simón Bolívar, libertador y presidente constitucional de Colombia: ¡Cuán lejos estoy de considerar un bien lo que impone sobre mis hombros un peso que me abruma!... Carezco de la fuerza necesaria para sostener el cetro; lo repugné, y cedí al fin por evitar males a mi patria, próxima a sucumbir de nuevo, si no a la antigua esclavitud, sí a los males de la anarquía.7 Al estado anímico de Iturbide se sumaron las desavenencias políticas y las penurias de todas las fuentes de riqueza del país, que habían sido afectadas por los once años de guerra. 2. Condiciones económicas del Imperio Las malas condiciones sociales y económicas en que se encontraba el Imperio de Iturbide empezaron a socavar la confianza de muchos mexicanos en la prosperidad que habían imaginado con la consumación de la Independencia. Esas condiciones fueron: a) desarticulación de regiones poco vinculadas entre sí, porque cada región estaba organizada en torno de las oligarquías coloniales y de los sistemas de acumulación de capitales y de comercialización, b) pésimo estado de transporte, c) carencia de mercado interno integrado, d) mano de obra escasa, e) pérdida de dinamismo de las zonas agrícolas más prósperas durante la Colonia, f) crisis minera debido a que sus minas estaban inundadas y sus vetas 6 7 Ver Krauze, 1994, p. 109. Ver Krause, 1994, p. 109. 7 perdidas, g) la inmensa fuga de capitales desde 1810, h) bandolerismo muy activo, e i) gran deuda interna debido a los préstamos forzosos, captura de fondos y exacciones fiscales. Además de las malas condiciones internas que se caracterizaron por bancarrota, el Imperio no contaba con el reconocimiento exterior, puesto que sólo Chile, Colombia y Perú habían reconocido la Independencia, por encontrarse en las mismas condiciones. Era rechazado con vehemencia por España, el Vaticano y los miembros de Santa Alianza.8 Ganó adeptos el gobierno con la disminución de impuestos, pero se redujeron los impuestos del Estado, por lo que se tuvo que recurrir a los préstamos a instituciones y particulares. Las contribuciones extraordinarias establecidas por el gobierno virreinal fueron suprimidas; por ejemplo no existía ya la contribución de guerra. En vez de 16 % de alcabalas, se mantenía 6%; disminuyó la alcabala de pulque y se anularon los derechos sobre comestibles. Por otro lado, los indígenas perdieron sus franquicias y pagaban la misma alcabala que los demás habitantes del país, y la minería quedó también gravada por concepto de alcabala. El desequilibrio en la balanza de pagos determinó una gran dispersión de la economía, que desde finales de la Colonia había empezado a declinar, lo que se agudizó con la guerra de Independencia. Esta depresión, aunada a la imposibilidad de una recuperación financiera y con la inestabilidad política, constituyeron los endebles cimientos de la nueva estructura del gobierno de Agustín de Iturbide. 3. Grupos políticos Había cuatro tendencias políticas que se fueron acentuando: primera, los antiguos insurgentes, que eran los que lucharon en la guerra de Independencia y que se encontraban descontentos, desairados y amagados debido a que no fueron atendidas sus solicitudes de empleo, indemnización o recompensa por sus pasados servicios; 8 Ver Bocanegra, 1892, pp. 31-32. Mª del Carmen Salinas Sandoval segunda, los borbonistas, quienes querían que Fernando VII o algún Borbón ocupara el trono imperial, pero no Iturbide; tercera, los republicanos, grupo minoritario muy heterogéneo en su proceder, que buscó que se declarara nulo el Tratado de Córdoba para establecer la República como sistema de gobierno; y cuarta, los iturbidistas, que apoyaban desde luego el Imperio establecido y tenían el apoyo de la mayoría del clero. Los grupos políticos, en una forma u otra, cayeron bajo la influencia de la masonería9; lo cual se hizo evidente cuando en la Cámara de Diputados se debía aprobar, lo que en las logias «escocesas» se había acordado, o cuando en la mayoría de los movimientos de oposición se encontraban miembros e ideas de las logias. Los criollos y españoles que formaban parte de las logias «escocesas» trabajaban para asegurar las prominentes posiciones que gozaban desde la dominación política española; percibían al iturbidismo como una transacción obligada por los insurgentes, que dejaba viva la dependencia económica con España por los intereses creados por los peninsulares. Otros