Karl Marx y Max Weber

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Consignas:
1) Comenta y explica qué quiere decir Marx con la siguiente frase: no es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia
2) ¿Qué relación advierte Marx entre la caída de la cuota de plusvalía y el desempleo?
3) ¿De dónde surge el espíritu del hombre económico moderno para Max Weber?
Desarrollo:
1) Con esta frase Marx resume su tesis que dice que el ser humano no es libre de pensar y actuar como quiera,
sino que la superestructura que es la sociedad en su conjunto le impone una ideología que marcará su
conducta y modo de ser y de pensar.
La Sociedad toda, casi comparable a un ser con conciencia y vida propia, se encarga, a su manera, de que cada
persona asuma ciertos valores y costumbres como propios y no otros, formando su conciencia, su ser, en base
a estos valores y costumbres tomados en forma no voluntaria por el individuo sino astutamente impuestos por
la Sociedad.
Así, el obrero hijo y nieto de obreros, que durante toda su vida escuchó de sus padres, de sus parientes, sus
maestros y su entorno en general que hay que trabajar, que no tiene más remedio que obedecer al patrón, que
el horario es malo y el salario peor pero no hay nada que se pueda hacer para remediarlo, que hacer huelga es
algo impensable y que exigir un empleo en blanco es lo último que debe hacer en esta vida, es poco probable,
siquiera posible, que tome conciencia de clase, que funde una cooperativa o que ponga cuestionamientos al
sistema capitalista imperante...
2) Marx señala, no sin razón, que la caída de la plusvalía tiene como consecuencia casi inmediata el
desempleo, ya que los salarios conforman un porcentaje importante de los considerados gastos a nivel
contable. Para ser más competitivos hay que bajar los precios sin afectar la plusvalía, lo que equivale a decir:
hay que reducir costos. O también puede deberse a que las ventas han caído, y no se han registrado las
ganancias con las que se esperaba contar al cierre de este ejercicio contable. El caso es que se elegirá despedir
a equis cantidad de empleados, los demás cumplirán con sus propias funciones más las de los recientemente
despedidos, pero por el mismo salario que percibieron siempre o incluso sufrirán una reducción del mismo.
Esto, claro está, produce una caída en el poder adquisitivo del comprador promedio, de modo que las ventas
son aún menores. Por suerte este proceso no continúa hasta el infinito, sino que llega el momento en que se
equilibra la relación entre la oferta y la demanda, el proceso se detiene, y a partir de entonces las ventas
vuelven a subir.
Si el crecimiento es suficiente, quizás se tomen nuevamente empleados, o quizás no. Es poco probable que se
aumenten los sueldos, antes cabe esperar que se invierta en más y más nueva maquinaria, que en medida de lo
posible incluso reemplazará a la mano de obra asalariada.
3) Max Weber considera que el espíritu del hombre económico moderno tiene un origen fundamentalmente
histórico; fueron necesarios procesos sociológicos y religiosos para crearlo. Hubo que superar el
tradicionalismo, que impide realizar cambios mayores y repentinos en las estructuras existentes; hubo que
superar la magia estereotipada. Fue necesaria dejar de lado la moral de grupo y responder solamente con la
moral respecto a los extraños ante todas las situaciones. Fue muy importante la tendencia imperiosa de
intentar someter a la racionalidad a las transacciones económicas y los individuos que las llevaran a cabo, más
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allá de que durante mucho tiempo y en muchos lugares esto fue una tarea ardua y muchas veces sin resultados
o con resultados que no eran los esperados. También las religiones influyeron de manera decisiva, de una u
otra manera, ya que el régimen que imperaba en los monasterios era altamente racional; por su parte, la
Reforma lidió en forma elegante con el problema de la riqueza de sus miembros: Calvino explicó que el
hombre es sólo administrador de los bienes que Dios la ha otorgado, de modo que censura el goce, pero no
admitía la evasión del mundo, sino que consideraba como misión religiosa de cada individuo la colaboración
en el dominio racional del Universo. Sin embargo, la raíz religiosa del hombre económico moderno ha
muerto, ya no queda la promesa de la bienaventuranza eterna: sólo nos quedan montones de objetos materiales
y todo el consumismo al alcance de nuestro bolsillo para compensarlo.
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