"apoplejía" parasitaria

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III
LA "YESCA" 0 "APOPLEJIA" PARASIJ
TAKIA
.
(Sterexa,m. ^.irsutum var. necaior Viala.)
Esta enfermedad existe desde tiempo inmemorial en todo el viñedo de Europa y Asia
occidental, acusándose sus ataques con mayor gravedad a lo largo de las costas mediterráneas, especialmente en Grecia, Eiria y
Palestina. Sin embargo, su conocimiento
cientifico y tratamiento racional-el procedimiento quirúrgico de que luego hablaremos era completamente empírico-data de
una veintena de años, pues hasta 1926 no
dió a conocer Viala el resultado de sus profundas investigaciones sobre la etiologfa y terapéutica de esta enfermedad.
En España son muy numerosas las plantaciones de vides que sufren en mayor b menor
escala los ataques de est;e hongo, y desde
hace muchos años los viticultore$ d^ laa eo-
- 1b1 -
marcas más templadaa conocen sus fulmir
nantes efectos. Como dato curi^oso a este respecto, citaremos que las primeras muestras
de cepas erifermas estudiadas por Viala le
fueron remitidas, el año 1898, por el ilustre
ingeniero agrónomo D. Rafael Janini, quien
observó en ]a provincia de Valencia manifestaciones de esta enfermedad, entonces de
causa deaconocida.
Prueban su difusión en nuestros viñecloa
laa díversaa denominaciones con que la cona
cen los viticultorea de diatintas regiones :
"ac+edo», en Castilla y La Mancha (Ciudad
Real, Toledo} ;^eacald$" O"llampa", en Valencia; "feridura", en Catáluña, y "ye^sea",
en Almerfa.
En nuestro deseo de unificar los nombres
vulgares, sele^cionando aquellos que rnejqr
refiejen alguna peculiar característíca de la
enferrnedad, optamos por designarla con los
de "yesca" y"apoplejía^, pues uno y O°r0
expresan, respectivamente, las tipícas manífegtacionea internas y au sintomaioíogía ex^
terior en el período agttdo del proceao pata
lógico.
Caracterea de la enfermedad y aus dañoe,
Nada fácíl es, para los víticultores, distinguír en muchos casos las difereneias que
exiaten--segán las diversas causas---en las
manifeataciones de la "apoplejía". Bajo eate
- I52 -
nombre, y también como "folletaje", ae co`nocian las desecaciones bruscas del follaje
de las cepas, seguidas algunas veces de su
muerte ; pero con estos o análogos sfnfomas
se confundían procesos muy diferentes : po,dredumbre de raíces, "yesca", acc^ón de los
víentos cálidos, etc. Los dos primeros, ya
s^olos o agudizados por fenómenos meteorológicos, reconocen por causa a distintos agentes parasitarios : hongos ; en tanto loa otraa
correaponden a influencias ambientalea o bíen
son de tipo fisi^ológico. Por esta razón. hoy
ae ^ separan ambos términos y queda reservada la demonimación de "apoplejía" a los ataques del Stereum hi•rsutnUm, éomprendiendo en
el de "folletaje" a la diversidad de alteraciones funcionales no parasitariaa,
Vamos a ocuparnos ahora de loa sfntomas
de la "yesca" en los distintos órganos de la
vid; a este respecto, indicaremos, como conocímiento pr.eliminar, que ei hong^o causante
de la enfermedad penetra por las grandea
héridas que sufren las cepas a consecuericia
de los cortes de poda efeetuados para extirpar
ramas gruesas. Ur^a vez dentro, su miceDzo 0
aparato vegetativo se desarrolla en la madera
del tronco y brazos, desorganíza los tejidos y
termina mtlchas veces por impedir la eireulación de jugos en él fnterior de la planta;
^tis efectos ae acusan de distinta manera en
la^ diferente3 partes de la vid y aégún el tipo
de leaión. .
•
iss EN HOJAS Y BROTE^S.
Como el micelio del hongo no penetra en
los órganos herbáceos, éstos no sufren la acción directa deT parásito ; pero, en camhio,
son los más sensibles a sus efectos, hasta el
punto de que las primeras manifestaciones
de la enfermedad se a.cusan exclusivamente
sobre ellos; las hójas y brotes se marchitan'.
y seoan, bien en toda la cepa o tan sólo los
de ^una rama b brazo, y éata desecación puede ser lenta y gradual, llegando incluso a
detenerse, o rápidamente progresiva - de
golpe-, en el transcurso de pocas ho^as, presentandQ al propio tiempo otras cireunstancias compiementarias que vamos a detallar.