buscaban influir en la organización de la nueva nación, con el apoyo de los peninsulares enriquecidos10. Sus tendencias tradicionales provocaron disidentes dentro del Rito Escocés en México. Guadalupe Victoria fue uno de los primeros en separarse de las logias «escocesas» para fundar la logia llamada «Gran Legión del Águila Negra», 9 La Masonería era considerada como sociedad secreta nacida de la lucha suscitada por el pueblo contra el feudalismo, por lo cual se organizaron los oficios en gremios. Sus principios eran de tipo liberal: la libertad de conciencia y de la manifestación de pensamiento, la igualdad de todo ciudadano ante las leyes, y la fraternidad de todos los hombres sin distinción de creencia, nacionalidad o profesión. Los masones justificaban su participación en la organización política de un país de la siguiente manera: «Si bien la masonería no ha de ser revolucionaria en el sentido de tramar conspiraciones y apelar a la violencia contra gobiernos legítimamente constituidos, tiene como uno de sus fines el trabajar por el progreso y bienestar de la humanidad, y en consecuencia le es lícito influir con todo su poder moral en las reformas que la organización social exija para el adelanto del mundo, y apelar a la revolución armada contra todo gobierno que actúe fuera de la ley o contra la ley». Kharishnanda, sin fecha, vol. 1, p. 368, pp. 58. 10 Ver Mestas, sin año, p.117, y Zalce y Rodríguez, 1950, pp. 51-56. 8 entre 1822 y 1823 en la ciudad de Jalapa, donde imperó un radicalismo antiespañol y anticlerical, reivindicando a los indios; principios que se reconocían desde su lema: «ningún europeo, ni persona blanca que no nos pertenezca viva: religión natural se adopta. Ridiculizando el Clero por los diezmos hasta desmoralizar los pueblos y destruir en todos sus términos la teología católica con sus edificios para que no quede ni remota memoria de ellos en las futuras épocas, los indios vivan»11. Las ideas del «Águila Negra fueron el germen de las logias que se llamaron «yorkinas», en 182512. Entre los republicanos la influencia de los masones se fortaleció desde que llegó a México Joel Roberts Poinsett, en septiembre de 1822, como agente confidencial del presidente de Estados Unidos para informarse sobre la situación del Imperio. Las logias norteamericanas se pusieron incondicionalmente a sus órdenes y se convirtieron en activas conspiraciones contra el Imperio. Poinsett consolidó las logias mexicanas «yorkinas» auspiciadas por la Gran Logia de Nueva York, en los últimos años de la década de los veinte. Durante el gobierno de Iturbide, en la separación de las cuatro tendencias políticas, fue notable la fuerza de convicción, pero igualmente decisivos los resentimientos de unos y las pasiones de otros. Los agitadores más poderosos en un principio fueron españoles, tanto militares como civiles, que se habían pasado al Ejército Trigarante con la seguridad de que vendría algún Borbón liberal para que rigiera los destinos de la nación. Con tantas divisiones políticas al interior y con la amenaza exterior de España, la monarquía de Iturbide no pudo lograr el equilibrio político que necesitaba. El nuevo gobierno no tuvo ni podía tener condiciones políticas y económicas para concentrar el poder de las distintas facciones; ni tampoco hubo oportunidades efectivas para fortalecerse económicamente. 11 12 Ver Zalce y Rodríguez, 1950, p. 57. Ver Zalce y Rodríguez, 1950, pp. 56-57. Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 4. Oposición Se presentaron diversas manifestaciones de descontento provenientes de los borbones, de los republicanos y de los insurgentes. Hubo oposiciones directas que estuvieron acompañadas de actividades cautas y plenas de simulaciones, que fueron muy sorpresivas para el propio Emperador. El análisis de las sublevaciones contra Iturbide representa en el ámbito histórico la posibilidad de estudiar las diversas relaciones políticas de la época, que se enfrentaron con un problema común: cómo dotar a la nueva nación de un sistema de gobierno que respondiera a su desarrollo y herencia hispana, pero que a la vez rompiera con la dependencia sofocante con la metrópoli europea. Sin embargo, no hubo un acuerdo unánime entre los mexicanos sobre cuál pudiera ser el futuro destino de la patria. El sistema que ofreció una salida al dilema fue la monarquía implantada por Iturbide con el Plan de Iguala