Sobre la plusvalía relativa Fecha Junio de 2014 Autor Robin Goodfellow Versión 2.0 Sobre la plusvalía relativa Existe una tradición permanente en la izquierda intelectual brasileña que consiste en minimizar, e incluso negar, todo el desarrollo del modo de producción capitalista en el Brasil, o aún en la China, India o Rusia. Esta tradición, que ve en el imperialismo un obstáculo absoluto al desarrollo, se perpetúa de una forma cada vez más absurda. Decir que en la escala industrial de las naciones esos países ocupan una posición inferior a las viejas naciones capitalistas es ciertamente correcto, pero negar que esos mismos países puedan escalar más rápido en el mercado mundial que las viejas naciones, y que, en consecuencia, avancen a un paso más rápido que ellas al tiempo que las desestabilizan, es dar muestra de una ceguera total. Este análisis descansa particularmente en la idea de que la productividad, y por tanto, la competitividad de las naciones más desarrolladas es elevada porqué la valorización del capital se sustenta en el predominio de la producción de la plusvalía relativa, mientras que en el Brasil, en la China, etc. la valorización del capital se sustenta de manera predominante en la producción de plusvalía absoluta. De ello se sigue que su productividad y competitividad son bajas. Tal concepción se asienta en la mayor confusión acerca de los conceptos fundamentales del marxismo y en la ignorancia de la ley del valor a escala internacional. Producción de plusvalía y duración de la jornada de trabajo. Para Marx es evidente que la plusvalía absoluta no puede existir si haber alcanzado cierto grado de productividad, y que la plusvalía relativa no puede existir sin haber alcanzado cierta duración de la jornada de trabajo1. En la historia, una vez instalada la producción capitalista y el crecimiento de productividad que la acompaña, como el proceso de trabajo es el heredado de los antiguos modos de producción, el crecimiento de la productividad solamente se puede mover en límites estrechos, y por tanto, el capital solamente se puede valorizar al máximo con el alargamiento de la jornada de trabajo –producción de plusvalía absoluta- y por la extensión de la producción. Pero después, con la revolución industrial, el maquinismo, el capital puede subordinar realmente el trabajo a sí mismo. Se abre entonces un nuevo período para la producción capitalista, el de la gran industria. Marx, una vez tomadas las precauciones usuales, data de manera precisa el comienzo de la revolución industrial: 1735. Con el desarrollo del maquinismo, el capital está en condiciones de poder ampliar los límites de la producción de plusvalía. Por un lado, desarrollando la productividad del trabajo, y con ella, la plusvalía relativa, y por otro, aumentando la duración de la jornada de trabajo, la máquina permite, en efecto, quebrar la resistencia del proletariado y substituir los hombres por las mujeres y niños. Hasta cierto punto, la producción de plusvalía relativa y la de plusvalía absoluta no son incompatibles y esto es lo que se observa con la revolución industrial. Es sólo a partir del “La prolongación de la jornada de trabajo más allá del punto en que el trabajador ha producido solamente un equivalente del valor de su fuerza de trabajo, y la apropiación de este plus-trabajo por el capital — esto es la producción de la plusvalía absoluta.” (Marx, El Capital, Sección 5, Cap. XIV). “Ella (la plusvalía absoluta – NDR) constituye la base general del sistema capitalista y el punto de partida para la producción de plusvalía relativa. Con ésta, la jornada de trabajo está desde el principio dividida en dos partes: trabajo necesario y plustrabajo. Para prolongar el plustrabajo se reduce el trabajo necesario por medio de métodos con los cuales el equivalente del salario es producido en menos tiempo.” (Marx, El Capital, Sección 5, Cap. XIV) 1 segundo tercio del siglo XIX que los dos fenómenos entran en oposición. A partir de entonces, la clase capitalista opta por el desarrollo de la plusvalía relativa, desarrollando la productividad y la intensidad del trabajo a fin de compensar, y considerablemente, la reducción de la jornada de trabajo. Pero la tendencia al alargamiento del tiempo de trabajo no desaparece por esto. Ella se manifiesta mediante las horas suplementarias, el trabajo por turnos, la busca de la compensación de la caída de los superbeneficios, la edad de jubilación, la lucha por el aumento del tiempo de trabajo legal, etc. En un país como Francia, en doscientos años el tiempo de trabajo anual se ha dividido, más o menos, por dos (3.000 horas en 1.800 y actualmente cerca de 1.600). Hoy día el PIB del Brasil se aproxima al de Francia, y probablemente lo superará en los próximos años. Desde el punto de vista de la valorización del capital, para pretender oponer radicalmente la producción de plusvalía en ambos países, sería preciso demostrar que el tiempo de trabajo tendría tendencia a aumentar en el Brasil, mientras que tendería a disminuir en Francia. Antes de analizar los datos estadísticos disponibles, hay que hacer una advertencia. Tratar de encontrar equivalentes de las categorías del socialismo científico en el matorral de las estadísticas burguesas es una tarea que exige mucha prudencia (por ejemplo, no existe la distinción entre trabajadores productivos e improductivos). Además de la debilidad de las teorías que las sustentan, no se puede olvidar que la clase capitalista escamotea y manipula los datos según sus conveniencias. Aun así, a despecho de ajustes necesarios y aproximaciones groseras, los datos disponibles hablan por sí mismos, de modo que quedan pocas dudas en lo que dicen respecto de las grandes tendencias. Con relación a las grandes tendencias, ¿cuál es el cuadro de la evolución de la jornada media de trabajo anual en el Brasil? A pesar de las dificultades para la obtención de una serie razonablemente consistente para un período significativo, digamos de treinta años, se constata que el Brasil sigue la tendencia histórica de largo plazo de los países más desarrollados, de acortamiento de la jornada media de trabajo anual. Consideremos