Invasiones Inglesas

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Año 8
BUENOS AIRES, JULIO DE 2006
Núm. 54
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La economía española
dependía estrictamente de los
metales preciosos extraídos de
América. En Potosí, en el Alto
Perú, se encontraba una de las
minas que suministraba mayor
cantidad de plata a la corona y
parte del tesoro pasaba por el
puerto de Buenos Aires.
Dentro del plan de reformas
implantadas por la dinastía
borbónica, en 1776, se crea el
Virreinato del Río de la Plata,
con capital en Buenos Aires.
La corona busca una mayor
centralización y control de la
administración del inmenso
imperio colonial. La
importancia estratégica y
económica de la región del Río
de la Plata queda reflejada en
la preocupación española y en
las ambiciones británicas.
Antes de los ataques a las
naves españolas en 1804, hubo
una reunión en Londres, donde
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¿POR QUÉ BUENOS AIRES?
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La historia es memoria, presente y futuro
del gabinete británico: España
se ve obligada a participar en
la guerra. Esta situación va a
tener directas consecuencias
en el Río de la Plata, cuya
apropiación desde
aproximadamente diez años
atrás estaba en los planes
británicos.
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mantener su supremacía marítima mientras la Francia
napoleónica busca consolidar
su expansión territorial.
Ambas se enfrentan en 1804
cuando, frente al puerto
francés de Brest, una flota
británica captura naves
españolas provenientes del Río
de la Plata, que trasladaban
metales preciosos extraídos de
América.
En tiempos de economía
mercantilista, la posesión de
las minas productoras de gran
parte del metálico circulante en Europa daba a España y a sus posesiones
americanas un lugar fundamental y de trascendente control. Las agresiones
inglesas sobre naves españolas consiguen el objetivo
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siglo XIX Europa se ve
convulsionada por la inminente
guerra entre Francia y Gran
Bretaña por el control de
puntos estratégicos en el
Mediterráneo, pero el motivo
de fondo era dirimir cuál de las
dos sería la potencia
hegemónica en el continente.
El conflicto desata un
complejo sistema de alianzas
donde la neutralidad no será
tolerada. Puntualmente se
buscaría forzar la participación
de España, poseedora del
mayor imperio colonial.
Gran Bretaña intenta
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En los primeros años del
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“Son en efecto las dos incursiones llevadas
adelante por fuerzas británicas en 1806 y 1807
las que introducen bruscamente al Río de la
Plata en el conflicto mundial”.
Halperín Donghi
el primer ministro británico
William Pitt, el primer lord del
almirantazgo Henry Melville y
el comodoro Home Popham
analizaron estrategias a
implementar en los territorios
coloniales españoles.
Popham había compartido
proyectos con el venezolano
Francisco Miranda, propulsor
de la independencia, con
respecto al apoyo británico en
los planes de emancipación
americana y la instalación de
posesiones militares inglesas.
El comodoro inglés elabora un
informe acerca de la situación
de las colonias, conocido como
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comerciantes monopolistas y
esto se relacionará con los
preparativos para recuperar la
ciudad.
Se organizan planes, algunos
extremadamente audaces
como los de hacer del centro
de la ciudad un campo minado,
hasta otros, más razonables y
posibles, como los de intentar
reconquistar la capital con sus
propios recursos.
El capitán de fragata de origen
francés, Santiago de Liniers, a
las órdenes de la corona
española, se dirige a
Montevideo para organizar
desde allí una expedición
reconquistadora. En la
campaña, el criollo Juan
Martín de Pueyrredón reúne
una fuerza de 1000 paisanos
que enfrentan a una columna
inglesa en Perdriel, pero son
derrotados y obligados a
dispersarse.
En Montevideo, con la
colaboración del gobernador
de esa ciudad, Pascual Ruiz
Huidobro, Liniers logra reunir
un ejército de 550 soldados y
400 milicianos para
reconquistar la ciudad de
Buenos Aires. El 4 de agosto
desembarcan en el Puerto de
las Conchas (hoy Tigre),
marchan hacia el centro de la
ciudad, pasando por San
Fue un Capitán del Ejército británico que llegó con la primera
invasión inglesa al Río de la Plata en 1806. Durante la ocupación
de la ciudad fue “Comisario de Prisioneros” y tomó contacto con
intelectuales de la ciudad. Escribió un relato sobre la primera
invasión en donde muestra las costumbres del Río de la Plata y
recoge expresiones de la opinión pública en los momentos
previos a la Revolución de Mayo. Sus observaciones se
transformaron en fuentes de enorme valor acerca de los hechos
de los que fue testigo y protagonista. Al producirse la
Reconquista fue confinado a San Antonio de Areco y a
Calamuchita, donde pudo recoger impresiones sobre las
provincias que fueron volcados en su obra Buenos Aires y el
interior.
“A partir del 12 de agosto, podemos dar esa fecha como origen
de su carácter militar, empezaron los criollos a conocer su propia
importancia y su poder como pueblo, y aunque tengan pocos
motivos para regocijarse por el triunfo sobre nada más que un
regimiento efectivo, no obstante, el resultado les infundió una
confianza general en sí mismos, un nuevo espíritu caballeresco
entre todos y una consciencia de que eran no solamente iguales
en valentía, sino superiores en número a esas legiones más
regulares con que habían cooperado, y por las cuales hasta aquí
habían sido mantenidos en sujeción tan largo tiempo”.
Gillespie, Alexander, Buenos Aires y el Interior, Buenos Aires, El
elefante blanco, 2000.