y con los Tratados de Córdoba. Este sistema de gobierno contaba con gran apoyo cuando se instaló, tanto de los grupos populares como de la mayoría de los políticos y militares prominentes. Sin embargo, entre estos últimos hubo oposición desde su inicio, que aunque era minoritaria se fue ampliando cada vez más. Estos opositores querían otra forma de gobierno, como el republicano, o simplemente querían modificar el imperio establecido, ya fuera en su política interna o en el cambio de emperador. Entre las diversas oposiciones a Iturbide hemos destacado nueve movimientos dados durante 17 meses, de noviembre de 1821 a marzo de 1823; la mayoría expresados después de que Iturbide fue proclamado Emperador. Las manifestaciones de descontento procedieron tanto de las facciones políticas internas como de los militares externos, que con ejemplar constancia seguían leales a España. Aunque los presentamos de manera separada de acuerdo al orden cronológico, la mayoría de ellas se fueron interrelacionando. En primer lugar se presentó una conspiración de «americanos ilustrados», encabezados por 9 Ramón Rayón y el teniente Juan García, que manifestaron su descontento por la manera de elegir al Congreso Constituyente que había dispuesto Iturbide; pedían que el pueblo eligiera con entera libertad a sus representantes, y tomaban las reformas electorales como una prueba de debilidad del Poder Legislativo por ceder a los «ambiciosos planes del generalísimo»; sin embargo reconocían a Iturbide como autoridad legítima. El 26 de noviembre de 1822 se dispuso la aprehensión de los probables conspiradores, entre ellos Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo. Esta actitud provocó que la opinión pública se dividiera entre los republicanos, que pensaron que se quería restablecer un gobierno despótico, y los monarquistas, que sentían atacado el Imperio. Este fue el primer golpe al prestigio de Iturbide13. El gobierno explicaba los motivos por los cuales se podía encarcelar a alguna persona que cuestionara la manera de gobernar del Emperador y del Congreso: Son reos de sedición todos aquellos que maquinen contra la Independencia y libertad política de la Nación, contra el gobierno establecido, contra el Emperador, contra el Congreso Nacional y contra la inviolabilidad de los diputados por sus opiniones 14. Como segundo movimiento opositor destacó una contrarrevolución que surgió en marzo de 1822 y se consolidó en abril del mismo año. Estallaron dos movimientos combinados político-militares en la zona de Veracruz: uno fue en Juchi, donde más de 400 militares se batían al grito de ¡Viva España!, y el otro en la Plaza de Veracruz. Estos movimientos se planearon con el fin de restablecer el antiguo dominio de España sobre el Imperio Mexicano. Estuvieron encabezados por el comandante José Dávila, quien mandaba las tropas extranjeras en Veracruz, por ser el gobernador militar de los españoles refugiados en San Ver Rocafuerte, 1984, pp. 133-137. Gaceta del Gobierno Imperial de México, 20 de agosto de 1822, pp. 637-644. 13 14 Mª del Carmen Salinas Sandoval Juan de Ulúa. Dávila acusó de traidores a los miembros del Congreso y a alguno de la Regencia, ya que también pretendían atacar el orden político y militar del Imperio de Iturbide. El motín militar de los españoles fue vencido por el general Anastasio Bustamante15. En tercer lugar apareció la conspiración republicana en Michoacán, en la que colaboraron algunos militares y diputados, quienes concibieron un plan para que se reuniera el Congreso en Texcoco o Teotihuacan para proclamar la República. Ante ello Iturbide mandó aprehender, el 26 de agosto de 1822, a algunos diputados que intervinieron en el movimiento y habían sido acusados de conspiradores por diversos ciudadanos. Entre los diputados encarcelados se encontraban: Fray Servando Teresa de Mier, Carlos María de Bustamante, Santiago Ortiz Baca, José María Fagoaga, Francisco Antonio Terrazo, Manuel Carrasco, Juan Echarte, José María Iturralde, Francisco Manuel Tagle, Rafael Echenique, José Joaquín de Herrera y Juan Pablo Anaya; y entre los militares destacaron: Justino Barrera, Rafael Vélez, José María Ugartechea, Martín Cos, Miguel Lozano y Pedro Miguel Monzón16. En cuarto lugar se presentó la sublevación del brigadier Felipe de la Garza, el 26 de septiembre de 1822, quien era el jefe de la Provincia de Nuevo Santander. Protestó