aquí el período de 1982 a 20122 Un primer resultado, que se desprende de la comparación de la evolución de las horas trabajadas anuales (HT) con la evolución de la población ocupada (PO), es la confirmación de la tendencia general de acortamiento de la jornada media de trabajo anual3, como puede deducirse de la figura 1. La figura muestra que la tasa de crecimiento de la población ocupada, cerca del 100% en el período, es mayor que la de la primera, que tiene un crecimiento de aproximadamente el 75 %. La elaboración de una serie fiable de datos sobre la duración de la jornada de trabajo en un período largo encuentra dificultades adicionales debido a cambios habidos en las metodologías de los registros hechos por el IBGE (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística), el órgano oficial de las estadísticas nacionales. En el caso de las horas trabajadas y de la jornada de trabajo, las principales fuentes de información son el PNAD (Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios) y la PME (Pesquisa Mensal de Empregos), hechas sistemáticamente desde el início de 1980. Escogemos el período de 1982 a 2012 tras haber encontrado un trabajo técnico interesante de la economía política que procura compatibilizar estos cambios metodológicos y los enfoques distintos de estas dos investigaciones en este período: Barbosa Filho, F.H.; Pessôa, S. A. Pessoal ocupado, horas trabalhadas, jornada de trabalho e produtividade no Brasil. Ensaios IBRE de Economia Brasileira, FGV 2013, pp. 207224. No nos detendremos aquí sobre los detalles de la construcción de la serie de horas trabajadas en el período, cosa que implicaría una larga digresión sobre particularidades técnicas del tratamiento estadístico. Aquí, basta decir que este tratamiento no está desprovisto de coherencia en los estrechos límites de la economía política. 2 Cuando decimos aquí que nos interesa analizar sólo las grandes tendencias, nos concentramos en las medias anuales y no en las fluctuaciones puntuales debidas a períodos de aceleración de la producción para formación de estoques, de malos períodos de venta, de crisis del capital, etc. 3 Figura 1. Comparación de la evolución de población ocupada con la cantidad de horas trabajadas anuales. Fuente: Barbosa Filho, F.H.; Pessôa, S.A. (2013), op. cit. La figura 2 recoge la evolución de la jornada media de trabajo anual en el período considerado. Figura 2. Evolución de la jornada Fuente: Barbosa Filho, F.H.; Pessôa, S.A. (2013), op. cit. media de trabajo anual. Se puede notar que entre 1982 y 1988 la jornada media, aún bajo el régimen de la ley de las 48 horas semanales de 1943, ya muestra una tendencia a la caída (cerca del -3,1 %) y en los tres años que siguen a la ley de las 44 horas semanales (Constitución de 1988), la caída se acentúa (cerca del -8,4%). Esta tendencia muestra que la ley de las 44 horas fue una consecuencia de una tendencia ya en marcha y que en los últimos quince años la jornada media varía entorno a las 40 horas. Del mismo modo, la reivindicación en curso desde hace algún tiempo para la promulgación de la ley de las 40 horas es una consecuencia de esta tendencia al acortamiento. Para reforzar nuestro argumento contra un refinamiento de esta tradición que dice que la proporción de población que trabaja en jornadas medias de trabajo de más de 44 horas es mayor y prácticamente no ha variado hasta hoy, o incluso ha aumentado, podemos elaborar un cuadro basado en los datos disponibles. El cuadro 1 recoge la distribución en porcentajes, de la población ocupada en el Brasil por franjas de duración de la jornada media de trabajo en algunos años seleccionados4. Parte de la Población Ocupada por Jornada de Trabajo (en %) 1986 1989 1992 1995 1998 2004 2008 2012 <40 h (*) (*) (*) 29,5 29,5 30,2 29,8 27,2 40-44h (*) (*) (*) 32,6 31,6 34,3 39,4 44,7 >44 h 53,9 39,6 39,4 38,9 38,9 35,5 30,8 28,1 Cuadro 1. Distribución de la población ocupada Fuentes: IBGE e PNADs de los años referenciados. por jornada media de trabajo. La proporción de la población que trabajó más de 44 horas disminuyó sistemáticamente desde 1986, cerca del -48 %, y la que trabaja entre 40 y 44 horas aumenta, también sistemáticamente, cerca del 37 % entre 1995 y 2012. Cabe observar que para los trabajadores asalariados en empleos formales, las vacaciones son de 30 días, y existe una decena de festivos. En números aproximados, el tiempo de trabajo anual para una ocupación a tiempo integral es del orden del 20 % superior al que existe en Francia (uno de los países del mundo de menor tiempo de trabajo). Todos estos resultados demuestran que la tendencia general de la evolución de la jornada media de trabajo anual en el Brasil sigue un sentido inverso al de los que predican que una proporción de la población ocupada que trabaja más que la jornada legal no varía y que es “estructuralmente” predominante, como reflejo del “predominio de la producción de la plusvalía absoluta”. Evidentemente, si la relación de fuerzas fuera favorable y si ella tiene necesidad, la clase capitalista constriñe al proletariado a producir la plusvalía absoluta aun en los procesos de trabajo basados en el maquinismo moderno, como bien mostró Marx en el libro I del “Capital”, lo que no invalida en nada la tendencia evidenciada. De este modo, el Brasil sigue la tendencia histórica de largo plazo de los países más desarrollados, mientras que estos, debido particularmente a los efectos de una creciente concurrencia, tienden a aumentar nuevamente el tiempo de trabajo (por ejemplo, en Francia el proletariado se enfrenta a la voluntad de derribar la semana de 35 horas, con un aumento del tiempo de trabajo efectivo, con un aumento del número de años de trabajo para obtener una jubilación integral, con un retroceso de la edad legal para jubilarse – 62 contra 60 años, evolucionando éste último hacia el caso menos general, y así sucesivamente) No tenemos, por tanto, en un lado países desarrollados que reducen el tiempo de trabajo – ellos tienen tendencia a aumentar- y en el otro países como Brasil, China o Rusia, donde se prolonga la jornada de trabajo, forma característica de extracción de plusvalía absoluta. El criterio para la selección de los años ha sido: 1986 (antes de la ley de las 44 horas), 1989 (en seguida tras la ley), 1992 (crisis), 1995 (período entre crisis), 1998 (crisis), 2008 (no se encontraron datos de 2009 – crisis), 2012 (final del período de análisis). Las cantidades que están en celdas señaladas con un asterisco (*) fueron rechazadas por no pasar los criterios estadísticos adoptados para la larga serie. 