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Pedro de Arce se adelantó
hasta Quilmes en un intento
fracasado por detener a los
ingleses. Al día siguiente las
tropas británicas encabezadas
por el Regimiento 71 de
escoceses atacan en el Puente
de Gálvez (hoy Puente
Pueyrredón). El virrey
Sobremonte abandona la
ciudad sin ofrecer resistencia
y se refugia en Luján.
El 27 de junio las tropas de
Beresford consiguen cruzar el
Riachuelo, continúan su
avance y logran apoderarse de
Buenos Aires que capitula.
Los británicos toman el fuerte
e izan su bandera.
Los 46 días de la ocupación
británica de Buenos Aires se
caracterizaron por la
moderación. Los esfuerzos de
Beresford se concentraron en
lograr el apoyo de los sectores
dominantes; mantiene en sus
cargos a todos los funcionarios
y declara que no estaba entre
los intereses británicos
favorecer la emancipación de
los esclavos. Los cambios
comienzan a darse luego de un
mes de la ocupación: el 4 de
agosto de 1806 es establecido
el Libre Comercio. Al tomarse
medidas que afectan a la
actividad mercantil, se produce
la reacción de los
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Desde el 8 de junio de 1806 la
flota británica se encontraba
frente a las costas de la Banda
Oriental. Recién el 25 de junio
las tropas comandadas por
Beresford cruzan el Río de la
Plata y desembarcan en
Quilmes con 1600 soldados de
infantería. En Buenos Aires el
virrey Sobremonte, que había
movilizado a las milicias, se
prepara con su escasa tropa
veterana a resistir el ataque.
Una fuerza de vanguardia
comandada por el coronel
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PRIMERA INVASIÓN.
ASALTO A BUENOS AIRES
Y RECONQUISTA (1806)
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importantes posesiones en la
India y, sobre todo, para evitar
que este punto caiga en manos
francesas. En este contexto
parte una expedición al África
en la que viajan Popham y
Beresford. No cuentan con
instrucciones de Londres para
llegar hasta el Río de la Plata.
Popham piensa que en poco
tiempo le llegará la orden de
atacar Buenos Aires. Al
embarcarse lleva consigo su
“Memorial”.
En Buenos Aires, el virrey
Sobremonte se alarma ante la
presencia de naves inglesas en
Brasil y moviliza las tropas.
Las fuerzas inglesas
conquistan fácilmente el Cabo
de Buena Esperanza en enero
de 1806 y Home Popham
queda a la espera de la
autorización del ataque al Río
de la Plata.
“La invasión de Buenos Aires
no fue planeada ni autorizada
por el gobierno británico.
Conducida por Sir Home
Popham, fue más bien un
desvío de una expedición
reciente contra los holandeses
en Ciudad del Cabo. Pero
aunque Popham actuó sin
órdenes, las noticias de su
aventura fueron bien recibidas
en Londres: el comercio y la
industria británicos estaban
padeciendo las consecuencias
del control que Napoleón
ejercía en casi toda Europa, lo
que le impedía el acceso a los
mercados europeos. La
perspectiva del comercio en
Hispanoamérica a través de
Buenos Aires se presentaba
como una alternativa
necesaria, e inmediatamente
se hicieron planes para
consolidar el control enviando
una segunda expedición”.
(Rock, David, Argentina
1516-1987. Desde la
colonización española hasta
Raúl Alfonsín, Buenos Aires,
Alianza, 1989).
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“A partir de la creación del Virreinato del Río de la Plata, Buenos
Aires, su capital, se convierte en escenario de grandes
transformaciones.
En franca competencia con la capital limeña, y movidos por un
espíritu de progreso, los últimos virreyes procuran su
embellecimiento, mejorar sus servicios y legitimar su estratégica
posición de cara al mar para reafirmarla como centro comercial del
Atlántico, situación que, por otra parte, supo aprovechar para
burlar el monopolio y desarrollar el contrabando.
Una ciudad dividida en cuadras, sin empedrado, y cruzada por
riachos complicaba la vida del porteño los días de lluvia, una vida
despojada de comodidades pero sin mayores sobresaltos,
alterada cada tanto por alguna plaga de insectos, la coronación
de algún monarca o las festividades religiosas.
Había algunas pocas casas de altos, pertenecientes a las familias
más acomodadas, que dejaban oír la música y los bailes de sus
tertulias a través de sus ventanas. De los edificios públicos se
destacaba el Cabildo. Rigiendo el ritmo de la ciudad, concentraba
su mirada en la plaza Mayor, eje del bullicio y de la actividad
política y comercial.
Y asomando entre la chatura de las construcciones, las cúpulas
de las iglesias, anunciaban al viajero el profundo espíritu
religioso de su población.
Como un buen síntoma de su crecimiento, al comenzar el siglo
XIX Buenos Aires contaba con casi 40.000 almas, entre
españoles y criollos, blancos, negros, indios y mulatos.
Sin embargo, la llegada de los ingleses en 1806 pondrá en
evidencia los conflictos internos de la ciudad, por un lado, el
grupo de comerciantes españoles amparados por el monopolio
vigente, y la ineptitud de la burocracia imperial para responder a
una situación de crisis, por el otro, el surgimiento de un nuevo
grupo de poder encabezado por los criollos que se disponen a
organizar las milicias urbanas para su defensa”.
Catálogo de la muestra documental Reconquista y Defensa de
Buenos Aires 1806-1807, año 2001.
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LA CIUDAD EN TIEMPOS
DE LAS INVASIONES INGLESAS
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Gran Bretaña, a partir de la
Revolución Industrial, se
encontraba en pleno proceso
de producción de
manufacturas, para lo cual
necesitaba mercados
consumidores y productores
de materias primas.