Tipo crónico.-A1 final de la primavera
--sobre todo si es calurosa-o a principios
de ` verano, se observa que las ho j as de una
rama o brazo pertenecientes a una cepa de
normal vegetación, comienzan a marchitarse
y se desecan lentamente desde el borde, presentando en aeguidá mañchas aisladas entre
las grandes nervios, que éonfluyen y se prolongan hasta el contorno de la hoja; éstas .
adquieren bien pronto coloración pardusca y
aparecen orladas de una franja xojizo-vinosa
en algunas cepas tintas. Este síntoma nos revela que existe ^una dificultad para la circula- .
c^ón^; de la savia, y las zonas peor regadas
-.-^bordea y superficie del limbo más aiejada .
de 1os nervioa--se desecan, en t:antó conser-
- 154 -
van su vitalidad el peciolo y la base de aquéllos. Por regla general, las hojas del tercio
inferior de los sarmientos son las primera-
Fig. 27.-Hojas de cePas afectadas por la p rogreslón
lenta de la "apople^ta parasítarta", (Da Arnaud.)
mente dañadas, ^mientras todavía se conservan frescas las del extremo.
Después ya no se aprecia ningún otro síntoma; algunos brotes quedan t,otal o parcialmente deshojados mientras el resto de la cepa
continúa su normal vegetación; pero llega el
siguiente año, y los efectos se amplían; la desecación se aprecia en otra rama próxima,
los sarmientos suelen presentar entrenudos
cortos, la planta va languídeciendo y una prirnavera no brota, o muere durante el verano.
Tipo apualo.-Esta es la forma que presen-
- 168 -
ta la típica "apoplejfa", cuyas súbitas mani,fe^taciones tanto irnpresionan a los viticultores. En julio o agosto, coincidiendo con los
fuertes calores estivales, se ven en Iqs viñedos cepas aisladas, de aspecto vigoroso y normal vegetación, cuyo follaje píerde su brillo
y natural tersura, se marchita en el plazo
de breves horas y acaba secándose por campleto al cabo de pocos días, como si hubieran
cortado el tronco o los brazos correspondientes. Los sarmientos van perdiendo sus hojas
desde la extremidad-a la inversa ^ del otro
tipo-e igual pxoceso siguen los brotea, que
se desecan a partix de la punta, quedando
como últimos supervivientes loa racimos, po^
ser los órganos más jugosos. Las cepas mueren de "repente", valga la expresión ;_pero,
en las plantas pletóricas de_ vida y menos invadidas, no es extraño que rebroten dentro
del . períod^o vegetativo, para sucumbir más
tarde, después de agotado este ' esfuerzo.
Otras veces, el micelio amplfa su zona de ataque en el transcurso del siguiente invierno,
y acaba de destruir la parte de la madera
por donde la savia circulaba el año antes, y
entonces Ia cepá no brota en primavera.
OlrraB mumi f estacianes de la en f e^r•medad.-En algunos casos, poco frecuentes desde luego, se observan en las cepas atacadas por el
hongo entrenudos más cortos, produciendo
una impresión de "arrepollado" en la vegetación anual. También se aprecia que las ho^
- 158 -
jas amarillean total o parcialmente, y en este
caso presenta mancha^ de intenso color amarilla-canario ; pero sin que el análisis del suelo
denote porcentaje de cal para atribuir esta
coloración a la clorosis caliza. Por último, se
encuentran hojas que presentan en el limbo
manchas transparentes de color verde-limón,
o bien aquéllas son más pequeñas, alargadas
en el sentido del nErvio central y con los dientes muy marcados, como si el limbo hubiera
sido hendido según las primitivas escotaduras
de las hojas normales.
EN iOS BR.AZOS Y TR.ONCO.
En los primeros periadas de la invasión es
frecuente observar en la ^nadera una franja
pardusca de un par de centímetros de anchura, que arranca de los brotes desecados y se
dirig^e hacia la base del tronoo, alcanzando
algunas veces hasta el cuello de la cepa; sin
embargo, este síntoma no puede considerarse
como específico de la "yesca", pues tarmbién
se presenta en la mayor parte de los procesos de desecación, especialmente cuañdo se
trata de "folletaje" fisiológico.