4 Proceso de trabajo y producción de plusvalía. Desde un punto de vista teórico,, una segunda manera de evidenciar la producción de plusvalía absoluta sería considerar que el proceso de trabajo no permite producir plusvalía relativa. En el Libro I del “Capital”, Marx compara el productor textil inglés que dispone de máquinas y el productor chino que teje con instrumentos heredados de las formas de producción precapitalistas. “Si un hilador inglés y uno chino trabajasen el mismo número de horas con la misma intensidad, ambos producirían, en una semana, valores iguales. A pesar de ello, hay una enorme diferencia entre el valor del producto semanal del inglés, que trabaja con una poderosa máquina automática, y el chino, que dispone sólo de una rueca de hilar. En el mismo tiempo que el chino hila 1 libra de algodón, el inglés hila varios centenares de libras. Una suma de valores anteriores varias centenas de veces mayor infla el valor del producto del hilador inglés, en el cual reaparecen bajo una nueva forma útil y puede así funcionar nuevamente como capital.” (Marx, El capital, libro I, sección VII, capítulo 22 §4) En esta configuración el productor de Manchester arruina al chino. Hoy, en el mercado mundial, la China se ha convertido en el primer productor mundial de ropas e inunda el mundo con ropas a bajo precio. Cabría preguntarse si esa producción está realizada con ruecas de hilar o con máquinas que funcionan con electricidad. Basta observar las fábricas chinas para ver que, cualquiera que sea la importancia del tiempo de trabajo, las terribles condiciones de trabajo, la disciplina casi militar que se impone y la usura prematura de los trabajadores que engendra, la producción se basa en la utilización de máquinas. En Brasil las cosas también son así en la construcción de automóviles, de aviones, en la metalurgia y en varios otros sectores industriales, incluido el textil. La cuestión de saber si el proceso de trabajo de los países menos desarrollados supone una mano de obra significativa en relación con el capital constante adelantado o, en otras palabras, si estamos hablando de sectores con la composición técnica del capital inferior, en estos países, a la de los países más desarrollados, permitiendo que los primeros hagan una concurrencia eficaz a los segundos desde que las mercancías producidas son idénticas, no debe enmascarar para nada el hecho de que esta producción se apoya en un maquinismo moderno que es a veces equivalente al de los países más desarrollados (nada es más parecido a un computador chino en la China que un computador chino en los Estados Unidos, Brasil o Francia). Evolución del salario real Un tercer argumento, más sutil, e inscrito en la tradición de cierta izquierda intelectual brasileña, siempre dispuesta a discutir el sexo de los ángeles, sería considerar que esa productividad concierne débilmente a las mercancías que entran en la reproducción de la fuerza de trabajo. Por ejemplo, en la China o el Brasil, la productividad elevada tan solo afectaría a las mercancías exportadas o incluso a los objetos de lujo consumidos por los nuevos ricos. El argumento tendría tanto más alcance cuanto más famélico fuera el salario, que tan sólo permitiría comprar algunos productos de base. Este argumento ya estaba bastante en boga en los años 1980 en el marxismo corrompido de cierta izquierda brasileña. Se suponía que él explicaría las dificultades, e incluso la imposibilidad, del desarrollo capitalista en el Brasil. Este argumento pretende, por tanto, que los elementos constitutivos de la reproducción de la fuerza de trabajo no han variado, que no han evolucionado históricamente, que los salarios reales no han aumentado y no pueden aumentar. En resumen, sería una reedición de la variante de la pauperización absoluta de la clase proletaria, que la menor estadística, la menor apreciación del nivel de vida y del tipo de consumo de la clase obrera invalida a primera vista. Veamos la evolución del salario real medio en el Brasil.5 Debido a las dificultades de definir y calcular las mercancías que entran en la reproducción de la fuerza de trabajo, para lo que se debe tener en cuenta la familia del trabajador y sus miembros no asalariados, las mercancías necesarias además de los medios de subsistencia, etc., calcularemos aquí un índice indirecto para mostrar la tendencia general de la evolución del salario real. Este índice expresa la evolución de la capacidad del salario nominal anual medio para comprar los medios de subsistencia necesarios para la reproducción anual de la fuerza de trabajo de un único trabajador. Lo denominaremos “capacidad de subsistencia”, cuya tendencia al alza indica que el trabajador puede comprar más mercancías, señalando una tendencia al aumento del salario real. Otra dificultad se encuentra en la consistencia de los datos estadísticos sobre la masa salarial para el período anterior a 1994 (implantación del “Plano Real”) Así, en vez de considerar el período que estamos analizando, consideraremos el período 1994-2012. La “capacidad de subsistencia” será definida por la relación entre el salario nominal medio anual por trabajador y el precio medio de los medios de subsistencia necesarios consumidos durante un año por trabajador.6 Las mercancías que constituyen estos medios de subsistencia son definidas como “cesta básica” según la ley nº 399 de 1938, aún en vigor. Marx define tres tipos de salarios: salario nominal, salario real y salario relativo: “Como vemos, la expresión monetaria del precio del trabajo, el salario nominal, no coincide con el salario real, es decir, con la cantidad de mercancías que se obtienen realmente a cambio del salario. Por consiguiente, cuando hablamos