por las detenciones de los diputados del Supremo Gobierno lanzando su proclama de República. Amenazaba con iniciar una guerra civil en «el desolado Anáhuac» sino era atendida su petición. Esta sublevación no tuvo trascendencia, porque en octubre, el ejército imperial pacificó la zona dispersando las tropas rebeldes. Garza no recibió el auxilio que esperaba y se fugó a Monterrey bajo el abrigo del canónico Ramos Arizpe, según el comandante general de San Luis Potosí, Zenón Fernández17. Ver Cuevas, 1947, pp. 80-81 y Bocanegra, 1892, p. 40. fondo CCLXXV, carpeta 29, legajo 1436, documentos 9250 a 9256, «Índice de los individuos que están en arresto por la conspiración republicana del 26 de agosto de 1822»; y AGN , Gobernación, sin sección, caja 48, exp. 11, documentos 11, 12, 17 y 18. 17 Ver Mestas, sin año, p. 123; Gaceta del Gobierno Imperial de México, 20 y 27 de octubre de 1822, pp. 859-860 y 885-888. 10 En quinto lugar surgió la oposición del Supremo Congreso a algunas disposiciones de Iturbide y a un proyecto para reformar el Congreso que presentó Lorenzo de Zavala para que se dividiera el Congreso en dos cámaras, reduciéndose el número de diputados. El objetivo de Zavala era restringir las facultades de la Legislatura, para que no se convirtiera en despótica. Por la postura combativa del Congreso Iturbide acordó su disolución, el 31 de octubre de 1822, de acuerdo a las sugerencias de los ministros, los consejeros de Estado, los generales residentes en la ciudad de México y los diputados de Diputaciones Provinciales. En su lugar se formó la Junta Nacional Instituyente, compuesta de diputados de las provincias, con el fin de formular una ley constitutiva con bases en una monarquía, para sustituir la Constitución española de 181218. En el decreto de disolución del Congreso expedido por Iturbide se dieron las explicaciones pertinentes que culpaban a los diputados del Supremo Gobierno de la ruina de la nación. Expuso el Emperador: [...]he cumplido con mis promesas, y la nación confiaba que el Congreso constituyente dictaría las leyes sabias que organizaran el gobierno. Pero una desgraciada experiencia ha hecho ver que lejos de cumplir con exactitud sus deberes entró en empeños muy distantes de su labor, contraviniendo desde el mismo momento de su instalación a las facultades que se confiaron a los diputados y viendo con una fría indiferencia las necesidades del Estado, la administración de la justicia, la suerte de los empleados y las miserias del ejército que de todas maneras ha pretendido diseminar. Quiere que la nación permanezca por más tiempo sin constitución, pues aún no la ha formado[...] en una palabra, sufriendo la nación los grandes males que precipitadamente la llevan a la ruina19. 15 16 CONDUMEX, Ver Anna, 1991, pp. 121-122. Gaceta del Gobierno Imperial de México, 5 de noviembre de 1822, pp. 922-924. 18 19 Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 En sexto lugar surgió la sublevación del antiguo jefe de la XI División del Ejército Trigarante, Antonio López de Santa Anna, que había sido nombrado brigadier por Iturbide. Santa Anna tuvo influencia directa de los masones Poinsett, del representante diplomático de Colombia, Miguel Santa María, y de los españoles que se hallaban en San Juan de Ulúa. Su movimiento opositor se manifestó el 2 de diciembre de 1822, y lo justificaba por: la violencia de que fue objeto el Congreso, por la prisión de los diputados, por la exposición que se hizo a los caudales de los españoles, y por la disolución de la Cámara de diputados. Por tales motivos propuso la anulación del nombramiento de emperador que se le había dado a Iturbide y la reunión del Congreso; para que éste proclamara la forma de un gobierno más adecuado. Santa Anna proclamó «República y unión», por lo que se adhirió a este plan Guadalupe Victoria, con su entusiasmo en las ideas republicanas, a quien Santa Anna nombró jefe militar. Victoria había empezado a influir en la población de Veracruz en favor del sistema republicano desde cuatro meses antes20. En séptimo lugar se manifestó la sublevación de Vicente Guerrero, que tenía a su mando la Capitanía general de las provincias del Sur, y de Nicolás Bravo el 13 de enero de 1823. Estos militares lanzaron un manifiesto para restituir al Congreso, pero no pidieron cambio en el sistema de gobierno. Bravo se dirigió a los principales oficiales del Ejército Imperial para invitarlos a quitarle su apoyo al gobierno del Emperador. Les exponía: [...]ni pretendemos República ni queremos designar la forma de gobierno que nos adopta; somos conformes con cualquiera y aún con el mismo establecido siempre que sea legitimado por la nación y sus representantes. No exigimos más 20 Gaceta del Gobierno Imperial de México, 8, 10 y 14 de diciembre de 1822, pp. 1039-1048, 1064-1067, 1070. CONDUMEX, fondo CCLXXV, carpeta 25, legajo 1210, documento 8308. AGN , Gobernación, sin sección, caja 48, exp. 11, documento 31. 