.^
Más avanzada la enfermedad, es ya fácil
establecer con seguridad el diagnóstico. Si
cortam^os longitudinalmente el tronco y brazos, donde se observen viejas y grandes heridas de poda, de tal modo que el corte .practica;do interese algunas de ellas, veremos en
^ia7-
Fig. 28.-Sección del tronco de una cepa mostrando la
tormación de "yeeca" (micelío del hongo) entre laa zonae ennegrecldas de la madera. (De Vlala.)
la madera unas zonas más o menos amplias
de tejido desorganizado que avanzan radial
y longitudinalmente por el tronco, llegandq
algunas .veces hasta el nivel del suelo, pero
sin penetrar en las raíces ; la madera unas
veres aparece aolamente oscurecida alrededor de la medula, y esto nos demuestra que
la infección está en sua comienzos; pero, por
Io general, se observa una parte de ella descompuesta, como podrida, y sustituídos aus tejidos por una suatancia esponjosa que se desprende fácilmente bajo la presión de los dedos, compuesta por detritos leSosoa mezclados con el mtice^io amariilento del parásito.;
en esa masa se destacan aglomeraciones del
aparato vegetativo del hongo, de aspecto algodonoso y coloración amarilla o pardo clara,
aemejante a la "yesca", y de aquí pracede tan
acertáda denominación; éstas aparecen algunas veces entrecruzadas por cordones y láminas delgadas de tono negro intenso, que
contrasta^con el fondo claro de •la masa. Rodeando esta zona descompuesta se encuentra
una capa pardo-oscura, casi ennegrecida, que
la envuelve.
Deacritoa ya los síntomas de la enfermedad, veamos el proceao de su desarrollo. Admitido qúe el hongo -penetra a través de las
grandea heridas de poda, .su micelio comienza a insinuarse en las proximidades de la
medula, y merced a una suatancia que excreta va atacando a la madera para abrir-
-ia9se camino a su ^ravés ; al principio se produce tan sólo una ligera a^narillez de los
tejidos invadidos; más tarde sobreviene el
ennegrecimiento, y, bajo la acción continuada del par.ásito, la parte central se desorganiza, como si la madera hubiera sido digerida, apareciendo entonces la típica "yesca"
rodeada por la capa osoura, que, según Viala,
es consecuencia de la acción de la oxidasa
sobre los principios tánicos que contiene la
madera. El ^nicelio del parásito no se extiende más allá de la zona ennegrecida; pero,
bajo 1a persistente acción de sus excreciones,
dicha capa va progresando en diatintas direcciones--radial y longitudinalmente-con
variable veIocidad, mfentras se transforma
interiormente en la masa eaponjosa a^cnarillenta; ea decir, que las zonas parduscas pueden eonsiderarse como las ávanzadillas del
parásito en su lucha contra la madéra, el
cual va ganando haeia afuera nuevas capas
de ésta, hasta entonces indemnes, en tanto el
micelio crece a expensas de la completa destrucción de la parte interna.
Ahora pueden compreriderse la diversidad
de síntomas externos que presentan las cepas
invadidas, en armonía oon el desarroílo de la
trama micelia'r dentro del tronco y braza5.
La progresión del hongo puede ser más rápida en profundidad, como sucede . frecaentemente, y la zona cariada corre a lo largo de
la meáula hasta cerca del suelo sin afectar
- iso -
Fig. 23.-Prímer p erfodo de la invasión de una cepa por
el Btereum hirsutu^n; la lnfección parte de un brazo y
avanza en cuña p or el centro, extendiéndose hacfa la
derecha. (De Viala.)