del alza o de la baja del salario. no debemos fijarnos solamente en la expresión monetaria del precio del trabajo, en el salario nominal. Pero, ni el salario nominal, es decir, la suma de dinero por la que el obrero se vende al capitalista, ni el salario real, o sea, la cantidad de mercancías que puede comprar con este dinero, agotan las relaciones que encierra el salario. El salario se halla determinado, además y sobre todo, por su relación con la ganancia, con el beneficio obtenido por el capitalista: es un salario relativo, proporcional. El salario real expresa el precio del trabajo en relación con el precio de las demás mercancías; el salario relativo acusa, por el contrario, la parte del nuevo valor creado por el trabajo, que percibe el trabajo directo, en proporción a la parte del valor que se incorpora al trabajo acumulado, es decir, al capital.” (Marx. Trabajo asalariado y capital) 6 En líneas generales, el método utilizado para calcular la “capacidad de subsistencia” ha sido: a) cálculo del salario nominal medio anual por trabajador – la masa salarial nacional dividida por la población ocupada en un 5 La figura 3 presenta la evolución de tres componentes: el salario nominal medio anual (SN) el precio medio anual de los medios de subsistencia (PM) y la “capacidad de subsistencia” (CS). Los valores fueron calculados como índices cuya base es 1994=100. Los valores monetarios en reales, como en las demás partes de este trabajo, son deflacionados para enero de 2013. Observando las tendencias de las curvas de los tres componentes (en líneas de trazos), la figura muestra que: tras un período de caída, la tasa de crecimiento del precio medio anual de los medios de subsistencia presenta una alza a partir de la crisis de 2001, pero en contrapartida el salario nominal medio anual crece más rápido que él a partir de 20032004. En cuanto a la tendencia de la “capacidad de subsistencia”, después de permanecer razonablemente constante hasta 2002, ella presenta una alza continua, indicando que la tendencia del salario pagado al trabajador (salario nominal) le permite comprar más mercancías que los “medios de subsistencia” considerados. De todos modos, ella es superior a la tendencia del precio medio de los medios de subsistencia a lo largo de todo el período. En otras palabras, este comportamiento indica un aumento del salario real medio anual, derribando este tercer argumento. Figura 3. Evolución del precio medio anual de los medios de subsistencia (PM), del salario nominal medio anual (SN) y de la “capacidad de subsistencia” (CN). Fuentes primarias: IBGE, DIEESE – publicações do período. Se encuentra igualmente en la literatura revisionista, bajo la capa de plusvalía absoluta, un argumento que no tiene nada que ver con la cuestión y que muestra hasta qué punto el marxismo de cátedra propaga las más fantásticas afirmaciones revisionistas. Según esta concepción habría una producción de plusvalía absoluta, pues el precio de la fuerza de trabajo estaría por debajo de su valor. Para Marx, la plusvalía absoluta se refiere sólo a la prolongación de la jornada de trabajo, y por tanto, su definición no contempla el precio de la fuerza de trabajo. 7Pero éste último fluctúa en torno al valor en relación con la oferta y la demanda de trabajo y, bien entendido, con el desarrollo de una superpoblación (absoluta i/o relativa). En el modo de producción capitalista más moderno –subordinación real del trabajo al capital- aumenta la probabilidad de una relación de fuerzas favorable a la clase capitalista, y por tanto, el aumento de la superpoblación relativa queda más fuertemente relacionado con determinado año; b) cálculo del precio medio de los medios de subsistencia necesarios – cálculo del precio medio anual de los medios de subsistencia consumidos durante un año por trabajador. Todas las cantidades monetarias son expresadas en valores corrientes de junio de 2013. “La producción de la plusvalía absoluta gira sólo en torno a la duración de la jornada de trabajo; la producción de la plusvalía relativa revoluciona de arriba a abajo los procesos técnicos del trabajo y los agrupamientos sociales.” (Marx, El Capital, Sección 5, Cap. XIV) 7 el desarrollo de la composición orgánica del capital, de la productividad del trabajo y de la plusvalía relativa. O sea, la caída del precio de la fuerza de trabajo por debajo de su valor no es una característica de la subordinación formal del trabajo al capital o de la producción de la plusvalía absoluta, sino que recorre toda la historia del modo de producción capitalista. La ley del valor en la escala internacional Por tanto, es una ilusión oponer un mundo privado de productividad asentado en la producción de plusvalía absoluta y un mundo de alta productividad basado en la producción de plusvalía relativa. Para Marx, la ley del valor es profundamente modificada en su aplicación internacional: la productividad del trabajo cuenta aquí como intensidad toda vez que la concurrencia no obliga al país más rico a llevar este valor al nivel del país menos desarrollado. En cuanto a la división internacional del trabajo, funciona en provecho del país más desarrollado, por tanto, en cuanto a las mercancías que él produce consiguen evitar la concurrencia de las naciones menos desarrolladas, en sus intercambios la nación más rica puede explotar mejor a la nación más pobre. Por ejemplo, una jornada de trabajo en el país A, el país rico, contará en el mercado mundial como tres días de trabajo del país pobre, suponiendo que la productividad en A sea tres veces más elevada que en el país B. Francia y Brasil tienen un PIB más o menos igual, pero el PIB de Francia es realizado por una veintena de millones de personas, que trabajan aproximadamente 1600 horas por año, poco más de 32 mil millones de horas. Para realizar el mismo valor en el mercado mundial, el Brasil moviliza cerca de 90 millones de personas que trabajan algo más de 2000 horas por año, o sea, unos 180 mil millones de horas. Deducimos, muy a grosso modo, que 1 hora de trabajo en Francia se cambia contra 6 horas de trabajo en Brasil. El país más productivo explota al otro en sus