PRIMERA INVASIÓN INGLESA AL RÍO DE LA PLATA:

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PRIMERA INVASIÓN INGLESA AL RÍO DE LA PLATA: El 14 de abril de 1806 la
expedición partió de El Cabo, embarcada en cinco navíos de guerra y otros tantos
transportes. El efectivo, cuyo núcleo era el Regimiento 71 de Cazadores escoceses
se completó con infantes y artilleros agregados en la isla de Santa Elena. Sumada
la marinería de desembarco, el total de combatientes alcanzaba a 1644 hombres
con algunas piezas de artillería.
Era realmente necesaria una gran audacia para intentar el ataque con tales fuerzas.
Sin embargo diversos factores hacían factible la empresa: España carecía en el
Plata de tropas veteranas en número suficiente y los invasores esperaban además
contar con la hostilidad de los criollos para con las autoridades hispanas.
CAPTURA DE BUENOS AIRES. La elección del objetivo
fue motivo de debate. Beresford (imagen) se inclinaba
por ocupar Montevideo. Sin embargo noticias recogidas
durante la navegación, por boca de un irlandés que
viajaba en una nave española capturada, les hicieron
conocer la existencia de caudales reales en Buenos Aires.
Las defensas de esta ciudad pese a contar con cerca de
50.O00 habitantes eran casi nulas, comparadas con las
fortificaciones de Montevideo.
Popham notó también que Buenos Aires capital del
Virreinato, era la pieza decisiva para el dominio de las
rutas comerciales del interior.
Buenos Aires y el marqués de Sobremonte. En diversas oportunidades naves
inglesas habían rondado el estuario, en operaciones de sondeo o, simplemente, de
contrabando.
En noviembre de 1805. al tenerse conocimiento de la llegada a Río de Janeiro de la
expedición de Baird, el virrey marqués de Sobremonte. realizó algunos aprestos
sobre la base de que el lugar atacado seria Montevideo. Cuando a principios de
junio de 1806, el vigía de Maldonado avistó la presencia de naves enemigas, las
pocas fuerzas regulares que había en la capital fueron despachadas a la Banda
Oriental.
Cuando, después de cruzar algunos tiros con el fuerte de Ensenada, comandado por
Santiago de Liniers, los ingleses desembarcaron en Quilmes, sólo debieron
enfrentar (26 de junio) a algunos centenares de milicianos pésimamente instruidos,
dirigidos por Pedro de Arce, subinspector general de armas de la plaza de Buenos
Aires. Dispersadas estas fuerzas por algunas descargas, Beresford dirigió su
columna sobre la capital.
Sobremonte,(imagen) estimando inútil toda
defensa y. al parecer, según órdenes superiores
para un caso similar, tras disponer la marcha de
los caudales al interior, se retiró en dirección a
Córdoba.
El 27, después de cruzar las calles de la
anonadada ciudad, los invasores ocuparon el
Fuerte, firmándose la capitulación el 2 de julio.
Para los porteños la actitud de su virrey implicaba
una cobarde fuga.
Beresford rápidamente presionó a los vecinos con la amenaza de confiscar las
embarcaciones de cabotaje surtas en la rada, y logró así que éstos mediaran ante
el virrey para que se entregaran los caudales que aquél había intentado salvar.
Capturados en Luján dichos tesoros fueron embarcados hacia Londres.
BERESFORD AL FRENTE DE BUENOS AIRES (JUNIO-AGOSTO DE 1806).
Consciente de su escaso poder y decidido a atraerse la benevolencia de los
habitantes, el jefe inglés luego de tomar a las autoridades civiles y militares de la
plaza el juramento de fidelidad a Su Majestad Británica. dictó una serie de medidas
para ganarse los ánimos.
Existen indicios que diversos sectores luego protagonistas de ¡a Revolución
(Castelli, Pueyrredón. etc.), tuvieron tratativas con los británicos en torno a la
posible emancipación de esta colonia. Beresford desechó en un principio esos
intentos, pues carecía de instrucciones superiores al respecto.
LA RECONQUISTA. La política de Beresford no logró los resultados esperados.
Pronto Buenos Aires fue un semillero de conspiraciones y varios planes simultáneos
se tejieron para dar fin al dominio inglés. Los actos hostiles hacia los invasores
fueron frecuentes, aunque tampoco faltaron contactos amistosos entre los jefes
británicos y las clases altas de la burguesía colonial.
Se tramaron golpes de mano sumamente audaces y uno de
esos planes contempló la posibilidad de cavar una mina hasta
los subsuelos de los cuarteles del 71 y volar a sus ocupantes.
Juan Martin de Pueyrredón, a su vez, reunió vanos centenares
de paisanos en Perdriel, los cuales el 1ro. de agosto de 1806
fueron dispersos por un ataque conducido por Beresford.
Santiago de Liniers (imagen) marino francés al servicio de España, y a quien
Sobremonte, que al parecer desconfiaba del oficial galo, había designado en un
puesto de importancia menor (comandante del fuerte de Ensenada), se presentó al
gobernador de Montevideo, Pascual Ruiz Huidobro y éste a su pedido le confió la
reconquista de la capital.