- 161
profundamente la vida de la cepa. Otras veces, el micelio llega hasta la cruz o cabeza
de la planta-donde existe abundante masa
leñ^osa-y se extiende radialmente, avanzando poco a lo largo del tronco ; pero entonces
puede ocurrir que el crecimiento tenga lugar
en anillos más o rnenos concéntricos, como
es lo general, y la cepa, aunque pierde anualmente zonas de madera precisas para la circulación de la savia, sól^o manifiesta cierta
debilidad general y mal agostamiento, hasta
que, en un verano, el empuje del parásito
rompe los últimos vasos y sobreviene la
muerte de la cepa en unoa días. En ciertás
ocasiones el micel^o progresa en cuña hacia
' un iado y tapona el arranque de un brazo,
q^ue se seca, sin que los restantes manifi^sten
síntoma alguno ; por último, el desarrollo del
hongo se verifica algunas veces según trayectorias irregulares que sólo destruyen parcialmente la madera y permiten la circulación
reducida de la savia, originando entoncea
los particulares y extrañísimos efectos aobre
la brotación que describimos al principio
como "tipo crónico" o manifeatación lenta de
la enfermédad.
Los brazos y tronco intensamente atacadoa
se desecan e hienden frecuentemente en sentido longitudinal,^ y la masa esponjosa del interior se convierte en un polvillo amaríliogrisáceo parecido al serrín de madera,' que,.
arrastrado por el viénto, constituye el foco
^1
^^a
- 182 -
principal de diseminación para ulteriores invasiones de otras cepas.
Las fructificaciones del hongo se observan
Fig. 30.-Ult1mS fase de la enfermedad: la "yeaca" ocupa casl toda ]a madera; la circulación de savia quedn
interrumpída y pronto aobrevendr$. la muerte de la cepa.
(De Viala.)
- 163 -
muy raramente en nuestras regiones vitícolas, debido a la sequedad del ambiente. Aparecen sobre las plantas decrépitas en el otoño o principios de primavera ; su forma es la
de ^una concha de ostra, con la cara inferior
lisa y la de arriba hirsuta, y miden de 2 a 3
centímetros.
Condiciones de desarrollo del hon^o.
La, inoculación y posterior evolución del
^:^,rv
par^sito está regulada, o favorecida, por c'
^^ `
tas circunstancias que dependen del suj
y
a,:,.Y -,;
factores eco-climáticos, cuya influenci
^^ ^;m,^:
mos a examinar.
^„ ^.,^
EDAD DE LA CEPA.
Ea un hecho reiteradamente observado qué
la "yesca" es una enfermedad de cepas en
plena producción y vigorosas, pues, las^ plantaciones de más de veinticinco años acusan
los mayores porcentajes de mortalidad. Sin
embargo, Ravaz cita dos casos de vides jóvenes atacadas intensamente de "apoplej ía" ;
pero, en ambos, $e trataba de reposición de
cepas muertas a evnsecuencia de la enfermedad.
CORTES DE PODA.
•
Fundamental importancia se atribuye a
laa Iesiones que gufren las cepas como con-
-184-
secuencia de esta indispensable práctica cultural, pues las únicas vías de penetración
del parásito son los grandes cortes de poda.
Debido a su amplitud, tales heridas no se .
cicatrizan por completo, sobre todo en los
climas secos, pues bajo su influencia el tejido empieza a reconstituirse en los bordes,
se suberíza pronto y no termina de cerrarlas;
además, las podas de invierno, en pleno repa
so vegetativo, agudizan el problema, puesto
que en las regiones del Sur sólo se consigue
un,a relativa cicatrización a principios de pri-a
mavera o en el otofio, antes de la caída de la
hoja. Naturalmente que nqs referimos a esoa
numerosos y enormes cortes, índicio de un
deplorable cultivo, pues las heridas de poda
efectuadas en los sarmientos del año se taponan perfectamente y no son peligrosas para
la penetración del hongo.
ba, pues, de capital interés que los viticultores apliquen un sistema racional de poda
para no verse obligados a practicar esas exa^
geradas. ampútaciones de verdaderoa ór^anoa
de la planta, que constituyen otras tantae
puertas abiertas al paráait,a
C^^aa ^r svs.a
En general, la enfermedad presenta mayor
virulencia en las comarcas cálidas del ^ur
que bordean el Mediterráneo; pero esta afir,mación carece de absoluto rigor, porque tam=
- 185 --
bién se manifiesta el parásito en las viñas
empiazadas al norte del área geográfica de
este cultivo, En cambio, sf es posible afirmar
que el "tipo agudo", o verdadera "apoplejía",
es característico del Sur, mientras las manifestaciones de follaje decolorado, con manchas en mosaico y amarillas, se nbservan más
frecuentemente en el Norte.