intercambios en el comercio internacional. Si la productividad aumenta, y con ella la plusvalía relativa, el valor aparente creado por cada trabajador activo8 debe aumentar igualmente, considerando que todas las condiciones no se alteren. ¿Será que esto vale para, por ejemplo, Francia y no para Brasil? La figura 4 muestra la tendencia de la evolución del valor aparente por trabajador activo (VAA) un indicador de la intensidad aparente del trabajo nacional en el mercado mundial. Como puede verse claramente, el fenómeno de su aumento se aplica igualmente al Brasil, y muestra que esta nación también obedece a las leyes del valor a escala internacional, integrándose en el gran juego de la división internacional del trabajo. Las relaciones de dominación no son fijas y absolutas, sino evolutivas y relativas. La tendencia al aumento de este indicador señala, por tanto, el potencial de una nación para escalar posiciones a otras naciones en la división internacional del trabajo. Para los que sustentan la invariabilidad del predominio de la producción de plusvalía absoluta en Brasil, aunque desconozcan la transformación de la ley del valor en el plano internacional y no consideren por tanto un indicador similar, el valor aparente por activo no debería presentar una tendencia al alza. Entre las dificultades para obtener este índice, una es que la población ocupada en las estadísticas burguesas incluye tanto el trabajo productivo como el improductivo. Esto significa que la magnitud de este valor es mayor que la calculada aquí. La figura 4 muestra la evolución del valor aparente por activo en reales, en enero de 2013, para el período 1982- El término “aparente” aquí se refiere a la modificación, arriba mencionada, que el valor sufre en su expresión en el mercado mundial. Desde el punto de vista de la teoría marxista, este valor es creado solamente por el trabajo productivo. 8 2012.9 Este valor pasa de aproximadamente 40.500 en 1982 a 53.700 reales en 2012: una variación de poco más del 32 % en 30 años, es decir, cerca del 0,94 € anual, considerando tanto el trabajo productivo como el improductivo. Este resultado muestra que el modo de producción capitalista en el Brasil, aunque no de modo tan vistoso, presenta una tendencia creciente del aumento de su potencial para subir en la escala de las naciones en el mercado mundial. Otra consideración que refuerza este resultado se representa en la figura 5: la comparación de tendencias de las tasas de variación anual de la población ocupada (PO) y de las tasas de variación anuales del valor aparente por activo (VAA). Podemos observar la tendencia al alza de la tasa de crecimiento del valor aparente por activo, mientras que la tendencia de la tasa de crecimiento de la población ocupada es a la baja, esto en el cuadro de disminución de la jornada media de trabajo. Una tendencia, por tanto, diametralmente opuesta a la sustentada por los defensores del predominio “invariable” de la plusvaía absoluta en el Brasil. Figura 4. Evolución del valor Fuente primaria: IBGE – PNADs e PMEs del período. aparente por activo. El método de cálculo del VAA es relativamente complejo y presenta algunas dificultades para la obtención de sus principales componentes. Su cálculo comprende dos cantidades: la masa de valor creado nacionalmente y el total de trabajadores productivos que la producen. La primera requiere la obtención de los datos del capital constante, del capital variable y de la plusvalía. Como sabemos, la economía política no considera el capital constante, teniendo sólo medidas groseras relacionadas con el capital fijo. En cuanto a la segunda, como ya dijimos, las estadísticas burguesas no distinguen trabajo productivo e improductivo. Aun así, podemos obtener ese indicador de modo bastante grosero, lo que es suficiente para el punto de vista de las grandes tendencias. Los pasos principales del método utilizado son: a) obtención del valor total producido en el plano nacional: sustracción de la depreciación del capital fijo del PIB; b) de las series ajustadas de la jornada media de trabajo nacional (utilizadas anteriormente) y de la población ocupada, se obtiene un coeficiente cuya magnitud depende del total anual de horas medias trabajadas por trabajador ocupado (para considerar la cantidad total de horas medias trabajadas anualmente); c) este coeficiente es aplicado a la à población ocupada; d) división del PIB por el resultado del paso (c). 9 Figura 5. Evolución de las tasas de variación anual del valor aparente por activo y de la población ocupada. Fuente primaria: IBGE – PNADs e PMEs del período. Vamos a suponer que Brasil esté produciendo el mismo producto que Francia. Por ejemplo, crianza de pollos en sistemas de batería. En este caso, como el valor de las mercancías que produce es más bajo, el Brasil es capaz de someter al país más rico a una competencia devastadora. El país más rico debe reducir drásticamente o incluso abandonar esta producción y dedicarse a productos con mayor valor agregado, por ejemplo, pollos criados con agricultura orgánica. La división internacional del trabajo se modifica, evoluciona. Tales diferencias de productividad se reflejan en el valor de las monedas. Se comprende entonces fácilmente que una guerra sorda es librada, por ejemplo, entre la moneda china, el renminbi10, y el dólar. Hay que notar también que no hablamos aquí del nivel de los salarios de cada país. El país menos productivo no es el más competitivo por causa de sus bajos salarios, como dice la teoría económica burguesa, sino porqué el valor de las mercancías es más bajo. Si los salarios aumentan no se atenúa su competitividad, como esperan los reformistas. Suponiendo que todas las condiciones permanezcan iguales, son los beneficios los que caen. La unidad del proletariado mundial debe hacerse sobre el cadáver de tales teorías, que fuerzan a los proletarios a atacarse ferozmente y a rebajar su salario. Un esfuerzo científico importante es necesario para restaurar y desarrollar la teoría marxista de la ley del valor a escala internacional (nuestra presentación es muy resumida, pues es preciso considerar los efectos de las diferencias de intensidad, de cualificación, etc.) y sería mejor que nuestros analistas dedicasen su talento a esta tarea en vez de adherirse a conceptos tan dudosos como el “capital financiero”. Por tanto, es una realidad innegable que la China o el Brasil tienen la posibilidad de llegar al nivel de los países desarrollados, como muestra la figura 6 de la evolución comparada de los PIBs en relación con los Estados Unidos, la primera potencia económica mundial. 