Los planes de Popham no se
concretaron en los tiempos
que él había previsto, el
devenir de la guerra europea
aconsejó esperar. En esa
situación llegan a él informes
acerca de la debilidad
defensiva de la colonia
holandesa de Cabo de Buena
Esperanza en el sur africano.
Cuenta también con
información confidencial que
indica que se hallan
desguarnecidos Montevideo y
Buenos Aires y que con sólo
1000 soldados se pueden
conquistar ambas ciudades.
Viaja a Londres, manifiesta la
necesidad de aprovechar la
situación y recibe el apoyo de
Pitt. Es decisiva la importancia
estratégica que la apropiación
del Cabo tiene para los
intereses ingleses, con
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el “Memorial de Popham”, en
el que propone que una vez
comenzada la guerra con
Francia, se alentaría una serie
de sublevaciones en puntos
estratégicos de América,
como Venezuela y Nueva
Granada y, paralelamente, se
produciría el desembarco de
Popham en Buenos Aires. El
proyecto británico incluía
propiciar la declaración del
Libre Comercio, puesto que
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la ciudad.
Ante los dramáticos
acontecimientos, el 1 de
noviembre se reúne una Junta
de Guerra en Buenos Aires,
en la cual se le recrimina a
Sobremonte su falta de
autoridad y organización de la
defensa. El virrey parte al
interior y esto provoca una
gran reacción del pueblo que
exige presentar batalla.
El 3 de febrero Santiago de
Liniers se encuentra en
Colonia y sin fuerzas
suficientes se enfrenta al
enemigo. Es vencido y el
gobernador Ruiz Huidobro es
tomado prisionero. En
consecuencia, Liniers decide
volver a Buenos Aires para
organizar la defensa.
El Cabildo de Buenos Aires ya
estaba preparando la
estrategia para combatir la
inminente invasión. Entre sus
funcionarios se destaca Martín
de Álzaga, quien convoca a
una Asamblea Extraordinaria
con autoridades y los
principales vecinos de la
ciudad. Liniers y los jefes de
los regimientos voluntarios
también participan, la voluntad
popular se manifiesta a través
de panfletos, pidiendo la
renuncia de Sobremonte y la
proclamación de Liniers. A
raíz de ello, el 10 de febrero
Sobremonte es destituido y en
los hechos la autoridad queda
en manos de Liniers.
El 10 de mayo llega al Río de
la Plata Whitelocke, designado
por la corona británica como
Comandante en Jefe de todas
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“El pueblo de Buenos Aires se enorgulleció mucho de (...) haber
superado el mayor desafío de la historia de la ciudad. Frente a la
amenaza británica, años de riña por los problemas del comercio
cedieron ante la marea de un sentimiento patriótico rayano en la
pasión de una cruzada religiosa.(...)Las invasiones británicas de
1806-1807 echaron por tierra la administración española. El
ejército regular había sido derrotado por Popham y Beresford. El
virrey había huido y poco después fue depuesto. La victoria
había sido conseguida por Álzaga, el Cabildo y una milicia
irregular ad hoc de 8000 hombres que había sido creada entre la
derrota de Beresford y la llegada de Whitelocke.
La milicia había sido formada por Santiago de Liniers, un marino
francés empleado en la armada española, y estaba formada en
gran medida por gente común dividida en regimientos separados
de criollos, negros y españoles. En 1807, a la espera de la llegada
de un sucesor permanente al deshonrado Sobremonte, Liniers se
convirtió en virrey interino, y con su ejército, Álzaga y el Cabildo
gobernaron Buenos Aires.”
Rock, David, Argentina 1516-1987. Desde la colonización
española hasta Raúl Alfonsín, Buenos Aires, Alianza, 1989,
pp. 112-113.
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mercados coloniales españoles
es una aspiración del gabinete
británico de Grenville, apoyada
por los grupos comerciales.
Europa se ve afectada por la
política de expansión de
Napoleón Bonaparte que
incluye la idea de bloqueo
continental, es por eso que
hacia fines de 1806, Francia
decreta el cierre de las costas
europeas al comercio
británico. Esto acelera los
planes ingleses de invasión en
búsqueda de mercados en
América del Sur. Llegan al Río
de la Plata dos expediciones
enviadas desde Londres hacia
América del Sur, comandadas
por Samuel Auchmuty y
Robert Craufurd. También
llegan refuerzos desde el Cabo
de Buena Esperanza que no
estaban enterados de la
derrota inglesa en Buenos
Aires. Resuelven atacar, esta
vez, Montevideo. La ciudad es
cañoneada desde la costa el
28 de octubre de 1806, al día
siguiente recalan en
Maldonado y efectivos
ingleses enfrentan a una
pequeña fuerza española que
es derrotada. Montevideo
queda en manos inglesas.
Ante la noticia, la población
comienza a armarse. El
gobernador Ruiz Huidobro
lanza una proclama por las
calles llamando a la
movilización de hombres,
mujeres y niños y se enfrenta
a los británicos con su ejército
de 3000 hombres que son
derrotados. Esta acción
permite que los ingleses sitien
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Los móviles económicopolíticos que habían impulsado
la primera incursión británica
mantenían su vigencia, así
como también la estrategia de
ocupar puntos de importancia
geopolítica. El dominio de los
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LA SEGUNDA INVASIÓN
INGLESA
AL RÍO DE LA PLATA
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La ciudad que venció a los
británicos no va a ser la
misma.
Sobremonte fue la víctima
política de la primera invasión.
Su accionar frente a las
urgencias que fue, sin duda,
demasiado lento, se suma a las
críticas cosechadas por su
gestión, generando un
movimiento de opinión popular
que se opondrá públicamente a
la figura del virrey. Designado
Liniers como capitán general,
Sobremonte se va a
Montevideo.
