25 años: la exigencia de vivir el Evangelio

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Cartilla N°° 255
Abril de 2007
25 años: la exigencia de vivir el Evangelio
“Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las
obras, aunque no me crean a mi. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí
y yo en el Padre” (Jn 10,37-38)
P. Ricardo E. Facci
Al celebrar, contemplar, profundizar y agradecer en nuestros primeros 25 años de vida, como
Movimiento, debemos preguntarnos por las Obras del Padre a través de la evangelización en Hogares
Nuevos.
¡Cuántos frutos hemos podido contemplar en este puñado de años! No son pocos. Hemos visto
verdaderas conversiones después de haber recibido el anuncio kerigmático de la presencia de Cristo en
medio del hogar. Familias felices. Hijos que descubrieron a sus padres. Reconciliaciones familiares. ¡Cuántas
familias han crecido en su relación intrafamiliar! Nuevos hijos que nacieron fruto de un amor y generosidad
renovada. Familias que han logrado un mayor y profundo diálogo, una mejor relación intergeneracional.
Muchísimos han descubierto la Iglesia y se han insertado comprometidamente en ella.
¡Cuántos frutos! Ahora bien, ante estos signos, muchos no comprenden cómo puede existir aún, falta
de acogida, de parte de quienes deberían tener más interés en recibir un instrumento que ayuda a
evangelizar y consolidar a la familia. A muchos, de un modo u otro, les pasa algo similar. La falta de una
eclesiología profunda, abierta y generosa, no sólo conduce a no valorar la riqueza de nuevos carismas a
través de los Movimientos, sino la entrega, generosidad, búsqueda de servir a la comunidad con renovadas
iniciativas de un párroco generoso, de un Obispo que incansablemente recorre sus comunidades buscando
alcanzar la Salvación de Dios a todos los condiocesanos.
La exigencia es nuestra: hay que vivir el Evangelio. Por esto, me parece oportuno que reflexionemos
a la luz de las palabras de Benedicto XVI, que invitan a una relación de madurez, especialmente, porque el
Evangelio exige una apertura y amor a toda la Iglesia, esposa de Jesucristo. Estas palabras surgieron en un
diálogo entre los sacerdotes de Roma con el Santo Padre, realizado hace poco tiempo. Le hicieron varias
preguntas. Entre ellas le preguntaron sobre los Movimientos, lo siguiente: ‘El tema de esta pregunta fueron
los Movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, don providencial para nuestro tiempo, realidades con
un impulso creativo que viven la fe y buscan nuevas formas de vida para encontrar una justa colaboración
misionera en la Iglesia. Se pidió al Papa un consejo sobre cómo insertarse para desarrollar realmente un
ministerio de unidad en la Iglesia universal.
Respondió el Santo Padre: “Me parece que usted ha citado las fuentes esenciales de cuanto puedo
decir sobre los Movimientos. En este sentido, su pregunta es también una respuesta. (Algunos testimonios
que conozco dicen) que los Movimientos aceptan bien (la) función paterna del Pastor. Otros son más críticos
y dicen que los Movimientos no se insertan. Pienso que realmente las situaciones son diversas, todo
depende de las personas en cuestión.
Me parece que tenemos dos reglas fundamentales, de las que usted ha hablado. La primera regla
nos la ha dado san Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses: no extingan los carismas. Si el Señor
nos da nuevos dones, debemos estar agradecidos, aunque a veces sean incómodos. Y es algo hermoso que,
sin iniciativa de la jerarquía (no surgieron por disposición del Papa ni de Obispos), sino con una iniciativa de
la base, como se dice, pero también con una iniciativa realmente de lo alto, es decir, como don del Espíritu
Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como, por otra parte, han nacido en todos los siglos.
En sus comienzos (estas iniciativas) fueron siempre incómodas: también san Francisco fue muy
incómodo, y para el Papa era muy difícil dar, finalmente, una forma canónica (legislación de la Iglesia) a una
realidad que era mucho más grande que los reglamentos jurídicos. Para san Francisco era un grandísimo
sacrificio dejarse encastrar en este esqueleto jurídico, pero, al final, nació una realidad que vive aún hoy y
que vivirá en el futuro. Sólo quiero decir esto: en todos los siglos han nacido Movimientos. También san
Benito, inicialmente, era un Movimiento. Se inserta en la vida de la Iglesia con sufrimiento, con dificultad. Y
así también en nuestro siglo el Señor, el Espíritu Santo, nos ha dado nuevas iniciativas con nuevos aspectos
de la vida cristiana: vividos por personas humanas con sus límites, (que) crean también dificultades.