11 que la representación nacional que destituyó el Emperador21. Guerrero y Bravo se sublevaron con más de 40 jefes y oficiales en compañía de sus respectivas tropas, entre ellos destacaron: el coronel Antonio Castro y el teniente coronel de granaderos imperiales Manuel Gómez. También se ocuparon de involucrar en su movimiento a los ayuntamientos cercanos a Acapulco, donde tenían influencia militar22. En octavo lugar aparecieron las hostilidades de la masonería, que después de la rebelión de Santa Anna vieron la oportunidad de establecer un acuerdo entre los rebeldes y las tropas imperiales compuestas de 3,000 soldados al mando del Mariscal José Antonio Echavarri, que era fiel representante de la masonería española23. Mas que una transacción hecha por Santa Anna, fue una traición por parte de los oficiales del emperador; tan sorpresiva para Iturbide que un día antes de la sublevación le ofreció a Echavarri más armamento y dinero para sofocar a los levantados en Veracruz. La traición del Ejército Imperial se plasmó en el Plan de Casa Mata, el 1º de febrero de 1823, en el cual pedían se instalara un nuevo Congreso, pero esta vez sostenido por el ejército, quien apoyaría al Emperador. Este plan lo apoyó Santa Anna, pero no así Guadalupe Victoria, porque no aceptaba como emperador a Iturbide24. En noveno y último lugar consideramos la adhesión al Plan de Casa Mata del Márquez de Vivanco en Puebla, de las Diputaciones Provinciales y del general Pedro Celestino Negrete, Decano del Consejo del Estado, quien había sido mandado por Iturbide para lograr algún acuerdo 21 CONDUMEX, fondo CCLXXV, folios 265-702, 1820-1824, caja 11, carpeta 24, legajo 1153, documento 8083. 22 CONDUMEX, fondo CCLXXV, folios 265-702, 1820-1824, caja 11, carpeta 24, legajo 1153, documento 8083. CONDUMEX, Fondo CCLXXV, carpeta 26, legajo 1275, documento 8562. Gaceta del Gobierno Imperial de México, 28 de enero de 1823, pp. 49-50. 23 CONDUMEX, fondo CCLXXV, carpeta 32, legajo 1610, documentos 9879-9882. 24 Ver Zavala, 1949, p. 206-210. CONDUMEX, fondo CCLXXV, carpeta 26, legajos 1278-1279, documentos 8572 y 8575. CONDUMEX, fondo CCLXXV, carpeta 32, legajo 1606, documento 9869 y carpeta 24, legajo 1166, documentos 8136-8139. Mª del Carmen Salinas Sandoval con los sublevados. La traición de éstos provocó que el Emperador restableciera el Congreso y presentara su renuncia25. Detrás del Plan de Casa Mata estaban los propósitos antimonárquicos y la proclamación de la República. La Junta Nacional Instituyente expuso que el sentido del plan era sustituir el Imperio por la República, aunque sus líderes no lo expresaran abiertamente: El acta se dirige a atacar y desconocer el gobierno establecido, a propagar especies antisociales y subversivas, a diseminar errores políticos muy funestos, a fomentar el choque y la divergencia de opiniones[...]Echavarri asienta que su acta tiene por objeto evitar los daños próximos de destruirse unos a otros por ideas en que todos son iguales, y que sólo se entorpecen por ideas muy obvias. Es de inferir que se conformó con las ideas de Santa Anna dirigidas a destruir a nuestro Emperador y a derrocar al gobierno establecido, sustituyéndolo con el que se apellida republicano26. Santa Anna, aunque promotor de la conspiración que derribara definitivamente al Emperador, fue el instrumento del que se valieron los que se opusieron a Iturbide, desde que la Independencia de México marchó por senderos que contrariaban sus planes, como fue el caso de la masonería y los republicanos. Poco a poco estos rebeldes se fueron uniendo y dejaron a Santa Anna en segundo plano27. El Plan de Casa Mata fue el golpe de gracia del breve reinado de Agustín I; fue el fin del sueño del México unido, libre e independiente que habían querido realizar los insurgentes y realistas con el Plan de Iguala. El Congreso restablecido acabó definitivamente con el Imperio al decretar que el nombramiento y proclamación que se hizo de Agustín de Iturbide como Emperador de 25 Gaceta del Gobierno Imperial de México, 15 de marzo de 1823, pp. 135-138; 4 de marzo de 1823, pp. 111-112. Cuevas, 1947, pp. 381-385. 