Quedan como responsables de
la defensa de la ciudad, el
Cabildo, institución a la que los
últimos hechos le habían
otorgado mayor prestigio y
Liniers, reconocido como jefe
militar y héroe popular. La
ciudad en la cual uno de los
grupos más poderosos era la
elite mercantil ve surgir un
nuevo grupo social, con
creciente reconocimiento y
poder, que son los jefes de
regimientos y milicias. Este
proceso de progresiva
militarización se advierte en el
establecimiento de un servicio
militar obligatorio para los
vecinos entre 16 y 50 años,
con ejercicios diarios. Las
mutaciones en las bases del
poder político y militar, así
como la creación de canales
de participación no sólo para
peninsulares sino también y
especialmente para criollos,
son cambios que tendrán
consecuencias decisivas en el
desarrollo de los hechos
posteriores.
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ENTRE LAS DOS
INVASIONES
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reconquistador, de gobernador
interino, político y militar; y se
excluyó del mando al marqués
de Sobremonte al cual se le
pasó oficio por el Ilustrísimo
Cabildo en nombre de todo el
pueblo suplicándole se
retirara”.
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Pablo Olivieri
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Regimiento de Caballería de Blandengues de la Patria; Húsares
de Pueyrredón; Regimiento de Patricios; Cuerpo de Voluntarios
Patriotas de La Unión; Tercios de Miñones; Compañía de
Cazadores Correntinos; Tercio de Gallegos; Tercio de Vizcaínos;
Compañía de Artillería de Indios, Pardos y Morenos; Tercio de
Andaluces; Batallón de Naturales, Pardos y Morenos;
Escuadrón de caballería de Carlos IV; Cuerpo de Arribeños;
Escuadrón de Migueletes; Compañía de Cabos y Sargentos;
Tercio de Montañeses o Cántabros de La Amistad; Tercer
Escuadrón de Húsares o Húsares de Nuñez; Compañía de
Granaderos de Infantería, de Fernando VII o Provinciales;
Cuerpo de Morenos; Escuadrón de Quinteros y
Labradores.
Uniformes de la Patria. Comando en Jefe del Ejército, Reseña
histórica y Orgánica del Ejército Argentino, Buenos Aires,
Círculo Militar, 1972.
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REGIMIENTOS Y MILICIAS
QUE ACTUARON
EN LAS INVASIONES INGLESAS
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Reconquista) y la de la Catedral
(actual San Martín), obligando
nuevamente a los británicos a
retroceder. Liniers, comandando
la carga final, ataca por las calles
adyacentes a la Catedral. Así
cubre las arterias norte y oeste
hacia la Plaza, rodeando a los
británicos.
El ejército reconquistador
desaloja a los ingleses de la
Catedral, de todos los edificios
vecinos a la Plaza y del
Cabildo. En retirada, los
invasores se repliegan a la
azotea de la Recova y
continúan el fuego. La plaza
está ocupada por la caballería
de voluntarios y una parte de
la infantería se ubica bajo los
arcos del Cabildo. El fuego
continúa y el comandante don
Juan Martín de Pueyrredón
logra arrebatar una bandera
del famoso Regimiento 71 de
escoceses.
La ciudad ha sido
reconquistada por sus
soldados, milicianos y la
voluntad de sus habitantes.
Liniers recibe a Beresford y le
reconoce las heroicas
acciones de su ejército.
Finalmente el general inglés se
rinde.
Cuando el 14 de agosto se
reúne el Cabildo Abierto, se
plantea el problema de la
soberanía popular, por la que
para asegurar su defensa sólo
el pueblo tiene autoridad para
designar su gobierno. Dice
Juan Manuel Beruti en sus
Memorias que la reunión
terminó con la “designación
del señor Santiago de Liniers y
Bremond, caballero de la
orden de San Juan, Capitán de
navío de la Real Armada, su
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Isidro, y acampan en
Chacarita y en los Corrales de
Miserere. En su paso hacia el
encuentro con las tropas
británicas, cientos de
voluntarios se incorporan a las
fuerzas de la Reconquista y
también se suman los paisanos
de Pueyrredón. El 10 de
agosto avanzan sobre El
Retiro. Al día siguiente las
fuerzas de Liniers enfrentan y
derrotan a un destacamento
inglés, lo que les permite
avanzar sobre la Plaza Mayor,
donde se encuentran
atrincheradas las tropas de
Beresford, y dominar los
principales accesos y edificios
que la rodean.
El 12 de agosto las fuerzas de
Liniers en una violenta lucha
atacan el centro de la ciudad.
Los británicos son forzados a
encerrarse y buscar refugio en
el Fuerte. El ejército miliciano
contaba para ese momento
con alrededor de 4000
hombres, no todos armados ni
organizados. Bajo una intensa
lluvia, los habitantes de la
ciudad ayudan a trasladar
armas y cañones. Mientras
tanto, Beresford y sus
hombres están bloqueados y
sin comunicación con las
fuerzas de apoyo en la
campaña. Es entonces cuando
los regimientos amparados por
la neblina se deslizan por las
calles, evitando el fuego inglés,
e inician el ataque, llegando
hasta muy cerca de la Plaza
Mayor. Detrás de ellos avanza
el resto de las milicias. La
caballería de voluntarios
seguida por parte de la
infantería entra por las calles
de La Merced (actual
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BUENOS AIRES, JULIO DE 2006
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Núm. 54
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Jefe de Gobierno
Lic. Jorge Telerman
Ministra de Cultura
Arq. Silvia Fajre
Subsecretaria
de Patrimonio Cultural
Arq. María de las Nieves
Arias Incollá
Publicación preparada por el
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GOBIERNO DE LA CIUDAD
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CRISIS DEL IMPERIO ESPAÑOL
“ (...) Cabe preguntarse si la monarquía hispánica actúa como un
Estado de cara al conjunto de los naturales de sus distintas
coronas. Debemos tener en cuenta que la cuestión atañe a la
operatividad de un Estado soberano (...). De lo que se trata es de
averiguar si funciona un Estado único y soberano, en el doble
sentido de la ausencia de disponibilidad de su definición
territorial frente a voluntades disgregadoras o agresiones
externas y del monopolio de producción de la ley positiva en un
sistema jurídico sometido al imperio de la ley (...). La soberanía
como conservación del Estado se nos presenta efectiva, mientras
que la soberanía normativa hacia adentro no logra imponerse (...).