Respecto a la influencia del suelo, sólo cabe
afirmar que el amarílleamíento de Ias hojas
producido por esta enfermedad es más frecuente en los terrenos silíceos o no calizoa,
en tanto los casos de "apoplejía" fulminante
están más genéralizados en los . areillosos,
compactos, frescos y profundos,
Los factores meteqrológicos correspondientes al período de actividad funcional de las
cepas, contribuyen a intensificar la gravedad
del px+oceso patológico. En la época de máxima actívídad funcional--brote o envero-y
con tiempo caluroso, precedido días antes de
lluvia y bajas texnperaturas, las intensas
transpiración y evaporación de las plantas
nv pueden estar atendidas por la disminuída
circulación de savia que permita el desarrollo del miceli^o en las zonas de la madera ; asf Ias cos^as, se suman causa y efecto,
acelerándose el final de la cepa invadida, que
hubiera sobrevivido algún tiempo si las circunstancias ambientales no coadyuvaran a la
funesta acción del parásito criptogámico.
For último, la propagaciól^ de la enférme-
dad en un viñedo no sigue una marcha definida, como sucede con otros parásitos que se
extienden alrededor de pri7nitivos focos.
Aquí se observan, al principio, dos o tres cepas atacadas, unas veces próximas, y otras,
diseminadas; en los veranos sucesivos se pre,sentan nuevas plantas salpicadas, y sólo al cabo de varios afios se encuentran algunas zonas de mortalidad integradas por un cierto
número de plantas, irregularmente situadas
y sin formar maneha concéntrica. También
se extiende la enfermedad en línea recta; pero alternando cepas pletóricas de vida con
otras muertas por la "yesca".
Medioa de flefensa.
La lucha contra este parásito ha sido practicada empiricamente por los viticultorea,
q^uienes también descubrieron, casualmente,
el moderno tratamiento al ^ún tiempo antes
que se conociera la naturaleza y bi'ología del
agente. Para la mejor exposición de los distintos procedimientos terapéuticos, los dividíremos en dos grupos: medidas profiláctiças,
que impiden o dificultan la contaminación de
las cepas, y tratamientos propiamente dichos.
Pxo^i.Axis.
En lfneas anteriores expusimos que la in-
vasión del hongo, según se admite hoy, tiene
- 167 -
lugar a través de los cortes de poda y heridas de todo género que sufran las cepas, así
como también señalamos la difícil cicatrización de ellas, sobre todo en las regiones cálidas. Naturalmente, que al hablar de cortes
de podá nos referimos a las grandes heridas
Fig. 31.-Tronco de v1d con numerosas herídas de poda,
puertas de entrada del hongo que causa el "acedo" o
yesca". (De Víala.)
por supresión de gruesos sarmientos y brazos, pues las producidas por la práctica anual
de la operación no ofrecen peligro. Conse,cuencia de lo expuesto son las siguientes medidas, que deben adoptarse con carácter general en todas las comarcas d^onde exista esta
enfermedad :
1.° Practicar un sistema de poda que evite las grandes amputaciones.
2.° Cuando sea necesario efectuarlas-caso de las cepas viejas y mal llevadas-los
cortés deben darae con precisión y a ras del
troneo o brazo en que se inserte la rama suprimida, empleando instrumentos bien afilados para conseguir una superftcie lisa e inclinada respecto al eje de aquélla; después se
iguala el corte para facilitar la formación
del rodete cicatrizal.
^
3.° Los cortes que sobrepasen los tres centfinetros de diámetro deben desinfectarse,
mojándolos con una solución acuosa de sulfato de hierro al 20 por 100. Despuéa ae em
badurna la auperficie del corte 'con brea o
^ alquitrán -de hulla, cuya finalidad ea austituir
el papel protectór de la corteza hasta que cicatrice la herida:
4.° La poda debe efectuarse en el otoño,
antes de la caída de' las hojas, con objeto de
acelefar la formación del rodete.
b° En los viñedos donde se obsérven casos de "apoplejía" se podarán primero las
cepas sanas, desinfectando los instruznentos
utilizados al pasar de una a otra. Para desinfectar los útiles basta frotarlos con una
solucián de sublimado corrosivo al 2 por
i.600, ó aimplemente flamearlos.
iRATAMIENTOS.