Con un millar de hombres, entre los que se contaban corsarios franceses
comandados por H. Mordeille (entre cuyos subalternos se encontraba Hipólito
Bouchard), Liniers cruzó el río el 3 de agosto. El 9, empantanados los caminos por
el lluvioso invierno porteño, la columna llegó a San Isidro. Pueyrredón, sus
voluntarios y muchos otros se sumaron a esta fuerza que arribó el 10 a Miserere
con sus efectivos duplicados por el concurso popular.
El 11 ocuparon el Retiro, donde Beresford había colocado una pequeña fuerza. El
mal tiempo favoreció a Liniers: su ejército contó con la ayuda de la población para
arrastrar la artilleria por los caminos cubiertos de barro, mientras Beresford no
pudo movilizar su corta tropa y salir a campaña en busca de una decisión en campo
abierto. La lucha en las estrechas calles, con las azoteas cubiertas de
francotiradores hostiles, le resultó fatal
Después de fracasar un intento de negociación debido al ardor de las milicias.
Liniers llevó un asalto a fondo sobre la plaza y el Fuerte convertidos en baluartes de
la resistencia enemiga.
Beresford debió rendirse tras corta pero dura lucha. Parece ser que Liniers
prometió la repatriación del ejército vencido Ante la presión de los jefes españoles
debió desdecirse y los ingleses fueron internados en el territorio del Virreinato.
Beresford, Pack y otros oficiales quedaron en Luján.
DESPLAZAMIENTO DE SOBREMONTE. El. 14 de agosto de 1806 un Cabildo
Abierto, al que concurrieron 96 personas, quitó al virrey el mando militar de la
dudad de Buenos Aires, entre el regocijo del vecindario y aun de algunas de las
autoridades españolas, entre las que Sobremonte carecía de prestigio.
Grupos populares, en los que descollaba Pueyrredón, tuvieron parte importante en
aquellas decisiones. Sobremonte, que se acercaba con tropas desde Córdoba, fue
convencido por una comisión enviada al efecto y delegó en Liniers el mando de las
fuerzas de la capital, conservando el gobierno en el resto del Virreinato. La
Audiencia asumió la dirección política de Buenos Aires.
Sobremnonte pasó a Montevideo. Teóricamente, Liníers estaba bajo su mando,
pero en el sistema colonial se había abierto una sería fisura: el representante del
rey en América ya no era el magistrado indiscutido de los siglos pasados.
LAS MILICIAS, FUTURO BRAZO ARMADO DE LA REV0LUCIÓN. La
permanencia de las naves británicas en el Plata hacía temer un nuevo ataque. Bajo
la dirección de Liniers los habitantes de Buenos Aires comenzaron a agruparse en
cuerpos armados de acuerdo con lo dispuesto en el Cabildo Abierto del 14 de
agosto, cuyo fin era evitar otro desastre similar al de junio. Se adoptó el criterio de
dividir las fuerzas según el ungen de sus integrantes. La población porteña se vio
así encuadrada en unidades militares cuyos jefes eran elegidos por los hombres a
quienes mandarían en la lucha. i» esta manera serían, al tiempo que comandantes,
voceros de la inquietud general. No era, desde luego, el sistema de un ejército
profesional, sino de milicias populares. Se dejaba el fusil y los ejercicios para volver
a las tareas diarias.
Así surgieron la Legión Patricia (más de 1.300 efectivo) , comandada por Cornelio
Saavedra e integrada por nativos de Buenos Aires; el cuerpo de indio., Pardos y
Morenos; el de Arríbeños; los Húsares, dirigidos por Pueyrredón, cuerpo formado
también por porteños; Cazadores; Gallegos; Andaluces; Catalanes; etc. los que
sumados a las escasas fuerzas veteranas reunían más de 8 000 hombres.
Se había armado al pueblo. Era lo que Sobremonte temía. En 1810 se verían las
consecuencias. Fue difícil reunir armas y equipo. Para lograrlo se trajeron recursos
de otros puntos de las colonias (pólvora de Chile, por ejemplo), se aprovechó el
material tomado a los ingleses y se recibieron municionas desde el Perú.
Para confeccionar los uniformes, cuyos colores principales eran el azul y el blanco.
se utilizó el paño capturado en dos naves mercantes inglesas, y aun se adquirieron
productos de contrabando a mercaderes británicos.
Al iniciarse el año 1807 Buenos Aires contaba con un ejército entusiasta y
numeroso aunque muy deficiente en materia de instrucción. La misma oficialidad,
surgida de la burguesía porteña, desconocía aspectos elementales de la actividad
militar.
ACTITUD DEL GOBIERNO INGLES. El gabinete whig que había reemplazado al
gobierno de Pitt, ante el éxito inicial de Beresford y la repercusión del mismo entre
los intereses comerciales de la burguesía británica, decidió propagar esa acción a
otros puntos del continente. Pero ya no era la política de Pitt. proclive a fomentar la
independencia americana (según lo tratara con Miranda): el móvil era conquistar
esas regiones para Inglaterra. Con esa intención se despacharon naves hacia Chile.
La noticia de la Reconquista obligó a concentrar todas las fuerzas para una nueva
empresa en el Plata
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