Veamos, pues, por partes. Archivos judiciales (...): si bien el rey
es el juez supremo, el derecho civil imperante y el arte de juzgar
no están sometidos al capricho de su voluntad (...). Archivos
militares y diplomáticos: es allí donde parece formarse la
soberanía; allí se encuentran los indicios de una estatidad
creciente; es el mundo de la conservación y reputación”.
Guerra, François-Xavier, Los espacios públicos en Iberoamérica.
Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII y XIX, México, F.C.E.,
1998, pp.33-36.
BIBLIOGRAFÍA
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actuación y transformación de
las milicias criollas en Buenos
Aires (1806-1811), en Boletín
Nº 11 del Instituto Histórico de
la Ciudad de Buenos Aires,
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espacios públicos en
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- Halperin Donghi, Tulio, Historia Argentina. De la revolución
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confederación rosista, Paidós,
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(Asesor), Crónica Argentina,
Buenos Aires, Codex, 1972.
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Buenos Aires. Sus nombres
desde la fundación hasta
nuestros días, Buenos Aires,
Instituto Histórico de la Ciudad
de Buenos Aires, 2003.
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Buenos Aires. 1806-1807.
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invasiones inglesas, 2001.
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Comando en Jefe del Ejército,
Reseña histórica y Orgánica del
Ejército Argentino, Buenos
Aires, Círculo Militar, 1972.
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Si analizamos la Revolución de
Mayo como un proceso
histórico, las invasiones
inglesas marcan un punto de
partida en cuanto a la
transformación de la sociedad
colonial y es aquí cuando
comenzará a plantearse la
posibilidad de ruptura con la
metrópoli.
Más allá de la victoria por las
armas, las invasiones inglesas
evidencian las profundas fallas
del imperio español en cuanto a
lo administrativo, institucional y
militar. En 1808, ante el vacío de
poder, Liniers será nombrado
virrey del Río de la Plata.
La reconquista y defensa fue
responsabilidad y mérito de los
habitantes de la ciudad y no de
la corona española. Los criollos,
como parte fundamental de las
fuerzas que defienden la ciudad,
se reconocen a sí mismos como
grupo y a partir de los hechos
toman conciencia de su
potencial fuerza autónoma y de
un profundo sentimiento de
libertad.
Pese a las operaciones de
inteligencia inglesa, la actitud de
los hispanoamericanos ante las
invasiones indica que no tenían
intenciones de cambiar un amo
por otro. Dijo Mitre: “Fue esta
una verdadera revolución, y la
primera en que ensayó su
fuerza el pueblo de Buenos
Aires preparándose para otra
no lejana y de género más
sublime”.
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DESPUÉS
DE LAS INVASIONES
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saluda la gloriosa victoria de
Buenos Aires.
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La situación llega a su punto
culminante. Las columnas
inglesas no pueden llegar a la
Plaza porque son atacadas por
el Regimiento de Patricios,
comandados por Cornelio
Saavedra, y los jefes ingleses
se refugian en la iglesia de
Santo Domingo.
La carga de las milicias de la
ciudad es incontenible. Los
ingleses intentan resistir, pero
son acribillados por el fuego de
los milicianos quienes en la
jornada del 5 de julio logran la
victoria. El 7 de julio
Whitelocke se rinde y en la
capitulación se impone a los
ingleses abandonar tanto
Buenos Aires como
Montevideo. Toda América
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VICTORIA
DE BUENOS AIRES
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calculaban era que las tropas de
la ciudad habían crecido
considerablemente en número y
en volumen de fuego. La
estrategia de las milicias fue
atrincherarse en las azoteas y
casas y lanzar sobre las
columnas inglesas además de
balas y granadas, armas
caseras, piedras, ladrillos y
frascos de fuego. Toda la
ciudad se transformó en un
campo de batalla con enorme
cantidad de bajas. A pesar de
ellas los ingleses siguen
avanzando hacia sus objetivos,
que al ocuparlos enarbolan sus
banderas. Whitelocke estaba sin
conexión directa con las tropas
de ataque, recibe noticias de los
triunfos en la ciudad y
descuenta que en poco tiempo
sabrá de la victoria final.
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Rendición de Beresford
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En 1808 la nomenclatura oficial sufrió por primera vez una
transformación total. En ese año desaparecieron todas las
denominaciones anteriormente citadas, y las calles y las plazas
recibieron los nombres de los héroes de la Reconquista y
Defensa de Buenos Aires ante las invasiones inglesas. En el
conocido como “Manifiesto de Berlanga”, militar e ingeniero
español, se explican las razones para incorporar cada uno de
estos nuevos nombres.
Alberto Piñeiro, Barrios, calles y plazas de la ciudad de
Buenos Aires. Origen y razón de sus nombres, Buenos Aires,
IHCBA, 1997.