En este"grupó se comprenden los yerdaderos sistemas de íucha directa contra el hong^o= y dd ellós vamos a describir doa verdade^^mente^ eficacea, bien ^utilizando medios me-
-189-
cánioos o^aliéhdoae de'1a acción terapéuti ^a
de ciertas sustancias químicas.
,
Frocedimiento quiric^gico. - Se utilizaba
desde tiempo inmemorial por los viticultores
griegos, quienea no tenían Ia más ligera noción de la causa que hacía amarillear y morir
sus cepas. También en el Asia Menor, d^onde
tan difundida está la enfermedad, era usado
este método, pero empleando una modalidad
más racional ; por último, en España hace mwchc^s ^ afios que se practica en las comar^as
afectada^s por la "apoplejía", e incluso tiene
una especial denominación ^tulgar---"escareio".-en los parraies de Almería.
En síntesis, consiste eate procedimiento en
limpiar el interior de la cépa del micelio del
hoi^go, arrancando la materia eaponjosa y
amarillenta que hemos designado eon el nombre de "yesca", así como ]a capa ennegrecida
que la envuelve, hasta llegar a la madera
sana. Los medios empleados para oonaeguir
es^e propósito es lo único que diferencia los
métodos.
En Grecia, y también en alguna comarca
de España, se limitan a hendir longitudinalménte el tronco de las cepas enfermas a partir de la inserción de l^os brazos, 7nanteniendo
la herida abierta mediante una gruesa pieclra en cuña; la aireación del micelio, pues^o
asf al deacubierto, origina su destrucción,
por aer anaerobio el parásito, y a dicha finalidad eoadyuva la acción de las nieblas y ilu-
vias. Eata operación se efectúa durante el invierno.
Procedimiento menos brutal, y tan e8caz
cuando menos, es el aconsejado por Ravaz y
practicado instintivamente por los parraleros de Almería; está especialmente indícado
para las cepas que presentan los primeros
síntomas externos de la "apbplejía" lenta
(amarillez y desecación del follaje d^e un brazo, etc.). Conaiste en abrir el brazo enfermo
o tronco, si por éste prosigue la infección, y
limpiar con una cuchilla de gran filo el inte^rior de la madera_ en la forma que dijimoa
antes; a continuacibn se desinfecta con la solución arsenical de que más adelante hablaremos, o.simplemente se embadurna con aIquitrán ; después, si el deacarnado de la herida y la estructura de la parte operada lo
permiten, se unen los bordes, ligándolos. Algunos recomiendan también rellenar con arcilla el hueco que ha dejado la "yesca".
T7atamient.os arsenicalea.-Tienen carácter preventivo y curativo, y, aunque hemos
confirmado su eficacia reiteradamente, es indudable que, aparte de la primera finalidad,
su principal indicación corresponde a los
procesos poco avanzados de la enfermedad,
puea en los casos de invasión generalizada en
el tronco, s^uele ser necesario acudir a la limpieza interior de la madera, porque los efectos de los tratamientoa químico^ se acuaan
•
leutamente.
- 171 -
La acción terapéuticá de loa arseniatoa alcalinos contra el hongo de la "yesca" fué descubierta fortuitamente por los viticultores
del sur de Francia, quienes observaron que las
cepas pulverizadaa con estos productos para
combatir la "píral", presentaban menos ca
sos de "apoplejfa", Sin embargo, estas observaciones no hubieran salido del más rudimentario empirismo si Viala en sus detallados estudíos, que duraron veinte años, no -hubiera
comprobado mediante sistemáticas experiencias de laboratorio, los efectos sobre los cultivos del parásito de diversas sustancias : anhídrido arsenioso, arseniatos sódico y pot^ico,
compuestos fenolados, sulfato d^ cobre, etc.
Entre todos éstos se destacaron los compuestos arsenicales, y especialmente el primero, pues bastaron pequeñísimas cantidades de él para iznpedir el desarrollo del, micelio en los vasos de cultivo. No obstante, hoy
todavfa no se explica satisfactoriamente por
qué los Ifquidos arsenicates con que se mojan
los cortes de poda, conforme déspués indicaremos, pueden abaorberse por la planta para
ejercer su acción sobre el parásito, incruatado a bastante distancia en el interior de la
madera.
.
La fórmula recomendada por Viala es la
aiguiente, de composición análoga a la utilizada para combatir la "piral":.