10 El renminbi (“la moneda del pueblo”) es la moneda de China, cuya unidad es el yuan. Figura 6. Evolución comparativa del PIB de los BRIC en relación con el PIB de los EUA. Ciertamente es justo considerar que el nivel de las exportaciones de la China es relativamente elevado para un país de este tamaño, como se observa en la figura 7. También es justo evidenciar que una parte de un 50 % de las exportaciones chinas proviene de centros de producción detentados por las multinacionales11 (principalmente americanas). Se puede también subrayar la debilidad del comercio neto, que ejemplos como la producción del Ipad ilustran de manera caricaturesca. Todo esto traduce la importancia de las actividades de montaje en el comercio exterior chino. Pero hacer de la China únicamente una oficina del mundo sometida a la demanda del mundo desarrollado sería negar su desarrollo autónomo. Aunque el montaje siga siendo una componente mayoritaria de la actividad exportadora, los otros aspectos del desarrollo chino no pueden ser olvidados (ver figura 8). Ciertamente la parte de las exportaciones en el PIB es bastante elevada para un país de esta dimensión, pero ella no constituye el único destino de la producción china. “ Pueden atribuirse dos tercios de la hinchazón del excedente a las actividades de montaje. Atraídos por los bajos costos de entrada en estas actividades, los inversores extranjeros han desarrollado en China locales de producción globalizados estrechamente ligados a una demanda externa en fuerte expansión, particularmente en los bienes electrónicos. Pero el “comercio ordinario” también ha contribuido al aumento del excedente global, pasando de un leve déficit a un excedente sólido. El cambio de posición se debe principalmente a las inversiones de las empresas chinas de los dos sectores de la industria pesada: “Máquinas” y “Metales de base”. De esta forma, la demanda internacional y las políticas nacionales de substitución de las importaciones alimentaron la explosión del excedente comercial.” (Le rééquilibrage de la economía china: Etat des lieux. Françoise Lemoine et Denis Ünal) Tanto la naturaleza de las exportaciones como de las importaciones muestran claramente un desarrollo autónomo (ver también la figura 9). Esto hace aún más contradictoria la cuestión de la apreciación de la moneda china. Desde el punto de vista de la producción de plusvalía relativa, de la tasa de plus-valía, el libre comercio es la solución óptima, pues permite obtener mercancías a más bajo precio. El capital estadounidense encontrará ahí una ventaja superior. Pero a partir del momento en que esta producción arruine la producción nacional y, en consecuencia, una masa de plusvalía producida se vea amenazada, aumentan las presiones proteccionistas y aquellas para la apreciación de la relación renminbi/dólar, de conformidad con la acción de la ley del valor a escala internacional. 11 Figura 7. Participación de los principales exportadores de bienes manufacturados en el comercio mundial de manufacturados. Gráfico extraído de « Le rééquilibrage de l’économie chinoise : Etat des lieux ». Françoise Lemoine et Denis Ünal Figura 8. Saldo comercial de la China en % del PIB. Gráfico extraído de « Le rééquilibrage de l’économie chinoise : Etat des lieux ». Françoise Lemoine et Denis Ünal. Figura 9. Parte de las importaciones mundiales (excluída Intra-UE, en %). Gráfico extraído de « Le rééquilibrage de l’économie chinoise : Etat des lieux ». Françoise Lemoine et Denis Ünal Después de la caída de Mussolini, la burguesía americana pensó que era importante dar clases de política a los italianos; esto les hizo morir de risa. Parece que el mandarín es una lengua que, en particular, se presta mucho a los juegos de palabras y es de suponer que la más vieja civilización del mundo se divertirá bastante el día en que algún consultor americano quiera enseñarle comercio. Éste se desarrolla en buena parte bajo el control del Estado, y al lado de los inversores extranjeros, una industria nacional, empresas y bancos multinacionales de origen chino (esto vale también para Rusia, la India y Brasil). Así, la última clasificación de las 500 primeras empresas mundiales para la revista Fortune dice que la China ocupa el segundo lugar, con 95 empresas, 16 más que el año pasado. Pero no todo es rosa en este cuadro, pues se trata esencialmente de empresas donde el Estado ha intervenido la industria (siderurgia, automovilística, productos químicos) o las finanzas (Banco industrial y comercial de la China). Una clasificación de las mayores empresas chinas muestra que de las 123 sociedades, que tienen una facturación superior a 100 miles de millones de yuanes sólo hay 16 sociedades privadas. La número 1 es la petrolera Sinopec, seguida del mayor productor nacional de petróleo y gas (China National Petroleum Corporation, un holding de PetroChina). Para obtener las diez primeras, deben incluirse: State Grid, Industrial and Commercial Bank of China, China Construction Bank, Agricultural Bank of China, Bank of China, China Mobile, China State Construction y China National Offshore Oil Corporation, o sea, 8 empresas del Estado. Estas empresas del Estado tienen sólo una rentabilidad relativa, como muestra la distribución de los resultados: los nueve bancos comerciales chinos de esta clasificación obtienen más del 55 % de los beneficios totales de las 89 empresas chinas.12 Estos hechos y los desequilibrios que provocan no deben ocultar otra dinámica, la de las empresas privadas. Según la Administración General del Estado para la industria y el comercio, en noviembre de 2013, la China contaba con 15,04 millones de empresas (cuyo crecimiento mensual es superior