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LOS PRIMEROS CAMBIOS
EN LA NOMENCLATURA URBANA
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final: “Vencer o morir” y
avanzan aclamadas por el
pueblo, que sale a las calles. Se
enfrentan en Miserere y son
derrotados y perseguidos hasta
los suburbios de la ciudad que
en ese entonces llegaban hasta
la actual avenida Callao. Los
ingleses no toman
inmediatamente la ciudad ya
que reciben la orden de
replegarse en Miserere.
La figura que va a tomar un
importante protagonismo en
estas horas de definición es la
de Martín de Álzaga, alcalde de
primer voto, quien convoca a
reunir fuerzas y armas en la
Plaza Mayor. Obstinadamente
se niega a capitular diciendo que
no son necesarios los generales
y había que prepararse para
defender “cada calle, cada casa
y cada metro de terreno. La
resistencia será así el resultado
de la espontánea intervención
en la lucha de todos los
habitantes, sin distinción de
clases, edades ni sexos”
(Ibídem, p. 68).
Liniers llega a la ciudad con
1000 soldados y acepta las
medidas de Álzaga. La ciudad
se arma, las tropas se instalan
en las azoteas y en las calles y
esperan el momento de la
batalla.
Finalmente comienza el 5 de
julio con una carga cerrada de
la artillería inglesa que avanza
buscando ocupar los edificios
cercanos a la Plaza.
Curiosamente los ingleses
tienen orden de entrar a la
ciudad con sus armas
descargadas. Esto será
explicado posteriormente por
Whitelocke en la Corte Marcial,
quien alegó que no tenía sentido
cargar sobre la gente que
estaba escondida. El plan era
llegar a la línea del río y después
tomar puntos estratégicos: Plaza
de Toros, Hospital de la
Residencia y las iglesias de Las
Catalinas, La Merced, Santo
Domingo y San Francisco, para
nuclearse en la Plaza Mayor y
desde allí tomar la ciudad.
Lo que los británicos no
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El 28 de junio las tropas inglesas
desembarcan en Ensenada sin
encontrar oposición armada. Al
día siguiente, en Buenos Aires,
Liniers tiene las tropas
preparadas y lanza la consigna
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BUENOS AIRES
Y LA DEFENSA (1807)
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las fuerzas británicas en América del Sur y Gobernador de los
territorios conquistados.
La propaganda inglesa, que
busca el apoyo de la población,
se hace a través del periódico
La Estrella del Sur publicado
por Auchmuty con colaboración
de Aniceto Padilla. En él invitan
a entregarse a los nuevos amos,
pero son pocos los que apoyan
esta idea. Al respecto la opinión
de Belgrano es: “tener el amo
viejo, o ninguno”, pero esta no
era la impresión que tenían los
ingleses. Dirá Whitelocke
posteriormente en su juicio: “A
mi llegada esperaba encontrar
una gran porción de los
habitantes preparados a
secundar nuestras miras; pero
resultó ser un país
completamente hostil, en el cual,
ni por conciliación, ni por
interés, nos era posible dar con
un amigo que nos ayudase,
aconsejase ni proporcionase los
datos más insignificantes (...).”
(Pérez Amuchástegui, A. J.,
Crónica Argentina, Buenos
Aires, Codex, 1972, p. 59).
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Iglesia de Santo Domingo
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BUENOS AIRES, JULIO DE 2006
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P á g . 4
Avda. Córdoba 1556, 1er. piso
(1055) Buenos Aires
Tel: 54 11 4813-9370 / 5822
E-mail: [email protected]
Directora General:
Lic. Liliana Barela
Jefa Depto. Investigación:
Prof. Lidia González
Investigación y textos:
Laura Martino
Susana Vega
Edición:
Rosa De Luca
Marcela Barsamian
Diseño:
Fabio Ares
Archivo:
Biblioteca y Archivo Técnico
del Instituto Histórico
Testimonio de Manuel Belgrano acerca de la primera invasión inglesa
“[…] no habiendo tropas veteranas ni milicias disciplinadas para oponer al enemigo, venció éste todos los pasos con la
mayor facilidad […].
Confieso que me indigné […] todavía fue mayor mi incomodidad cuando vi entrar las tropas enemigas y su despreciable
número para una población como la de Buenos Aires: esta idea no se apartó de mi imaginación, y poco faltó para que me
hubiese hecho perder la cabeza: me era muy doloroso ver a mi patria bajo otra dominación, y sobre todo en tal estado de
degradación que hubiese sido subyugada por una empresa aventurera, cual era la del bravo y honrado Beresford, cuyo
valor admiro y admiré siempre en esta peligrosa empresa”
Manuel Belgrano, Autobiografía
a) ¿A qué causas atribuía Belgrano la ocupación de Buenos Aires por los ingleses?
b) ¿A qué territorio creen que llamaba “patria” ¿Por qué?
c) ¿Por qué creen que expresaba sentimientos de admiración hacia el jefe inglés?
Fragmento de un artículo periodístico publicado en Londres después de la derrota de la segunda invasión.
“El ataque, de acuerdo con el plan preestablecido, se llevó a cabo el 5 de julio, y los resultados fueron los previsibles.
Las columnas se encontraron con una resistencia decidida. En cada calle, desde cada casa, la oposición fue tan resuelta y
gallarda como se han dado pocos casos en la historia. La consecuencia fue que el plan de operaciones se frustró […].