- 172 Anhidrido araeníaso .....................
Carbosato sódico ( sosa Solvay)..•.
Jabón potásico ..............................
Agua .............................................
20 kg.
15 "
18 "
100 lltros,
Para prepararla, se disuelve en caliente el
carlaonato y, sin retirar del fuego, se incorpora lentamente el anhídrido arsenioso.,
previamente dísuelto; después se añade el jabón, que se habrá deslefdo en agua calienté,
y se agrega el agua necesaria hasta çompletar lo^ 100 litros de la fórmula.
A1 usarla, se diluye ca.da lítro de este ca.ldo madre en 15 de agua, y con el líquido así
rebajado se praçtica el tratamiento.
Con objeto de evitar la engorrosa operación indicada-cuyo objeto es preparar el arsenito sódico, que tiene además los inconvenientes de la difícil adquisición del anhfdrido arsenioso y su reacción defectuosa al preparar la fórmula-, es aconsejable sustituirla
por esta otra, a base de arsenito sódico comercial.
Araenito sbdico . ....................
Jabón (potáeico, e1 es poeible)
Aguó .....................................
2 a 2.6 kg. (1)
1
^
100 lltros.
Se disuelve en agua el arsenito, incorpa-.
rando después el jabón desleído en agua '
calienté'; a continuación se agréga el resto
(1)
8eg^n rtqueiua del producto.
- 148 -
del agua hasta los 100 litros, y no hay que
diluir posteriormente al utilizar este caldo.
El tratamiento puede rea1izarse durante el
período de reposo vegetat^vo comprendido entre la poda y quince días antes de comenzar
a desborronar las yemas.
Para practicar la operación se limpiarán
los viejos "secos" de tronco y brazos, raspando también los grandes cortes de poda. llespués se maja la cepa-incluso la corteza dek
tronca-con el caldo, aplicándolo mediante
pulverizador provisto de boquilla de ehorró„
de modo que se bañen perf^ectamente las su=
pertjcies de los cortes de poáa, pero evitaudo
salpique a las yemas; con este objeto, ei eh,o^
rro de pulverizac.ón debe proyec:tarse con
menor presión de la usual, pero, en-caso ex
tremo, puede sustituirae esta forma de aplicación por embadux•nados con brocha. Pasados unos días se cubren los cortes de poda
con alquitrán.
Comd'medida complementaria es muy conveniente podar corto Ias cepas objeto de tratamiento.
En general sólo será preciso combatir la
enfermedad en las cepas de quince a veinte
años, pues hasta esa edad no suelen ser inva^
didas por el parásito; no obstante, los viticultores deben vigilar sus plantaciones y
cuando observe^x alguna cepa con síntomas d^e
"apoplejía", aplica.rán en el siguiente invierno el tratamiento, haciéndolo extensivo a
- 174 --
todas las plantas de la parcela donde vegeta
la vid enferma.
Un solo tratamiento es insuficiente en la
mayorfa de los casos y casi aiempre será preciso repetirlo al siguiente invierno. Así se
apreciará, cuando znenos, una notable mejoría; pero, aunque todavfa se manifestasen algunos sfntomas exteriores, es recomendable
suspender el tratamiento en el tercer año, emprendiéndolo de nuevo en el cuarto y quinto;
ea decir, dos afios^suceaivos c^n uno de intervald.
Como loa arsenicales son productos altamente tó^cos, han de obaervarse en su
manipulación elementales precauciones, que
nunca d^ben olvidar los viticultores :
•
No efectuar los tratamientos frente al
viento, para evitar que ca,igan gotas o partfculas en la boca y ojos; cuidar de lavarse
bien la cara y manos antes de las cq^nidas y
al terminar la jornada; abstenerse de fumar
durante las operaciones, y no emplear obreros que tengan heridas o simplea erosiones
en las manos, puea a través de ellas puede
absorberse el arsénico.
Los envases deben guardarse en sitio seco,
afn contacto posible con sustancias ali^nenticiaa, y bien etiquetadoa para evitar confusiones.
El lfquido sobrante de los tratamientos, asf
- 176 -
corrbo las aguas de lavax los aparatoa, tinas,
etcétera, se verterán en hoyos abiertas lejos
de las parcelas de cultivo y de po2os, fuentea,
abrevaderos, etc., procediendo a cegarloa seguidamente.
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