Así pues, la primera regla: no extinguir los carismas, estar agradecidos, aunque sean incómodos. La
segunda regla es esta: la Iglesia es una; si los movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se
insertan y sirven a la Iglesia, y en el diálogo paciente entre pastores y movimientos nace una forma
fecunda (...) y edificante.
Este diálogo se desarrolla en todos los niveles, comenzando por el párroco, el obispo y el Sucesor de
Pedro; en muchos casos la búsqueda ya ha dado su fruto.
Ahora, como síntesis de las dos reglas fundamentales, diría: gratitud, paciencia y aceptación
incluso de los sufrimientos, que son inevitables. También en un matrimonio existen siempre sufrimientos y
tensiones. Y, sin embargo, van adelante, y así madura el verdadero amor. Lo mismo sucede en la
comunidad de la Iglesia: juntos tengamos paciencia. (...) Estamos agradecidos al Espíritu Santo por los
dones que nos ha dado. Seamos obedientes a la voz del Espíritu, pero seamos también claros al integrar
estos elementos en la vida: este criterio sirve, al fin, a la Iglesia concreta, y así, con paciencia, con valentía y
con generosidad el Señor ciertamente nos guiará y nos ayudará.”
Los dones que siempre le pedimos al Señor ayudan muchísimo. Humildad y alegría. Sin la humildad
es muy difícil el diálogo de inserción y de acogida. Sin alegría no hay testimonio de la Obra de Dios.
Vale que la vivencia del Evangelio incomode. Que incomoden las nuevas propuestas, renovando
metodología, contenidos y ardor en la tarea evangelizadora. Si es así, ¡vale! Las Obras de Dios siempre
incomodan, cuestionan, ‘mueven el piso’, desinstalan. Para esto, nosotros debemos ser hombres de Dios.
Viviendo el Evangelio, especialmente en familia y en comunidad, Dios puede realizar grandes maravillas.
Que la celebración de estos 25 años nos motive fuertemente a un compromiso formal y misionero
con la necesidad de la Iglesia de llegar, evangelizar, consolidar y fortificar a las familias de nuestro tiempo.
Oración
Señor Jesús,
te damos gracias por regalarnos el don de servir a la Iglesia en las familias,
un carisma que responde a las necesidades de nuestro tiempo,
al grito silencio de cada hogar que pide ayuda, guía y luz.
Te pedimos que nuestro trabajo evangelizador
responda a un profundo amor por la Iglesia y su misión,
también, ayúdanos a crecer en la madurez,
para valorar todos los demás carismas que cubren de flores
el jardín de tu Esposa.
Siempre, juntos por tu Iglesia. Amén.
Trabajo Alianza (Dialogar esta cartilla con los hijos)
1.- ¿Valoramos la Obra de Dios en Hogares Nuevos? ¿En qué lo descubrimos?
2.- En nuestra familia, ¿somos abiertos a todas las realidades eclesiales?
3.- ¿Incomoda la vivencia del Evangelio en nuestra familia?
Trabajo Bastón
1.- Analizar la relación de nuestra comunidad con las demás realidades eclesiales.
2.- ¿En qué aspectos debemos madurar aún para que se acreciente nuestro aporte, desde nuestro carisma, a
las demás realidades eclesiales?
3.- ¿En qué debemos acrecentar nuestro compromiso para que la Iglesia se beneficie más aún con nuestro
carisma?
4.- Dialogar algún aspecto de la cartilla que nos ayude a crecer en el amor a la Iglesia.
5.- Comentar las dos reglas propuestas por el Santo Padre para crecer en la comunión eclesial.
Celebrando las Bodas de Plata.
Todavía hay tiempo para compartir la peregrinación a Roma del 16 al 22 de septiembre.
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Reserva esta fecha: 11 de noviembre. Gran Encuentro Nacional, nos enlazaremos tecnológicamente todos
2 los
miembros de la Obra, desde Luján (Argentina) hacia todos los demás países.
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