El comandante en jefe parece haber estado en la más perfecta ignorancia tanto acerca de la naturaleza del país como
sobre el monto y carácter de la resistencia que debía esperar. Con el propósito, suponemos, de evitar un encuentro
molesto, desembarca a treinta millas del lugar donde debía operar, prosigue su marcha a través de un territorio lleno de
pantanos, cortado por riachuelos, y finalmente, con ejército jadeante y exhausto, se asienta frente a una plaza fortificada
enteramente, en la cual, según el tenor de su despacho, llovían sobre él metrallas desde todas las esquinas y, desde los
techos de las casas, mosquetazos, granadas de mano, ladrillos y piedras. Bajo estas circunstancias, lo notable no es que no
haya tenido éxito, sino que haya podido escapar de la dificultad en la que se hallaba envuelto, y obtener las condiciones
favorables que le fueron concedidas. El general Whitelocke ha demostrado más talento como negociador que como
comandante de una fuerza de operaciones. […]
[…] este ha sido un desgraciado asunto del principio al fin. Los intereses de la nación, así como su prestigio militar, han
sido seriamente afectados. El plan original era malo y mala fue su ejecución. No hubo nada de honorable o digno en él;
nada a la altura de los recursos o el prestigio de la nación. Fue una empresa sucia y sórdida.
The Thimes, Londres, 14 de septiembre de 1807
a) ¿Cómo describe este artículo la resistencia de los habitantes de Buenos Aires? Subrayar los adjetivos que utiliza
para calificarla.
b) Analizar las causas a las que atribuye el fracaso inglés.
c) ¿Cómo caracteriza al comandante Whitelocke?
d) Explicar el sentido del último párrafo
Martes 15 de enero de 2013 | 02:56
Detalles inesperados de las Invasiones Inglesas
Opinión
Por Rolando Hanglin | Para LA NACION
Últimamente, se han conocido detalles inesperados de las Invasiones Inglesas. Sobre todo, gracias a las
investigaciones realizadas en los propios archivos británicos por autores argentinos como Carlos Roberts y
Rodolfo Terragno. El tema es vasto, lleno de conquistas y reconquistas, cambios de táctica, correos secretos,
conspiraciones, movidas internacionales, fugas de película y batallas desiguales. No pretendemos agotarlo sino
sólo rescatar algunas perlas en homenaje a la publicación del extraordinario libro de Bernardo Lozier Almazán:
William Carr Beresford, gobernador de Buenos Aires.
Básicamente, hubo dos invasiones inglesas. La primera en 1806, encabezada por el general Beresford y el
almirante Home Riggs Popham. Esta operación tuvo éxito: a pesar de su reducida tropa (1.700 hombres), la
ciudad fue tomada, se izó la bandera inglesa y Beresford se convirtió en gobernador, cargo que ejerció durante 46
días, desde el 27 de junio hasta el 12 de agosto. En uso de sus facultades por derecho de conquista (el mismo que
tuvieran, antes, los españoles) recibió al obispo, prometió libertad de culto y respeto a las costumbres hispanas,
requirió y obtuvo de numerosos personajes el juramento de obediencia y lealtad a Su Majestad Británica, y hasta
elaboró un plan de rediseño de la ciudad con rotondas y plazoletas, saliendo de la tradicional concepción de la
ciudad hispanoamericana en damero cuadriculado. Beresford cambió radicalmente el cuadro de tasas e impuestos
a la importación, al tiempo que más de 100 barcos ingleses abarrotados de mercaderías arribaban al puerto de
Buenos Aires. Fue el comienzo de una larga era de comercio británico, en Buenos Aires y Montevideo.
Es interesante recorrer las conclusiones de los británicos cuando supieron que la expedición de Whitelocke, lejos
de consolidar al gobierno de Beresford, había terminado en fracaso total
Este gobierno dura apenas un mes y medio: luego se produce la Reconquista encabezada por Santiago de Liniers.
Beresford es alojado, como oficial prisionero, en una casa de Luján, junto a su amigo el teniente coronel Dennis
Pack.
Al año siguiente (1807) se produce la segunda invasión, encabezada por John Whitelocke, mucho más importante
desde el ángulo militar: 11.000 hombres, respaldados por 23 naves de guerra. Sin embargo, fracasa
estrepitosamente. Al año siguiente se proyectaba una tercera invasión, la de 1808, con las tropas ya embarcadas en
el puerto de Cork, cuando España se levanta en armas contra Napoleón (alzamiento del 2 de mayo, una guerra en
la que actuaría José de San Martín como oficial español) y los ingleses optan por dirigir sus fuerzas hacia la
Península, intentando vencer al enemigo principal (Francia-Napoléon) y convirtiéndose en aliados de España.
Renuncian pues, de momento, a quitarle sus colonias a la corona española.
Es interesante recorrer las conclusiones de los británicos cuando supieron que la expedición de Whitelocke, lejos
de consolidar al gobierno de Beresford (que, entre tanto, ya había sido depuesto, pero claro. las noticias viajaban
lentamente en 1807) había terminado en fracaso total.
Nota de George Canning, titular del Foreign Office, a Lord Boringdon: "Esta expedición ha concluido y, si no
fuera por las pérdidas que ha causado, le diría que, a mi juicio, es mejor así.¡Pero por favor, no comente mi
opinión a nadie!"
The Times, sábado 14 de septiembre de 1807, "Evacuation of South America": "El ataque sobre Buenos Aires ha
fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica. Los
detalles de este desastre, quizás el más grande que haya sufrido nuestro país en toda su historia, fueron publicados
ayer en un número extraordinario. El comandante Whitelocke parece haber estado en la más perfecta ignorancia,
tanto acerca del país invadido como sobre la resistencia que cabía esperar. Las columnas británicas se encontraron
con una oposición decidida, en cada calle, desde cada casa.La actitud fue tan resuelta y gallarda como pocas veces
se ha visto".