al 1 %) para un capital social de 95.290 miles de millones de yuanes. Entre ellas se encuentran 446.400 empresas de capital extranjero, cuyo capital social era de 12.320 miles de millones de yuanes (2.020 miles de millones de dólares). Por tanto, al lado de la industria y las finanzas del Estado, al lado de las empresas de capital extranjero que desempeñan un papel preponderante, se desarrolla un capitalismo privado bastante dinámico. Él representa una mayoría (61 % en 2012) de las inversiones chinas en el exterior. Si éstas aún están lejos de igualarse a las inversiones extranjeras en China13 en términos de estoque de inversiones, los flujos actuales (87,8 miles de millones de dólares en salidas contra 121 miles de millones en entradas en 2012) muestran que la distancia es del orden del 40 %. De hecho, lo que está en camino de suceder es la vieja previsión de Marx: Hoy en día, gracias a la competencia que desde entonces se ha instaurado en el mercado mundial, hemos efectuado considerables progresos en esa dirección. "Si China", explica el parlamentario Stapleton a sus electores, "se convirtiera en un gran país industrial, no veo cómo la población obrera de Europa podría hacer frente a ese desafío sin descender al nivel de sus competidores ." ("Times", 3 de setiembre de 1873.) No los salarios continentales, oh no, sino los salarios chinos: he ahí el objetivo De esta modo, ¡la “dominación del capital financiero” no estaría donde el marxismo vulgar habitualmente le coloca! 12 13 Según algunas fuentes, 2.260 miles de millones de dólares contra 532 miles de millones de dólares. que actualmente se ha fijado el capital. (Marx, El Capital, Libro I, sección VII, capítulo 22 §4, nota 53) La dinámica del capitalismo chino está lejos de estar lejos de estar acabada. La república democrática es una de las reivindicaciones potenciales de las cohortes de empresarios, de las clases medias modernas y, obviamente, del proletariado. Pero además, como el proletariado sería el principal beneficiario, hace dudar a esas nuevas clases ante la república democrática. La crisis de 2007-2009, cuyos efectos están lejos de ser absorbidos, muerden a la China, así como a las demás naciones. El nivel de acumulación y una política de sustento permitieron limitar los efectos de esta crisis. Aquí también las consecuencias de este sustento están lejos de ser superadas. Las próximas crisis afectarán más fuertemente a la China y también al Brasil, a Rusia, a la India. Además de esto, a medida que la China sube más rápidamente que los otros países en la escala industrial de las naciones, ella deja libres los últimos peldaños. A partir del momento en que otros países puedan realizar lo que ella es capaz de producir, ellos estarán también preparados para entrar eficazmente en competencia con ella. ¿Por qué? Porqué el trabajo chino, por el hecho del desarrollo más rápido de la productividad, recibe en el mercado mundial un peso específico más elevado, debido a la modificación de la ley del valor en la escala internacional: el renminbi se valoriza y frena la competitividad de los productos chinos, al mismo tiempo que los lanza a una nueva concurrencia. ¿Cuáles son las consecuencias? En cuanto a China esté sometida a los clientes extranjeros, éstos irán a producir una parte de su producto a otros lugares (Samsung, por ejemplo, se vuelve a Vietnam, Foxconn codicia a Indonesia), mientras que otros, como determinadas empresas americanas, repatrian su producto. Pero como ya recordamos, ciertos mercados como, por ejemplo, el mundial del textil, son también dominados por los capitalistas chinos autónomos, siendo ellos los que deslocalizan el producto a los países más competitivos. Otra consecuencia es que se establece una nueva división del trabajo. La parte más baja del espectro tiende a ser producida por los nuevos países industriales, mientras que la China conserva la producción de productos más elaborados, se esfuerza para desarrollar políticas de marcas para limitar la competencia, para producir productos de lujo, elevándose de esta manera a la parte más alta del espectro y entrando en fuerte concurrencia con las posiciones más sólidas de los países capitalistas más desarrollados. Se establece una organización del trabajo que deja una parte mayor a la automatización. Algunas técnicas que antes eran poco rentables se hacen a su vez rentables.14 He aquí, esbozadas rápida y esquemáticamente, las consecuencias de la aplicación de la ley del valor a escala internacional. Finalmente cabe preguntar porque, a pesar de las tendencias generales que apuntan en una dirección opuesta, se continúa sustentando obstinadamente la tesis del mantenimiento de producción de plusvalía absoluta en países como Brasil, China, etc. Un argumento, que a primera vista parece sofisticado, dice que el imperialismo conserva inalterada, congelada, la división internacional del trabajo, manteniendo la producción de la plusvalía absoluta en los “países dominados” y sustenta que la producción relativa se reserva a los “países dominantes”, de modo que compensa la tendencia a la “caída de la tasa de beneficio global” El aumento de valor de las mercancías en China provoca el aumento de los costos de producción, incluyendo el salario. Antes de este aumento, la introducción de nuevas técnicas basadas en una composición técnica del capital más elevada habría provocado un aumento de los costos de producción y no habría sido rentable. Con aquél aumento, la introducción de estas nuevas técnicas, que permiten economizar el capital adelantado como salario al disminuir el número de obreros necesarios para la producción (aumento de la composición orgánica del capital y de la productividad del trabajo), pueden disminuir los costos de producción desde que el añadido en el valor gastado para la introducción de estas técnicas sea inferior a la economía en los salarios. 