26 Gaceta del Gobierno Imperial de México, 20 y 22 de febrero de 1823, pp. 87-88 y 93-96. 27 Ver Mestas, sin año, pp. 136-137. 12 México no se consideraban válidos. También declaró derogados el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. CONSIDERACIONES FINALES El primer Imperio de México fue una constante lucha por implantar el sistema de gobierno monárquico, hasta que las fuerzas adversas a esas forma de gobierno orillaron al emperador Agustín de Iturbide a abdicar. A pesar de ello, el nuevo país fue capaz de mantener su independencia política de la metrópoli europea y su soberanía de ahí en adelante, aunque en este proceso de conformación nacional hubo de salvar enormes obstáculos. Las diferentes facciones que se habían reunido alrededor del Plan de Iguala no pudieron coexistir mucho tiempo. Con la abdicación de Iturbide se rompió el compromiso político que se había pactado. El fracaso del gobierno de Iturbide no eliminó el fervor monárquico de un fuerte grupo político del país. La idea de una autoridad monárquica volvió en varias ocasiones en la historia mexicana del siglo XIX, como en 1845, 1853 y 1861. Los proyectos monárquicos mexicanos representaron una alternativa real para la organización política durante los primeros años de vida independiente, tal como lo fueron los proyectos republicanos. El recorrido por las diversas manifestaciones de oposición al gobierno de Iturbide ha sido la base para que resaltaran diversas interrogantes, cuya respuesta permitirá profundizar en esta etapa histórica, entre ellas: ¿qué tuvo mayor peso en la derrota imperial, las disposiciones dictadas para dirigir los asuntos públicos o las corrientes políticas contrarias a la monarquía moderada de Iturbide?, ¿la masonería logró articular las diferentes tendencias políticas opositoras?, ¿cómo los republicanos lograron imponerse a los borbones, que aparentemente eran los más fuertes, para llegar a introducir sus principios en la nueva organización del gobierno de 1824?, ¿cuál fue la huella que dejó el Imperio de Iturbide dentro Oposición al Imperio de Agustín de Iturbide, 1821-1823 del proceso de formación del Estado mexicano en el siglo XIX? Pretendemos desarrollar estos cuestionamientos en el futuro para entender cómo arrancó el proceso de inestabilidad política de las primeras cinco décadas de la vida independiente del país. Con las sublevaciones contra Iturbide se iniciaron los constantes pronunciamientos para encumbrar y derrocar los jefes de gobierno, que pasaron de una República federal a la central, y que apoyaron o destruyeron otros intentos para establecer monarquías. Por ello, mi invitación para conocer y comprender más el Imperio de Agustín de Iturbide, ya que ha habido una renuencia por parte de los historiadores mexicanos para estudiarlo. SIGLAS AGN Y REFERENCIAS Archivo General de la Nación Centro de Estudios de Historia de México, Fondo de Iturbide CONDUMEX Anna, Timothy E., 1991 Imperio de Iturbide, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Bocanegra, José María, 1892 Memorias para la historia de México independiente. 18221846, México, Imp. del Gobierno Federal. Cuevas, Mariano, 1947 El libertador; documentos selectos de D. Agustín de Iturbide, México, Patria. Chávez, Ezequiel Adeodato, 1962 Agustín de Iturbide, libertador de México, México, Ed. Jus. Gaceta del Gobierno Imperial de México, varios números. Kharishnanda, Yogi, sin fecha Enciclopedia de Francmasonería, Barcelona, Antonio Roch Editor, 2 vols. 13 Krauze, Enrique, 1994 Siglo de caudillos, Biografía política de México (1810-1910), México, TusQuets Editores. Mestas, Alberto de, sin año Agustín de Iturbide, Emperador de México, Barcelona, Editorial Juventud. Rocafuerte, Vicente, 1984 Bosquejo ligerísimo de la Revolución de Mégico desde el grito de Iguala hasta la proclamación imperial de Iturbide su autor Vicente Rocafuerte un verdadero americano, México, Luz María y Miguel Ángel Porrúa (Edición facsimilar de 1822). Zavala, Lorenzo de, 1949 Umbral de la Independencia, México, Empresas Editoriales, S.A. 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