Bell´s Weekly Messenger: "Nuestro orgullo nacional ha sido mancillado. Los mulatos españoles han aprendido a
despreciarnos. Un ejército de efectivos suficientes, de alta disciplina y espíritu de lucha, ha sido dispersado por
una turba sudamericana. Hemos sido burlados de la forma más vergonzosa".
Sir Walter Scott: "Nuestros principales mercaderes industriales habían imaginado negocios ilimitados en el Río de
la Plata. Resultó que las inmensas llanuras que rodean a Buenos Aires estaban pobladas por una suerte de
cristianos salvajes llamados gauchos, cuyo principal moblaje consiste en cráneos de caballo, cuyo único alimento
es carne cruda y agua, cuyo empleo es atrapar ganado salvaje. y cuya diversión máxima es cabalgar en caballos
salvajes hasta reventarlos. Bien: los soldados ingleses descubrieron que estos hombres preferían su independencia
nacional a los algodones y muselinas." (que pretendían vender los comerciantes ingleses, agregamos nosotros).
Capitán Parker Carroll: "Este país está maduro y obstinadamente decidido a convertirse en una nación
independiente".
Cabe resaltar que los prisioneros de entonces, siendo oficiales, recibían sueldo y eran alojados en casas de
familias respetables.
Lord Castlereagh: "En adelante, Inglaterra debe favorecer la emancipación de estas colonias, para lo cual debemos
presentarnos sólo en el rol de auxiliares o protectores. El interés principal de este asunto es quitar a nuestro
enemigo (España) y abrir a nuestras manufacturas los mercados de ese gran continente".
Por aquellos tiempos, circulaba en Inglaterra un folleto deWilliam Burke, titulado "South American
Independence": allí se proponía la emancipación de Hispanoamérica, enviando fuerzas navales al Río de la Plata,
Chile, Perú y México. Decía a su vez el general francés Dumouriez, refugiado en Gran Bretaña: "La revolución de
Buenos Aires está escrita en el libro de los destinos".
En la obra singular de Lozier Almazán se destacan algunas personalidades de perfil novelesco. Una de ellas es la
de don Santiago de Liniers, el muy noble militar francés del Ancien Régime que sirvió a España hasta su muerte.
Esta aconteció en 1810, cuando fue "arcabuceado" por conspirar contra la Primera Junta desde Alta Gracia,
Córdoba. Liniers fue Conde de Buenos Aires.
Otra personalidad inusual es la del comerciante español don Martín de Alzaga (héroe de la Reconquista junto a
Liniers) que, al parecer, estaba al tanto de las conspiraciones de Saturnino Rodríguez Peña, Manuel Aniceto
Padilla, Hipólito Vieytes y Juan José Castelli con el propio Beresford, para establecer la emancipación de Buenos
Aires con el apoyo discreto de Gran Bretaña.
En el caso de Beresford, prisionero en Luján durante meses, admiró un partido de "pato" y mostró a los criollos
cómo los soldados ingleses jugaban al "cricket"
En cuanto a William Carr Beresford, cabe agregar algunos apuntes: en el momento de constituirse en gobernador
de Buenos Aires, tenía sólo 37 años. Era soltero y portaba un ojo de vidrio, obtenido durante un accidente de caza
en Canadá. Era hijo natural de George de la Poer Beresford, marqués de Waterford, propietario del suntuoso
palacio de Curraghmore. Su madre habría sido la señorita Luisa Carr. No está probado, pero es verosímil, dada la
costumbre de las familias británicas, que atribuían al hijo, como segundo nombre, el apellido de la madre: Carr.
En su momento, William solicitó y obtuvo el derecho a usar el apellido Beresford. Después tuvo la mala suerte de
enamorarse de una prima hermana, cuya mano no le fue concedida. Manuel Belgrano hablaba de él como el
"bravo y honorable Beresford". Se desempeñó largamente al servicio de SMB, no sólo en el Río de la Plata sino
también en la India, España, Portugal, Canadá y Brasil.
La fuga de Beresford, arreglada de antemano por medios misteriosos, con ayuda de Manuel Aniceto Padilla,
Saturnino Rodríguez Peña y Guillermo Pío White, es un capítulo aparte en esta película de piratas. En un
operativo sorpresa, cuando las autoridades de Buenos Aires intentaban sacarlo de su entretenida y muy sociable
"prisión" en la Villa de Luján, para alojarlo en Catamarca, lejos del triángulo de las Invasiones Inglesas
(Montevideo-Buenos Aires-Maldonado) el señor Beresford fue escamoteado de la galera. Lo escondieron en
Buenos Aires, lo encaminaron de noche hasta las orillas de Quilmes y finalmente (casi muere ahogado) lo
ayudaron a llegar, caminando con el agua al cuello, a una falúa que lo condujo a Montevideo. Y de allí, a
Inglaterra.
Cabe resaltar que los prisioneros de entonces, siendo oficiales, recibían sueldo y eran alojados en casas de
familias respetables. Estaban juramentados para no levantar las armas contra la corona que los había vencido y,
por lo demás, se los autorizaba a portar sus armas, participar de cacerías, fiestas y tertulias. En el caso de
Beresford, prisionero en Luján durante meses, admiró un partido de "pato" y mostró a los criollos cómo los
soldados ingleses jugaban al "cricket".
Otros tiempos, otros códigos.
Fuentes:
•
William Carr Beresford, gobernador de Buenos Aires. Bernardo Lozier Almazán, 2012.
•
Las invasiones inglesas, Carlos Roberts, 2000
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