14 del capital. Para no alargarnos, no podemos desarrollar aquí los argumentos contra esta tesis, que se inscribe en la tradición de Grossmann, Matick y tutti quanti.15 Basta decir aquí que no hay una “tasa de beneficio global” de una totalidad del capital. No se puede confundir el nivel de abstracción que Marx realiza en ciertas partes de su obra, cuando hace abstracción del comercio exterior al estudiar el capital en general para analizar determinados fenómenos, con la comprensión del capital como un deus ex-machina, como una totalidad abstracta. Incluso cuando Marx analiza, por ejemplo, en el libro II, los esquemas de reproducción en un alto nivel de abstracción para estudiar fenómenos esenciales de estos esquemas, no supone la existencia de una única nación en el mundo, de un único mercado sin comercio exterior, y deja muy claro que trata de un modelo abstracto y que el comercio exterior es un momento necesario del modo de producción capitalista16 Fijado esto, considerar la existencia de esa tal “tasa de beneficio global” implica asumir la existencia de una igualación de las tasas de beneficio nacionales a escala internacional, como si las naciones fueses “ramas” de una única “nación-mundo” manifestación de la “totalidad del capital”. Para Marx esta igualación no existe17 pero es justamente este argumento el que sostiene las nociones de Grosmann y sus epígonos sobre el comercio exterior. Ahora bien, la igualación de la tasa de beneficio entre diversas fracciones del capital supone una similitud en la productividad y la intensidad del trabajo entre las ramas del capital de un mercado nacional, pero en el mercado mundial, como rápidamente recordamos más arriba; prevalece por el contrario la desigualdad de la productividad y la intensidad del trabajo entre las naciones, esto es, la desigualdad en el grado de desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo nacional. De este modo, las naciones que ocupan los peldaños más altos en la escala internacional indican a otras el camino que les queda por recorrer. No existe, por tanto, una jerarquía metafísica que inmovilice la división internacional del trabajo y condene a las naciones del campo “no imperialista” a permanecer dentro de él produciendo la plusvalía absoluta, mientras que el otro campo produce la relativa. La totalidad del capital no es una abstracción que divide estáticamente el mundo en esos dos campos. Es la expresión del mercado mundial compuestos por sus momentos, los mercados nacionales, con niveles diferentes de productividad y de intensidad del trabajo y, por tanto, con tasas de beneficio diferentes que se igualan en el plano nacional, pero no a escala internacional. Nuestra crítica a las posiciones de Grosmann sobre el comercio internacional se encuentra en la publicación “La teoría marxista de las crisis”, en lengua francesa, reedición de 2009, que también se encuentra en nuestra web www.robingoodfellow.info. 15 Un ejemplo del propio Libro II: “La producción capitalista no puede existir sin comercio exterior.” (Marx, Capital, Libro II, Sección III – La reproducción de la materia monetaria) 16 Un pasaje sintético sobre la cuestión: “La igualación de los valores por los tiempos de trabajo y, mucho menos aún, a los precios de producción en una tasa general de beneficio no existe bajo esta forma inmediata entre países diferentes.” (Marx, Teorías sobre la plusvalía, T.2 – Teoría de Ricardo y de Smith sobre el costo de producción) 17 Conclusión No seguiremos adelante en estas cuestiones complejas, que evidentemente no se reducen a la competencia entre estados naciones. Las empresas multinacionales, simultáneamente, superan los Estados, preparando las bases de una planificación mundial de la sociedad, planificación que se hace cada vez más necesaria, según confiesa la propia burguesía, cuyas fuerzas productivas, desencadenadas por ella y que se le escapan de las manos, amenazan volverse contra el desarrollo de la humanidad. La burguesía procura superar este marco nacional, pero no puede; las empresas multinacionales lo superan y lo ponen en jaque, pero al mismo tiempo tratan de conservarlo para sacar provecho de sus diferencias con el fin de optimizar sus beneficios. La necesidad de una revolución comunista es una exigencia cada vez más apremiante. El movimiento obrero conquistó la república democrática en el Brasil, en la India, en Rusia, es decir, conquistó el campo de batalla donde puede darse el combate final entre la burguesía y el proletariado (lo que no quiere decir que él no deba luchar para su profundización). Su llegada, en la China, sería un evento de la mayor importancia, en la medida en detrás de la lucha por esta conquista se perfila el espectro de la revolución proletaria. La crisis del dólar o la revolución china, ¿qué llegará primero? Por fin, la oposición entre la producción de plusvalía relativa en el “centro” y la de plusvalía relativa en la “periferia” no tiene ningún fundamento. La busca del máximo de plusvalía en los BRIC y países similares se realiza sobre los dos métodos: plusvalía relativa y absoluta, ciertamente en el marco de una composición técnica media del capital de cada uno de estos países aún inferior al de los países más desarrollados. Después de haber demostrado, a través de la ilustración de las tendencias generales, que la producción de la plusvalía relativa opera en Brasil y China, ¿debemos ahora renunciar a esta demostración y despachar simultáneamente el marxismo? Los datos presentados sobre Brasil muestran que desde el punto de vista de las grandes tendencias, la parte de los salarios en el valor añadido, a pesar de sus altos y bajos, es relativamente constante en el período analizado. Si la parte de los salarios disminuye, hay indudablemente crecimiento de plusvalía relativa, pero si ella no disminuye, la teoría marxista nos dice que es necesario considerar las clases improductivas y el trabajo que no crea plusvalía. Para el marxismo, al mismo tiempo que crece el trabajo productor de plusvalía, se desarrolla aún más rápidamente una clase media moderna improductiva y el trabajo no creador de plusvalía. El resultado de este fenómeno analizado por Marx es que el valor creado por cada trabajador productivo, esto es, por cada proletario, es bien superior al calculado considerando el conjunto de los asalariados. De este modo, el marxismo afirma su superioridad científica sobre la economía política.